Así es luchar contra el cáncer de mama a los veintitantos
Illustration by Vivian Shih

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Identidad

Así es luchar contra el cáncer de mama a los veintitantos

“Prácticamente te ves obligada a enfrentarte a todos esos duros y horribles pensamientos para ver el lado positivo”.

Mientras se probaba su vestido de boda por primera vez, Julia Filo se notó una protuberancia en el pecho izquierdo en la que no había reparado antes. "La reacción inicial siempre es la misma: te asustas mucho y te quedas muy conmocionada", explica, "pero como estaba entretenida probándome el vestido, descarté el pensamiento".

Con solo 24 años, Julia poco podía imaginar que pasaría el año siguiente entre consultas médicas y estancias en el hospital. De hecho, cuando fue a visitar a su ginecóloga la semana siguiente, la doctora no encontró nada anormal; días después, fue a hacerse una ecografía, cuyos resultados eran perfectamente normales.

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Sin embargo, por mucho que los diagnósticos médicos indicaran lo contrario, Julia seguía notando un bulto "del tamaño de una bola de pimpón" en el pecho. Pocos meses después, la protuberancia había adquirido el tamaño de una pelota de tenis. "Repetí el periplo", me cuenta Julia. "Volví a ver a mi ginecóloga, que me examinó nuevamente y esta vez encontró algo. Me mandaron otra ecografía, y en esta ocasión, nada más salir de la prueba, me enviaron a hacerme una mamografía. Fue entonces cuando detectaron el tumor por primera vez".

Después de detectar otro tumor de menor tamaño en su esternón y de extirparle siete ganglios linfáticos del costado izquierdo, los médicos finalmente diagnosticaron a Julia cáncer de mama en estadio IV. ("No hay ningún estadio V", dice amargamente). Se sometió a su primera sesión de quimioterapia menos de un mes después. Tras quince sesiones, el tumor de ocho centímetros de diámetro había quedado reducido a un bulto de dos centímetros. El siguiente paso era la cirugía. Julia prefirió someterse a una mastectomía solo del seno afectado y utilizar una prótesis.

Pese a que ya ha terminado con la quimioterapia y está en la última fase del tratamiento, Julia no puede evitar lamentarse por que no hubieran sido capaces de detectarle el cáncer mucho antes. "No hacen mamografías a las mujeres jóvenes a menos que no sea necesario por no irradiarlas", dice. "Y eso es lo que me indigna muchísimo, porque precisamente por esa razón tuve un tumor en el cuerpo durante seis meses".

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La verdad es que no era el perfil típico de paciente con cáncer de mama. Así que el médico me dijo que volviera al cabo de un año o antes si notaba algún cambio

Para Julia es muy importante dejar una cosa clara. "Ya van cuatro o cinco personas que me dicen que he tenido mucha suerte de que me lo detectaran a tiempo", explica. "No me lo detectaron a tiempo: soy joven… Si no hubiera insistido cuando me dijeron 'Estás bien, vuelve a los cuarenta', ahora mismo no estaría aquí".

Meghan Koziel, que tenía 25 años cuando le diagnosticaron cáncer de mama, pasó por una experiencia muy similar. Al igual que Julia, acudió al médico tras detectar un pequeño bulto en el pecho y asegura que el médico la despachó con total despreocupación por su edad. "La verdad es que no era el perfil típico de paciente con cáncer de mama", me cuenta. "Así que el médico me dijo que volviera al cabo de un año o antes si notaba algún cambio".

Cinco meses después, Megan empezó a sentir dolor en el pecho derecho cada vez que abrazaba a alguien. "No había duda de que el bulto había crecido y me incomodaba cada vez más en el día a día".

Después de someterla a una mamografía y una biopsia, le diagnosticaron cáncer de mama en estadio IIB, cuyas características fueron determinantes para el tratamiento que recibió. Megan asegura que la llamada de su médico anunciándole la mala noticia fue el peor momento de su vida. "Me entraron ganas de vomitar… De repente sentí que estaba sola y que caía en un agujero profundo", recuerda. "Nunca olvidaré aquella llamada".

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Meghan documentó todo el proceso de su recuperación, haciendo un seguimiento de cómo le crecía el pelo. Fotos cortesía de Meghan Koziel

Recibir un diagnóstico de cáncer es una noticia horrible, no importa la edad que tengas; para las jóvenes de veintitantos años, una edad a la que todavía están intentando saber qué hacer con sus vidas, resulta especialmente devastador. "Esa sea quizá la parte más frustrante… No se puede explicar", cuenta julia. "Tengo 25 años, no hay antecedentes en mi familia ni tampoco tengo predisposición genética. Es aterrador no saber por qué me ha pasado esto".

A Julia le dieron la noticia en cuanto despertó de la anestesia tras haberse sometido a una operación para extirpar dos ganglios linfáticos sospechosos, pero asegura que todavía estaba demasiado adormecida como para recordarlo. "Fueron mi marido y mi madre, que me llevaron a casa después de la operación, los que tuvieron que volver a darme la noticia cuando hube recobrado por completo la conciencia", recuerda. Ninguna madre tendría que verse en esa situación. "Me tumbé en el sofá y me puse a llorar. De hecho, fue la única vez que lloré por este tema. Prácticamente te ves obligada a enfrentarte a todos esos duros y horribles pensamientos para ver el lado positivo".

Julia vio que no le quedaba otra opción que pasar página y centrarse en el tratamiento. "Cuando empezó a caérseme el pelo, me lo afeité. Cuando me hicieron la mastectomía, salí del hospital plana por un lado. Así es mi vida ahora".

Meghan también se ha acostumbrado a este cambio radical que ha sufrido en su vida, aunque le costó al principio. "Pasé de no ver casi nunca a mi médico de cabecera a tener citas con un oncólogo, un cirujano oncólogo, un especialista en fertilidad y un asesor en genética. Es un cambio de estilo de vida muy importante y al principio resulta abrumador", afirma. "Tuve que solicitar una discapacidad temporal porque la quimio me dejaba hecha una mierda… Es horrible cómo te afecta ese tratamiento". Una vez incluso sufrió un choque anafiláctico causado por una reacción alérgica al mismo fármaco que le estaba salvando la vida.

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"Me había olvidado de lo enferma que me puse", me cuenta. "Ahora, cuando veo las fotos de entonces, pienso, Madre mía".

Otro de los aspectos que preocupan a las mujeres jóvenes que se enfrentan a un cáncer de mama es el de la fertilidad, ya que la quimioterapia y la terapia hormonal conllevan un riesgo de provocar menopausia precoz.

Tanto como Meghan estaban inmersas en los preparativos de sus bodas cuando les diagnosticaron el cáncer; hoy, ambas sufren menopausia precoz. Sin embargo, antes de iniciar el tratamiento multifásico, las dos optaron por la extracción y conservación de óvulos y la posterior fertilización in vitro para no renunciar a la posibilidad de tener hijos biológicos. Julia asegura que esta es el único aspecto de la experiencia que la hizo feliz porque, "no importa cómo lo mires, has creado vida".

Meghan sacó lo mejor del tratamiento de otra forma: decidió documentar su evolución durante un año en su blog personal y a través de fotos que colgaba en su cuenta de Instagram con frecuencia, mostrando con orgullo su calvicie y, más adelante, cómo iba creciéndole de nuevo el pelo. En otras fotos pueden verse las cicatrices de la mastectomía y sus senos sin pezones. "No veo que sea inapropiado o sexual enseñar una foto de mi pecho y de mis cicatrices", explica. "Me parece algo educativo y que puede servir de motivación para otras chicas que estén en mi situación".

"Cuando me lo diagnosticaron, todo era nuevo y yo estaba perdida y asustada. No paraba de buscar cosas en Google, que es lo peor que puedes hacer, porque casi todo lo que encuentras ahí son los peores casos", agrega. "Con mi blog espero ayudar a otras chicas a superar la experiencia".

A principios de este mes, Julia inició la tercera y última fase del tratamiento: la radiación. El 21 de julio, a los 27 años, Meghan venció su lucha contra el cáncer. Esta semana se cumple un año desde que le diagnosticaron la enfermedad. Con un optimismo desbordante, la joven me cuenta lo entusiasmada que está ante la perspectiva de someterse a una reconstrucción de mama. "¡Yo siempre digo que cuanto más grandes, mejor!", exclama bromeando. "Lo único bueno de tener cáncer de mama es que te operan las tetas gratis. Eso y no tener la regla".

"Cuando tienes cáncer, tienes que aferrarte a algo que te mantenga a flote", añade, con un tono más serio.