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Relaciones

Historias de españoles que no saben poner bien un condón

Todavía hay gente que no sabe ponerse (o poner) un condón.
Foto vía usuario de Flickr angelatchou

Nos vendieron que esto de los preservativos era algo sencillo, que se podían poner con cuatro sencillos pasos, que con el tiempo lo haríamos con una mano y que incluso lo hacen hasta los niños en el colegio con esas pollas de plástico de colores que traen los educadores sexuales (toda esta frase suena muy rara, ¿no?).

Aun así, a mucha gente le sigue sin gustar la idea de los preservativos y eso hace que, a veces, el poco uso que se le da deteriore la habilidad técnica necesaria para su colocación.

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Es como si se diera por supuesto que, por defecto —como por instinto—, tuviéramos que saber cómo funciona esto de colocar un preservativo, de la misma forma que los gatos saben que cuando cagan tienen que mover sus patitas para tapar la mierda con arena aunque no haya arena con la que tapar nada.


MIRA: Porno tecnológico


Aunque se trate de algo sencillo —al fin y al cabo es solo un guante de plástico para un solo dedo con el que se debe cubrir el pene—, un preservativo puede llegar a convertirse en una estructura ciertamente complicada.

Complicada y rechazada, pues pese a que es un billete directo hacia esa parada llamada "Penetración", la población humana lo percibe como un enemigo que se dedica a interrumpir esos procesos coitales basados en la introducción de un pene dentro de una vagina o dentro de un culo o dentro de donde sea (no os ofendáis, a estas alturas ya todos sabemos que el sexo no es solo penetración pero el condón sobre todo entra en juego durante estas liturgias de espeleología).

Esto hace que, de entrada, la gente alargue la mano hacia el cajón de la mesita de noche con cierta resignación y antipatía, cuando debería ser todo lo contrario.

Foto vía usuario de Flickr bluhousworker

Puede que esta falta de técnica se deba al poco uso que se le da al invento de plástico pero teniendo manuales como este disponibles en internet parece inconcebible que los mismos errores se vayan perpetuando una y otra vez.

Charlé con varias personas sobre los problemas más habituales que les ha causado la colocación de un preservativo.

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Samuel de 24 años es la primera de ellas. Tal y como explica "Estábamos en casa de un colega haciendo una fiesta y terminamos borrachos como piojos a costa del mueble bar del padre del que habíamos asaltado la casa. La cosa se puso tonta y me fui a una habitación con una chica que estaba en la fiesta".

Tenía guardado en la cartera un condón de fresa de los de los baños de los pubs o discotecas (vete a saber el tiempo que llevaría ahí además). Cuando terminamos el tema vimos que el preservativo no aparecía por ninguna parte. Los dos estuvimos buscando el tema durante una hora pero no encontrábamos nada, desmantelamos la habitación, literalmente. Al final decidimos contarlo a los colegas y ahí estábamos ocho personas buscando un condón de fresa lleno de mi producto por todo el piso.

A las seis o siete de la mañana la chica cogió la moto y se fue a urgencias para pedir la píldora y entonces se lo encontraron dentro de su vagina. El tema es que me lo puse al revés y no se introdujo del todo, así que saltó mientras lo hacíamos".

"Ella fue a urgencias para pedir la píldora y entonces se lo encontraron dentro de su vagina. El tema es que me lo puse al revés y no se introdujo del todo, así que saltó mientras lo hacíamos" — Samuel

Por lo que parece, el tema de ponerlo al revés es un clásico. Digamos que los preservativos tienen una dirección de despliegue, lo que pasa es que, a veces, con la borrachera* (debajo de este párrafo os explico un poco esto), es complicado discernir si los pliegues van por dentro o por fuera del preservativo y la cosa se puede complicar.

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*Dejadme puntualizar lo de "la borrachera". Digamos que la gente que tiene pareja y utiliza habitualmente el preservativo como método anticonceptivo —que es una muy buena opción—, es gente que controla perfectamente la técnica.

De las otras personas que lo utilizan, la mayoría son individuo que se dedican a hacer casquetes ocasionales con desconocidos y todos sabemos que la mayoría de estos encuentros eclosionan gracias al alcohol.

Condones, muchos condones producidos con caucho natural el árbol Seringueira. Ricardo Moaes/REUTERS

Volvamos al tema. En ese estado de embriaguez, desplegarlo puede ser complicado. En estas condiciones existe una probabilidad de un 50% de que aciertes la dirección del preservativo. Entonces, es probable que, mientras lo estás colocando, te des cuenta de que, de repente, la cosa no baja del todo.

Pol, de Branca Studio, tiene 33 años y me comenta algo al respecto. "No me ha pasado muchas veces pero una vez, estando ahí con el calentón, me encontré intentando poner el condón pero no había manera. '¿Qué pasa?', me preguntaba. 'Esto no baja'.

Entonces me di cuenta de que lo estaba poniendo al revés y que me estaba destrozando el rabo. Creo que al final lo dejé y cogí otro nuevo porque la cosa estaba imposible".

"Me encontré intentando poner el condón pero no había manera. '¿Qué pasa?', me preguntaba. 'Esto no baja'. Entonces me di cuenta de que lo estaba poniendo al revés y que me estaba destrozando el rabo" — Pol

Marta, de 30 años, pese a no disponer de pene, también es responsable de la colocación de estos artefactos en los miembros.

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"Lo del preservativo es una movida, a mí, anoche, casi se me queda dentro pero el colega me avisó. La verdad es que yo no sé poner condones, no sé ni abrirlos. Sé comprarlos y sacarlos de la caja y dárselo al tío pero siempre que he intentado ponerlo, lo meto al revés. Como que no tiran hacia abajo, haga lo que haga, siempre los pongo al revés, aunque quiera ponérselo mal a propósito.

"La verdad es que yo no sé poner condones, no sé ni abrirlos. Sé comprarlos y sacarlos de la caja y dárselo al tío pero siempre que he intentado ponerlo, lo meto al revés" — Marta

¿Es que en los condones va marcado qué va por dentro y qué va por fuera? Para saber la dirección hay que soplar o algo así, ¿no? Solo sé que no sé hacerlo y que dejo todo el poder en manos de un hombre, pero pon que soy mazo feminista, pero feminista de verdad, no feminista de camiseta de H&M.

De hecho creo que deberían hacer preservativos con sabor a coño o algo así porque el sabor a látex es horrible, se lo pone y luego se lo quitas y venga ahí la polla a oler a látex. Soy 100% heterosexual pero, no sé, me gustaría que los penes supieran a coño porque las pollas huelen mal".

Condones y besos. Foto Edgar Garrido/REUTERS

Luego, claro, cada pene es un mundo y esto supone que un invento hecho para todos a veces no funcione para cierto tipo de miembros. Así me lo explica Sergio, de 35 años.

"Usar condón es una mierda, no he sabido ponérmelo nunca, no me gusta, me aprieta y me causa dolor en la punta de la polla. Las veces que he tenido que usarlo siempre he montado un numerito que creía medio normal pero que cuando se lo contaba a mis colegas hacía que me sintiera muy ridículo".

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Bueno, esta cosa rara que tengo que hacer para ponerme el condón se debe a cierto grosor en la base de mi prepucio. Esto hace que, cuando abres y dejas el condón sobre él, se apoye estupendamente, pero luego no hay manera de bajarlo con normalidad, sin hacerme daño. Esto es algo muy incómodo cuando lo único que quieres es meterla, así que tuve que inventarme una nueva fórmula para pasar rápidamente a la acción.

"Ninguno de mis colegas me explicó que podría haber empezado a usar la siguiente talla de condones" — Sergio

Consiste en desplegar todo el condón fuera de mi pene, meter los dedos de las dos manos dentro del látex y abrirlo con fuerza hasta cubrirlo por completo. La conocida técnica del gorro de piscina que yo mismo inventé.

El problema es que entraba aire y el condón se podía salir o quedarse dentro después de correrme. Un desastre. Ninguno de mis colegas me explicó que podría haber empezado a usar la siguiente talla de condones".

En fin, que está claro que todos creemos manejar el asunto completamente pero en algún momento, en algún rincón escondido entre los oscuros y recónditos pliegues del devenir, puede que nos encontremos peleando a la contra, peleando con un preservativo que nos está complicando un casquete.

(Siempre había querido terminar un artículo con la palabra "casquete". Un sueño hecho realidad).