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Identidad

'¿Por qué lo que dice un algoritmo va a misa?': una charla con Alba G. Corral

La tecnóloga y artista visual Alba G. Corral crea y enseña a otras a crear con un lenguaje de programación y entorno de desarrollo de código abierto.
Alba G. Corral. Imagen vía instagram @janebeta7

Mi conversación con Alba G. Corral empezó con ella buscando una foto antigua en su Instagram.

- Coño, Instagram pone las fechas por semanas.

- Qué somos, ¿embarazadas? —respondí.

- Hay que empezar a poner fechas en los posts. Ya la he encontrado.

- Has hecho scroll infinito, ¿verdad?

- Sí, y estoy flipando. Tengo fotos muy bonitas.

Después me explicó que un día, dándole al refresh en su página de Facebook, vio que en una foto que acaba de colgar aparecían los tags "interior" y "sunglasses", o sea que Facebook tiene un algoritmo que va leyendo y taggeando tus imágenes sin que tú te enteres. ¿Os acordáis de cuando a Google le dio por taggear a personas negras como gorilas? De ese algoritmo racista algunas sí que nos acordamos.

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Alba es capaz de darse cuenta de este tipo de cosas porque utiliza algoritmos y desarrollo creativo de código para crear espectaculares visuales en directo, ya sea a través de vídeo, instalaciones o medios digitales de otros formatos. En el marco de grandes festivales y congresos como Sónar y Sónar+D, hemos visto varias veces sus elaboraciones audiovisuales súper orgánicas en colaboración con músicos en tiempo real. Como nos cuenta en esta entrevista, los algoritmos —que nos son más que una serie definida de instrucciones para hacer algo o resolver un problema— son una cosa que tiene su orígen en la computación, y de ahí en las artes y en la indústria de la seguridad.

Antes de que Facebook etiquetara en tus fotos todo objeto identificable según vete a saber qué serie definida de instrucciones, un artista posiblemente utilizó un proceso parecido, y luego posiblemente un miliar lo copió. Y quien dice un militar, dice una pizzería en Oslo. Así que viendo el plan, solo me queda un consejo, amigas: por nuestra tranquilidad y seguridad, mejor aprender a darse cuenta de estas cosas. Además de ese curso de cerámica que tanto os apetecía, considerad buscar algunas de las charlas y de los cursos que imparte Alba porque puede ser también una buena idea.

Alba crea y enseña a otras a crear con un lenguaje de programación y entorno de desarrollo de código abierto que se llama Processing. Tener estos conocimientos de programación no solo te permiten realizar todas tus fantasías de la creación visual, también te dan una capacidad de leer los entornos digitales de manera crítica muy necesaria en los tiempos que corren. Alba G. Corral estará el jueves 15 de junio en Sónar + D explicando su trabajo con otros artistas digitales en una charla organizada junto con el festival TodaysArt como parte del programa We Are Europe, con el que lleva girando con otros artistas de Sónar desde hace meses por otros festivales como Elevate en Graz, o Insomnia en Tromsø.

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Nos sentamos a hablar con ella de ciberfeminismo, de algoritmos, y de lo importante que es hacer siempre una copia de seguridad antes de ponerte a trabajar con las entrañas de tu ordenador.

Broadly: En la bio de tu Facebook se puede leer "soy una cadena binaria, soy puro artificio". ¿Qué me dices de la pintada de aquí arriba?

Alba G. Corral: La frase está sacada del Manifiesto de la zorra/mutante (1996) de VNS Matrix, un colectivo ciberfeminista australiano. Es una bofetada al cibervaquero de la saga de Neuromante de William Gibson. En esa época leía mucha ciencia ficción como Isaac Asimov o Gibson, y entonces llegó la revolución de Donna Haraway, los cíborgs y los matrices de género. Recomiendo los textos de la página Estudios online sobre arte y mujer, de Ana Martínez Collado.

Sobre la pintada, es muy curioso como lo binario (uno/cero) ha entrado como concepto para definir el binarismo de género que la sociedad define para el hombre/mujer. En la computadora el binario no tiene género, no tiene sexo, "la identidad se descomprime polimorfa y se infiltra en el sistema desde la raíz", como dice el Manifiesto de la zorra/mutante. El código, ese lugar donde siento comodidad y libertad, ha sido uno de los primeros en romper el binario de género. Así que "soy una cadena binaria, puro artificio", me parece la frase más acertada para definir el embrión de lo que hago. Soy mutante, puedo ser 0 o puedo ser 1 o puedo estar en la transición del 0 al 1.

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Con el código binario construyo mi mundo. El ciberfeminismo fue crucial para mí en un momento en el que no me identificaba con otro tipo de pensamientos. Pero entonces encontré la Matriz, los textos y la reivindicación de la red por parte de mujeres hackers y conocedoras.

Por cierto, el código binario fue empleado por primera vez en programación por Ada Lovelace, la primera programadora.

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Descubrimos a Holly Herndon en Sónar 2015. Ella dice que el ordenador es su instrumento y que una trabaja más a gusto colaborativamente desde la soledad de su casa o de su estudio. Su directo no tiene nada que ver con el tuyo, pero las dos trabajáis de manera muy seria la experiencia estética que ofrecéis en vuestras performances. Con tus creaciones audiovisuales casi se siente la ilusión de estar viendo una pintura hacerse en directo

Holly pertenece a una generación de artistas que ha roto muchos tabúes a la hora de componer, la admiro y me parece que ha sabido conectar de manera política y crítica no solo con su generación, sino con el estudio y las teorías de esta época contemporánea. Y lo hace desde la performance.

Comparto con ella que el ordenador es un instrumento, es un medio. El proceso creativo tiene fases individuales y me gusta estar delante del ordenador programando y ensayando desde la soledad. Pero lo más valioso y catártico es actuar y crear atmósferas audiovisuales donde la colaboración es esencial. Pinto desde el alma usando la computadora, que es mi instrumento, programando los comportamientos y pinceles que luego en directo uso en un estado de calma y trance que es difícil de explicar.

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Tanto tú como Holly le devolvéis el trazo humano a toda la narrativa tecnológica. Y eso ahora que vivimos un momento en el que la gente parece creer que los algoritmos no pueden dar pie a errores.

La que descubrió el bug, el error, fue una mujer que se llama Grace Murray Hopper. El algoritmo, que era una palabra que se utilizaba casi solo en el contexto de la programación, se está utilizando en cualquier campo como sinónimo de algo que va a misa: son capaces de darte un crédito o no, o de darte un seguro de coche o no. ¿Y por qué el algoritmo ha decidido que yo tengo que pagar más por el seguro de mi coche? ¿Y por qué lo que dice el algoritmo va a misa?

Claro, no es el que el ordenador se saque del coño un algoritmo, el algoritmo, que no es nada más que una serie de instrucciones para resolver un problema, está diseñado por una persona. Y nunca un diseño humano ha sido perfecto o libre de sesgos. Habrá que ver qué se considera un problema, y cuáles son las instrucciones que se están dando para solucionarlo.

El algoritmo lo que hace es acotar, por eso es tan, tan importante que los algoritmos sean públicos, que sean visibles, que se sepan las decisiones que está tomando. Facebook tiene millones de algoritmos. A mí me gustaría saber cómo es el algoritmo que está decidiendo mi timeline de Facebook. Y ahora mismo esa información no es pública.

Yo no quiero que me identifiquen las fotos, no quiero utilizar la tecnología para hacer esas chorradas. Si quiero una app con detección de caras, la hago, pero todas esas herramientas que empezaron en la computación y el arte y, por supuesto, en la industria militar y de seguridad, ahora están por todas partes. Por eso también a las grandes corporaciones les interesan tanto los artistas.

Si todas estas prácticas empezaron en las artes y en la indústria militar, tengo claro quién mejor para explicar lo asimétrico de todo esto —que esta información no sea pública— casi mejor que nos lo expliquéis los artistas.

Ahora es cuando se empieza a hablar mucho de todo esto, en el festival Elevate había todo el panel hablando de cómo todo esto —big data, algoritmos— afecta a los procesos democráticos desde muchísimos campos diversos. Es importante preguntarse a quién benefician todas estas nuevas dinámicas, y en Elevate las personas que están detrás van un paso más allá. Son referentes míos de decir: "hostia". Después de cuatro días de estar con ellos me di cuenta de que éticamente no quería usar un sistema problemático mientras doy clases, charlas, talleres o performances. Por eso tengo Linux, un sistema operativo de software libre. Si yo ahora voy y enseño que estoy con Linux a alguien que empieza, se dará cuenta de que puede usar otras herramientas no propietarias, donde el usuario tiene más control sobre la máquina y no al revés.

Lo guay de Linux es lo personalizable que es el sistema en función de tus necesidades, ya sea hacer visuales tan guays como los tuyos, o gestionar el problema de los trolls en tus redes. Es muy tentador. Todo me parece genial, pero me da muchísimo miedo cargarme el disco duro si empiezo a tocar cosas.

Yo me he estado dos semanas para hacerme el sistema operativo. Claro que me cargué el disco duro, diosito, pero ya tenía mi backup porque sabía que eso podía pasar, y estuve dos semanas muy jodida. Ahora me encantaría poder explicártelo a ti para que en vez de dos semanas, sean dos días. O sea, le tienes que dedicar tiempo. El que hace un método alternativo, igual que un vegetariano tiene que reaprender su nutrición buscando alternativas a la carne para comer proteínas, es lo mismo que tenemos que re-aprender con el software. En cuanto a hackeo feminista, una persona en la que confío muchísimo es Mercé Molist. Durante más de 10 años se encargó de investigar temas relacionados con seguridad informática y comunidades hacker y podéis buscar cositas en su proyecto Hackstory.net.