Fotos de la celebración de la primera regla de una niña en Papúa Nueva Guinea
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Identidad

Fotos de la celebración de la primera regla de una niña en Papúa Nueva Guinea

En Bougainville, una región isleña autónoma de Papúa Nueva Guinea, las tierras se heredan de madres a hijas y el paso de las niñas a la edad adulta a menudo se recibe con una fiesta.

A diferencia de lo que sucede en gran parte de Papúa Nueva Guinea, la región autónoma de Isla Bougainville es matrilineal. Cada una de las distintas comunidades lingüísticas de la isla (población: 200.000 habitantes) cuenta con su propia forma de celebrar la vida, pero la mayoría de ellas pasa sus tierras de madres a hijas. Es propiedad colectiva de las mujeres de un clan y se distribuye bajo su mando.

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En 1989 se inició una revolución ecológica bajo el mando de Perpetua Serero, una terrateniente de Panguna, región fuertemente explotada por una filial de la compañía minera Rio Tinto. Preocupada por cómo estaba siendo gestionado el enclave, dirigió acciones para cerrar las operaciones de la compañía, que fueron el inicio de la Guerra Civil de Bougainville y de la lucha por la independencia.

Las gentes de Bougainville soportaron un bloqueo de varios años de duración iniciado por el gobierno de Papúa Nueva Guinea, que impidió que llegaran a ellos suministros de alimentos y medicinas; se calcula que fallecieron entre 15.000 y 20.000 bougainvillanos. El acuerdo de paz de Bougainville precisa que se celebre un referéndum sobre su independencia de Papúa Nueva Guinea en 2019, pero quedan importantes asuntos que deben solucionarse sea cual sea el futuro político de la región.

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En 2013, una encuesta realizada por Naciones Unidas reveló que el 58 % de las mujeres de Bougainville decían haber sido violadas por un compañero al menos una vez en su vida. Esta elevada tasa de violencia sexual se contradice con el respeto tradicional hacia las mujeres que se muestra en la región, que se visibiliza sobre todo durante las celebraciones del paso de las niñas a la edad adulta. Me invitaron a fotografiar una fiesta celebrada en honor de Edwick Tangkaona, que vive en Topinang, una aldea situada en las montañas que hay tras Panguna. Había tenido su primer período unos meses antes y, tal y como explicó su padre el Jefe Tony, aquello era motivo de una celebración nunca vista en el valle desde que se declaró el alto el fuego en 2001.

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Topinang

"Todos sus familiares vendrán mañana a disfrutar del día y todo el mundo estará feliz, los vecinos se reunirán y compartirán la comida", dijo Tony. "Esta noche esperamos que llegue gente a tocar flautas de bambú hasta mañana por la mañana". Conforme se ponía el sol, las mujeres se reunieron frente a las estructuras hechas con arcos y flechas que representan su poder a la hora de decidir cómo se dividirán las tierras, los cerdos y la comida la mañana siguiente. Los arcos tintineaban mientras ellas bailaban en estrechos círculos, celebrando que la miembro más joven de su clan había llegado a la adultez.

La torre de comida recogida para la celebración

Cuando salió el sol, las bailarinas habían formado grupos en torno al pueblo. Algunas estaban en la cocina, cantando mientras removían cuencos llenos de burbujeante leche de coco. Otras raspaban el coco de las cáscaras para preparar la leche o arrancaban hojas de enormes manojos de plantas. Estas hierbas eran fundamentales para la iniciación de Edwick en el mundo adulto. Su tía Pauline me explicó, "El olor de las hierbas hace que las chicas jóvenes crezcan gordas y sanas. Si está muy delgada, eso significa que no está suficientemente fuerte".

En esta parte de Bougainville, las mujeres jóvenes se quedan tradicionalmente en casa durante todo el mes de su primer período. Durante este período de aislamiento, sus hermanas mayores y sus tías la alimentan con tama tama y una dieta rica en hierbas medicinales. Esta había sido la experiencia de algunas de las tías más mayores que dirigían la ceremonia y había bastante debate entre las más ancianas acerca de la forma adecuada de realizar el ritual.

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Yo miraba mientras sus tías la duchaban con agua y la frotaban con los puños llenos de hierbas. En medio de todo esto llegó Albina, otra de las tías de Edwick. Haciendo las veces de animadora del evento, parodió a Edwick como niña mirándose orgullosa en un espejo de mano. Después me imitó a mí mirando a través de una cámara desechable y empleando flautas de bambú a modo de prismáticos. La gente le arrojaba comida para animarla y entonces ella agarró un palo enorme, esgrimiéndolo como un revolucionario que amenazaba a la multitud con una escopeta antes de desplomarse en el interior de una carretilla. Todo lo que hacía provocaba exclamaciones de deleite que se alzaban hasta el toldo que nos cubría.

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Después, dirigida por Pauline y bailando ágilmente como la flautista, Edwick fue conducida alrededor de una larga plataforma cubierta de cestas de comida. La multitud se reunió a los pies de una torre de comida, donde los familiares más cercanos de Edwick le explicaron cuáles eran sus nuevas responsabilidades y qué debía esperar de la vida. Abrieron una nuez de betel, la sumergieron en lima y después le frotaron la piel con ella. Una hoja de plátano con hileras de tama tama se materializó de pronto y el sincero ritual dio paso a una pelea de comida. Me retiré entre las olas de familiares y amigas de Edwick, todas ellas mujeres, que cantaban y se balanceaban al unísono mirando hacia el corazón de la reunión. Entre los hombres —que no reciben ningún honor equivalente— encontré a Tony, que observaba desde un lugar apartado. Estaba sonriendo.

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"Cuando mi hija se case volveremos a hacer lo mismo otra vez. Y cuando tenga un hijo, celebraremos otro ritual", dijo. "Lo haremos más adelante. Eso significa que tenemos que cuidar a los cerdos y plantar más hierbas. Esto no termina aquí, tenemos mucho que hacer más adelante".

Tama tama

Albina