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Identidad

La mujer que se casó con un caballo: fotos de mujeres y caballos

En su nuevo libro 'The Woman Who Married a Horse', la fotógrafa finlandesa Wilma Hurskainen examina la compleja relación entre humanos y equinos.
Photos by Wilma Hurskainen

A las chicas les encantan los caballos, mientras que los chicos juegan al fútbol. Es un estereotipo de la cultura popular totalmente atemporal y la fotógrafa finlandesa Wilma Hurskainen fue una de esas chicas amante de los equinos. Como adulta, su enfoque hacia este tema es mucho más maduro y diverso. Su nuevo libro The Woman Who Married a Horse (La mujer que se casó con un caballo) retrata la mágica conexión entre humanos y caballos, una amistad basada en el respeto mutuo.

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Hablamos con la artista de 37 años de edad, cuyas fotos se han expuesto en Asia y Europa, sobre la fascinación por estos animales, el encanto de los ponis diminutos y cómo el amor entre mujeres y caballos llegó a convertirse en un cliché.

Broadly: ¿En qué crees que se diferencia la relación entre las mujeres y los caballos de la relación entre los hombres y los caballos?
Wilma Hurskainen: No estoy segura de que haya necesariamente una enorme diferencia. Sin duda, tanto hombres como mujeres pueden tener relaciones muy cercanas con los caballos. Por una parte está el icónico cowboy solitario cuyo compañero de fatigas es un caballo y por el otro están las niñas que, a cierta edad, pueden sentir que el único que las entiende es su adorado pony. Habiendo crecido con tres hermanas pequeñas, siempre he fotografiado a niñas y mujeres y ahora, en esta obra, las mujeres comparten su extraño mundo con estas otras criaturas vivientes.

¿Tienes una relación personal con el tema?
Cuando era pequeña soñaba con montar a caballo, pero no me dejaban. Como adulta, aprendí a montar y me sentí fascinada. Empecé a interesarme por el caballo como símbolo en el arte, leyendo historias populares que incluyen caballos y finalmente me interesé por cuestiones como la posibilidad de comunicación entre dos especies, los acuerdos entre humanos y caballos y la fuerte presencia de los animales en el arte contemporáneo. El animal parece haber servido como espejo en el que los humanos ven un reflejo de sí mismos, un reflejo al que no tienen acceso de ningún otro modo. Aun así, cuanto más instrumental es la actitud del ser humano hacia el animal, más difuso se vuelve su reflejo.

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¿Las fotografías muestran a mujeres con sus caballos reales o trabajaste con modelos?
Yo misma posé para las primeras imágenes, pero eso resultaba muy poco práctico, así que empecé a buscar mujeres que hubieran pasado mucho tiempo con caballos y que estuvieran muy familiarizadas con ellos. Gran parte del material fue fotografiado en Estados Unidos y conocí a mujeres jóvenes increíbles, como muchachas que habían aprendido a montar a caballo incluso antes de aprender a andar. Es una situación y una actitud muy diferente de la de la mayoría de jinetes que he conocido en Finlandia: nosotros no trabajamos con los caballos, simplemente son un hobby. De todas formas, me encontré con relaciones muy íntimas de respeto mutuo entre mujeres (y hombres) y caballos que habían crecido juntos o que de algún modo habían aprendido cosas muy importantes los unos de los otros, así que resulta difícil describirlo.

¿El pequeño pony blanco que aparece sobre un sofá vive realmente en una casa?
La llevaron adentro para la fotografía. Era una Falabella, un caballo miniatura, pero además de eso, también enana. ¡Muy pequeña! La mayoría de caballos que aparecen en mis fotografías son simplemente caballos que me fui encontrando, pero para algunas imágenes tuve la suerte de trabajar con caballos entrenados que podían tumbarse cuando se lo ordenaban.

El hecho de que las niñas estén locas por los caballos es algo así como un cliché. Y en tu sitio web dice que tomaste prestadas historias de libros para niñas. ¿Qué crees que ven las niñas en los caballos?
Es un cliché y a veces creo que es casi ofensivo el modo en que se interpreta la amistad de las niñas con los caballos como una fase juvenil antes de interesarse por los chicos o de encontrar su sexualidad. Es algo que va mucho más allá. Los caballos pueden ser muy comprensivos y su presencia física puede resultar muy tranquilizante. Pero a su vez, los caballos necesitan que los humanos estén tranquilos y se muestren al cargo. Puede ser un modo de descubrir la determinación y el liderazgo dentro de una misma. Y al hacer cosas conjuntamente con esa enorme criatura de otra especie diferente, a veces uno puede sentirse cerca de experimentar el mundo de un modo diferente, del modo en que lo hace un caballo.

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