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Identidad

¿Están las mujeres evolutivamente programadas para engañar a sus parejas?

Una nueva investigación afirma que las mujeres están programadas para contar con machos de reserva por si su pareja original enferma o muere. Hablamos con el investigador que hay tras esta polémica teoría.
Stocksy via Mauro Grigollo

Antes de empezar, vamos a sacarnos de encima un asunto: hay muchas personas, tanto pertenecientes al mundo académico como fuera de él, que creen que la psicología evolutiva no es más que un montón de mierda.

Los críticos afirman que los psicólogos evolutivos refuerzan suposiciones de género ya obsoletas y que reformulan problemas culturales modernos etiquetándolos de "ciencia". No le son de mucha ayuda a esta disciplina estudios tristemente famosos como el de 2007 titulado Componentes biológicos de las diferencias de sexo en la preferencia del color, que sugería que a las niñas les gusta el rosa porque sus ancestras cavernícolas se dedicaban a recolectar bayas silvestres.

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Dicho esto, los defensores de la psicología evolutiva afirman que extraen sus conclusiones de las amplísimas fuentes del comportamiento humano y de patrones y tendencias discernibles en las diferentes culturas de todo el mundo. Y esto nos lleva hasta un reciente estudio realizado por un miembro de este campo de investigación.

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Una nueva investigación llevada a cabo en la Universidad de Texas afirma que las mujeres tienen aventuras amorosas como modo de probar posibles parejas superiores a la que tienen. La denominada "hipótesis del cambio de pareja", afirma el profesor David Buss, puede emplearse para explicar el comportamiento de las mujeres sin hijos, que tienden a encontrar más fácil cambiar de pareja.

"A lo largo de la historia evolutiva humana, siempre han podido sucederle cosas malas a la pareja estable de las mujeres. Podían herirle, podía caer enfermo, podían matarle, o incluso su valor como compañero podía decrecer". Como resultado, según Buss, las mujeres evolucionaron para coleccionar parejas de recambio.

"Si el compañero habitual empezaba a dejar de proporcionar los beneficios inherentes a la opción masculina, o incluso provocar gastos, entonces la mujer podía cambiarlo por un compañero claramente mejor". En esencia, las mujeres prehistóricas intercambiaban sus previamente diligentes compañeros por versiones mejoradas cuando estos enfermaban y ya no podían salir a cazar-recolectar para mantenerlas.

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Según el punto de vista de Buss, la teoría del cambio de pareja explica por qué las mujeres tienen aventuras amorosas, algo que el archienemigo de la psicología evolutiva, la hipótesis de los genes buenos, no puede hacer. La hipótesis de los genes buenos afirma que las mujeres eligen como compañeros potenciales a hombres cuya descendencia tenga las mayores posibilidades de sobrevivir. "Esa teoría no puede explicar por qué las mujeres tienden a mantener aventuras amorosas. Si solo fueran tras los genes buenos, únicamente desearían sexo a corto plazo sin implicación emocional alguna".

En el meollo de la propuesta de Buss hay pruebas que sugieren que el 79 % de las mujeres se enamoran de los hombres con quienes tienen una aventura, según un estudio realizado en 1985 por Glass & White. "Los hombres están mucho más motivados por consideraciones sexuales en sus aventuras extramatrimoniales y son menos propensos a enamorarse de sus compañeras, sin embargo las mujeres tienden a tener aventuras para coleccionar machos de reserva".

Le pregunto si no será que muchas mujeres simplemente están condicionadas culturalmente a esperar intimidad de sus relaciones sexuales y, por lo tanto, tienen más probabilidades de desarrollar sentimientos por sus compañeros. "Yo no hago distinción entre nuestra psicología evolucionada y nuestra psicología social. Lo que está aquí en juego es la naturaleza de nuestra psicología evolucionada". Buss continúa argumentando que hay pruebas que respaldan la idea de que los hombres son en general más capaces de disociar el sexo de la implicación emocional. "Es universal. Vas a Sudáfrica, a Australia o a Botswana y encuentras lo mismo".

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Buss afirma que las mujeres llevan un seguimiento constante del "valor como pareja" de sus compañeros. "Yo creo que las mujeres tienen todo el tiempo estos mecanismos de evaluación de bajo nivel en marcha. De modo que conocen a alguien nuevo y se preguntan si esa nueva persona, como alternativa, sería más atractiva que su pareja actual". En su investigación, Buss menciona la frecuencia con que se utiliza la aportación económica inadecuada por parte del marido como motivo de divorcio.

Le pregunto si se aplican los mismos principios a las mujeres con hijos. Buss afirma que las mujeres con hijos tienen menos probabilidades de cambiar su pareja actual por otra mejor. Su brutal explicación para ello es que "en el mercado de las parejas, tener un hijo con otro hombre es un gasto, no un beneficio. Tu valor como pareja se reduce".

Tanto si estás de acuerdo con esta teoría como si no —después de todo, muchas mujeres económicamente independientes eligen tener aventuras solo por diversión, para tener sexo sin ataduras—, Buss cree que esta área es un campo fértil para futuras investigaciones.

"En cierto modo en Occidente hemos llegado a evaluar las relaciones exclusivamente usando el rasero de su duración", afirma. "Eso es un error, desde un punto de vista evolutivo. Hay un montón de posibles nuevas vías de investigación".