Visitamos a Virginie Despentes en su casa de París
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Identidad

Visitamos a Virginie Despentes en su casa de París

Esta escritora y cineasta radical francesa conocida por su libro 'Teoría King Kong' nos habla sobre el sexismo en la industria editorial, sobre cómo volverse lesbiana cambió su vida y si es o no justo decir que odia a los hombres.

"¿Eres hetero?". Repentinamente pero también de un modo totalmente esperado, cuando me quejaba de lo que siempre me quejo, los hombres y tener que lidiar con ellos, Virginie Despentes me formuló aquella pregunta necesaria para continuar con nuestra conversación sobre el patriarcado y sus efectos a nivel individual. "¿Eres hetero? ¿Duermes con tu opresor?".

Sí lo soy. Vale, lo hago. "Ya…", dio ella volviendo a fumar su cigarrillo de forma totalmente casual. "Creo que tendrías muchos menos problemas si te volvieras gay". Y si no, según ella, debería conseguirme un perro.

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Me di cuenta en algún momento durante mi charla con Despentes de que me había enfrentado a la entrevista esperando que ella me ayudaría, que me ofrecería algún consejo vago pero definitivo sobre cómo vivir y formar mis opiniones, en especial en lo referente al feminismo. Los libros y las películas de esta mujer de 46 años de edad —con frecuencia descritos como amorales, violentos, inquebrantables, francos, radicales y explícitamente feministas— no consiguen prepararte para el encuentro con esta mujer sonriente de postura sorprendente. La novela convertida en película por la que es más famosa es la primera que escribió: Fóllame, que trata sobre dos mujeres que se adentran en una aventura de asesinatos y sexo después de que una de ellas es violada en grupo. La escribió cuando tenía 23 años, pero toda su obra está ligada a temas como la violación y la violencia de un modo vívido y no teórico, donde la masturbación, el porno, la prostitución, la fealdad y el capitalismo aparecen con bastante frecuencia.

Creo que tendrías muchos menos problemas si te volvieras lesbiana.

Aunque es bastante poco conocida en Estados Unidos, Despentes es algo así como una leyenda en los círculos feministas contemporáneos, y su mitad manifiesto-mitad autobiografía de 2010 Teoría King Kong con frecuencia se divulga entre las mujeres de la generación Y como recomendación por parte de una mentora guay y no tan mayor (o si no tienes suficiente suerte como para haber experimentado un programa de estudios de género en una pequeña escuela de artes liberales, pude que lo hayas visto en algún plan de estudios). Tal y como escribió mi mentora guay y no tan mayor cuando me recomendó el libro, Teoría King Kong ofrece una visión "vital y fascinante" sobre el tema de la violación, aunque —continuó en su email— solo lo hayan leído "como ocho personas". El motivo por que regresa Despentes una y otra vez al tema de la violación es porque fue víctima de este crimen cuando tenía 17 años, mientras hacía autostop para llegar a su casa desde París hasta la ciudad de Nancy, situada al noreste, con una amiga suya.

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En otras palabras, yo esperaba que Despentes fuera dura, viviendo como vivía en un apartamento que en cierto modo era radicalmente liberal a nivel ideológico, aunque no fuera una casa okupa. Se mostraba marchita, o al menos visiblemente frustrada, mientras mantenía un distinguido aire de experiencia y sabiduría que abrazaba a través de una teoría feminista confiada e inmediata, lista para llevar a casa y meditar. "Simplemente hacerme lesbiana" no era exactamente lo que yo tenía en mente, e ideológicamente su situación vital solo puede describirse como típica. Nuestra furgoneta llegó hasta el aburrido edificio de mitad de siglo donde vivía Despentes y yo tomé un ascensor forrado de madera hasta su apartamento extremadamente normal en el distrito Belleville de París, una zona tradicionalmente obrera en proceso de gentrificación. (Una palabra bastante divertida que aprendí durante esta investigación es 'aburguesamiento'). En el interior: muebles de IKEA, cojines con diseños folclóricos, techos bajos que a Despentes le importan un pimiento… Frente a unas estanterías que van del suelo a un techo lamentablemente bajo había un mueble improvisado con el siguiente contenido: objetos de diversas religiones (muchos cristianos e hindúes), una figurita que representaba la muerte y una reina en top less con panties rojos, capa roja y botas doradas brillantes (este estante es "para rezar"). En una de las estanterías había una fotografía enmarcada de Simone de Beauvoir entre diversos objetos relacionados con los bulldog franceses y en el baño colgaban dos fotos de hombres en tutús morados. En el ascensor, cuando nos dirigíamos a pasear a su perro, me preguntó mi signo: entablamos una breve conversación sobre astrología, yo la corregí sobre Beyoncé, que no es sagitario, y Despentes se describió a sí misma como una géminis "obvia". Le pregunté hasta qué punto creía realmente en el zodíaco y ella se mostró ambigua: había leído sobre el tema durante 25 años y piensa que está obligada a creer en ello, aunque "no depende tanto del signo al que pertenezcas sino de los eclipses y del modo en que las cosas te afectan".

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El estatus de Despentes como figura underground de culto en EE. UU. no es un indicativo de su reputación en Francia, donde se la conoce mucho más. Despentes ha publicado nueve libros —tan solo Fóllame, Perras sabias, Lo bueno de verdad, Teoría King Kong y Bye Bye Blondie se han traducido al castellano— y ha dirigido tres películas. Su novela de 2001 Les Jolies Choses fue adaptada al cine bajo el título Las cosas bellas, un filme protagonizado por Marion Cotillard; y su última novela, Vernon Subutex, que se parece a las otras que ha escrito en su crudeza, su forma sigilosa de describir y en que trata sobre temas relacionados con la diferencia de clases y lo alternativo, obtuvo el premio Anaïs Nin cuya finalidad es introducir a las escritoras francesas en el mercado estadounidense. Vernon, que obtuvo una acogida muy buena en el país natal de Despentes, es la primera parte de una trilogía que la autora estaba en el frenético proceso de escribir cuando la conocí; afirma carecer de disciplina para escribir porque "resulta demasiado fácil no hacerlo". Tres semanas después de nuestra entrevista, Despentes canceló la breve gira por Norteamérica que había planeado para presentar su última novela traducida al inglés, Apocalypse Baby, porque iba demasiado retrasada con el plazo

Al principio de la tarde que pasamos juntas, sin embargo, este detalle tan humanizador todavía no se me había hecho presente. Tras saludarme en la puerta de su casa con los dos besos en la mejilla de costumbre y sentarnos en el sofá, esperando a que todo estuviera preparado para la entrevista, no tenía ni idea de cómo empezar a hablar con aquella mujer que había escrito un texto vital y fascinante sobre la violación basado en su propia experiencia. Finalmente, me preguntó qué otros artículos estaba preparando.

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"Voy a escribir un artículo sobre pedos", dije yo, porque a ver, era la verdad.

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Me miró con superioridad mientras yo le explicaba lo neurótica que soy con respecto a los pedos, a pesar de haber aprendido muchos datos sobre ellos para el artículo. Parecía estar simplemente soportándome hasta que algo que le conté sobre mis hallazgos —"¡Una persona normal se tira entre 10 y 20 pedos al día!"— pareció hacer sonar una campanilla en su interior, aunque una campanilla desafinada.

"¿Cómo?", me dijo, recostándose hacia atrás con cara de escepticismo.

"¡Sí!", respondí, feliz de haber roto el hielo por fin. "Parece una cifra correcta, ¿no?".

Despentes frunció el ceño. "Pues no", dijo. "¿Tú te tiras pedos todos los días? Yo no me tiro pedos todos los días".

Por un momento me quedé sin palabras.

"Creo que es solo propaganda", continuó. "¿Te importa si fumo?".

Para Despentes, la "propaganda" está por todas partes. El género es propaganda, las series de televisión son propaganda, la publicidad es propaganda, determinadas políticas económicas post-recesión son propaganda. La guerra no es propaganda en sí, pero se alimenta de la propaganda, así como de las cuestiones de género y de las series de televisión. Aunque su declarada dieta a base de pizza probablemente sea la culpable en el caso sus estadísticas gastrointestinales, la mayor parte del tiempo tiene razón. Con todos esos mensajes insidiosos flotando a nuestro alrededor y teniendo en cuenta su biografía, resulta increíble que Despentes pueda ser tan optimista, que pueda atribuir una parte tan grande de nuestra sociedad al malvado "inconsciente colectivo" patriarcal y después encenderse un cigarrillo de liar y sonreír a su Boston Terrier, Philomena (Despentes tenía antes un bulldog francés y lo pasó realmente mal cuando murió). Cuando los ronquidos medio quejumbrosos de Philo interrumpieron nuestra grabación, Despentes se comportó como con respecto a su política, de forma práctica y distante. "Puedes intentar llevarla a otra habitación", me dijo, "pero seguramente volverá aquí".

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De modo que los ronquidos fueron la banda sonora de Despentes cuando explicó la epifanía que supuso para ella descubrir a Camille Paglia, sonando muy similar a cuando otras mujeres hablan del momento en que descubrieron a Despentes. "Fue un auténtico shock, como algo que por fin cobraba sentido", explicó. "Fui capaz de cambiar algunas de mis perspectivas sin eliminar nada previo, es decir, si puedes añadir pensamientos nuevos a los que ya tenías, eso lo cambia todo, una vez que comprendes que [la violación] no fue culpa tuya. Se trata de una herramienta política para hacerte sentir vulnerable en cualquier espacio".

Aunque Despentes habla mucho sobre vulnerabilidad y victimismo, ya no parece identificarse con ninguno de los dos conceptos. Y esto lo atribuye a dos factores: la escritura y las mujeres.

"Creo que cambié mucho tras publicar Teoría King Kong", me dijo. "Aquí en Francia Teoría King Kong fue leído por muchísimas mujeres, y eso me permitió conectar con muchas, muchas mujeres. Tras este libro, hice por primera vez una película que no contenía una violación y empecé a escribir novelas sin violaciones. No era consciente, pero empecé a trabajar en proyectos que no incluían violaciones reales, de modo que supongo que aquel libro implicó en cierto modo algo de sanación para mí. Ya no pensaba tanto en ser atacada".

"O bien", añadió, "quizá fue porque Teoría King Kong coincidió con mi decisión de hacerme lesbiana".

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Cuando hablas con Despentes casi puedes sentir que te está enseñando el evangelio de la homosexualidad, a la que ella atribuye el cambio radical a mejor que experimentó su vida. Aunque fue hetero durante la mayor parte de su existencia —incluso, si no contemplando la posibilidad, sí asumiendo que se casaría y tendría hijos—, cuando Despentes cumplió 35 años conoció al escritor y filósofo español Paul (por aquel entonces Beatriz) Preciado y, según Despentes explica, "se volvió lesbiana". Y desde entonces ha sido feliz.

"Ahora vivo rodeada de bolleras y me siento realmente bien", me dijo poco antes de sugerirme que probara aquel estilo de vida en mis propias carnes. "Me siento muy cómoda en esa cultura".

¿Por qué?, le pregunté. "La seducción es diferente", me explicó. "Es mucho menos difícil, porque no tienes que lidiar con el tío que tiene el poder en la sociedad. Creo que te hace sentir más cómoda contigo misma, con tu compañía, con tu seducción… No ves el éxito como una amenaza para tu seducción, cosa que sucede, yo creo, si eres una mujer heterosexual. Tener más poder, más dinero o más fama supone una amenaza. Al mismo tiempo, si eres hipersexual no pierdes la dignidad en un entorno lésbico, es decir, puedes ser una auténtica amante en serie y nadie se pone a pensar, no se respeta a sí misma. La verdad es que todo es mucho más sencillo. Además, otras mujeres también "saben exactamente cómo te sientes cuando vuelves a casa jodidamente cabreada porque te han tratado como a una niña".

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Pero, ¿qué sucede si solo te gustan los hombres hetero?, le pregunté.

"Es difícil conseguir que suceda", me dijo sabiamente. "Yo preferiría que todos fueran gais, pero no, puedo entenderlo, estás en tu derecho de querer relacionarte con hombres hetero. Obviamente, algunos de ellos son agradables, o atractivos, o carismáticos, o tienen talento u otra cosa. Pero ser feminista y heterosexual te vuelve bastante loca".

(A pesar de parecer muy cómoda con su vida tal y como es, Despentes tuvo mucho cuidado en aclarar que ser gay no es una utopía romántica libre de problemas. Tras nueve años juntas, ella y Preciado rompieron el verano pasado porque no conseguían hacer funcionar una relación promiscua. "Hablé con todas mis amigas durante todo el verano, amigas que son tanto monógamas como promiscuas, y aquí creo que el problema es exactamente igual para los heterosexuales que para los homosexuales", me dijo. Aunque el sexo está teñido de política y resulta fundamental para Despentes, en este caso también resulta "fastidioso".

"Es difícil mantener relaciones sexuales intensamente con una persona con la que llevas años y años", explicó. "Durante los primeros años, el sexo —y el amor— son fantásticos, pero es posible que desees experimentar nuevos comienzos, nuevas historias, porque si nosotras estábamos siempre juntas, ¿cómo íbamos a ser promiscuas? Yo no quiero que te acuestes con otra gente delante de mí y yo no quiero acostarme con otra gente delante de ti").

Aunque Vernon Subutex es como sus obras previas en muchos aspectos, se diferencia de ellas en un asunto fundamental: su protagonista es un hombre. Despentes jamás había pensado en escribir sobre personajes masculinos y, aunque Vernon Subutex no era un experimento intencionado en cuando a la política de género dentro de la literatura, ella nunca se planteó lo fácil que sería publicar un libro que se centrara en un hombre.

"Los periodistas decían 'se trata de un libro muy interesante sobre política', cosa que jamás antes me había ocurrido", dijo acerca de la acogida de Vernon. "Los periodistas son hombres y ahora son capaces de sentirse identificados. Si leen sobre una mujer no pillan nada, creen que sí, pero ahora me doy cuenta de que no es así en realidad. Ahora pueden sentirse identificados, porque la mayoría de lectores masculinos son incapaces de identificarse con un personaje femenino".

Empecé nuestra conversación preguntándome si Despentes odiaba a los hombres. Antes de encontrarme con ella, había leído una versión traducida con Google Translator de un artículo que escribió culpando básicamente a la "masculinidad de mierda" de los ataques a Charlie Hebdo, y también había encontrado una entrevista que concedió al Village Voice en 2010 en la que afirmaba, "¿Quién quiere tener tratos a nivel íntimo con hombres heterosexuales normales? Solo puede resultar interesante si pueden ayudarte económicamente o a medrar en tu carrera; de lo contrario, qué deprimente". Pero cuando le pregunté si esa era una suposición justa —la de que odia a los hombres—, ella se echó atrás.

"A veces generalizo sobre los hombres", me dijo. "No les odio, pero me gusta poder tratar a los hombres igual que nos tratan ellos a nosotras todo el tiempo. Me siento cómoda así. No creo que se haga a los hombres —artistas, escritores o directores— tantas preguntas sobre su relación con las mujeres como a nosotras [sobre nuestra relación con los hombres]. Siempre nos vemos obligadas a legitimar lo que hemos dicho o hecho. Jamás nadie le pregunta por ejemplo a Fincher cuál es su relación con la feminidad, pero nosotras siempre tenemos que dar explicaciones: ¿odiamos a los hombres?, ¿nos gustan?, ¿les tratamos bien?".

"No tengo ningún problema con los tíos", continuó. "Tan solo los uso en mi obra".