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Identidad

Mi iPhone me hizo un cunnilingus y estuvo bastante bien

Un nuevo producto llamado O-Cast te permite grabar patrones vinculados a un vibrador lamiendo tu iPhone. ¿Se trata un excitante avance en el mundo de los juguetes sexuales o es un desastre para las relaciones entre humanos y robots?
Foto vía O-Cast

Si fuera a tener hijos en diez años, o incluso ahora mismo, estoy bastante segura de que no conseguirían sobrevivir, ya sea porque acabarían ahogados bajo una montaña de cadáveres de osos polares o porque se desataría una guerra nuclear. Si me preguntaran si creo que mis hipotéticos hijos tendrían alguna vez la capacidad de lamer sus propios genitales antes de sus muertes no naturales, contestaría: "Posiblemente una tecnología de ese calibre no estará disponible hasta dentro de unos 200 años".

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Pero resulta que esa tecnología ya existe. O-Cast, un producto presentado el pasado mes de marzo, permite a las propietarias de un vibrador Lovense Bluetooth Lush lamer sus iPhones con el patrón exacto con el que desean que su vibrador "lama" su clítoris. Cuando leí acerca de esta app por primera vez, que se describe como el "iTunes del cunnilingus", clasifiqué la noticia en mi archivo mental llamado "Progresos que nadie ha pedido" y seguí adelante con mi vida, masturbándome con mis dispositivos favoritos mientras hacía contacto visual con el póster de Drake que tengo colgado en mi cuarto.

Sin embargo, no podía parar de pensar en cómo sería que mis vibradores imitaran los patrones elaborados con mi lengua ―u otra lengua― sobre mi clítoris. Teniendo en cuenta que siempre hablo de lo malos que son los hombres practicando sexo oral, se me presentaba la oportunidad única de comprobar si yo sabía lo que quería, porque nunca antes había sido capaz de poner mi lengua ahí abajo (para que te hagas una idea de mi flexibilidad, no soy capaz de tocarme la rodilla con la lengua, ni siquiera después de 15 minutos de calentamiento y estiramientos). ¿Sería mi sexo oral mejor que el que me han dado los tíos hasta ahora?

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Habiendo leído al menos 30 historias a lo largo de los años acerca de cómo nuestros teléfonos están cubiertos de caca ―absolutamente plagados de heces― me tomé unos minutos para frotar mi pantalla con desinfectante de manos, asegurándome de que el líquido no se colaba por ninguna ranura. A continuación, fui al sitio web de O-Cast, donde puedes lamer la pantalla siguiendo el patrón que te gustaría que se aplicara a tu vagina. La sabiduría popular en cuanto al sexo oral en las vaginas dice que "hagas el alfabeto con la lengua", lo cual supone un principio orientativo bastante sólido, pero no tiene en cuenta los cambios de ritmo ―ni el tamaño de las letras, si nos quedamos con el modelo del alfabeto― que hacen que el sexo oral sea maravilloso. Con la lengua suavemente presionada contra la pantalla, lamí alternando círculos grandes y pequeños, rápidamente y después despacio, añadiendo algunos garabatos entre medio.

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Bauticé a ese patrón "primer intento" ―muy salvaje, lo sé― y entonces la web me instó a adjuntar una imagen al archivo, así que hice una foto de la caja de galletitas saladas que tenía sobre la cama. Después conecté mi patrón de un minuto de duración a mi dispositivo a través de la app Lovense Body Chat, que te permite subir los patrones guardados y también acceder a los patrones de otras personas, incluyendo los creados por estrellas del porno. Estas secuencias pueden durar entre cinco segundos y cinco minutos, depende totalmente de ti. También puedes configurar tu patrón para que se reproduzca en bucle, por si deseas repetirlo hasta llegar al orgasmo.

Tras 20 minutos jugueteando con el vibrador, que tiene una circunferencia uniforme hasta llegar al punto G y una protuberancia curvada, como una especie de antena, que se sitúa fuera de la vagina y aterriza en el clítoris, pulsé play en "primer intento". Como la app también te permite ajustar el ritmo perfecto, el patrón resultó increíble: rápido, rápido, rápido, rápido, un poco más lento, un poco más lento, un poco más rápido, un poco más rápido, rápido, rápido, rápido, rápido, rápido, LENTO, LENTO, LENTO, rápido, rápido, rápido, RÁPIDO (organizar el ritmo exacto con un humano ahí abajo puede ser más complicado).

Encontré un truco que resultó todavía más agradable: puedes grabar un patrón en la app de Lovense ―que, igual que la función de O-Cast, descubrí que también respondía a una lengua, aunque esté diseñado para un dedo― mientras la cosa está dentro de ti. Así que pude lamer una secuencia y sentir exactamente esa secuencia en mi vagina, en tiempo real. Aquello me puso cachonda hasta un punto que no había imaginado.

Para todas aquellas de vosotras preocupadas porque los robots vayan a sustituir a los humanos en la vida y en el amor —una preocupación del todo legítima cuando todos mis vibradores me hacen correrme al menos cinco veces más deprisa que cualquier humano―, no hemos llegado a ese punto en el campo del cunnilingus… todavía. Este dispositivo no hace que las lenguas humanas queden completamente obsoletas y un vibrador no puede imitar la característicamente placentera humedad de una boca, ni siquiera aunque lo embadurnes de lubricante. Además, las lenguas son capaces de tocar en puntos diferentes con más precisión ―y empleando mayor variedad de intensidad en la presión― que cualquier dispositivo, al menos en 2017.

Echando la vista atrás y repasando la década o así de cunnilingus que he recibido, diría que esta versión simulada se sitúa exactamente en la mitad de la clasificación, pero el sexo oral de nivel intermedio es mejor que casi cualquier otro acto de nivel intermedio. Así que, aunque mi sexo oral autoadministrado no fue tan bueno como el que me administró aquel tío australiano que conocí en un club de Praga, sin duda fue mejor que todo el sexo oral que recibí en la universidad, lo que significa que el sexo oral a través del iPhone es bastante bueno.


Sex Machina es una columna nueva y muy personal en la que se explora la intersección entre el sexo, el romance y la tecnología.