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Identidad

La importancia del pionero activismo de las trabajadoras sexuales

Sin las trabajadoras sexuales, nuestro panorama del activismo tendría un aspecto totalmente diferente. Pero no esperes leer nada acerca de sus contribuciones en los libros de historia.
Sex workers at a demonstration for the legalization of sex in Rome, Italy. Photo by Marco Ravagli / Barcroft Media via Getty Images

No existen cifras oficiales en torno a cuántas personas se dedican a la prostitución en el mundo, aunque se calcula que el número oscila entre los 13,8 y los 30 millones. Pero su labor en sí misma sí ha sido bien documentada a lo largo de los tiempos, penetrando en todas las clases y sociedades, desde los burdeles legales durante el Imperio Romano hasta las oirans (cortesanas) japonesas. Resulta imposible imaginar un mundo sin trabajadoras sexuales.

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Y, a pesar de su marginación social, las mujeres tenemos mucho que agradecer a las trabajadoras sexuales. Históricamente, las trabajadoras sexuales se han visto fuertemente involucradas en el activismo y han ejercido mucha presión para que progresaran los derechos de las mujeres y de las trabajadoras en general, tanto dentro como fuera de la industria del trabajo sexual.

Pero no es posible leer nada en los libros de historia acerca de la contribución de las trabajadoras sexuales a los derechos de las mujeres. La mayoría de sus esfuerzos han sido ridiculizados en el mejor de los casos e ignorados en el peor. La trabajadora sexual y activista Juno Mac, de la Universidad Abierta para Trabajadoras Sexuales y del Colectivo Inglés de Prostitutas, nos explica las pérdidas que podrían haberse sufrido sin la ayuda de las trabajadoras sexuales.

BROADLY: Hola Juno, gracias por hablar con nosotras. ¿Qué aspecto tendría para ti un mundo sin trabajadoras sexuales?
Juno Mac: Para mí, no hay duda del importante progreso político que se ha logrado en la sociedad gracias a las incalculables contribuciones de las trabajadoras sexuales a lo largo de la historia. Pero con mucha frecuencia esto no se ha reconocido.

Las contribuciones de las trabajadoras sexuales se remontan hasta muy atrás en la historia, desde las hetaera (cortesanas) de la Antigua Grecia, que defendieron la educación de las mujeres, hasta la activista y poeta norteamericana Maya Angelou, que escribió abiertamente sobre sus experiencias como trabajadora sexual. El activismo moderno de las trabajadoras sexuales empezó más o menos a la vez que el auge del feminismo y otros movimientos a favor de la justicia social, en los años 70. Y las amas de casa también tienen que agradecer su progreso a las trabajadoras sexuales. El activismo llevado a cabo por el Colectivo Inglés de Prostitutas fue una parte fundamental de la campaña Wages for Housework (sueldos por el trabajo doméstico). Se inició en Italia en 1972, para crear conciencia sobre cómo el trabajo doméstico y el cuidado de los niños son la base de todo el trabajo industrial, de modo que las mujeres deberían percibir un sueldo acorde con ello. Aquella campaña también deseaba llamar la atención sobre la legitimidad y el valor del trabajo emocional de las mujeres en general, incluyendo el de las trabajadoras sexuales.

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¿Qué más habría sido diferente sin las trabajadoras sexuales?
Las trabajadoras sexuales también se han situado a la vanguardia de la defensa de la salud pública y fueron increíblemente activas en la lucha contra el VIH y el SIDA. Por ejemplo, el Proyecto de Educación de las Prostitutas de California se fundó en 1984 para la investigación del SIDA en las mujeres y para proporcionar educación y preservativos. Cuando en 2012 se celebró la Conferencia Internacional sobre el SIDA en EE. UU., se organizó a su vez un evento paralelo en la India para que pudieran asistir las numerosas trabajadoras sexuales sumidas en el activismo por el SIDA, cuya entrada en EE. UU. estaba prohibida debido a las restricciones de movilidad de trabajadoras sexuales y consumidores de droga promovidas por el gobierno norteamericano.

¿Cómo se relaciona esto con el entorno político actual en que se encuentran las trabajadoras sexuales?
En EE. UU., en lo que respecta a los movimientos activistas actuales, hay numerosos conflictos internos en torno a si las trabajadoras sexuales son bienvenidas en la mesa de negociaciones o no. Gran parte del movimiento feminista mainstream sigue rechazándonos o trabajando activamente contra nuestra lucha para que cese nuestra criminalización. Incluso el movimiento LGBTQ se muestra reticente a incluirnos. A pesar de que las revueltas de Stonewall fueron iniciadas por Sylvia Rivera, una trabajadora sexual trans, la organización Stonewall todavía no ha creado una política a favor de la despenalización. Y esto sucede en medio de un clima de creciente criminalización de las trabajadoras sexuales queer.

Pero, como siempre, seguimos perseverando y en todo el mundo las trabajadoras sexuales están luchando contra su propia criminalización. Estamos firmemente incluidas en otros movimientos, tejiendo nuestro activismo a través de la resistencia frente al complejo industrial penitenciario, la lucha en contra de la violencia policial y las fronteras, el esfuerzo por acabar con la austeridad, o la defensa de la despenalización de las drogas. Como ves, luchamos por muchas otras causas aparte de la nuestra.

¿Qué sucedería si las mujeres implicadas en el trabajo sexual organizaran una huelga o se negaran a trabajar durante un tiempo? ¿Qué implicaciones sociales tendría eso?
En este momento, si las trabajadoras sexuales iniciáramos una huelga, todas seríamos más pobres: no tenemos apoyo de sindicatos ni fondos destinados a una eventual huelga. Los piquetes son una forma muy pública de presionar a los directivos que solo es accesible para quienes no están criminalizados. Nosotras no podremos responsabilizar a nuestros jefes hasta que no podamos salir de entre las sombras.

Así que, para saber cómo sería el mundo sin prostitución o qué podría hacer una huelga para provocar un cambio drástico en la industria sexual, primero tendríamos que despenalizarla. Este pensamiento es compartido también por Amnistía Internacional, la Organización Mundial de la Salud, UNAIDS, el Lancet Medical Journal, Open Society Foundations y Human Rights Watch.