Fotografía vía Flickr @sergiouceda
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La información de F. M. permite a los agentes de la policía autonómica encontrar con relativa facilidad el cuerpo de otra de sus víctimas —Anna Girona— bajo un montículo de piedras y al lado de un higuero. Hacía más de medio año que estaba ahí. El verano de 2012 su madre había denunciado su desaparición.Anna, como Segunda María, también sufría una grave enfermedad. De un informe médico de urgencias de junio de 2012 se desprende que contrajo el SIDA por su reiterado consumo de heroína por vía intravenosa, algo agravado por la epilepsia que la perjudicaba desde niña. Tenía 43 años cuando fue asesinada y, también como Segunda, ejercía la prostitución para sobrevivir.A la Niñata [el Calvo] la tenía cuando quería a cambio de unas cuantas caladas de cocaína
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Pero de acuerdo a fuentes consultadas de las instituciones de guarda de estas personas y conocedoras del caso, David B. no era ningún adicto. Él era un vehículo de la droga, que utilizaba con fines muy concretos: captar a sus presas. Los trabajadores del centro debían verle día sí y día también seleccionando a sus víctimas, todas ellas con un perfil de exclusión y de aislamiento muy determinado, generalmente con alguna patología de salud mental asociada.Y la precariedad familiar, como la adicción, tampoco era un rasgo en común con sus víctimas. David B. vivía con su madre, con domicilio fijo y localizable, y que además es quien le proveyó el abogado que ganó varias veces su libertad. Hasta el pasado 19 de octubre de 2016.El Calvo la golpeó brutalmente y vertió ocho litros de agua sobre ella. Hasta le orinó encima con ánimo de humillarla
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