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Sexo

Qué pasa si te bebes un frasco entero de lubricante de marihuana

Tras sufrir de infecciones vaginales crónicas durante años pensé que un lubricante completamente natural a base de THC sería la respuesta a mis plegarias, pero en lugar de eso me sumergió en las profundidades de un infierno que yo misma había creado.
Lubricante de marihuana

La primera vez que tuve candidiasis fue a los 11 años, justo después de mi primera regla. Estaba en la escuela secundaria, lo que hizo que mi experiencia fuera mucho más infernal. Recuerdo darme cuenta de que me estaba "convirtiendo en una mujer" —aunque no sabía exactamente qué significaba eso— y trataba desesperadamente de convencerme a mí misma de que lo que le estaba pasando a mi cuerpo era bueno y positivo. Me reconfortaba el hecho de que pronto todo aquello desembocaría en que me salieran tetas.

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Mi vagina era una zona en guerra sanguinolenta e infectada por levaduras y, para más inri, ni siquiera tenía edad suficiente para comprender qué me estaba pasando. Aunque ya había recibido la charla sobre el sexo —y había sido criada por una madre que creía firmemente en la más categórica sinceridad a la hora de hablar con sus hijos sobre temas sexuales—, nadie me había explicado qué eran las infecciones vaginales. Empecé a preguntarme si no era eso sencillamente lo que se sentía teniendo una vagina. Quizá todas las mujeres adultas experimentaban ese dolor vaginal todo el tiempo y a mí solo me molestaba porque no estaba acostumbrada, o porque era una quejica. Pero pronto le hablé a mi madre sobre los picores y el escozor y ella me explicó lo que estaba pasando. A aquello le siguió la traumática experiencia de ver cómo mi madre insertaba una pequeña bola ovoide de crema antifúngica en mi vagina.

Estas infecciones por levadura siguieron molestándome constantemente y, cuando llegué a ser sexualmente activa con mi primer novio, a eso de los 15 años, la frecuencia incrementó drásticamente. Ahí fue cuando descubrí que mi vagina es alérgica prácticamente a todo: todos los condones de látex y el 99 % de lubricantes comercializados en tiendas me provocan una paralizante infección por candidiasis.

Mi predisposición natural a sufrir infecciones vaginales, combinada con mi historial de promiscuidad y mi extremada pasividad en materia de contarle a mis parejas cuándo algo me va a provocar candidiasis han provocado que sufra al menos una infección al mes durante toda mi vida adulta. (Afortunadamente, ahora mismo estoy en una relación seria y ya he dejado atrás ese punto en que me daba demasiada vergüenza explicarle a mi novio que algo iba a hacer arder mi vagina. Me enorgullece decir que no he padecido candidiasis desde hace varios meses, lo cual resulta toda una bendición. Por favor, felicitadme por ello la próxima vez que me veáis).

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Me encanta la idea de consumir THC a través de mi vagina, pero el lubricante de marihuana no tiene los mismos efectos psicoactivos que experimento normalmente si la consumo por vía oral.

Cuando oí hablar de Foria, un lubricante totalmente natural de marihuana con base de aceite de coco, pensé que mi vida cambiaría. Tuve la sensación de que aquel producto había sido creado especialmente para mí, porque combinaba mis tres cosas favoritas en el mundo: la hierba, el sexo y el aceite de coco, el único lubricante que he sido capaz de usar sin contraer una infección por levadura.

Compré un frasco de Foria tan pronto como pude y corrí a casa, deseando probarlo inmediatamente. Siguiendo las instrucciones, me agaché sin bragas sobre el inodoro y apliqué el espray de lubricante sobre mi clítoris, mis labios menores, mis labios mayores y mi vagina. Y aunque he escuchado opiniones muy favorables sobre Foria por parte de gente que normalmente no se coloca con maría, yo sí que me coloco bastante, de modo que sentí una sensación eufórica y relajante en todo mi cuerpo y mis genitales durante el sexo con Foria, pero me decepcionó que no me pusiera pedo. Me encanta la idea de consumir THC a través de mi vagina, pero el lubricante de marihuana no tiene los mismos efectos psicoactivos que experimento normalmente si la consumo por vía oral.

Así que hice lo que cualquier fumeta normal habría hecho en la misma situación: me bebí el lubricante.

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A ver, esto no es tan irracional como suena. Cuando compré el frasco de Foria en mi establecimiento cannábico de confianza, la dependienta, una joven más o menos de mi edad, mencionó que ella también había comprado un envase y rápidamente se dio cuenta de que se había gastado 80 dólares en un frasco de lubricante, pero que no tenía a nadie con quién mantener relaciones sexuales. Me dijo que probó a rociarlo en su boca y que, efectivamente, aquello le subió. Escuchar aquello supuso un gran alivio para mí. Aunque no me gustara como lubricante, por lo menos podría rociarlo en mi boca y pillar un buen pedo, ¿no?

Hice lo que cualquier fumeta normal habría hecho en la misma situación: me bebí el lubricante.

Pero en lo que respecta a la marihuana en su forma comestible, normalmente suelo comer dos o tres veces más de lo que me recomienda el experto de la asociación cannábica. Normalmente me dicen algo así como, "Cómete solo un cuarto de esta galleta porque es muy fuerte" y yo inmediatamente supongo que me están hablando con condescendencia. Me pongo a la defensiva y me cabreo cuando la gente cree que no soy capaz de gestionar lo que me meto, lo que inevitablemente me lleva a comerme la galleta entera para "demostrarles que no tienen razón". Ya sé que esta reacción es de locos y que es totalmente ilógica; incluso aunque los empleados de la asociación cannábica me vean entrar en su establecimiento varias veces a la semana, es su trabajo conocer el nivel de intensidad de los productos y advertir a los clientes para que no les dé un chungo. Siempre saben lo que se hacen, pero yo jamás les escucho.

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La experiencia que tuve bebiendo Foria, sin embrago, se sitúa en una categoría completamente diferente a cualquier otra de mis experiencias con productos cannábicos comestibles. Un frasco de Foria contiene 450 mg de THC. Yo no lo sabía. La dosis sugerida para la mayoría de productos comestibles es de unos 25 mg y, si me preguntáis, eso ya es mucho; si fuera a ofrecer uno de estos productos a un amigo que no fumara tanta hierba como yo y quisiera que pasara un buen rato, probablemente le daría 10 o 15 mg. Vale, pues yo me bebí el frasco entero. Me metí 450 mg de THC por mi estúpido gaznate. Supuse que contenía muy poco THC y que por eso no me había colocado cuando lo apliqué sobre mi vagina, pero resulta que se debía a que el THC se absorbe de forma diferente a través de la vagina que a través del sistema digestivo.

Todavía estaba desnuda y en un estado de desconcierto por el sexo que acabábamos de tener, cuando mi novio salió del baño y me vio mirando con una mezcla de horror y desagrado el frasco de Foria que acababa de beber.

"¿Qué pasa?", me dijo, probablemente suponiendo que yo notaba cómo se acercaba otra infección vaginal.

"Me lo he bebido", le contesté con lágrimas en los ojos.

"¿Te has bebido un frasco de lubricante?", dijo llanamente, sin sonar para nada sorprendido al descubrir lo que yo acababa de hacer.

"Sí", contesté. "Contiene 45 veces la dosis recomendada de THC, no me di cuenta cuando me lo bebí y ahora tengo miedo".

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Mi novio me consoló mencionando que de todos modos ya casi era hora de ir a dormir, así que lo peor que podía pasar era que despertara un poco mareada al día siguiente, ¿no? Pues no. Nada de eso. Estuve colocada los tres siguientes días. Tres días enteritos. Mientras escribo esto, todavía me sigo sintiendo como si me fuera a derrumbar.

Me desperté totalmente cubierta de patatas fritas.

Cuando no estoy escribiendo trabajo como niñera, y al día siguiente tenía que levantarme a las 06:00 para ir a cuidar de un niño extremadamente hiperactivo hasta las 20:00 horas. Justo antes de que me empezara a subir el lubricante, entré en modo crisis y supliqué a la otra niñera del crío que me cubriera aquél día. Gracias a dios que accedió, ya que de lo contrario probablemente me habría muerto por vivir la peor pesadilla de todo fumeta: estar a cargo del bebé de otra persona estando demasiado ciega para funcionar. Sin embargo, no estaba salvada del todo: aquella noche tuve lo que pareció una pesadilla de 12 horas de duración en la que perdía al bebé en diversas situaciones. Perdí al bebé en un centro comercial, en un cine, en mi instituto, en la casa de mi exnovio…

Me desperté a la mañana siguiente y expliqué llorando a mi novio lo poco que me apetecía ir a Disneylandia, a pesar de que jamás habíamos hecho planes para ir a Disneylandia ni ese día ni nunca. Después de calmarme, me volvió a arropar en la cama con una bolsa grande de patatas fritas con sal y vinagre y puso la tele para que viera Las chicas Gilmore. Tras alucinar porque la cara de Lauren Graham se convertía en la cara de Ryan Gosling de vez en cuando durante unos pocos segundos, de modo que nadie más se podía dar cuenta excepto yo, me dispuse a echarme una siesta de cuatro horas. Me desperté totalmente cubierta de patatas fritas y pedí a mi novio que me ayudara a ducharme porque no me sentía capaz de hacerlo yo sola. También recuerdo vagamente sufrir un leve ataque de pánico porque no sabía dónde estaba nuestro gato. Pero nosotros no tenemos gato.

Los siguientes días son una mezcla borrosa de comida basura y lloros. Hay 10 conversaciones de texto en mi móvil en las que no recuerdo haber participado y misteriosas bolsas vacías de Cheetos repartidas por mi apartamento.


Ingesta de lubricante de marihuana marca Foria:
Rating:2 estrellas de 5
Notas: No recomiendo beber un frasco entero de lubricante, sea del tipo que sea, incluyendo y especialmente de lubricante de marihuana, aunque rociar unas pocas dosis de espray de lubricante de marihuana en la boca probablemente te lleve a un suave y agradable pedo.