Las fiestas navideñas de empresa más surrealistas
Illustration by Juliette Toma

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Identidad

Las fiestas navideñas de empresa más surrealistas

"Tenía la cara llena de sangre, un ojo morado y la cabeza como un bombo".

La Navidad es dura. Regalos y árboles de Navidad compiten mano a mano con esa extraña socialización obligatoria de las fiestas de empresa. Y es que estos eventos anuales siempre terminan en desastre: alguien follándose al tío de RRHH, un gerente ofreciendo cocaína a un becario… La lista de momentos caóticos sigue y sigue. Con motivo de la inminente llegada de estas entrañables festividades, algunas personas nos han contado sus peores recuerdos relacionados con las cenas de empresa, desde noches que terminaron en desmayo hasta encuentros incómodos con antiguas novias.

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Tiritas y jefes

Era mi primera semana en mi nuevo trabajo y el plan para la cena era una juerga alcoholizada en un restaurante ruso. Me presenté llevando un vestido morado de lentejuelas y la cara llena de tiritas porque me había salido un sarpullido, efectivamente, en la jeta. Mi hermana me sugirió que quizá no debería ir, pero no soy el tipo de persona que se pierde una fiesta. Como me sentía algo insegura e incómoda, empecé a enchufarme chupitos de Jim Beam en el autobús que nos llevaba a la fiesta y, bueno, ya imagináis cómo terminó la historia. Decidí, en medio de la nebulosa de mi borrachera, que sería buena idea mantener una charla con el fundador de la empresa. El bebercio no tardó en tomar el control y me desmayé. Era mi primera semana y me tuvieron que llevar en brazos envuelta en mi gigantesco abrigo de pieles (que, aunque yo pensé que era perfecto para llevar a la fiesta, estaba totalmente fuera de lugar). Aparecí al día siguiente en la oficina y traté de pasar desapercibida, pero uno de los directores de Relaciones Públicas se me acercó y empezó a gritar "¡UNA DE LAS 5 MÁS BORRACHAS!". Aquello fue horrible.

-Lucía*

La casa de los horrores

Hace unos años, para celebrar la comida/cena de Navidad de mi empresa, la gente tuvo la maravillosa idea de alquilar una masia a las afueras de Barcelona. Decidimos gastarle una broma a unos cuantos de la oficina y contratamos a unos actores para que se hicieran pasar por policía. Lo preparamos todo tan bien que hasta esparcimos un montón de harina sobre un espejo grande como si fuera cocaína. Cuando llegó la "policía" los inocentes que no sabían nada se lo tragaron tanto que uno de ellos se enfadó muchísimo porque decía que no podía entrar de esa forma de una fiesta privada y tuvimos que retenerlo porque estuvo a punto de pegarle un puñetazo a uno de los "policías". Cuando les dijimos la verdad todos volvimos a ser amigos. En esa casa también sucedieron otras cosas. Por ejemplo, que el chico más joven de la empresa y la mujer más mayor se enrollaron delante de todos los empleados mientras estaban subidos en una mesa. O que un chico que estuvo vestido de unicornio durante todo el día acabó ligándose a una de las becarias y se fueron a follar a una habitación, con tan mala suerte que se dejaron la ventana abierta y vimos cómo el chaval se quitaba el disfraz y a los dos minutos se lo puso de nuevo (nos imaginamos que la chica le dijo que le ponía más con el traje).

-Sandra*

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Una cobra más grande que la de Bisbal y Chenoa

En las últimas cuatro cenas de Navidad de empresa siempre he vivido cosas extrañas, pero ninguna como la última. Después de beberme hasta el agua de los floreros, me pareció estar presenciando un documental de Félix Rodriguez de la Fuente; uno de esos en los que el macho busca a la hembra de la especie y realiza un curioso ritual para conquistarla (y viceversa, es increíble cómo se pone todo el mundo, mujeres y hombres, en las cenas de empresa). Da igual, pensé; me acaban de tirar una copa por encima y no soy ningún blanco apetecible, teniendo en cuenta que el alcohol en mi pelo parece sudor en diciembre y me ha dejado el peinado similar a un cocker mojado. Craso error: cuando menos lo esperaba, una mano me recorría la espalda —¡¡por debajo de la camiseta!!— y cuando me pude dar cuenta le estaba haciendo a mi jefe una cobra más grande que la de Bisbal a Chenoa. Ya han pasado tres días y sigo poniéndome nerviosa al contestarle los emails y darle los buenos días.

-Marta*

Modelito en honor a Juego de Tronos

Este fue mi modelito porque el tema de la comida era Juego de Tronos y odio esa puta serie con toda mi alma. Pero en vez de ser un hater le di la vuelta para hacer algo más diver a la vez que ser un "disfraz protesta". Voy de chroma ya que, ¿qué sería de Juego de Tronos sin el chroma?

-S*

Esto… hola

Llevaba saliendo dos años con una chica y finalmente decidí presentarla a la gente de la oficina, así que la llevé a mi cena de empresa de Navidad y a todo el mundo le encantó. Unas semanas después de las fiestas rompimos. Pasó un año entero y se organizó de nuevo la fiesta de Navidad en la oficina. Mi jefe le contó a todo el mundo que iba a traer a su nueva novia y que las cosas con ella iban bastante en serio. Cuando mi jefe apareció en la cena, me acerqué a felicitarle y me encontré a mi exnovia cogida de su brazo. Desde luego no había suficiente alcohol en aquella fiesta para suavizar lo extraño de la situación.

-Tim*

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Estas fiestas se han hecho para ensangrentar

El año pasado bebí vino en la fiesta de la oficina porque me había tocado una botella en una rifa. No comí mucho porque solo había un pica-pica y los aperitivos desaparecieron muy rápido. Después de la fiesta, nuestro CEO nos llevó de bares. Lo último que recuerdo es que mi CEO me miró y gritó, "¡Yo pago las bebidas! ¡Uooooo!". Cuando me desperté por la mañana tenía la cara llena de sangre, un ojo morado y la cabeza como un bombo. Pregunté a mi compañera de piso qué había pasado y me dijo que me había caído de morros cuando salí del taxi al llegar a la puerta de casa. Ahora en la oficina utilizan mi nombre como ejemplo para determinado nivel de borrachera.

-Holly*


* Los nombres se han cambiado