píldoras anticonceptivas
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Identidad

‘Me quería morir’: cómo las píldoras anticonceptivas pueden arruinarte la vida

Siempre se ha esperado que las mujeres soportaran tanto la carga de tener hijos como la de evitar los embarazos no deseados, pero incluso los métodos anticonceptivos más comunes y “seguros” pueden provocar graves efectos secundarios.

Kate Sloan llevaba solo cinco meses tomando Aviane, un anticonceptivo hormonal conocido como la "píldora combinada", cuando llamó a un centro de ayuda para evitar suicidarse. Había pasado de ser una adolescente de 18 años creativa y sociable a ser una persona que apenas podía salir de casa. Sloan, que estudiaba periodismo, era incapaz de consultar a las fuentes como exigía su trabajo y su rendimiento como música se redujo drásticamente. "Antes de tomar la píldora solía escribir dos o tres canciones al mes", afirma, pero con la terapia hormonal su productividad se redujo drásticamente. "Solo compuse como cuatro o cinco canciones durante los tres años y medio que estuve tomando anticonceptivos".

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Sloan empezó a tomar la píldora cuando conoció a su primer novio. Poco después empezó a enfurecerse por pequeñeces como que su novio llegara tarde a una cita o que sus padres se quejaran de los platos sucios que había sobre la encimera de la cocina. "Me sentía irracionalmente furiosa", explica. No era típico de ella sentirse tan irritable, pero no tenía ni idea de por qué le pasaba aquello.

Más tarde, cuando ni siquiera hacía dos meses que había empezado a tomar la píldora, empezó la depresión y Sloan ya no fue capaz de levantarse de la cama para realizar tareas sencillas como ducharse o comer. Lloraba sin parar durante días y días, casi siempre sin motivo. "Gran parte del tiempo me quería morir, pero no lo suficiente como para suicidarme de verdad", explica. "A veces iba caminando por la calle, veía un gran camión y pensaba: 'Si me atropellara ahora mismo no me importaría nada'".

Sloan dejó de tomar la píldora el día después de que finalizara su relación, pero tuvieron que pasar varios meses hasta que empezó a notar el cambio. "Transcurridos varios meses desde que dejé de tomar los anticonceptivos me di cuenta de que me sentía completamente diferente, mucho más feliz, más productiva y más capaz", afirma. "Y entonces lo vi claro: debía de ser la píldora lo que me había provocado problemas de salud mental".

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Foto por Mauro Grigollo vía Stocksy

Según estadísticas de los Centros Norteamericanos de Control y Prevención de Enfermedades, el 62 % de las mujeres en edad reproductiva emplea algún tipo de método anticonceptivo. Muchas mujeres utilizan principalmente métodos hormonales (la píldora, implantes, parches, inyecciones, anillos vaginales, DIU libres de cobre…) y un 30 % de ellas han probado al menos 5 de ellos, aunque la píldora combinada sigue siendo la opción más popular, ya que cuatro de cada cinco mujeres la han probado al menos una vez. Un informe elaborado en 2012 por la Agencia Nacional Norteamericana de Estadísticas sobre la Salud que versaba sobre tendencias y uso de los métodos anticonceptivos a lo largo de los años reveló que de los 45 millones de mujeres que han empleado la píldora, un 30 % dejaron de tomarla al no sentirse satisfechas. En lo que respecta a los 12,5 millones de mujeres que emplean inyecciones de Depo-Provera, casi la mitad de ellas dejaron de usarlas, como sucede con los 5,6 millones de mujeres que utilizan parches anticonceptivos. Según estos hallazgos, los efectos secundarios fueron la causa principal de insatisfacción. El informe no incluía los DIU, pero un estudio diferente llevado a cabo en 2015 descubrió que el uso del DIU casi se ha multiplicado por cinco en la última década.

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A veces iba caminando por la calle, veía un gran camión y pensaba: Si me atropellara ahora mismo no me importaría nada

Los anticonceptivos hormonales (ACH) pueden mejorar diversos problemas de salud que afectan a las mujeres y con frecuencia así se anuncian; existen píldoras que afirman servir de ayuda contra la endometriosis, el síndrome premenstrual, el trastorno disfórico premenstrual y las migrañas con aura, pero a pesar de los beneficios que puedan reportar los ACH a algunas mujeres, muchas de las que deciden tomarlos siguen experimentando lamentables —y en ocasiones debilitantes— efectos secundarios.

Uno de los efectos secundarios más comunes de los anticonceptivos hormonales es el aumento de peso. Mina* engordó 36 kilos mientras tomaba Demulen, un anticonceptivo oral, en 2012. "No es que estuviera como un palo, pero hacía ejercicio tres veces a la semana y comía sano", recuerda de sus tiempos con la píldora. Pensó que mantendría su peso, pero en lugar de ello "mi peso no dejaba de aumentar".

Finalmente Mina visitó a cinco médicos para consultarles sobre su aumento de peso, pero todos ellos la ignoraron afirmando que la píldora no era el problema. "Sus respuestas me hacían sentir insignificante, como si no tratara de llevar un estilo de vida saludable", afirma. "Era como si pensaran que les estaba mintiendo y que en realidad lo que quería era perder peso".

Después de ocho meses, Mina dejó finalmente de tomar Demulen. Ahora se mantiene alejada de cualquier anticonceptivo hormonal y utiliza condones con su prometido, aunque según ella no es lo ideal y no resulta tan placentero. Mina está incluso planeando someterse a cirugía bariátrica para controlar su peso, que dejó de aumentar en cuanto interrumpió su tratamiento con la píldora (pero que se ha mantenido igual). Ella cree que los médicos podrían haberse esforzado un poco más en tomarse en serio sus preocupaciones. "Tengo la sensación de que esta operación es una solución extrema para algo que podría haberse prevenido".

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Vanessa Yard también aumentó de peso después de usar durante un tiempo el DIU Jaydess, que decidió probar después de que otros tipos de anticonceptivos le provocaran diversos efectos secundarios desagradables. Yard empezó a usar anticonceptivos hormonales hace cinco años, cuando tenía 17. Probó el Marvelon, pero su libido disminuyó notablemente. "Empecé a tomar anticonceptivos cuando todavía me estaba convirtiendo en mujer, así que no conocía mi auténtico yo sexual", afirma. "Cuando dejé el Marvelon me sentí una persona completamente diferente". Después probó el NuvaRing, pero le provocaba infecciones por levadura y le incomodaba notar el anillo en su interior. Poco después probó las pastillas Alesse, pero empezó a sufrir ansiedad y depresión a causa del anticonceptivo oral y no paraba de llorar todo el tiempo. Según sus palabras, hasta que no dejó de tomarlo no empezó a sentirse mucho mejor.

Más tarde, en agosto de 2015, Yard se insertó el DIU Jaydess y al cabo de unas semanas empezó a notar un cambio en su físico. "Estaba toda hinchada aunque hacía mucho ejercicio y comía sano", explica. También empezó a albergar pensamientos irracionales conforme aumentaba la hinchazón. "Comencé a sentirme muy maternal, era como si tuviera un bebé creciendo dentro de mí", afirma. "Pensaba con frecuencia en formar una familia, que es exactamente lo contrario de mi personalidad".

Como Mina, fue a visitar a un médico para consultarle sobre su aumento de peso y este la ignoró. El médico le dijo que no había ninguna evidencia que vinculara el aumento de peso con el DIU, pero un mes más tarde Yard fue a que se lo extrajeran. Actualmente está tomando Ortho Tri-Cyclen Lo y, una vez más, su libido ha disminuido. "Me parece que los profesionales de la salud en general no nos informan de los efectos secundarios potenciales [de los anticonceptivos hormonales] y no tienen en cuenta nuestras experiencias con ellos si lo que experimentamos no se encuentra en la ficha informativa de la marca".

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A cné, aumento de peso, cambios de humor, náuseas, descenso de la libido y dolor en los pechos: estos son solo los efectos secundarios "menores" que se asocian a cualquier píldora anticonceptiva hormonal, pero también conllevan el potencial de sufrir problemas más graves, que incluyen dolor abdominal o estomacal, dolor en el pecho o dificultad respiratoria, dolores de cabeza, mareos o entumecimiento, problemas con la vista y el habla, y graves dolores en los gemelos o en las piernas. Y aquí ni siquiera están incluidos los efectos psicológicos, que rara vez se mencionan.

Mi propia experiencia con los ACH no ha sido mucho mejor, he probado siete marcas diferentes a lo largo de seis años y he experimentado ira y rabia explosiva; una profunda depresión que me llevaba a encerrarme en mi apartamento durante días y días sin ducharme y sin limpiar la casa; una ansiedad tan paralizante que me negaba a cruzar la calle por los pasos de cebra pensando que un coche aparecería de la nada y me atropellaría; un dolor tan fuerte en los pechos que no podía evitar hacer una mueca de dolor cuando caminaba; ropa y sujetadores que ya no me entraban; un acné quístico que se apoderó de mi cara y me avergonzaba tanto que me llevó a mirar al suelo cuando caminaba; dolores agudos en los brazos y el abdomen; y un sangrado constante. Mi madre me arrastró una vez a la consulta del médico y le exigió que me ofreciera una alternativa porque me había "convertido en el demonio". He probado métodos de dosis bajas y solo de progesterona, pero ha sido en vano (he seguido tan demoníaca como siempre).

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Mientras que el hecho de ser incapaces de tomar anticonceptivos hormonales —por el motivo que sea— es realmente un problema muy común que soportan los cuerpos capaces de llevar un bebé en su interior, continúa el debate sobre si pueden provocar problemas de salud mental y cambios de humor, y los expertos no consiguen ponerse de acuerdo. Un estudio llevado a cabo en 2013 reveló que no lo hacen, pero la Dra. Ellen Wiebe, profesora clínica de origen canadiense que trabaja en la Universidad de British Columbia, no está de acuerdo.

Wiebe, que ha estudiado los problemas de cambios de humor en las mujeres que toman ACH y ha escrito diversos artículos sobre el tema, afirma que los ACH definitivamente pueden interferir en la salud mental y el bienestar de las mujeres. "Provocan irritabilidad y cambios de humor, que no son lo mismo que una depresión clínica pero convierten a sus usuarias en personas desdichadas e interfieren en sus relaciones personales", me explica. "Esto le sucede al 25 % de las mujeres". Para su estudio "Characteristics of Women Who Experience Mood and Sexual Side Effects With Use of Hormonal Contraception" ("Características de las mujeres que experimentan efectos secundarios en su humor y su sexualidad con el uso de anticonceptivos hormonales"), Wiebe entrevistó a 1.311 mujeres, el 77 % de las cuales había empleado anteriormente anticonceptivos hormonales. De ese grupo, el 51 % afirmó que había experimentado al menos un efecto secundario en su estado de ánimo mientras tomaba este tipo de anticonceptivos. Estos "efectos en el humor" incluían llorar con mayor facilidad, sentirse tristes o deprimidas, sentirse irritadas o furiosas y experimentar más ansiedad que de costumbre. Según Wiebe, lo que le dicen las mujeres con más frecuencia es "la píldora [anticonceptiva] me está volviendo loca".

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La Dra. Pratima Gupta, ginecóloga, obstetra y defensora de los derechos de salud reproductiva, está especializada en planificación familiar y opina que la escasez de información disponible impide que los médicos pregunten específicamente a sus pacientes que toman anticonceptivos acerca de su salud mental. "Los datos de que disponemos no apoyan el incremento", afirma, lo que puede suscitar el escepticismo de algunos expertos. Gupta también afirma que es más probable que las pacientes solo describan los efectos secundarios físicos provocados por los ACH. Sin embargo, cree que los médicos deberían siempre tomarse el tiempo necesario para informar a las mujeres sobre todas las opciones anticonceptivas de que disponen además de sobre sus respectivos efectos secundarios y añade que las mujeres con trastornos de salud mental preexistentes deberían poder usar anticonceptivos hormonales, simplemente es cuestión de encontrar el tipo adecuado.

Sevonna Brown, gestora de proyectos sobre derechos humanos en Black Women's Blueprint, afirma que los estereotipos sociales en torno a las mujeres como seres emocionales y hormonales están tan normalizados que los médicos no se toman en serio las quejas sobre ansiedad y depresión procedentes de mujeres que toman ACH. "El mundo de la medicina —y la sociedad en general— a menudo sugiere que las mujeres son inherentemente emocionales e irracionales", explica, "y esto definitivamente repercute en el modo en que medicamos y protegemos nuestros cuerpos".

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Y entonces lo vi claro: tenía que ser la píldora lo que me había provocado problemas de salud mental

Así pues, ¿qué puedes hacer si decides no "proteger" tu cuerpo con hormonas sintéticas? Los condones, el único método anticonceptivo capaz de prevenir eficazmente los embarazos y las ETS, son efectivos en un 98 % cuando se usan perfectamente todas las veces, pero cuentan con una tasa de fallo del 18 % en su uso habitual. Aun así, muchas mujeres se inquietan cuando los condones son su única opción. Sloan, que experimentó ansiedad y depresión al tomar la píldora y finalmente dejó de usar completamente los anticonceptivos hormonales para evitar los efectos secundarios negativos, actualmente solo utiliza condones. Sus parejas se han quejado alguna que otra vez, pero ella les da un ultimátum: o usas preservativo o no hay sexo. Aun así, tiene miedo de quedar embarazada accidentalmente: "Me pone nerviosa tener relaciones sexuales usando solo un condón, porque da la sensación de que sigue habiendo probabilidades de que me quede embarazada", afirma. "Me preocupa el futuro, cuando quizá desee dejar a un lado los preservativos con una pareja estable".

Aunque sea la única opción aceptable para algunas mujeres, no tomar ACH también puede conllevar un estigma negativo. Yo no uso ACH desde 2010 (aunque probé la mini-píldora durante dos meses en 2014), pero mis parejas a menudo piensan que trato de "atraparles" con un embarazo. Me encuentro con un muro de indiferencia cada vez que explico los efectos secundarios que me han provocado los ACH y ser una mujer de color hace que la explicación todavía sea más difícil, porque me he dado cuenta de que los estereotipos racistas de "madre soltera" y "reina de la beneficencia" salen a colación en la conversación cuando menciono que no tomo la píldora (como si hubiera llegado tan lejos en la vida para decidir que mi principal propósito como mujer es convertir mi útero en una trampa con la que convertir en rehén a algún hombre durante los próximos nueve meses… y 18 años).

Afortunadamente existen otras alternativas anticonceptivas para las mujeres sensibles a las hormonas que cada vez están cobrando más protagonismo. La Dra. Gupta afirma que los capuchones cervicales, los diafragmas y las esponjas (que se usan con espermicida) son métodos muy efectivos. ContraGel, una alternativa natural y vegana al espermicida que las mujeres utilizan para evitar el nonoxinol-9, causante de irritaciones vaginales, y el Lea Contraceptivum también forman parte de la familia de anticonceptivos no hormonales. El método de la marcha atrás se está reconsiderando como pseudo-anticonceptivo ya que, si se hace absolutamente bien, tiene una tasa de fallo del 4 % (mientras que la tasa de fallo de los condones es del 2 %). Las estrategias de cómputo de los días fértiles también son una opción bastante popular, pero puede resultar algo difícil llevar un seguimiento estricto. "El día exacto en que ovulas puede variar de un ciclo a otro", afirma la Dra. Gupta, "así que como no es posible predecirlo, puedes quedar expuesta al riesgo de quedar embarazada inintencionadamente".

Entonces, ¿qué se supone que debe hacer un cuerpo que posee el potencial de llevar un niño en su interior? Pues parece que no mucho. Todas las alternativas a los ACH conllevan su propio conjunto de efectos secundarios y mayor riesgo de embarazo. Las mujeres están empezando a combinar los métodos para evitar tanto los bebés como las ETS.

Hemos construido robots, enviado gente al espacio, dominado el arte de chatear en tiempo real con gente que está al otro lado del mundo… Pero todavía no hemos conseguido crear un anticonceptivo seguro y eficaz para las personas cuyo cuerpo puede engendrar un bebé. Ahora mismo nuestra única opción es decidir qué método nos va a hacer menos daño.

Cuando pregunto a las mujeres qué cambio les gustaría ver en los anticonceptivos hormonales, sus respuestas varían: métodos más asequibles, más opciones no hormonales, más atención y empatía por parte de los médicos, un conocimiento más profundo de sus opciones, menos críticas por parte de los médicos y de la sociedad por no usar ACH y más diálogo y desarrollo de métodos anticonceptivos masculinos. Todas estas características juntas podrían ayudarnos a elevar la contracepción a los estándares de calidad que deberían poseer, pero hasta entonces una cosa es cierta: las mujeres están tratando de tomar las riendas de su salud sexual mientras escuchan las necesidades de su cuerpo. Ahora es preciso que el mundo de la medicina capte el mensaje.


*Los nombres han sido cambiados