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Identidad

La historia de una violación y la lucha porque deje de ser tabú

Jana Leo, arquitecta y artista conceptual española, fue violada en su casa hace 15 años y ha convertido ese hecho traumático en el eje de su trabajo sobre una realidad que permanece oculta
"Habitación de la violación", instalación de Jana Leo

Jana Leo cuenta que su violador no fue agresivo con ella. Que no la violó con violencia. Pero la violó. Él entró en su casa a mediodía apuntándola con una pistola mientras ella dejaba en la cocina las bolsas de la compra. Durante dos horas estuvo en su apartamento del neoyorkino barrio de Harlem. La penetró vaginalmente en su cama, sin su consentimiento y luego se marchó. Ella tenía 35 años.

Aquello ocurrió hace tres lustros y desde entonces, esta filósofa, artista conceptual y arquitecta española ha convertido en el eje de su trabajo contar que las violaciones no son tan extraordinarias, sino que son un delito habitual perpetrado contra las mujeres. Que el mito de que los agresores son psicópatas es falso. Que los hombres violan porque quieren sexo y lo quieren ya. Que la gran mayoría de las violaciones ocurren en lugares cercanos al hogar o en la casa de la víctima. Que la arquitectura y los espacios inseguros facilitan las agresiones. Que estas se producen con mayor frecuencia en las zonas con menos renta per cápita, donde los habitantes no se pueden permitir medidas de seguridad. Y sobre todo, que la violación provoca en las víctimas un trauma del que la sociedad prefiere no hablar porque sigue culpabilizándolas de lo que les ocurrió. Por eso muchas callan pero Leo se propuso rebelarse contra este silencio.

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"Esa misma noche [del día que su agresor la violó] empecé a escribir", cuenta la artista a Broadly a través de Skype desde Nueva York, donde vive de forma permanente desde hace cinco años después de pasar varios años a caballo entre EE. UU. y España. En los siete años siguientes a su agresión sexual, se dedicó a recoger toda la información que tenía que ver con su caso: desde los informes policiales, los exámenes médicos, las fotos que realizó en cuanto el violador salió de su casa, del edificio de apartamentos donde vivía, del interrogatorio al violador cuando dieron con él dos años después gracias al ADN tras ser condenado a cárcel por robo, de los datos de delitos registrados en su edificio, de la información sobre cómo su casero había descuidado la seguridad del edificio y como ello había facilitado la entrada al violador.

"Estoy en un estado tal de nervios que recopilo todo tipo de información; es también mi manera de ir ganando poder sobre lo que me había pasado y esto es documentar toda la parte de mis emociones", explica Leo, quien reflexiona: "Si mi mente no puede pensar en otra cosa que esto se convierta en mi caso de estudio". Habla con otras víctimas, con su terapeuta —a la que acude cada semana durante cinco años—, con investigadores, abogados y fiscales. Cuatro años después todo ese archivo sirvió para construir el caso criminal contra su agresor donde ella tuvo que demostrar que había sido violada. Y en 2007 le ayudó a establecer una causa civil contra su casero por negligencia.

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Esa misma noche [del día que su agresor la violó] empecé a escribir

Cuando terminaron los dos procesos judiciales, en los que el violador fue condenado por conformidad a 20 años de cárcel por violarla a ella y a otra mujer, y su casero recibió un castigo de 33 meses de prisión por evasión fiscal y fraude inmobiliario, decidió que tenía que hacer algo con todo ello. Así es como nace su primer Rape New York (Violación Nueva York) un libro de gran formato que publicó en EE.UU. en 2010 y que recopila 550 documentos relacionados con los siete años anteriores de su vida.

"Desde el punto de vista político suponía hablar y hacer público con fotos e imágenes todo lo que me había ocurrido en este tiempo", cuenta Leo. Hay informes policiales, autorretratos, fotos del examen médico que le hacen en el hospital, de su casa. También hay mapas de Nueva York para situar lo ocurrido en el contexto de la ciudad, artículos de prensa sobre su casero y fotos de las instalaciones que como artista realizó en ese tiempo. Aparece la Habitación de la violación, donde se ve una cama en un dormitorio decorado con un papel de pared con la imagen de una herida, la que le dejó la violación. O El congelador de la memoria, donde la foto que Leo se hace al día siguiente de que la violen frente al espejo queda congelada. "Tengo que dejar mi memoria congelada en ese momento para poder seguir adelante", explica.

Izquierda: Jana unos días antes de su violación. Derecha: Jana el día después de ser violada. Jana incluyó estas fotos en uno de sus libros como forma de enseñar cómo cambió su expresión tras la violación.

Empezó a escribir sobre todo ello, primero como forma de "andamio para sostener el libro documental". Cuando llevaba 50 páginas se dio cuenta de que lo que estaba haciendo era un libro en sí mismo. Paró, y como si se enfrentara a una investigación, organizó un índice de lo que quería contar y comenzó a revisar las 25 cajas de documentos que tenía sobre su caso. Durante un año, recopiló estudios y estadísticas sobre agresiones sexuales, que le mandaba el policía que finalmente dio con su violador y repasó todo el trabajo de campo que había realizado en los años previos.

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Rape New York. The Story of a Rape and Examination of a Culture of Predation (Violación Nueva York. La historia de una violación y un examen a la cultura de la depredación) se editó en 2011 y en él Leo hace un recorrido desde su violación, que cuenta con detalle en el primer capítulo, hasta la condena de su agresor y casero. Como una novela negra, el lector sigue a través de la mujer cómo en comisaría tiene que contar en el mismo día hasta a cuatro agentes diferentes lo que le ha ocurrido. Cómo cuando le pide a su casero que arregle la cerradura de la puerta que da a la azotea por donde se coló su agresor este le dice: "¡También podías estar muerta!".

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En el libro, que no está publicado en español, Leo cuenta por qué tardó más de un año en decidirse a presentar cargos penales contra su violador. "Mi reacción instintiva fue de miedo", escribe. Miedo a que el agresor conociera su nombre y enviara a alguien a matarla si había un juicio. "La violación no es solo un crimen, también es una advertencia: te violo pero si te cruzas conmigo te mataré. Incluso aunque mis miedos fuera irracionales, para mí eran reales", describe. Pero también se encontró con un conflicto moral ante la sentencia larga —20 años de cárcel— a la que se podía enfrentar el agresor si era condenado.

Lo que finalmente la decidió es que el Gran Jurado desestimó los cargos que presentó la otra víctima. "Ella era una inmigrante ilegal mexicana y no la creyeron, y mi abogada me dijo tú has estudiado en [la Universidad de] Princeton, eres blanca y rubia", explica a Broadly. En el último día del juicio, Leo leyó una declaración en la contó el daño que le había producido el agresor. "Expliqué cómo mi relación de pareja sufrió y finalmente se rompió. Cómo durante años me sentí una refugiada sin hogar. Cómo perdí la confianza en mí misma y la esperanza. Cómo estaba continuamente triste y sin entusiasmo […]. Quería que el violador escuchara el efecto que su acción había tenido en mí, y también quería que el juez entendiera que la violación no había sido especialmente cruel ni violenta", escribe.

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La violación no es solo un crimen, también es una advertencia: te violo pero si te cruzas conmigo te mataré

Pero Leo no solo relata su experiencia personal, sino que da cuenta de cómo los procesos de gentrificación de las ciudades perjudican a los que menos tienen y favorecen los delitos. Cómo la gran mayoría de violaciones se producen en las inmediaciones del hogar, donde las mujeres se sienten seguras, al sacar la basura, al acercarse al portal o al bajar a hacer la colada. Y también detalla que la tasa de mujeres violadas es nueve veces mayor entre las divorciadas y separadas, y seis veces, entre las solteras que entre las que están casadas o son viudas. "Ellas aparecen como un objeto abandonado que otros pueden tomar", argumenta en relación a cómo el machismo presenta a las hombres como los dueños de las mujeres.

Subraya que el "fantasma de la violación está ligado a ser mujer", como demuestran las elevadas cifras de agresiones sexuales que no solo hay en EE.UU. —una de cada diez es violada— sino en todo el mundo. Explica que cuando una amiga suya fue agredida sexualmente dice que pensó "'ya está', como si la violación fuera algo que todas las mujeres temen y esperan que ocurra".

Tras publicar el libro, Leo se dio cuenta de hasta qué punto la violación y lo que les ocurre a las víctimas sigue siendo un tabú del que la sociedad prefiere no hablar. "En una universidad en la que me presenté a un puesto de profesora me dijeron que como había sido violada pues que no quedaba bien de cara a los alumnos y los padres", explica. Y entonces decidió que si las universidades iban a a tener problemas en contratar a una profesora violada, "si Jana Leo es solo violación, pues que este sea mi proyecto".

Ahora prepara un nuevo libro de gran formato con una tirada pequeña en el que juntará su obra gráfica y escrita sobre la violación. Sus objetivos son dos. Por un lado, quiere que sirva de documentación y caso de estudio para seminarios e investigadores y como testimonio y guía de lo que las víctimas de una agresión sexual se van a encontrar tras la violación. De ahí que uno de los destinatarios del nuevo volumen sean los centros de atención a mujeres violadas.

Por otro lado, quiere dedicar su trabajo a educar en el trauma y enseñar en las universidades lo que una violación produce en la agredida. "Hay que cambiar la estrategia, no podemos seguir enseñando a las mujeres cómo comportarse para que no las violen, es lo que se ha hecho hasta ahora y no funciona, lo que hay que evitar son futuros agresores y para ello hay que cambiar la educación de los chicos", afirma. De ahí, señala, que, ahora que en EE.UU. la opinión pública empieza a estar concienciada con el elevado número de violaciones que se producen en los campus universitarios, su intención sea trabajar en ese ámbito. "La violación se produce porque ellos quieren sexo y lo quieren de manera inmediata y si yo les cuento las consecuencias que tiene obligar a alguien, mostrarles cómo están fastidiando la vida a otra persona, tal vez se lo piensen dos veces", señala.