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Identidad

La mujer que redefinió lo que significa ser una trabajadora sexual

Grisélidis Réal fue una escritora, poetisa, activista y trabajadora sexual pionera en la idea de que el trabajo sexual podía ser un acto de elección y no de explotación. Hablamos con la directora de un nuevo biopic sobre su vida.
All photos courtesy of Pink Screens

Una imagen queda fija en la memoria después de ver el biopic que la cineasta belga Marie-Eve De Grave ha dirigido sobre la vida de Grisélidis Réal, la famosa trabajadora sexual, activista y escritora suiza. La imagen es la de Réal bailando en el cuarto de estar de un apartamento de aspecto bohemio. Sostiene una bebida, con su eyeliner negro perfectamente delineado, el cabello corto, sus pendientes balaceándose mientras sonríe lascivamente a la cámara. Tras ella, sus amigos la animan llenos de adoración. Es un recordatorio de la personalidad exuberante y dominante de Réal.

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Incluso hoy, más de una década después de su muerte por cáncer en 2005, la vida de Réal suscita opiniones opuestas. Es amada por su literatura: una enfant terrible cuyos contundentes diarios sobre su vida como trabajadora sexual escandalizaron a la sociedad burguesa parisina. También es un icono feminista: podría decirse que fue la primera en defender la idea de que el trabajo sexual podía ser un acto emancipador de elección y no solamente producto de la explotación. Pero también se la critica ―con toda la razón― en la película por ser una madre penosa, ya que sus prolongados períodos de ausencia y su apertura con respecto a su trabajo sexual dificultaron mucho la infancia de sus hijos. Y su visión fetichista de la sexualidad de los hombres de color resulta igualmente perturbadora (volveremos a hablar de esto más adelante).

La película de De Grave, Belle de Nuit, recorre la vida de Réal desde su infancia en el respetable entorno de la clase media suiza ―era hija de profesores― hasta sus últimos años en Ginebra y París. La decisión de Réal de convertirse en trabajadora sexual se retrata de forma rotunda: desesperada por conseguir dinero para alimentar a sus hijos (en ese momento vivía en Alemania con su amante), acepta una propuesta que le llega desde un coche que pasa junto a ella. Para Réal, la decisión de cruzar esa línea es absoluta: desde ese momento en adelante se convierte en trabajadora sexual, inicialmente para alimentar a sus cuatro hijos y después como acto de voluntad propia.

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La vida de Réal habría caído en el olvido, como la de tantas otras trabajadoras sexuales, de no ser por sus diarios. Tal y como deja bien claro el filme, la impresión que dejaba en la gente era tan abrumadora que permaneció en la memoria de aquellos a quienes conoció mucho después de su muerte, con o sin libros. Pero con la publicación de su primera novela Black is a Color (El negro es un color) en 1974, Réal pasó a ser conocida por un público más amplio. En él explica la realidad del trabajo sexual desde un punto de vista humorístico y humano.

Tras aquel siguieron más libros, pero a pesar de su éxito literario Réal no abandonó el trabajo sexual hasta poco antes de su muerte. Se convirtió en activista y defensora de los derechos y libertades de las trabajadoras sexuales. Según ella, era una "puta revolucionaria" con estilo propio. Para ella, el trabajo sexual era un tipo de ciencia humanística, una forma de comprender la naturaleza humana y de existir al margen de las embrutecedoras estructuras de poder, en lugar de vivir oprimida y explotada por los chulos. Trabajó en la creación de un grupo de apoyo para las trabajadoras sexuales parisinas y un banco internacional de datos sobre trabajo sexual ―probablemente el primero del mundo― en Ginebra.

De Grave filmó a Réal poco antes de su fallecimiento en 2005 y esas escenas son profundamente conmovedoras: una Réal claramente enferma de gravedad pero con su fuerza vital intacta lee su poema Death of a Hooker (Muerte de una prostituta) desde una cama de hospital, rodeada de cables y monitores que emiten pitidos. Otras partes de la película también sacuden al espectador: Réal era muy clara con respecto a su amor y pasión sexual hacia los hombres negros y escribió ampliamente sobre ello en sus diarios. De Grave ilustra estas escenas con imágenes de hombres negros con el torso desnudo. Es una decisión muy poco acertada, que cosifica la sexualidad de los hombres de color de un modo que quizá podría ser culturalmente aceptable en los sesenta, pero ahora desde luego no.

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Para conocer más cosas sobre la extraordinaria vida de Réal, nos reunimos con De Grave en Bruselas, donde se estaba proyectando Belle de Nuit en la 15ª edición de Pink Screens, el festival anual de cine queer de la ciudad. A continuación incluimos una transcripción de nuestra conversación, que ha sido editada por motivos de longitud y claridad.

BROADLY: Hola, Marie-Eve. ¿Cómo llegaste a dirigir Belle de Nuit?
Marie-Eve De Grave: Leí su primer libro, Black is a Color, y me produjo una sensación muy intensa. Pensé "¡Aquí sin duda hay algo!", así que seguí a Réal en 2005 durante su último viaje a París y la filmé. Pero estaba enferma, se encontraba en el final de su vida y aquello me dejó una fuerte impresión. Sentí… Bueno, no como si amara a aquella mujer, pero me sentí profundamente conmovida por ella.

¿Cómo fue grabarla en el hospital, poco antes de su muerte?
Para ser sincera, yo no me daba cuenta de que se estaba muriendo, pero pude grabar su último poema, Death of a Hooker, y fue un regalo maravilloso. Entonces, dos o tres semanas más tarde murió y pensé, "¿Qué voy a hacer con este regalo?".

¿Por qué crees que Réal no es tan internacionalmente famosa como podría ser?
Cuando salió su libro en 1974 fue editado de determinada manera y la gente que publicó el libro no fue capaz de ver su auténtico valor. Simplemente vieron a una prostituta, pero Grisélidis era mucho más que eso. Fue preciso que pasara mucho tiempo y que un editor estuviera dispuesto a releer todos aquellos libros viejos para que pudieran tener una segunda vida.

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¿La percepción que se tenía de ella como trabajadora sexual convertida en escritora limitó su éxito artístico?
El hecho de que fuera prostituta le sigue como una sombra. Sí, era prostituta, pero es una pena que se la defina solo como eso. Grisélidis también era una artista.

¿Cómo era en persona?
Cuando la conocí tuve una sensación de familiaridad, como si ya la conociera. Era muy sincera y tenía un carácter muy fuerte. Miraba a la sociedad con mucha humanidad. Me sentí muy impresionada por su inteligencia.

¿Por qué crees que, después de todo este tiempo, la gente continúa viendo el trabajo sexual por definición como un modo de explotación?
Creo que nos encontramos en un período extraño y realmente regresivo. Aquello por lo que lucharon nuestras madres ―libertad, igualdad, liberación sexual―, bueno, ahora hemos regresado a la Edad Media. Por supuesto que ser prostituta es terrible si eres víctima de explotación o de trata de blancas, pero hay distintos tipos de trabajo sexual. Todas las trabajadoras sexuales que he conocido son extremadamente inteligentes y tienen conocimientos sobre la humanidad. Ellas lo ven todo.

¿Cómo ha sido la reacción ante la película?
He conocido mujeres que se identifican profundamente como feministas y me han dicho que la odian. Creo que nuestra sociedad falla mucho en lo que respecta al sexo. El sexo está por todas partes, pero esto nos da miedo. Grisélidis lo sabía, comprendía este tipo de alienación. Pero lo cierto es que el trabajo sexual es mucho más complejo de lo que parece. Eso es lo que ella explica.

¿Has mostrado tu película a alguna trabajadora sexual? ¿Qué piensan ellas?
Muchas personas que conocían a Grisélidis han visto la película y se han sentido conmovidas por la complejidad con la que la retrata el filme.

Réal contravino dos de los más grandes tabúes de la sociedad: era una madre poco convencional (algunos dirían que mala) y se ganaba la vida abiertamente como trabajadora sexual. ¿Fue difícil representar eso?
Creo que no fue fácil para sus hijos, tener una madre como Grisélidis, pero ahora son libres, son artistas, asistentes sociales y pintores. Hacen lo que quieren y no les preocupa el conformismo.

Para mí, Grisélidis estaba llena de paradojas, como cualquiera de nosotros. Eres madre, pero a veces no quieres ver a tu hijo. Eres esposa pero a veces no quieres ver a tu marido. Creo que si fuéramos más sinceros con nosotros mismos aceptaríamos el hecho de que ser humanos es un trabajo duro. ¡Es un trabajo jodidamente duro!