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Identidad

La historia de la bola de cristal

Desde los antiguos días de adivinación de los druidas hasta las (en ocasiones) inquietantemente precisas consultas sobre política, la historia de la bola de cristal es nebulosa y redonda como el objeto en sí.
Photo via Wikipedia Commons

La bola de cristal es tan omnipresente como misteriosa. Está expuesta en el escaparate del adivino de tu barrio, ha aparecido en películas, libros y en la cultura popular en general y, para aquellos momentos en que sientes la necesidad de recibir un toque de clarividencia en tu vida, incluso puedes encontrarla en la pantalla de tu smartphone. Pero el modo en que se ganó tan seductora omnipresencia está menos claro que los pasados y futuros que pretende predecir.

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Druidas, cristales y qué es exactamente la "cristalomancia"

Según el libro escrito por Northcote W. Thomas en 1905 Crystal Gazing: Its History and Practice, with a Discussion of the Evidence for Telepathic Scrying ("La lectura del cristal: su historia y práctica, con información sobre las pruebas que demuestran la cristalomancia telepática"), en la era preindustrial la lectura de cristales era una práctica común entre los pawnee, los iroqueses, los incas, los egipcios, los persas, los chinos y los pueblos de Yucatán. Sin embargo, lo más probable es que el uso más temprano de los cristales como herramientas adivinatorias del que se tiene noticia se remonte a los druidas celtas de la Galia, Gran Bretaña e Irlanda, que vivieron en la Edad de Hierro y que fueron exterminados en su mayoría por la Cristiandad hacia el año 600 después de Cristo. Gran parte de lo que se conoce acerca de los druidas —la casta de profesionales con formación que vivían en los bosques y realizaban ceremonias mágicas de sacrificio— procede de los relatos orales de Julio César y del filósofo de la Roma antigua Plinio el Viejo. Los primeros lectores del significado de los cristales, o specularii, preferían un mineral de color verde mar denominado berilio que pulían hasta darle forma de esferas para mejorar sus propiedades reflectantes (¡ahí tenemos el nacimiento de la bola!). Se considera que el berilio posee una carga magnética mayor que otros minerales y, en consecuencia, que es más apto para conectar con las energías psíquicas de la luna.

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Aquellos primeros intérpretes del significado de los cristales miraban fijamente a la piedra y entraban en una especie de trance meditativo que permitía que su subconsciente se abriera y revelara secretos del pasado, presente y futuro (aunque la opinión popular pretende hacernos creer que los poderes psíquicos solo sirven para saber qué sucederá en el futuro, en realidad las bolas de cristal pueden ver en cualquier dirección cronológica, dependiendo de las capacidades de cada vidente).

"La bola de cristal" (1902), por John William Waterhouse. Imagen vía Wikipedia Commons

Las bolas de cristal en la Edad Media

Muchas culturas utilizaron y siguen utilizando algún tipo de antiguo ritual de sanación o adivinación mediante el cristal, pero la asociación más obvia con la bola de cristal procede de la Edad Media, que duró desde más o menos el momento en que desaparecieron los druidas hasta el Renacimiento, en el siglo XV. Aunque su trayectoria es escabrosa, se cree que la bola de cristal era utilizada durante todo el Medievo por los anglosajones como instrumento mágico y también como ostentoso accesorio de moda… Como una especie de bling medieval, por decirlo de algún modo. Ferguson incluso sugiere que el mítico mago Merlín llevaba siempre una bola de berilio encima por si el Rey Arturo necesitaba una lectura de emergencia.

Durante aquella época, las esferas de cristal, engarzadas en abrazaderas de alambre, se utilizaban como símbolos de poder, de estatus social y posiblemente como talismanes mágicos que mantenían alejadas las enfermedades y la maldad. Durante unas excavaciones de tumbas medievales realizadas en Kent se encontró este tipo de amuletos en forma de bola de cristal en diversas fosas de mujeres adineradas (y unos cuantos hombres también), colocadas entre sus rodillas junto a otras posesiones que demostraban su nivel de riqueza. El Diccionario Ilustrado Oxford de la Inglaterra Medieval supone que aquellas bolas de cristal podrían estar vinculadas a algún tipo de culto pagano.

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La bola de cristal de John Dee, que se conserva en el Museo Británico. Foto vía Wikimedia Commons

¡La bola de cristal me obligó a hacerlo!

Tras este reinado de protagonismo de la Edad Media, la bola de cristal obtuvo un gran reconocimiento en el siglo XVI gracias a John Dee, consejero real de la Reina Isabel I. Dee estaba muy interesado en lo paranormal, pero no tuvo mucha suerte como médium. Tras conocer a un cristalomante itinerante llamado Edward Kelley, ambos empezaron a organizar "sesiones de cristalomancia" durante las cuales afirmaban visualizar y comunicarse con ángeles (y en ocasiones con demonios) mediante una oscura bola de cristal de obsidiana. Dee tomaba fastidiosas notas sobre aquellas conversaciones a través de la bola en la creencia de que los ángeles eran una línea directa hasta Dios, lo que finalmente le llevó a crear el idioma enoquiano o "angélico". Su compañero de cristalomancia, por su parte, afirmaba que había recibido un mensaje de un ángel que decía que ambos debían compartirlo todo, incluidas sus esposas.

Gitanas echadoras de la buenaventura

Quizá la representación más frecuente de la bola de cristal sea la de una mujer, normalmente gitana, envuelta en pañuelos de brillantes colores y adornada con gran cantidad de pulseras, pendientes y anillos, enunciando historias del futuro y el pasado sobre un tapete de terciopelo.

En cierto modo, esta imagen no es tan inexacta. Cuando llegaron a Europa procedentes del norte de la India, los romanís fueron perseguidos casi inmediatamente porque, entre otras cosas con las que la Iglesia Católica no estaba demasiado contenta, practicaban la adivinación. Como estaban constantemente desplazándose de un lugar a otro, los gitanos se dedicaban a negocios que pudieran montar y desmontar en un momento, de modo que probablemente es así como comenzó el mito de la gitana que lee la bola de cristal en las ferias itinerantes.

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Tu fortuna por una moneda

Las máquinas de adivinación, que contenían personajes mecánicos y normalmente estaban ubicadas en algún vecindario problemática, siguieron perpetuando la imagen del gitano o la gitana envuelto en pañuelos que se vinculaba a los adivinos de la bola de cristal. Las máquinas de clarividencia que funcionaban con monedas se introdujeron en Norteamérica en 1910, aunque tras el exitoso filme Big de 1988, que incluía una de estas máquinas llamada 'Zoltar Habla' durante los momentos más importantes de su trama, la popularidad de este tipo de máquinas volvió a repuntar.

La bola de cristal en la cultura popular

Sin duda las referencias a la bola de cristal en la cultura popular son innumerables, de modo que vamos a centrarnos en las más importantes. Una de las representaciones más icónicas procede de El Mago de Oz: una Dorothy con ojos de ternero degollado hace una visita al Profesor Marvel, que sustituye su fedora de ala ancha por un ceñido turbante y empieza a balbucear acerca de que su cristal proviene de personajes como Cleopatra y Osiris antes de que el sonido de un tornado que se aproxima le interrumpa. En otras escenas, la Bruja Malvada del Oeste ladra órdenes a su bola de cristal gigante para poder vigilar a Dorothy y a al resto del grupo conforme siguen el camino de baldosas amarillas y desaparecen en un campo de amapolas. Más tarde, cuando Dorothy es capturada por la Bruja Malvada, se pone a lloriquear desesperadamente al ver la fugaz imagen de la Tía Em en la esfera de cristal.

Jareth Rey de los Goblins, el personaje interpretado por David Bowie en la película de culto Dentro del laberinto, no dejaba de girar, agitar y deslizar bolas de cristal entre sus manos como haría un barman experimentado preparando un cóctel. Aquellas bolas no tenían como finalidad ver el pasado o el futuro, sino más bien simbolizar vagamente el mundo de los sueños, y Bowie realmente no llegó a manipular las bolas en ningún momento. En lugar de ello, el malabarista Michael Moschen permanecía detrás de él y pasaba sus brazos bajo las axilas de Bowie para interpretar todas las escenas en las que aparecían las bolas.

El cristalomante moderno

Actualmente, la mayoría de los videntes ya no se limitan exclusivamente a leer la bola de cristal, sino que la emplean como accesorio para otras herramientas de adivinación como las cartas del tarot, el horóscopo o la quiromancia.

A través de su duradera historia, la bola de cristal sigue siendo una de las imágenes más poderosas y omnipresentes con las que relacionamos el misticismo espiritual. No solo pensamos en ella como medio para obtener conocimientos, sino también como imagen firmemente enraizada de la imaginería cultural, ya que la magia y la brujería están experimentando un incremento de popularidad. Y es por una buena razón: estas prácticas dan voz a los marginados y proporcionan una comunión con el otro. Además, ya no está tan mal visto entregarse a la seducción de lo paranormal; puedes llevar tu herramienta de clarividencia cosida junto a tu corazón en tu cazadora vaquera o enganchada en forma de pin y seguirás estando a la última. Independientemente de si reflejan en realidad algo acerca de nosotros o no, esos brillantes orbes de cristal no parece que vayan a desaparecer, aunque sin duda son capaces de provocar un incendio.