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Identidad

Confirmado: tener la regla no afecta a nuestra capacidad intelectual

Un nuevo estudio contradice siglos de presuposiciones sexistas.

Según un nuevo estudio, el "period brain" (algo así como "cerebro menstruante") no existe. Para decirlo en términos más sofisticados, los investigadores no han encontrado evidencia de que la función cognitiva se vea mermada por los cambios hormonales durante los ciclos menstruales de las mujeres.

El estudio, que es el más grande jamás realizado sobre este tema, fue publicado en Frontiers in Behavioral Neuroscience (Fronteras en la neurociencia conductual) a principios de julio. Para llevarlo a cabo, las investigadoras estudiaron a 68 mujeres a lo largo de dos ciclos menstruales y evaluaron su memoria, su atención, su sesgo cognitivo y sus niveles hormonales en ambos ciclos. Como noticia que no sorprenderá a nadie que tenga el período y un cerebro, las investigadoras concluyeron que, en general, el ciclo menstrual de las mujeres no tiene efecto alguno en su capacidad de pensar con claridad, tomar decisiones o concentrarse en dos cosas al mismo tiempo.

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"Los resultados no son sorprendentes", afirma Joan Chrisler, profesora de psicología en la Universidad de Connecticut y presidenta de la Society for Menstrual Cycle Research (Sociedad para la investigación del ciclo menstrual). "Hace años que sabemos que no hay efecto alguno".

Sin embargo, durante siglos los médicos han defendido lo contrario. La idea de que la menstruación vuelve "locas" a las mujeres ha persistido desde la Grecia Antigua, cuando Hipócrates sugirió que los úteros de las mujeres se desplazaban por su abdomen provocando depresión y locura.

Hacia mediados del siglo XIX los médicos habían empezado a escribir artículos vinculando la "demencia" con el período. En 1840, un médico francés afirmó que las "capacidades intelectuales de las mujeres con la menstruación se veían mermadas y estaban sujetas a caprichos muy peculiares, a cambios de humor y de gustos", según el historiador Michael Stolberg. De forma similar, en una presentación ofrecida ante la Sociedad Ginecológica Británica en 1891, el Dr. Robert Barnes describió a cierta paciente suya afirmando que "hay una coincidencia absoluta entre el período menstrual y la manifestación de locura" en el caso de esa mujer.

Y continuó: "El trastorno mental más frecuente adquiere la forma de modificación de la disposición natural, que se vuelve rencillosa y contradictoria y convierte a la paciente en un tormento para su hogar".

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Un ginecólogo examinando a su paciente a principios del siglo XIX. Imagen vía Wikipedia

En 1931, el Dr. Robert Frank publicó un ensayo titulado "Las causas hormonales de la tensión premenstrual" en el diario Archives of Neurology & Psychiatry (Archivos de neurología y psiquiatría). En él, afirmaba que "la tensión premenstrual" estaba provocada por un desequilibrio hormonal y que las mujeres sufren "perturbaciones" como irritabilidad y falta de concentración como resultado.

Recomendaba curar este desequilibrio "expulsando el exceso de hormonas a través de la orina y las heces con ayuda de varias sustancias diuréticas". Lo que siguió fueron décadas de investigaciones acerca de los efectos psicológicos de la menstruación, pero gran parte de la metodología empleada en los incontables estudios sobre el tema se considera "problemática" y el resultado de métodos anticuados de investigación.

Incluso en años recientes ha habido un gran número de evidencias científicas que parecen respaldar la idea de que el ciclo menstrual de las mujeres afecta a sus funciones mentales: investigaciones anteriores han sugerido que el período afecta a la zona del cerebro que controla la memoria, el juicio y la atención. También se ha afirmado que los cambios en los niveles de estrógenos, progesterona y testosterona pueden afectar a los niveles de serotonina y dopamina dentro del cuerpo, lo que puede provocar estados de ánimo de ansiedad, irritabilidad y depresión.

Pero, tal y como señala Brigitte Leeners, autora principal de este reciente estudio, muchos de esos estudios contienen sesgos científicos y descubrimientos que han dado un falso positivo, han inflado el tamaño de los efectos y sus resultados con frecuencia son difíciles de reproducir. Según Leeners, la mayoría de estos estudios "no han conseguido encontrar asociaciones significativas y consistentes entre las hormonas y el funcionamiento cognitivo en las mujeres". Por ejemplo, un ensayo empleó una muestra de 16 mujeres y solo las observó durante un ciclo menstrual antes de llegar a la conclusión de que el estrógeno afecta a la memoria.

Es preciso destacar que la investigación de Leeners no incluyó el trastorno conocido como trastorno disfórico premenstrual (TDPM), un grave trastorno clínico del estado de ánimo que incluye diversos síntomas afectivos, conductuales y somáticos que aparecen cada mes durante el ciclo menstrual. Lleva siendo reconocido como trastorno desde 2013 por el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés) y se dice que afecta a entre un tres y un ocho por ciento de las mujeres, aunque la investigación en torno a él también ha sido vehementemente refutada.

Han pasado siglos desde los días del "útero itinerante", pero ha quedado demostrado que la lógica que subyace tras esa creencia ―que los cuerpos y las mentes de las mujeres son fundamentalmente ingobernables o incomprensibles― es muy difícil de erradicar de nuestra cultura. Nuestra persistente creencia de que los cambios hormonales asociados a la menstruación pueden afectar a la capacidad de las mujeres para pensar con claridad está enraizada en "el sexismo y los estereotipos sobre las mujeres", afirma Chrisler, de la Sociedad para la investigación del ciclo menstrual.

La mayoría de los científicos son hombres, añade, y aun así hay muy pocas investigaciones acerca de cómo su ciclo hormonal afecta a su funcionamiento cognitivo. "Si quieres restar valor a las mujeres y quieres que parezca que las mujeres no pueden ocupar puestos de poder porque no pertenecen a ese ámbito, entonces tienes que decir que son inestables y que no se puede contar con ellas para que hagan bien su trabajo porque tienen ciclos hormonales", indica.