"Europa es un proyecto que no puede detenerse ni volver atrás". Así arranca el panfleto de propaganda electoral que me mandó el PSOE para que les votara en las pasadas europeas. Antes de echarlo al reciclaje le hice una foto a la frase y se la pasé a un amigo. Me respondió "Jajajaja, ¿acaso es Europa la muerte?".Pero la posición mayoritaria de los españoles respecto a la UE y el Euro, en muchos casos asumida más que meditada, es la del PSOE: que no hay vuelta atrás, que el proyecto europeo es incuestionable, que forma parte del consenso social y el simple hecho de debatir sobre su sentido, vigencia y la manera en la que afecta a distintas cuestiones de la realidad española sería una insensatez y una vuelta al blanco y negro.
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En el barómetro del CIS del pasado enero más del 50% —el 59,1%— de los españoles no sabíamos que en mayo habría elecciones al Parlamento Europeo pero declarábamos que confiábamos en la UE más que en cualquier institución política nacional —el Gobierno, el Congreso, los Ejecutivos autonómicos…—. Al contrario de lo que viene sucediendo en otros lugares de Europa, los españoles parece que creemos en ella por encima de todas las cosas, pero no sabemos muy bien por qué. Pero, ¿qué pasaría si un día dejáramos de hacerlo? ¿Cómo sería un Spexit?La primera cuestión es por qué la Unión Europea y todo lo que conlleva, incluido el Euro en el caso español, no es apenas objeto de debate por parte de la opinión pública en nuestro país. "El caso español es bastante particular", comenta el politólogo y editor de Política Exterior Jorge Tamames. "Es similar al de Portugal y creo que tiene que ver con el momento en el que nos incorporamos a la UE y con cómo eso se vio como parte de la hoja de ruta de salida de las respectivas dictaduras que teníamos. España siempre ha sido un país europeo, pero de alguna forma, con el franquismo y el aislamiento de 40 años que tuvimos, sentíamos que no estábamos formando parte de una comunidad a la que pertenecíamos"."Por otro lado", añade, "cuando ves encuestas de opinión del grado de orgullo nacional, en España suele ser bastante bajo. Los españoles no tenemos una impresión demasiado buena ni de nuestro país ni de quienes lo gobiernan, y eso se traduce en una especie de europeísmo pasivo sobre el cual es muy difícil concebir que alguien en Bruselas o en Berlín pueda ser más incompetente que alguien en Madrid".
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Las ventajas, para el economista, pasaron por "la homologación de España como democracia liberal burguesa avanzada, con unos derechos y libertades realizados por los gobiernos del PSOE -al César lo que es del César- que han permitido situar a España en una situación de consenso progresista que es imposible ya de negar o revertir". Sin embargo, también hubo, a su juicio, perjuicios, como "una cierta pérdida de soberanía política y de independencia económica que se plasma sobre todo formalmente hablando en la modificación exprés, para saldar la deuda externa, del artículo 135 de nuestra Constitución en el año 2011".Tras esta puesta en antecedentes, ¿qué ocurriría ante un por ahora a todas luces improbable Spexit? "Es difícil de contestar porque el único referente análogo que tenemos es el Brexit, el cual no está completado todavía y parte de una situación distinta a la española porque Reino Unido es miembro de la UE pero no tiene el euro como moneda y su relación con el espacio Schengen es parcial. En nuestro caso, ni siquiera sabemos qué moneda podríamos tener, si se volvería a la peseta o nos insertaríamos en un marco geopolítico distinto donde hubiese otro tipo de moneda, porque entiendo que para un país de mediano/pequeño tamaño como España, con 46 millones de habitantes y un crecimiento demográfico a la baja, resistir en ese marco industrial sin músculo industrial, sin armamento nuclear y sin algún tipo de alianza potente sería complicado", expone."Para España, con 46 millones de habitantes y un crecimiento demográfico a la baja resistir en ese marco industrial sin músculo industrial, sin armamento nuclear y sin algún tipo de alianza potente sería complicado"
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"A corto plazo las consecuencias serían negativas para la población, pero eso no significa que esas consecuencias negativas no se pudieran revertir y que tampoco fueran peores las desventajas que las ventajas. Pero no se puede saber hasta que no se vea cómo concluye el Brexit, considerando sus peculiaridades. Al final, la UE es un marco geopolítico y geoeconómico que en el fondo se parece un poco a una secta: es muy fácil entrar, pero muy difícil salir", comenta Armesilla.En cuanto a la importación y la exportación y a cómo afectaría una salida de la UE a España en este sentido, el Doctor en Economía explica la situación con un ejemplo: "Digamos que la reconstrucción de Europa Occidental que culmina con la UE es la continuación del Desembarco de Normandía por otros medios. Incluso habiendo caído, la Unión Soviética juega ese papel de avanzadilla del sistema americano en Europa. Ahora, en esta nueva Guerra Fría económica y política, Europa vuelve a estar en el centro de la acción porque hay grandes actores internacionales como los EUA, Rusia o China luchando por influir en su configuración y a nivel económico es el campo de batalla entre la nueva ruta de la seda de China y los BRIC y el TISA de los EUA"."En medio de todo esto está la Península Ibérica, que es clave para la nueva Ruta de la Seda china. Y, aunque es difícil en este momento que nuestro país ceda, en 2016 Rajoy negoció de manera muy inteligente preacuerdos con empresarios españoles y chinos planteando su viabilidad. Los posibles escenarios de una España fuera de la UE no se pueden entender sin esa palanca China y la resituación a través de ella de España en el marco de la división internacional del trabajo. Habría que ver entonces qué ventajas y qué desventajas se producirían para el pueblo español".
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"A corto plazo, los grandes perjudicados serían los funcionarios españoles que se encuentran en Bruselas ganando un pastón, que están viviendo una especie de Erasmus de primera división"