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Identidad

Dos Bigotes, la editorial LGBT de Madrid cumple tres años

Hablamos con Gonzalo Izquierdo y Alberto Rodríguez, responsables de la editorial Dos Bigotes.
Fotografías por el autor

Podría ser la clásica fábula de batacazo que se convierte en oportunidad. Una historia más de la crisis como desestabilizador social. Para mal o para bien. A Gonzalo Izquierdo y Alberto Rodríguez, de 37 y 35 años respectivamente, les echaron de su trabajo el mismo día. Ambos, periodistas de formación y con años de trayectoria profesional a sus espaldas, se quedaron en paro mientras caminaban por Italia. De vacaciones. Eran compañeros sentimentales, de redacción y de afinidades. Gracias a esa complicidad, estudiaron varias opciones de futuro y se decantaron por una empresa común: formar una editorial de temática LGTB.

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De eso han pasado justo tres años. La editorial, llamada Dos Bigotes, sigue en marcha. La decisión (arriesgada, claro: ¿qué no era y es arriesgado en nuestras circunstancias?) les tiene más que ocupados. Y no piensan en una alternativa, lo que es una buena señal. "Seguimos aprendiendo. Poco a poco. Lo que tenemos claro, lo importante, es hacerlo bien", contestan en una terraza del barrio de Vallecas, en Madrid, que sirve de centro estratégico desde que empezaron esta nueva senda.

"Teníamos cierta relación con el mundillo, pero desde el lado de los medios de comunicación. Hicimos un curso y fuimos perfilando el arranque", responde Rodríguez. "La cuestión es que pusimos mucho entusiasmo, y eso se contagia. Desde el sector nos decían que estábamos locos. Lo veían como algo suicida, pero explicándolo se entendía", encadena Izquierdo.

Entre editoriales pequeñas, en un momento muy complicado, la tendencia es a echarse una mano

El proyecto se materializó en abril de 2014, unos ocho meses después de que los echaran del trabajo. "Investigamos lo que se publicaba fuera de España. Cogimos ideas de otros lugares y pensamos en cosas que no existieran", explican. En ese momento, con una recién firmada ley contra la propaganda homosexual en Rusia, pensaron en una recopilación de autores del país eslavo. Así nació El armario de acero, un abanico de voces contemporáneas que conllevó los escollos no solo de la inexperiencia sino del idioma. "No estaban traducidos y necesitábamos a alguien que nos orientara. Hubo incluso quien se negó por la temática", aducen. "Puede que haya sido lo más complicado hasta el momento".

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A partir de ahí, nada de camino de rosas pero sí más callo. Se propusieron publicar seis libros al año. Como cifra orientativa, no como un marcador al que llegar. "Hay muchas novedades y la vida del libro es muy corta. Nosotros queremos jugar con algo de más recorrido, que se mantenga. Entre otras cosas, porque estamos en otra liga", afirman. Esta liga de la que hablan es la de las pequeñas editoriales. Muchas surgidas —como ellos— al alero de la crisis y bajo la predominancia total de grandes grupos que copan mercado y escaparates. "Nos hemos encontrado con mucha ayuda. Con mucha cercanía, sin competencia", comenta Rodríguez. "Entre editoriales pequeñas, en un momento muy complicado, la tendencia es a echarse una mano", apostilla Izquierdo.

Y es que hay que pensárselo muy bien después de mirar las cifras: el número de novedades al año en España es de unas 50.000 (48.653 dentro de los 60.011 libros publicados en total, tal y como registró el Instituto Nacional de Estadística en 2015). De ellas, solo un puñado de títulos supera la criba de agotar la primera tirada. Y, dentro de estos, un subgrupo mínimo se convierte en best seller y da oxígeno a la producción de la editorial. Dentro del sector, dos grupos mayoritarios (Random House Mondadori y Planeta) engloban la mayoría de publicaciones, mientras que las iniciativas independientes copan un porcentaje minúsculo y aguantan con vida alrededor de dos años. Sin entrar en las costumbres lectoras de nuestro país: según el adelanto del informe de la Confederación de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), de enero de 2016, un 39 por ciento de la población no leyó ni un libro en todo 2015 y más de la mitad no compró ninguno en el último año. Además, entre 2008 y 2014 cerró la mitad de librerías, pasando de 7.000 a 3.650, con un repunte de 200 aperturas en 2015 (entre las que resisten al límite se encuentra la célebre Berkana, pionera en la lucha LGTB que lanzó recientemente un 'crowdfunding' para poder seguir en pie).

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Por eso, esgrimen, van a su ritmo y se desmarcan con novelas o cuentos que tocan el tema de la diversidad sexual "sin estigmas" y "sin pedir la orientación al autor o lector". Un hueco que no estaba cubierto más que tangencialmente. "Lo que se publicaba hace 30 ó 40 años en España (cuando se pudo) estaba más encaminado a que la gente encontrara referentes culturales. Había pocos ejemplos en cine o novelas que sirviera de espejo para el colectivo. Todavía predominaban los modelos negativos. Se necesitaba una literatura, por tanto, que reflejara la diversidad del colectivo y donde todos se vieran representados. También para ayudar a gente a conocerse a sí misma y dar el paso. Tenía un papel social muy importante", dice Rodríguez. "Ahora, que está todo mucho más visibilizado y normalizado, es muy diferente. Pero sigue siendo necesaria una literatura que exponga toda la diversidad. Queremos que todo el mundo sea más tolerante y se quite prejuicios, aportar herramientas para mirar desde este lado".

Centrados en la ficción —aunque con idea de incluir ensayos—, Dos Bigotes ya suma 21 títulos. Sus páginas se han llenado de testimonios africanos —reunidos en su segunda apuesta, Los deseos afines—, de reflexiones sobre la identidad en un presente asediado por las redes sociales —El milagro, de Ariel Kenig— o de relatos de amores impetuosos, como en A Virginia le gustaba Vita de Pilar Bellver. Y sus 'padres' lo celebran con la convicción de sentirse "mucho más felices de lo que podíamos estar hace unos años". "Es algo muy gratificante aunque suponga una gran reducción de vida social o dificultades de muchos tipos. Te vuelcas en cuerpo y alma, pero merece la pena", resuelven quienes publican historias de orientaciones sexuales múltiples con la intención de abrir nuevas sensibilidades y de cumplir con la máxima de la literatura: ofrecer otras vidas.