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Identidad

La celulitis antes molaba

Básicamente todas las mujeres tenemos celulitis… Entonces, ¿cómo llegó a convertirse en objeto de escrutinio obsesivo por parte de los medios?
Image via Wikpedia

Conforme se aproxima el verano empezamos a sentirnos agobiadas por esa plaga imaginaria que es la celulitis. En las revistas y en los tabloides online proliferan los titulares dedicados a esta afección. Algunos de ellos ponen en entredicho a las celebridades por no saber combatir este problema de forma adecuada ("Famosas y celulitis: ellas también la sufren") y otros intentan instruir a las mujeres para que sepan cómo evitarlo ("9 trucos para librarte de la celulitis" y "Cómo reducir la celulitis").

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La actual hostilidad que muestra nuestra cultura hacia la grasa subcutánea está extremadamente bien documentada; sin embargo, a nivel biológico la celulitis es algo bastante inevitable. "Es una característica sexual secundaria, como los pechos", afirma Max Lafontan, investigador sénior adjunto en Inserm (el Instituto francés de salud e investigación médica) y experto en tejidos adiposos.

Según su opinión, al menos ocho de cada diez mujeres se ven afectadas por este tipo de grasa, que se asienta con mayor frecuencia en los glúteos, los muslos y el vientre. Se trata de una útil reserva de energía que el cuerpo utiliza en caso de embarazo o durante la lactancia. "La estructura de la piel femenina es diferente de la del hombre", afirma Lafontan. "La celulitis aparece cuando las células de grasa empiezan a inflamarse y perturban la homogeneidad del tejido".

Incluso la palabra "celulitis" es algo bastante reciente: fue inventada en Francia a finales del siglo XIX. Su primera aparición data del año 1873, en el diccionario médico francés Littré & Robin. En él, la celulitis se describe como "la inflamación del tejido celular o tejido laminado", pero los médicos de aquella época "utilizaban este término para referirse a algo diferente", indica Rosella Ghigi, profesora adjunta en la Universidad de Bolonia. Hace alrededor de quince años, cuando estudiaba en París, Ghigi escribió su tesis sobre la historia de la celulitis, que se convirtió en uno de los pocos estudios que se han realizado sobre el tema.

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Antes de que se publicaran los primeros artículos sobre la celulitis nadie escribía preguntando cómo librarse de ella

En el período de entreguerras, el escrutinio que ejercía la prensa sobre la celulitis experimentó un notable incremento en Francia. Los centros de belleza parisinos empezaron a crear remedios específicos para aquella "lacra", las revistas femeninas comenzaron a llenar sus páginas con consejos de expertos y las cartas de las lectoras preocupadas por el tema fueron en aumento. Según Ghigi, que analizó varias revistas de moda francesas de aquella época, "había un auténtico frenesí, alimentado tanto por los médicos como por las lectoras. Antes de que se publicaran los primeros artículos sobre la celulitis nadie escribía preguntando cómo librarse de ella".

Tomemos el ejemplo de la revista mensual Votre Beauté, lanzada en 1933 por Eugène Schueller, fundador del Grupo L'Oreal, que actualmente es la principal firma de productos cosméticos con marcas como Maybelline, Lancôme y Kiehl's. En febrero de 1933, la revista publicó un extenso artículo sobre la celulitis firmado por un tal "Dr. Debec". La celulitis se describía como una mezcla de "agua, residuos, toxinas y grasas que forman un conjunto contra el que no estamos preparados para luchar". Según aquel médico, se trataba de una infección que no podía eliminarse mediante el ejercicio, de modo que las lectoras empezaron inmediatamente a escribir cartas al director llenas de preocupación. En mayo de 1935, por ejemplo, una de ellas reflexionaba sobre la auténtica naturaleza de esta "enfermedad". La respuesta: "Se trata de carne degenerada, es una mezcla de agua y de otras sustancias más similares a la orina que a la sangre o el agua… Puede estar provocada, por ejemplo en la parte superior de los muslos, por llevar un cinturón demasiado apretado que entorpezca la circulación de la sangre".

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Durante mucho tiempo se limitó a ser una preocupación en Francia, pero finalmente consiguió abrirse paso al resto del mundo, empezando por Estados Unidos. Allí, una vez más, los archivos de la prensa especializada testifican su propagación. El 15 de abril de 1968, la edición norteamericana de Vogue incluía el siguiente titular en su portada: "Celulitis, la nueva palabra para denominar la grasa que no has podido perder". En su libro superventas El mito de la belleza (1990), la periodista feminista Naomi Wolf afirma que todo esto desembocó en una tendencia de la cultura popular a reinterpretar la "carne femenina adulta" saludable como una "enfermedad".

Imagen vía YouTube

Poco después, como un bumerán, el concepto "celulitis" viajó de vuelta al Viejo Continente. Según la opinión de Ghigi, el término tardó unos cuantos años en calar en la conciencia británica: "En 1986, la Encyclopaedia Britannica solo contenía el término 'celulitis' definido como un estado inflamatorio", escribió en su tesis, "pero doce años más tarde solo incluía su definición como acumulación de grasa".

Antiguamente la belleza se consideraba como un privilegio al alcance solo de quienes habían sido bendecidos por la Madre Naturaleza, pero en la actualidad se ha convertido casi en un ideal basado en el mérito, en un objetivo que debemos alcanzar aplicando disciplina a nuestros cuerpos… y a nuestra cartera. Entre marzo de 2014 y febrero de 2015 se vendieron 919.108 envases de crema anticelulítica en Francia, generando unos beneficios netos de 22,8 millones de euros, según datos de IMS Health Pharmatrend. En EE. UU., las ventas logradas por la industria general de cosmética de prestigio alcanzaron los 18.000 millones de dólares en 2015, lo que supone un crecimiento del 7 % con respecto a 2014.

Además de esto, no dejan de aparecer en el mercado inventos como de ciencia-ficción que prometen ayudar a las mujeres a eliminar su celulitis para siempre. Hablamos por ejemplo de los parches de succión o criolipólisis, capaces de congelar nuestros michelines. Desde que las Autoridades Francesas de Salud aprobaran un decreto en abril de 2011, cinco de estas técnicas de congelación de grasas están prohibidas en Francia, porque estas alternativas no quirúrgicas a la liposucción conllevan riesgos de lesiones, infecciones y erupciones para las pacientes.

"Lo que más me irrita de todo este asunto es que todo este discurso ha sido básicamente creado por comerciantes que quieren hacerse ricos", afirma el biólogo Max Lafontan. Hace algunos años colaboró con la marca LPG Systems para probar la máquina Cellu M6. Este aparato, tremendamente popular en los centros de belleza, reproduce el masaje circular que usaban los fisioterapeutas para reducir la celulitis. "Conseguí demostrar que repercute en la capacidad de respuesta de la celulitis", revela Lafontan, "pero no hay nada espectacular en ello, porque el tejido adiposo, incluso aunque lo alteres ligeramente, vuelve a instalarse en su sitio tan pronto como dejas el tratamiento".

¿Cuál es la moraleja? Que intentar hacer desaparecer la celulitis es como perseguir a alguien por unas escaleras mecánicas: no te lleva a ningún sitio y agota toda tu energía.