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Identidad

​¿Es comer carne cosa de machos? Entrevistamos a Carol J. Adams

Por fin se ha publicado en español su libro "La política sexual de la carne", donde explica cómo las mujeres son cosificadas de la misma forma que los animales.
Portada de la edición española de "La política sexual de la carne"

Para la generación de nuestros padres no se puede decir que hemos comido realmente si no nos hemos metido un buen trozo de carne o pescado. También hay muchos jóvenes que piensan así. Si además eres un hombre, es posible que hayas escuchado muchas veces eso de que la carne es de machotes, porque por algún motivo en nuestra cultura el consumo de carne se ha asociado indisolublemente a la masculinidad.

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Por esto es extraño que un libro como La política sexual de la carne de Carol J. Adams (editado por ochodoscuatro ediciones), no se publicara hasta 1990. En su libro, Adams explica la relación entre nuestra sociedad patriarcal y el consumo de carne; cómo se asemeja la dominación de las mujeres por parte de los hombres a la dominación de los animales y cómo esto se aprecia en la publicidad y en los medios de comunicación. Además de descubrir la relación histórica que siempre ha existido entre feminismo y vegetarianismo.

Tras empaparme de su libro, decidí contactar con Carol para que me explicara un poco más sus teorías.

Broadly: Hola Carol, lo primero de lo que me gustaría hablar es de que tu libro tiene una extraña cualidad que creo que pocos libros tienen, muestra un tema al lector que, una vez que lo ha entendido, está totalmente claro… Me refiero a que tiene todo el sentido del mundo y te preguntas por qué no se te había ocurrido nunca a ti. ¿Te pasó algo así cuando escribiste el libro?

Carol J. Adams: Bueno, ¡muchas gracias! Es cierto, algunas personas ya me lo habían dicho. Hay mucha gente que siente un clic en su cerebro cuando lee el libro. De alguna manera cambia su visión del mundo. Mi propia visión del mundo tuvo que cambiar para que yo escribiera este libro. En 1974 me hice vegetariana y más o menos un mes después me di cuenta de que el feminismo y el vegetarianismo estaban conectados de alguna forma, que comer carne, huevos o tomar leche, estaba unido de alguna forma con la cultura patriarcal. Así que sí, puedes decir que desde aquél momento, octubre de 1974, empecé a ver las cosas desde un nuevo punto de vista. Por eso me planteé escribir el libro, para intentar explicar aquello que había descubierto.

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Los animales y las mujeres son un producto de consumo, los primeros son literalmente consumidos y las segundas son visualmente consumidas

Es curioso que mucha gente vegetariana o vegana explica una historia similar, como una especie de iluminación. A mí me pasó también. Un día estaba mirando a mi gato y pensé "nunca más voy a volver a comer carne".

Intenté explicar eso con el concepto del "referente ausente" que es la base de mi teoría, para la mayoría de la gente la carne que come está disociada de los animales. En tu caso, de repente el gato estaba tan presente en tu vida, que fuiste capaz de hacer esa conexión entre la "individualidad" del gato y la "individualidad" del resto de animales. Pero en nuestra cultura se niega a los animales de granja esa individualidad, de esa forma liberamos nuestras conciencias cuando los mandamos al matadero. Son un recurso.

Tu libro se acaba de publicar por primera vez en español y en tu web dices que las ediciones en francés, italiano y en algún otro idioma, están en camino. Me resulta un poco extraño que un texto como este no se haya traducido antes a estos idiomas. ¿Por qué crees que el interés en tu libro ha llegado justo ahora, 27 años después de su publicación en inglés?

¡Ya! (Risas) ¡Un cuarto de siglo después! La verdad es que tengo que decirte que en 1990, cuando se publicó, se consideró algo tan excéntrico, tan salvaje, tan diferente… La primera traducción que se hizo fue al japonés. Contrataron a una mujer vegetariana para hacerla. Luego llegó la traducción coreana y la china, algunos años después la alemana y no hubo ninguna más durante muchos años.

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Creo que quizá no era suficiente que el feminismo estuviera de moda en aquella época, era necesario que los derechos de los animales y el veganismo fueran más conocidos de lo que lo eran entonces. Hacía falta que hubiera más personas hablando de nuestra relación con los animales para que llegaran las traducciones. El movimiento en favor de los derechos de los animales es mucho más fuerte ahora.

El concepto clave del libro es, como ya hemos dicho antes, el "referente ausente". ¿Puedes explicármelo un poco más en relación con las mujeres y los animales?

El concepto del referente ausente explica cómo los animales en nuestra sociedad desaparecen como individuos, como seres con personalidad propia y se convierten en objetos que podemos utilizar a nuestro antojo. Desaparecen de tres formas diferentes: lo hacen literalmente, porque los matan, desaparecen conceptualmente porque las personas no se dan cuenta de que están comiéndose un animal y también su propio nombre desaparece, la gente se come una hamburguesa, no una vaca muerta. Y una vez que el animal se ha esfumado a tantos niveles, es difícil que los consumidores vean al animal muerto que hay detrás de su comida.

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Pero de lo que también me di cuenta fue de que las mujeres también están sometidas a este proceso de referente ausente en la sociedad patriarcal. Se nos ve como un recurso disponible para el disfrute de los hombres heterosexuales, somos cosificadas de la misma forma que los animales, se nos utiliza para el sexo, para la reproducción… Los cuerpos de los animales se cortan en trozos para consumirse por separado (alas, muslos, pechugas) y los de las mujeres también para ser consumidos en la pornografía, en la publicidad, en las conversaciones (mira qué culo, etc.), de forma que no se ve a esa persona como una entidad con personalidad e ideas propias. Un ejemplo de ello es el famoso vídeo de "Grab them by the pussy", en el que Donald Trump habla sobre el cuerpo de una mujer.

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En definitiva, los animales y las mujeres son un producto de consumo, los primeros son literalmente consumidos y las segundas son visualmente consumidas.

Este concepto del referente ausente puede aplicarse a más campos de nuestra vida, ¿verdad? No nos importa en qué condiciones se ha fabricado la ropa que llevamos, ni a un banquero estafador le importan los jubilados a los que les está robando. Parece como si el referente ausente fuera una de las leyes que rige nuestro mundo actual.

Totalmente de acuerdo. De hecho, uno de los primeros artículos en una revista universitaria que hizo referencia a mi trabajo hablaba sobre las personas que fabrican zapatillas Nike en países de extremo oriente o Centroamérica como ejemplo del referente ausente. El referente ausente en una fuerza presente en nuestra sociedad, hay muchas personas que no son sujetos de sus propias vidas. Viven y mueren bajo un control absoluto. Los trabajadores inmigrantes de las granjas son ejemplo del referente ausente cuando compramos las fresas que ellos cultivan y recogen. Los trabajadores de los mataderos son también un ejemplo de referente ausente, nadie quiere hacer ese trabajo, pero son necesarios para que el sistema funcione. En resumen, somos tan esclavos del consumo que no nos importa el proceso de producción del producto que consumimos.

Y las mujeres son un objeto más de consumo.

También hablo de ello en el libro, las mujeres nos encontramos en una posición muy complicada, porque muchas mujeres comen animales, pero también son devoradas por la sociedad. Eso complica mucho las cosas, hace que sea mucho más difícil de percibir el problema, porque también estamos implicadas en el mismo.

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En el libro incluyes varios ejemplos publicitarios en los que el nivel de sexismo y de racismo es increíble. Quizá ya no vemos estos ejemplos tan directos actualmente, pero ¿cómo ves la publicidad actual en relación a la mujer?

Creo que está todavía peor que entonces. Lo que en los 80 se podía considerar pornográfico es lo que se está utilizando en los anuncios de hoy en día. Probablemente hay varias explicaciones de esto, una de ellas puede ser que durante la administración Clinton, existía esa especie de igualdad entre el presidente y su mujer Hillary, pero a la vez se retrocedió mucho en otros aspectos, como por ejemplo en anuncios más explícitos sobre el consumo de carne, generalmente asociada a la masculinidad, y con una cosificación y sexualización mayor de las mujeres. Lo que en los 80 se consideraba pornografía está ahora por todas partes.

La expansión de las formas de comunicarnos que ha traído la tecnología, en lugar de contribuir a que este tipo de actitudes desaparezca, ha provocado lo contrario, que se haya profundizado en esta cosificación de animales y mujeres. De hecho, también se ha incrementado la "ansiedad" en la defensa de estas posturas respecto a los 80 y los agresivos intentos de normalizar el consumo de carne demuestran que sus defensores se sienten amenazados. No dedicarían tanta energía diciendo que "los hombres de verdad comen carne", si la idea de que esto no es real, no estuviera introduciéndose ya en el inconsciente colectivo.

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El movimiento de comprar alimentos de origen local hace que la gente se sienta menos culpable por el hecho de comer animales

Otra de las ideas del libro es que el feminismo siempre ha estado relacionado con el vegetarianismo a lo largo de la historia. ¿Me puedes hablar un poco sobre esto?

Una de las formas en las que me di cuenta de esto fue leyendo la novela Frankenstein, escrita por Mary Shelley, hija de Mary Wollstonecraft, una de las intelectuales feministas más importantes de finales del siglo XVIII.

El monstruo de la novela es vegetariano y tiene una visión pacífica del mundo. Esa actitud la vemos en muchas de las utopías feministas que se dieron un siglo después en la literatura, que hablaban de un mundo feminista en el que no habría guerras y viviríamos de las plantas.

Además entre las sufragistas de los Estados Unidos e Inglaterra del siglo XIX, no sé el caso de España aunque estaría bien que alguien se animara a investigarlo, había muchas vegetarianas.

¿Cómo crees que la situación de las mujeres ha cambiado desde que escribiste el libro en 1990?

¡Nos han engañado! Puedo hablar sobre todo de los Estados Unidos, pero creo que nuestra situación aquí es muy representativa del resto del mundo. Uno de los mejores indicadores de la situación de las mujeres en un país es el derecho al aborto. Desde que el aborto se descriminalizara en Estados Unidos en 1973, ha estado sufriendo ataques continuos. Y la prestación de servicios de control de la natalidad por parte del estado, algo que debería ser un derecho fundamental de las mujeres, el decidir si va a tener un hijo o no, se ha ido recortando poco a poco.

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Hemos tenido un presidente progresista durante los últimos 8 años, pero esto no ha hecho cambiar esta tendencia y me temo que en los próximos meses veremos más ataques a estos derechos.

A veces confundimos el progreso de las mujeres en el campo profesional con el éxito del feminismo. El feminismo, desde mi punto de vista, intenta cambiar la visión de lo que es el poder, lo que es el trabajo, de cómo vivimos nuestras vidas, así que el hecho de tener mujeres como presidentas de un país, como en el caso de Reino Unido, Australia o Alemania no es suficiente para decir que el feminismo ha triunfado.

Curiosamente una de las principales amenazas para el feminismo es la nostalgia, cuando encontramos movimientos que defienden la vuelta a tiempos más antiguos, más sencillos, evidentemente se refieren a momentos en los que los derechos de las mujeres estaban más restringidos que ahora. Se trata de una presunción subliminal que tiene la nostalgia.

¿Y cómo ha cambiado la situación de los animales en estos casi 30 años?

En su caso hablamos de un progreso muy, muy lento. Están ocurriendo muchas cosas. Vemos cómo se cierran acuarios, zoos, circos que ya no pueden utilizar animales debido a las protestas y acaban cerrando el negocio. Cada vez hay más veganos en todo el mundo, pero también ha crecido el consumo de carne. El movimiento de comprar alimentos de origen local hace que la gente se sienta menos culpable por el hecho de comer animales, pero este tipo de producción local también afecta más al medio ambiente…

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Así que creo que existe una mayor sensibilización, pero también hay un sólido movimiento en contra. La idea de que no podemos utilizar a los animales nuestro antojo ya está en el discurso colectivo, pero no lo está todavía en la conciencia colectiva.

¿Cuál ha sido la repercusión del libro a lo largo de los años? ¿Qué tipo de mensajes, comentarios, cartas… has recibido durante este tiempo?

Es curioso porque desde el principio hubo dos tipos de respuestas: algunas personas me escribían diciendo "gracias por el libro, me ha cambiado la vida y mira esta imagen que he encontrado". La gente me enviaba imágenes absolutamente increíbles de libros o menús de restaurantes que, ahora que los miraban desde otro punto de vista, los querían compartir conmigo. Así he ido creando un archivo de imágenes en este sentido.

Y también desde el principio he recibido críticas de gente que odiaba el libro. Críticos o comentaristas políticos que lo consideraban totalmente corrupto y absurdo. Es curioso que al menos un 80% de las primeras críticas del libro fueron negativas, pero igualmente hicieron la reseña y la conversación se inició. En países como Israel o Australia, ¡hubo críticas que ocuparon una página entera! Odiaban el libro, pero le dedicaron una página entera.

Casi cada día alguien contacta conmigo para decirme algo sobre el libro sea bueno o malo.

Antes ya nos has adelantado algo, pero ¿cómo fue el proceso de escribir este libro? Lo explicas en uno de los prólogos de la edición española y lo encuentro muy interesante.

Lo primero que tengo que decir es que no había ningún plan para escribirlo. De hecho, creo que soy un ejemplo terrible de cómo escribir un libro, ¡porque me llevó 15 años! Escribí un primer borrador en 1976, pero no quedé satisfecha con el resultado. Sabía que solo iba a tener una oportunidad de presentar esta teoría y no me pareció la mejor forma de hacerlo.

Después comencé a trabajar en varios proyectos de asistencia social en el norte de Nueva York en temas de violencia racista y machista, pobreza, hambre, etc. Pero estas ideas seguían siempre rondando mi cabeza: el consumo de carne y la masculinidad, la relación entre el feminismo y el vegetarianismo y todos los temas de los que hablo en el libro.

Especialmente, el trabajar en contra del racismo me ayudó mucho a formular mejor mis ideas y a transmitirlas mejor, por ejemplo al explicar a los habitantes de una zona que la llegada de inmigrantes al vecindario no tenía que significar una bajada de los precios de sus propiedades.

Así que a principios de los 80 redacté tres borradores más, luego en 1987 nos mudamos con mi marido a Dallas y justo durante el viaje descubrí, leyendo el libro Bearing the Word de Margaret Homans, el término "referente ausente" y me di cuenta de que eso era lo que les pasaba a los animales y a las mujeres. A partir de entonces estuve dos años trabajando a tiempo completo en el libro hasta que lo terminé. Tuve suerte, porque realmente tenía mucha fe en su importancia, de otra forma, supongo que nunca hubiera podido publicarlo.

Para acabar, ¿cómo ves la victoria de Trump en relación con el futuro de las mujeres y de los animales en tu país y en el mundo?

Se avecinan tiempos complicados. Tenemos un serio problema con este presidente porque no cree en el cambio climático. También tendremos un problema grave respecto al salario mínimo, ya que la persona que va a estar al cargo del departamento de trabajo no cree en el salario mínimo y es un antiguo ejecutivo de una cadena de hamburgueserías que cosifica a las mujeres. El permiso de maternidad puede verse recortado, también pueden intentar reformarse las leyes relativas al aborto, tememos por cambios en la educación, etc. Así que puedes imaginar que muchos de nosotros estamos bastante preocupados y algunas noches nos cuesta dormir. Queda mucho por hacer.