¿Cuándo se convierte ‘comer sano’ en un trastorno alimentario?
Illustration by Jessica Olah

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¿Cuándo se convierte ‘comer sano’ en un trastorno alimentario?

La ortorexia se define como una obsesión por la comida saludable. En la era de las dietas crudiveganas y de subir a Instagram todo lo que se come si se #comesano, esta enfermedad cada vez es más común… y peligrosa.

Llevo años haciéndome estas preguntas: ¿Has pensado en tu comida? ¿Has pensado en sus virtudes, en lo saludable que es y en qué aspecto tendrá en Instagram? Y ya que hablamos del tema, ¿qué dice tu comida sobre ti? ¿Le dice al mundo que eres sana y virtuosa? ¿O esa montaña de tortitas que desayunas el domingo por la mañana es un recordatorio de que también sabes divertirte? He pensado mucho en todo esto y ha sido un infierno.

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Mi único alivio es saber que hay otras personas que también se hacen las mismas preguntas. La popular cuenta de Instagram @youdidnoteatthat —famosa por burlarse de la idea de que los modelos y personalidades de Instagram consumen realmente la comida cuyas fotografías editan meticulosamente antes de publicar— no obtuvo cien mil seguidores porque nadie piense en lo que decimos con nuestra comida.

La idea de un desorden alimentario que no implicara pérdida de apetito u otro deseo de purgarse empezó a asomar en nuestras vidas hace un año y medio. Esta enfermedad fue bautizada con el nombre de ortorexia, un término acuñado por el Dr. Steven Bratman en 1997. "La ortorexia se define como una obsesión malsana por los alimentos saludables", explica el Dr. Bratman a Broadly. "La ortorexia no es culpa de la dieta, sino que la dieta puede llevarte a padecerla. Cuanto más extrema o restrictiva sea la dieta, más probabilidades hay de padecer ortorexia".

Cuanto más extrema o restrictiva sea la dieta, más probabilidades hay de padecer ortorexia.

Tras acuñar el término, el Dr. Bratman publicó varios libros sobre la ortorexia y el estilo de vida saludable. Actualmente ha creado una definición científica oficial para esta enfermedad y se encuentra trabajando para publicarla y para que la comunidad médica la acepte. Pero el Dr. Bratman no fue quien sacó la ortorexia a la luz hace alrededor de un año y medio, lo hizo Jordan Younger, una bloguera de 25 años de edad que vive en California.

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Younger era una crudivegana devota que había conseguido decenas de miles de seguidores online escribiendo sobre veganismo y sobre su virtuosa dieta en el que por entonces era su blog, The Blonde Vegan. Para Younger, el veganismo lo curaba todo, ya no sufría de indigestión crónica ni se sentía hinchada o incómoda. Conforme cantaba las alabanzas de los beneficios de una dieta basada exclusivamente en vegetales junto a fotos de smoothies de un color verde intenso, tarritos rebosantes de semillas de chía y ensaladas de kale, su popularidad fue en aumento.

Las compañías de dietas depurativas veganas no tardaron en ir tras ella para que probara sus carísimos productos de forma gratuita. Younger empezó a depurarse religiosamente durante un mínimo de tres días a la semana y se dio cuenta de que cada vez que finalizaba una de aquellas depuraciones y volvía a ingerir alimentos sólidos, sus problemas estomacales regresaban, haciéndole sentir incluso peor que antes. Pero Younger estaba convencida de que las dietas depurativas veganas eran la respuesta. Muy pronto el ciclo de depurarse, pasar mucha hambre, incorporar alimentos sólidos, sentirse culpable y volver a depurarse se convirtió en la norma. En lugar de mirar fuera del veganismo para sentirse mejor, Younger empezó a temer aquellos alimentos veganos que no eran tan saludables como a ella le gustaría y comenzó a sentir una profunda ansiedad por lo que comía.

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Finalmente, Younger comprendió que tenía un problema, pero el suyo no era el típico desorden alimentario conocido por la gente, ella padecía una fijación por las virtudes de los alimentos. Presentó el término ortorexia ante sus seguidores y afirmó que estaba sufriendo mucho y que iba a buscar ayuda. La respuesta que obtuvo fue abrumadora: "Cuando empecé a hablar de mi experiencia con la ortorexia en mi blog y salí en las noticias, un montón de personas dieron un paso al frente y declararon que se sentían identificadas conmigo", cuenta Younger a Broadly. "Estamos hablando de decenas de miles de mensajes; ha pasado un año y medio y no dejan de llegarme. Ya no se trata de esa cifra, ahora más bien son un par de personas al día, pero eso me ha demostrado cuánta gente se siente fuera de lugar y cree que llevar una vida equilibrada no es suficiente".

Cuando empecé a hablar de mi experiencia con la ortorexia en mi blog, un montón de personas dieron un paso al frente y declararon que se sentían identificadas conmigo.

Desde entonces, Younger se ha convertido en la cara visible no oficial de la ortorexia. Cuando hablé con ella acababa de terminar de hablar con la NBC sobre su libro Breaking Vegan, que se publicó el 1 de noviembre pasado y documenta su lucha contra ese desorden. "Me siento como si me hubiera convertido en la cara visible de la ortorexia", afirma. "Al principio no me importaba, de hecho me parecía hasta bien, porque quiero que la gente que sufre esta enfermedad sepa que no está sola. Pero a nivel personal, tengo la sensación de haber respondido ya a todas las preguntas que jamás se puedan formular sobre la ortorexia y creo que ya he dejado el tema atrás en lo que respecta a las entrevistas personales".

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Younger era la candidata perfecta para atraer la atención de los medios de comunicación hacia la ortorexia: joven, rubia y humilde. Cuando ella hablaba, Norteamérica escuchaba, y la atención que fue capaz de atraer hacia la enfermedad fue muy importante, aunque bastante tardía.

Mucha gente ha muerto por ortorexia porque no ha recibido un diagnóstico adecuado y, tal y como atestigua la inmensa cantidad de mensajes recibidos por Younger, existe un número enorme de personas que padecen síntomas de ortorexia en la actualidad. La Dra. Karin Kratina, especialista en nutrición especializada en el tratamiento de desórdenes alimentarios desde hace más de 30 años y autora de un informe sobre la ortorexia publicado en NationalEatingDisorders.org, explica a Broadly: "Como nutricionista, he visto un aumento radical de pacientes con ortorexia, su número aumenta casi de forma exponencial. Actualmente tengo un cliente nuevo cada semana con síntomas de ortorexia. Se trata de un problema muy grave".

Uno de los motivos por los que la Dra. Kratina cree que la ortorexia está ganando popularidad es nuestra fijación por la salud. "No hay nada malo en comer alimentos de proximidad o en ser vegetariano o vegano", indica. "Creo que muchas de esas dietas tienen inherentemente muchos valores, pero el problema es que hemos moralizado el hecho de comer, nuestro peso, los alimentos y el ejercicio. Cada vez se presenta más la comida como la respuesta a todo".

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Imagen vía Stocksy.

Podemos observar esta fijación moral por las virtudes de los alimentos todos los días. Con frecuencia, Instagram parece la zona cero de un grotesco despliegue de opciones alimentarias moralmente correctas. Los blogueros de comida como Deliciously Ella —cuyo blog sobre comida vegana ha atraído a cientos de miles de seguidores en Instagram y diversos contratos para publicar libros— nos resultan atractivos porque nos ofrecen una respuesta clara: comer sano te hará mejor. Esta respuesta, normalmente servida en forma de fotografía #comesano fácilmente digerible, nos entra por los ojos.

"Pienso que las imágenes de todos esos bellos alimentos —el chiste para mí es el smoothie de kale—, de los interminables smoothies de kale, son muy bonitas", afirma la Dra. Bratman. "Gran parte del secreto está en hacer fotografías maravillosas de la comida. Creo que este tipo de medios de difusión son los que están provocando que la ortorexia llegue a más público y también a un público más joven".

Pero a pesar del incremento de pacientes con ortorexia y de nuestro constante afán por convertir los alimentos saludables en un fetiche, los médicos no pueden diagnosticar oficialmente la ortorexia como enfermedad. Y esto se debe a que la ortorexia no ha sido aprobada por el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) el manual oficial empleado por los médicos para diagnosticar a los pacientes con desórdenes mentales. Debido a esto, con frecuencia los pacientes con ortorexia pasan años sin recibir el diagnóstico de padecer un desorden alimentario. Y aunque los medios de comunicación han hecho creer que la ortorexia está a punto de ser aceptada por el DSM, lo cierto es que la enfermedad está bien lejos de ese punto.

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El problema es que hemos moralizado el hecho de comer, nuestro peso, los alimentos y el ejercicio.

"Todavía quedan al menos diez años más para que podamos decir que la enfermedad está en el DSM", explica la Dra. Bratman. "Hasta la fecha se han llevado a cabo muy pocas investigaciones sobre la ortorexia. Se están escribiendo muchos artículos en los medios, pero todo lo que hacen es repetir lo mismo o, en ocasiones, contar historias personales muy valiosas o formar refritos más o menos estúpidos de otras publicaciones. La mayoría de artículos que leo no están meditados en absoluto".

Dado que la ortorexia no se entiende muy bien fuera de determinados círculos, quienes la padecen pueden encontrar difícil darse cuenta de que padecen esa enfermedad y que deben buscar ayuda. "Una de las cosas que más me preocupan es que, después de años luchando contra la ortorexia, no obtuve ayuda", nos explica Kaila Prins, asesora de salud y bienestar en San José, que estuvo luchando contra la ortorexia durante 10 años. "Nadie creía que yo necesitara ayuda e incluso cuando pedía ayuda, la gente me decía, Bueno, tendrás que pagar tu propia recuperación. Las compañías de seguros no me ayudaban porque no tenía el mismo comportamiento que una persona con anorexia. No tuve el aspecto de una anoréxica hasta que finalmente se me retiró el período. No era que no comiera, simplemente estaba alimentándome de una forma tan saludable y restrictiva que me puse muy enferma". Prins se quedó sola ante sus múltiples brotes de depresión y sus pensamientos suicidas. La ayuda no llegó hasta diez años después, cuando encontró el innovador libro del Dr. Bratman Health Food Junkies, que explicaba la anorexia y que ayudó a Prins a autodiagnosticar su enfermedad.

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En lugar de obtener ayuda cuando estaba luchando contra la ortorexia, solo recibía halagos: "Empecé a adelgazar cada vez más y solo obtenía halagos. Incluso fue entonces cuando tuve mi primer novio. Familiares que jamás me habían aprobado empezaron a decirme que estaba guapísima".

No era que no comiera, simplemente estaba alimentándome de una forma tansaludable y restrictiva que me puse muy enferma.

Sé que la experiencia de Prins no es un caso aislado. A principios de 2013 —tras someterme a una estricta dieta Paleo— me pasó algo similar a mí. Lo que empezó como una misión para librarme innecesariamente de cinco kilos y disfrutar de los supuestos beneficios para la salud del estilo de vida Paleolítico terminó con una espiral de obsesión por las virtudes de mis alimentos. Como solo comía verduras, aceite de coco y carne magra, los cinco kilos se esfumaron rápidamente. En seguida, gente que no me había hablado en años empezó a alabarme por tener un aspecto tan fantástico. Los cumplidos eran adictivos, se convirtieron en mi justificación para continuar con lo que acabó por convertirse en pavor a la mitad de los grupos de alimentos. No tardé en inventarme excusas para no salir a cenar al chino o a tomar cervezas con mis compañeras de piso.

"Te estás portando como una loca", me dijo una amiga. "Tómate una sopa de wonton, no te pasará nada", Lo que ellas no entendían es que los wontons estaban envueltos en un demonio terrible, el trigo, y yo estaba deseando quedarme hasta tarde leyendo artículos atemorizantes sobre los riesgos y los beneficios de los diferentes tipos de mantequilla de cacahuete. Finalmente, agotada por el peso de mi propia "locura", sufrí un ataque de ansiedad en la sección de congelados del súper y poco después me apunté a terapia. Este debería haber sido el principio de mi recuperación, pero en lugar de ello mi terapeuta me diagnosticó TOC. Tomando mi diagnóstico de TOC con calma, continué supervisando cuidadosamente mi dieta Paleo, apoyándome en los cumplidos que recibía y sufriendo ataques de ansiedad en el súper.

Éste es el aspecto de la ortorexia que más atención precisa: si aplaudimos los desórdenes alimentarios sin darnos cuenta, está claro que necesitamos cambiar el modo en que hablamos de la comida. Aunque las instituciones como el DSM pueden moverse a un ritmo muy lento —no olvidemos que el término "anorexia" se usó por primera vez nada menos que 80 años después de incluirse en el DSM—, no podemos continuar ignorando un desorden alimentario porque nos neguemos a comprender lo que es.

Los ortoréxicos no están "locos" y la culpa de la ortorexia no la tiene la comida saludable. El problema surge cuando el deseo de comer alimentos sanos eclipsa todos los demás aspectos de la vida de una persona. Como Jordan Younger escribe en su blog, la ortorexia surge cuando alguien cree que una dieta es la respuesta: "Me rompe el corazón ver y escuchar a mujeres jóvenes bellas, motivadas y capaces absorbidas por una dieta extrema y alejadas de la vida por lo que para ellas supone 'LA FORMA MÁS SALUDABLE DE VIVIR' por encima de cualquier otra cosa", escribe. "Si algo se autoproclama como lo más saludable del mundo o como LA ÚNICA forma de vivir, entonces sabrás que estás frente a un problema".