El auge de la derecha europea está cavando la tumba de la salud reproductiva
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El auge de la derecha europea está cavando la tumba de la salud reproductiva

Los partidos nacionalistas y de derechas están en auge en Europa, suscitando el miedo a que se produzca una restricción del acceso al aborto. ¿Hasta qué punto deberíamos estar preocupadas las mujeres?

Cuando crucé andando la plaza Parliament Square de Londres hace un par de semanas para unirme a varias manifestantes pro-elección originarias de Polonia, parecía como si el Big Ben llevara una advertencia en cada una de sus campanadas. Esta no es solo una lucha de Polonia, me dijeron las activistas ahí reunidas. Hay una crisis de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que inexorablemente ha ido extendiéndose por toda Europa en los últimos años, reforzada por un inquietante aumento del populismo de derechas y de la retórica nacionalista.

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"No se trata de una cuestión que afecte tan solo a Polonia", dijo la activista polaca Poli Palian, mientras permanecíamos ambas sobre el césped de Wesminster rodeadas de pancartas y gritos ensordecedores. Aquel 4 de octubre, cientos de mujeres se habían reunido en la capital para mostrar su apoyo al Lunes Negro, un día de huelga y manifestaciones en Polonia contra una propuesta de ley que quería prohibir casi por completo el aborto.

Aquel proyecto de ley había obtenido el apoyo de la Iglesia Católica y del partido de derechas Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), que actualmente gobierna el país. Fue presentado por la coalición No al Aborto de Polonia y redactada por un grupo de defensa formado por conservadores radicales que tiene base en Varsovia llamado Instituto Ordo Luris.

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Todas las mujeres con las que hablé en el transcurso del Lunes Negro ondeaban la misma bandera roja universal, no solo por las mujeres polacas, sino por todas las mujeres europeas. "Los gobiernos de derechas y la restricción de los derechos reproductivos se están extendiendo por Europa como un cáncer", me advirtió Palian. "Fíjate en lo que está sucediendo en Croacia, o lo que está pasando en Hungría. No solo somos nosotras".

Palian tiene razón. Aunque bastante excepcional por lo extremista de su gobierno, Polonia no está sola. Actualmente, la actitud generalizada hacia los derechos reproductivos parece hallarse en un estado de incertidumbre en muchos países europeos, incluyendo Hungría, Macedonia, Italia y Eslovaquia. Sobre el papel, la mayoría de países dentro de la Unión Europea permiten el aborto a demanda durante el primer trimestre.

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Pero la realidad es que siguen surgiendo discrepancias y cláusulas restrictivas. Esto se debe en gran parte a que el mandato de la UE está en cierto modo restringido: los derechos reproductivos no se encuentran incluidos en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, el documento legalmente vinculante que protege los derechos y la libertad de todos los ciudadanos europeos. Conforme la oposición a la Unión Europea crece con la expansión del sentimiento nacionalista anti-inmigrantes que sacude el continente, ese mandato parece incluso más restringido.

"La UE está un poco atada de pies y manos en lo que respecta a su capacidad de ejercer un impacto significativo", me dice Leah Hoctor, directora regional europea del Centro de Derechos Reproductivos. "Actualmente, los Estados miembros de la Unión Europea mantienen la competencia principal en relación a los derechos y la salud reproductivos. Como resultado, la Unión Europea tiene competencias muy limitadas y actualmente no hay procedimientos de cumplimiento legal que puedan emplear las instituciones de la UE para proteger los derechos reproductivos de las mujeres en los Estados miembros de la UE o para prevenir que haya un retroceso en ese ámbito".

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A la luz de estos datos, Hoctor añade: "Hemos visto iniciativas políticas mucho menos extremas pero aun así preocupantes en otros países de la región, especialmente en Europa Central y Europa del Este".

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Me ofrece dos ejemplos: Macedonia y Eslovaquia. "Son países en los que hemos visto la implantación, tanto a nivel legal como político, de períodos de espera obligatorios que médicamente son innecesarios. Y también asesoramientos o información tendenciosos", dice Hoctor. "Estas cosas no existían antes en estos países, pero se fueron introduciendo básicamente para intentar reducir el acceso de las mujeres al aborto, que es legal en esos países".

Sin mujeres que decidan tener hijos, no habrá nación en el futuro

¿En qué medida la popularidad de la derecha radical está alimentando este paso atrás? Sin duda, en Polonia el mensaje es claro: el partido nacionalista que está en el gobierno desea aplastar los derechos reproductivos de las mujeres bajo el pretexto de los denominados valores familiares cristianos.

"La ley y la justicia están preocupadas por el descenso de la tasa de natalidad y consideran que las unidades familiares estables son fundamentales para promover un futuro sostenible para el país", afirma la Dra. Anne-Marie Kramer, profesora de sociología y de políticas sociales en la Universidad de Nottingham. "Sospechan mucho de los derechos basados en el género, que consideran como ajenos a la cultura. En lugar de ello creen que el papel principal de la mujer es estar con su familia".

En otras palabras, el nacionalismo polaco está inextricablemente entrelazado con las cuestiones de género. "Lo que eso significa es que el futuro de la nación depende del papel de las mujeres dentro de él", explica Kramer. "Sin mujeres que decidan tener hijos, no habrá nación en el futuro. Si las mujeres eligen no educar a sus hijos en consonancia con esos valores nacionalistas, el futuro de la cultura estará en peligro".

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La popularidad de los valores de derechas ha crecido por toda Europa desde el Brexit. De hecho, una encuesta realizada por YouGov reveló que casi la mitad de los adultos de 12 países diferentes albergan ahora sentimientos anti-inmigrantes y de carácter nacionalista. A principios de septiembre, el líder de Ley y Justicia Jaroslaw Kaczynski se mostró del lado del Primer Ministro húngaro Viktor Orban para reclamar una "contrarrevolución cultural" en Europa después de que Gran Bretaña votara para salir de la UE.

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Orban ya está empezando a cumplir su promesa. Hace unos días pidió formalmente al Parlamento que endureciera la normativa constitucional sobre inmigración, a pesar de que los líderes de la oposición le acusaron de obstaculizar la libertad de expresión. Haciendo hincapié en la necesidad de que los miembros de la UE salvaguarden su identidad religiosa y nacional frente al flujo de refugiados e inmigrantes, Orban comentó a principios de este mismo mes: "Solo aquellas naciones que protejan su identidad histórica, religiosa y nacional sobrevivirán y se mantendrán fuertes".

¿Cómo afectará este rechazo de los valores de la UE a los derechos reproductivos del país? Puede que el aborto sea legal en Hungría, pero no puede accederse fácilmente a él. Como sucede con Polonia, la nación centroeuropea está tratando de incrementar su población. Como resultado, cada vez es más y más difícil para las mujeres tomar sus propias decisiones reproductivas sin coacción. En 2013, el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación de las Mujeres reprobó a Hungría por dos restricciones del aborto en concreto ―los períodos de espera obligatorios y el asesoramiento tendencioso― que tienen como objetivo disuadir a las mujeres de interrumpir su embarazo.

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Aunque puede que sea demasiado pronto para conectar la situación en Polonia y en Hungría con lo que está sucediendo más allá de sus fronteras, los signos que comienzan a percibirse por toda Europa son suficientes para suscitar preocupación. Cuando hablamos de derechos reproductivos, la batalla no termina con las leyes sobre el aborto, sino que es fundamental que haya acceso universal a la educación sexual, a una información exhaustiva sobre la salud y a métodos anticonceptivos a precios asequibles. Y dependiendo de en qué lugar de Europa te encuentres, el acceso inequívoco ya presenta obstáculos.

Un reciente estudio publicado por la Red Internacional Europea de la Federación de Planificación Familiar reveló que en 16 países miembros de la Unión Europea los gobiernos "continúan sin cumplir sus promesas de mejorar el acceso equitativo a las necesidades modernas de contracepción". De hecho, los estándares desde 2013 no solo se han estancado, sino que se han deteriorado todavía más. Entre muchos otros temas, el informe destacaba cómo solo 3 de los 16 países europeos encuestados contaban con campañas de concienciación sobre la salud y los derechos reproductivos financiadas por el gobierno, y solo el 50 por ciento proporcionaban educación sexual obligatoria.

El hecho de que haya muchas leyes y políticas relacionadas con la contracepción y la educación sexual no significa que en la práctica se estén llevando a cabo

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Pregunto a Hoctor sobre estas discrepancias. "El hecho de que haya muchas leyes y políticas relacionadas con la contracepción y la educación sexual no significa que en la práctica se estén llevando a cabo", me contesta.

Ahora, después del Brexit, es el momento de cuestionarse si la creciente inestabilidad política en Europa está ayudando a esta reducción del acceso y la asistencia. En los últimos años, coaliciones inestables y gobiernos fracturados han mostrado lo fácil que es cuestionar activamente la salud reproductiva.

Tomemos por ejemplo a Portugal, donde más del 80 por ciento de la población se identifica como católica. En 2015, el gobierno de coalición de centro-derecha respaldó una ley sobre el aborto que legalmente exigiría a las mujeres que pagaran por el procedimiento y se sometieran a asesoramiento obligatorio. Aunque estas restricciones finalmente se retiraron gracias a una alianza de izquierdas que sucedió al gobierno conservador, su breve implementación siguió alarmando a muchos activistas defensores de los derechos reproductivos. En aquel momento, Heloisa Apolonia, miembro de la oposición y parlamentaria por los Verdes, supuestamente dijo que "la sesión final de la legislatura se había centrado en humillar a las mujeres portuguesas".

Hoctor me confirma que la UE puede ir ejerciendo cada vez más presión diplomática y política para lidiar con este asunto: "El impacto del compromiso y la presión de la UE no debería subestimarse", afirma. "Los abogados y activistas a favor de los derechos de las mujeres son creativos y siempre encuentran la forma de maximizar el impacto de las iniciativas políticas de la UE". Dicho esto, las incongruencias en el acceso a la educación y la protección siguen siendo preocupantes.

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Pero la retórica política extremista también tiene mucho poder ―y potencial de influencia―. En mayo, varios grupos de defensa de los derechos de las mujeres en Croacia afirmaron que los organizadores de campañas anti-aborto contaban con el respaldo del por entonces gobernante partido conservador HDZ. Y en Alemania, el partido de extrema derecha Alternative Für Deutschland (AfD) también realizó grandes esfuerzos para reducir el número de interrupciones del embarazo, con algunos miembros conservadores presionando para restringir el acceso al aborto. El AfD ganó las elecciones por mayoría arrolladora el mes pasado y entró en el parlamento estatal de Berlín por primera vez.

Mientras escribía este artículo, Palian me envió un link a una entrevista que el líder de Ley y Justicia Jarosław Kaczyński concedió a la Agencia de Prensa Polaca la semana pasada. Aunque los legisladores parlamentarios de Polonia votaron en contra de una prohibición total del aborto tres días después del Lunes Negro, él afirmó que su partido continuaría con sus esfuerzos para sacar adelante la ley de todas formas.

"Nos esforzaremos al máximo para garantizar que incluso en aquellos embarazos que son muy difíciles, cuando es seguro que el niño va a morir y sufre graves malformaciones, las mujeres acaben dando a luz para que el niño pueda ser bautizado, tenga un nombre y pueda ser enterrado", dijo.

"Esto es lo que tenemos que soportar", me tuiteó Palian. La crisis de Polonia es una sirena de alarma para toda Europa. Y no debemos dejar que ese país luche solo.