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Identidad

La adolescente nicaragüense que informa sobre derechos reproductivos

María Fernanda Pineda Calero solo tiene 16 años, pero a esa edad ya quiere acabar con la “cultura del machismo” de su país.
All photos by Benedicte Desrus for Global Fund for Women

"Las mujeres nunca dejamos de ser menores de edad porque los hombres siempre nos controlan", me dice María Fernanda Pineda Calero desde su hogar en Condega, Nicaragua. "Nunca nos dejan vivir la vida como queremos".

Sus palabras son como una sacudida para mí. Debo recordarme que estoy hablando con una menor de edad, una muchacha de 16 años que disfruta jugando al fútbol y bailando, y cuya mayor fuente de felicidad es leer libros de la escritora feminista mexicana Marcela Lagarde. También está creciendo en un país donde se produce desde hace un tiempo un acelerado y aterrador retroceso en el ámbito de los derechos humanos de mujeres y niñas, un lugar donde autoproclamarse 'feminista' constituye un acto muy peligroso y también muy valiente.

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Históricamente, Nicaragua cuenta con uno de los movimientos feministas más activos de Latinoamérica. La semilla se plantó durante la Revolución Sandinista contra la dictadura de Somoza, en las décadas de 1960 y 1970. Las mujeres no solo conformaban hasta un 30 % del ejército revolucionario, sino que también asumieron papeles de liderazgo durante el derrocamiento del régimen. Pero en la Nicaragua moderna, las organizaciones de mujeres se ven obligadas a luchar por seguir a flote, tratando de lidiar con el crecimiento de la pobreza y la violencia, así como con un gobierno que no hace más que debilitar las leyes que protegen sus derechos.

Calero lidera una minoría pequeña pero muy visible de mujeres nicaragüenses que se niegan a callar. Es la coordinadora adolescente de Mujeres Constructoras de Condega, una ONG que fomenta el incremento de poder económico, político e ideológico de las mujeres jóvenes en el norte de Nicaragua. Esta feminista adolescente dirige el programa 'Nací Para Volar', que organiza talleres en Condega, una pequeña comunidad rural situada en la región de Esteli, en Nicaragua. Su labor consiste en educar e informar a las mujeres jóvenes sobre sus derechos sexuales, reproductivos y de ciudadanía, con la idea de que esas mujeres jóvenes a su vez sean capaces de aconsejar a otras mujeres y de compartir sus conocimientos a través de campamentos y foros juveniles. Es una iniciativa que se basa en la transmisión de información de unas mujeres a otras.

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María Fernanda Pineda Calero. Foto por Benedicte Desrus para el Fondo Global de Mujeres

Calero se unió al programa 'Nací Para Volar' cuando solo tenía 12 años y, según sus propias palabras, "me di cuenta de todo lo que me habría perdido [de no haber asistido] y mi vida cambió… A veces me pregunto cuántos hijos tendría a estas alturas si no hubiera asistido a aquellos talleres".

Ella cree que la "cultura del machismo" imperante en Nicaragua frena a las mujeres, especialmente a las más jóvenes que desean algo más de la vida que casarse y tener hijos. De las mujeres se espera "que se reproduzcan, que sean sumisas, que se subordinen, que sean complacientes y débiles", afirma. Se limitan a ser meras "cuidadoras" en una sociedad que las considera como "un objeto de placer para los hombres".

La cultura del machismo penetra en cada faceta de la vida de Calero en Condega, e incluso llegó a ser fuente de fricciones en su casa, cuando su madre y su padrastro le prohibieron jugar al fútbol porque lo consideraban inapropiado para una chica. "¿Por qué pueden los chicos jugar al fútbol y las chicas no?", pregunta. "Tenían la idea de que los chicos eran mejores que las chicas, y a mí me hicieron creer que era demasiado débil para jugar al fútbol".

En la actualidad, Nicaragua es un campo de batalla para los derechos humanos y de las mujeres en Latinoamérica.

Me dice que las chicas que crecen en Nicaragua nacen dentro de una sociedad patriarcal y reciben su educación dentro del hogar. "En casa yo recibí una educación sexista", explica Calero. "El papel de la mujer es lavar, planchar, cocinar y ser la cuidadora". Y en el colegio la cosa no es mucho mejor: "Nos enseñan a ser sumisas mediante cosas como el modo en que se distribuyen los pupitres, con quén debemos andar en el recreo, cómo debemos jugar, cómo actuar… durante las clases de educación física, las chicas no podemos hacer determinados ejercicios si requieren fuerza".

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Cuando le pregunto si alguna vez se ha sentido amenazada o acosada en su búsqueda por romper con los estereotipos de género, su respuesta es un rotundo sí. "Constantemente: por parte de la sociedad, en mi casa, en el colegio…". Calero me cuenta cómo en la calle "algunos hombres me miran de forma obscena".

Esta muchacha de 16 años no es más que una mujer de tantas que luchan por respirar en su país. "En la actualidad, Nicaragua es un campo de batalla para los derechos humanos y de las mujeres en Latinoamérica", me dice Valeria Brabata, portavoz del Fondo Global de Mujeres desde su oficina de San Francisco.

Foto por Benedicte Desrus para el Fondo Global de Mujeres

Las mujeres de Nicaragua están librando una batalla urgente por tener autoridad sobre sus propios cuerpos. En octubre de 2006, el gobierno nicaragüense prohibió el aborto bajo cualquier circunstancia, incluso si la mujer o la niña habían sido víctimas de violación o si sus vidas corrían peligro. Según la organización de desarrollo internacional Plan International, en 2013 se registraron 6.069 casos de violencia sexual, de los cuales un 88 % fueron sufridos por niñas. Pero, aun así, la prohibición continúa.

Valeria Brabata me explica que las defensoras de los derechos de la mujer se han visto sometidas a "investigaciones oficiales" desde que empezaron a hacer campaña contra la prohibición en 2006. "Lamentablemente, estamos siendo testigos de un rápido deterioro de los derechos humanos en este país y cualquiera que desee luchar por sus derechos recibe fuertes represalias", afirma. "Dado que las mujeres estamos en la primera línea de estos movimientos, los derechos de la mujer están siendo duramente atacados y cada vez se emplea más la violencia sexual como arma intimidatoria".

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Todas las mujeres deberíamos estar de acuerdo en que deseamos controlar nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro sistema reproductor, porque el conocimiento nos da poder y también nos hace libres.

La situación de las mujeres en Nicaragua empeora día a día. La Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó en 2013 un debilitamiento de la Ley 779 que criminaliza la violencia contra las mujeres. Eso significa que los fiscales del estado pueden recomendar actualmente un careo entre las víctimas y sus atacantes, con consecuencias que pueden resultar mortales. Según un informe presentado por Amnistía Internacional ante las Naciones Unidas, "13 de las 85 mujeres asesinadas en 2013 habían mantenido previamente un careo con su asesino".

No resulta fácil para las mujeres manifestarse contra estos problemas. "En los últimos años, las defensoras de los derechos humanos de la mujer en Nicaragua han denunciado haber sido objeto de actos intimidatorios, incluyendo llamadas amenazantes y actos de vandalismo a manos de asaltantes desconocidos", explica Brabata. En marzo de 2014, la policía antidisturbios bloqueó una marcha tradicional celebrada en Nicaragua a propósito del Día Internacional de la Mujer, lo que hizo que dicha marcha fuera noticia por los motivos equivocados.

Los derechos sexuales y reproductivos siguen siendo un elemento clave en la agenda de Calero como activista. Nicaragua cuenta con la tasa de embarazos adolescentes más elevada de toda Latinoamérica: el 28 % de las chicas nicaragüenses dan a luz antes de cumplir los 18 años. La educación sexual es tabú en ese país, de modo que para las mujeres más jóvenes como Calero, la única forma de obtener la información necesaria para volver a recuperar el control de sus cuerpos es este tipo de proyectos divulgativos.

"La salud sexual es importante para que las mujeres adquiramos más poder, deberíamos ser libres para decidir sobre nuestros cuerpos y no dejar que los hombres nos manipulen, controlen o dominen", afirma Calero. "Como mujeres, deberíamos estar de acuerdo en este punto. Todas las mujeres deberíamos estar de acuerdo en que deseamos controlar nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro sistema reproductor, porque el conocimiento nos da poder y también nos hace libres".

A pesar del deplorable estado de los derechos de las mujeres en Nicaragua, muchas mujeres jóvenes como Calero continúan su lucha al frente de incontables movimientos de gran calado, como 'Nací Para Volar'. "Gracias al feminismo y a las valientes mujeres que dieron su vida en la lucha por la igualdad de género", afirma, "puedo comprender hoy que, como mujer, tengo derecho a la participación política, a trabajar, a estudiar, a decidir sobre mi cuerpo y mi vida, y a construir mi identidad de forma independiente y sin imposiciones por parte de ningún hombre ni de ninguna institución oficial que haya dominado la sociedad en el pasado —como la iglesia— o que la siga dominando en la actualidad, como el estado".