La típica Riot Grrrl —como se definía en el tristemente célebre artículo publicado por Newsweek en 1992 para explicar este movimiento al público mainstream— era "joven, blanca, vivía en un barrio residencial y pertenecía a la clase media", y en su prólogo para The Riot Grrrl Collection, Johanna Fateman, de Le Tigre, confirma esta descripción. No era un movimiento totalmente blanco, explica, "pero, ¿cómo podían aquellas chicas —procedentes de la demografía predominantemente blanca del punk y que se nutrían de los recursos y la estética de esa escena— forjar una agenda auténticamente inclusiva y revolucionaria?".En contraste con esta narración blindada del Riot Grrrl blanco, las mujeres negras sí participaron en el movimiento. Puede que fueran pocas y distanciadas en el tiempo unas de las otras, pero aun así participaron y merecen algo más que ser barridas bajo la alfombra. Además, a pesar de las apologéticas afirmaciones de Fateman sobre que el punk y su estética pertenecen a la cultura blanca, también hubo mujeres negras que se inundaron del espíritu del punk hasta los huesos fuera del movimiento Riot Grrrl. Aquellas mujeres trazaron sus propios senderos feministas a través de la escena hardcore precisamente porque el movimiento Riot Grrrl las ignoraba por completo.La típica Riot Grrrl —como se definía en el tristemente célebre artículo publicado por Newsweek en 1992 para explicar este movimiento al público mainstream— era 'joven, blanca, vivía en un barrio residencial y pertenecía a la clase media'.
Los adolescentes blancos en general, independientemente de que sean punk o no, pueden llevar crestas verdes y piercings en la cara sin problema porque no importa cuánto se desvíen de las normas de la sociedad, siempre seguirán siendo blancos. Por ejemplo, si yo salgo por ahí con mis amigas, todas llevamos las mismas pintas raras, y la poli empieza a molestarnos por darle al skate o algo así, los polis se acordará de mi cara mucho más fácilmente que de la de cualquiera de mis amigas blancas. Es como si les oyera… "Sí, estaba aquella chica negra con el pelo rosa y blanco y otras dos chicas más".
Resultó frustrante ver cómo tan pocas historias de los anales de la Colección Riot Grrrl trataban sobre mujeres negras. El archivo conserva una historia alternativa de notas secretas y fanzines públicos que las chicas compartían entre sí, algo que jamás habría sucedido desde la perspectiva del poder, pero conforme iba adentrándome en la historia del movimiento me surgió una pregunta: ¿dónde estaba la alternativa a lo alternativo?Tenían un taller sobre racismo y escuché que no estaba resultando demasiado efectivo, pero claro, ¿cómo podría serlo si estaba lleno de chicas blancas? Una chica con la que hablé después de las charlas dijo que las asiáticas culpaban del racismo a todas las chicas blancas y que ella 'por ahí no pasaba'. ¿Alguna vez habéis oído hablar de la palabra 'culpa'??? La experiencia general de mi paso por la convención Riot Grrrl me abrió los ojos a un montón de cosas y lamento decir que la mayoría de ellas no fueron demasiado buenas… No me mal entendáis, estoy totalmente a favor de la revolución grrrl, pero quizá no debería limitarse exclusivamente a punks blancas de clase media, porque no hay duda de que eso es exactamente lo que está pasando.
Brown, que se autodenominaba 'chica dura', siempre había tenido que lidiar con los chicos y con sus penes. Para Brown —una chica negra que asistió a la escuela en Bensonhurst, Brooklyn, durante la época en la que una muchedumbre de unos 40 chicos atacó y asesinó a un hombre negro de 25 años llamado Yusef Hawkins mientras caminaba por el barrio—, convertirse en una "chica dura" no fue precisamente una elección. El crimen se produjo tan cerca de su casa que la hermana del asesino de Hawkins iba al colegio de Brown. Brown se convirtió en la "chica dura" para demostrar que podía pasar el rato con los chicos y al mismo tiempo defenderse de ellos. A partir de ahí, su gusto musical se mezcló totalmente con su actitud. A Brown le encantaba la música rock desde el momento en que robó una camiseta de Bad Company a su padre, pero su aprendizaje musical se fue endureciendo progresivamente durante el instituto. Se afeitó la cabeza, se autodeclaró straightedge y puso todos sus esfuerzos en no parecer "follable". A las chicas duras no las folla nadie, son ellas las que se follan lo que quieren.En algún lugar entre los grafitis que rezan 'Revolution Grrrl Now!', la historia del movimiento Riot Grrrl está inevitablemente escrita desde un punto de vista predominantemente blanco.
Coleman creció siendo una de las pocas chicas negras de su colegio de barrio residencial en Kentucky —la única chica negra entre sus amigas punks marginadas que escuchaban a Blondie y a The Clash— y adquirió la idea de que Nueva York estaba lleno de artistas, de punks y de gente rara como ella después de ver la película Smithereens (La chica de Nueva York, en español). "Supe en ese momento que me tenía que mudar a Nueva York y encontrar otras artistas como yo", me contó Coleman mientras tomábamos café. "Sabía que yo no podía ser la única. Estaba cansada de ser la única".Riot Grrrl parecía casi como un juego, pero yo no estaba jugando.
Puede que la cárcel de las Riot Grrrls estuviera decididamente fuera del límite establecido a ojos de Brown y de otras mujeres negras que no podían considerarse a sí mismas como parte del movimiento, pero tal y como señala Davis, aquellas mujeres esquivaron las cárceles interiores, crearon su propia onda y reivindicaron el rock hecho por mujeres negras. Al fin y al cabo, el rock es música negra. Aunque las Sista Grrrls no se veían a sí mismas como parte del movimiento Riot Grrrl ni como parte de los grupos de hombres con quienes habían estado tocando en diversas bandas, sí que se veían como parte de un colectivo común a todas. "Ya sabía de qué iba el movimiento Riot Grrrl. No pensaba que fuera excluyente, pero a mí no me daba sensación de inclusión", afirmó Brown. "No veía reflejada mi historia en el movimiento, por eso apareció Sista Grrrl más tarde, fue la reacción ante las mujeres de color que yo conocía, que formaban parte del punk rock y que se inspiraban en aquella escena y sentían cosas parecidas por ella. Sista Grrrl fue mi respuesta a Riot Grrrl porque daba la sensación de ser un movimiento exclusivamente blanco".Por un lado, resulta bastante liberador no ser lo que representa ese estándar de la feminidad, afirma Davis. Ese estándar encierra a muchas mujeres en pequeñas cárceles, pero las mujeres negras ni siquiera han tenido permiso jamás para entrar en dichas cárceles.