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Identidad

¿Qué sucede después de la muerte?

Tras hablar con algunas personas muertas, tengo algunas teorías sobre qué sucede después de palmarla.
Photo by Flickr user Society of Swedish Literature

No puedo decir que sepa a ciencia cierta qué sucede después de la muerte, pero tengo una idea bastante aproximada porque suelo hablar con gente muerta habitualmente.

Soy médium, lo que significa que puedo oír, ver y sentir a los muertos. Sin embargo no es algo que dé miedo, es más como lo que le pasa a Whoopi Goldberg en Ghost (pero no la parte de estafar a la gente) que como en Poltergeist. Puede que todo este concepto te resulte extrañísimo, pero para mí no es más que otro día normal de mi vida. Justo la semana pasada estuve hablando con un hombre muerto que vino a ofrecer consejos de moda a una amiga mía. Ella iba a hablar en su funeral y había elegido ponerse unos zapatos muy monos pero muy incómodos. Él la regañó por haberlos elegido (también dijo un montón de mierdas muy profundas, pero el tema de los zapatos fue lo que más le llegó a mi amiga, porque el hombre siempre estaba hablando de sus zapatos cuando estaba vivo).

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Da igual lo que digan, solo hay una forma de saber de forma definitiva qué sucede después de morir: estirar la pata. Quien te diga lo contrario está fanfarroneando y además perfectamente vivo. No me entendáis mal, tengo algunas convicciones bastante profundas sobre qué es lo que viene después, pero no podría decir lo sé. Lo que sí puedo decir es que la muerte no existe como tal. Quiero decir, por supuesto que nos morimos: el cuerpo hace su último esfuerzo, deja de funcionar y el alma/espíritu ―o sea, tu yo esencial― ya no puede vivir dentro de él. Eso existe sin duda. Pero desde mi punto de vista, nuestra alma no reside dentro del cuerpo, sino que es el cuerpo el que vive en el alma. De modo que cuando el cuerpo deja de hacer lo que vino a hacer aquí, nuestra alma sigue por su cuenta. Es fácil quedar atrapado en algún pensamiento muy humano cuando intentas imaginar qué hay después, así que lo diré usando las palabras de Gertrude Stein: "No hay ahí allí".

MI trabajo como médium no consiste en perseguir a los muertos para preguntarles qué están haciendo "ahí", sino en hablar con ellos, intentar ayudarles o facilitar una conversación entre ellos y los vivos. A menudo me muestran cómo se sentían cuando se murieron o qué aspecto tenían en sus momentos más felices. Hablar con gente muerta es mucho más mundano de lo que podrías pensar. A veces es muy relajado y a veces es súper profundo. En realidad consiste simplemente en hablar con personas que no tienen cuerpo. La mejor forma que tengo para explicarlo es que veo y escucho con todo mi ser en lugar de solo con mis ojos o mis oídos.

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Una vez, en mis primeros tiempos trabajando como médium, una mujer vino para una lectura y me dijo que notaba una presencia en su casa y que estaba convencida de que su abuela estaba intentando transmitirle un mensaje. Miré con mi energía la casa de Thelma (le he cambiado el nombre para proteger su privacidad, por supuesto) y percibí que, efectivamente, su abuela (llamémosla Louise) estaba en la casa.

Insistía mucho en transmitir un mensaje a su nieta, pero lo que dijo me dejó perpleja. Dijo: "Coge el dinero de tu marido. Empieza a despilfarrarlo. ¡Hazlo ya!". Casi no le cuento a Thelma lo que oí porque sentía un profundo amor por su abuela y esperaba recibir un sentido e inspirador mensaje del más allá. Pero no es mi misión modificar o editar los mensajes de los muertos, así que se lo dije. Thelma empezó a partirse el culo: su abuela había estado obsesionada con el dinero en vida y, en los últimos años de su matrimonio, su abuelo se gastó todos sus ahorros en el juego. Louise nunca lo superó y ahora regresaba del más allá para decirle a su nieta que robara dinero al amor de su vida. Nuestros valores, nuestras pasiones y nuestras mierdas se van con nosotros cuando nos marchamos, amigos.

Si mueres siendo un capullo, sigues siendo un capullo. Si mueres con culpa, la culpa te persigue. Como todas las experiencias impactantes y transformadoras, la muerte puede traer consigo una purga o una sanación, pero eso no es una certeza. Piensa en todas las veces que podrías haber tenido paz, libertad o incluso simplemente un descanso, pero no fuiste capaz de pedirlo. Estar a la altura de las ocasiones requiere un esfuerzo y debes creer que lo mereces para tener las gónadas de vivir tu vida de la forma correcta.

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La idea del Cielo y el Infierno como lugares físicos con recompensas y castigos materiales son meras invenciones que a la gente le gusta creer, pero por lo que yo sé, no hay lugares físicos cuando no tienes forma física. Técnicamente no vamos a un espacio y, sin el indicador de espacio, el tiempo adopta otra dimensión menos medible. No es romántico, no siempre es encantador o terrible y no es algo fácil de describir. Exactamente igual que la vida. Porque es la vida, solo que una experiencia diferente de la vida. Es difícil hablar de estas cosas porque, como seres materiales que somos, solo contamos con un lenguaje y un contexto de comprensión material de la realidad. El lenguaje en sí mismo es una cosa material, lo que dificulta en extremo evitar usar tópicos cuando se habla de todo esto. Si os he perdido, aferraos a esto, amigos: somos mucho más que tan solo nuestros cuerpos.

He hablado con innumerables personas muertas que han desaprovechado su llamada para apaciguar a los demás y después se han arrepentido. Lo que yo puedo extraer de esto es que deberíamos dejar de intentar ser quienes no somos y ser nosotros mismos. No seas un gilipollas, haz lo que viniste a hacer aquí.

Cuando el alma se desprende del cuerpo, entra en lo que yo denomino "fase de crisálida", donde está aislada, protegida y segura. Es una fase que nos permite adaptarnos al lugar donde estamos y dejar atrás la vida material que acabamos de abandonar. Este ciclo parece ser mucho más fácil para los niños, para las personas que tienen una relación apacible con la espiritualidad o la muerte y para aquellos que sabían que se aproximaba su final. Como no hay cuerpo y no hay tiempo, la duración de la estancia de un alma en esa fase no tiene importancia. Permaneces ahí todo el tiempo que haga falta.

Para poder asimilar el concepto del no-tiempo, piensa en ello igual que piensas en el sueño: puedes dormir durante 15 minutos y despertar con la sensación de que han pasado horas, o dormir durante 8 horas y despertar con la sensación de que solo han pasado unos minutos. Cuando no estás en tu cuerpo, el tiempo es diferente, porque el tiempo es una cosa corporal. No tienes por qué creerme a mí en este tema, pregunta a una mosca. O a un perro. Ellos viven en intervalos temporales muy diferentes entre sí y también muy diferentes del nuestro, así que no pienses mucho en cuánto tiempo permanece una persona en ese espacio porque no existe tiempo por el que preocuparse. Según mi experiencia, cuando la gente está en la fase de crisálida no están disponibles para interactuar y sus seres queridos no pueden sentir su presencia con facilidad. Piensa en ello como en un tratamiento de spa para el alma con un cartel de "no molestar" colgado en la puerta. El alma no es inaccesible, pero resulta algo así como de mala educación forzarla.

Cuando un alma abandona la fase de crisálida, permanece con la personalidad que recordamos durante un período indefinido de tiempo, según nuestros parámetros temporales, por supuesto. A menudo la gente se queda cerca de las personas que ha dejado atrás por amor o lealtad, pero yo no tengo acceso a su itinerario ni a sus experiencias. Como médium, solo soy un vehículo para la transmisión de mensajes. Soy algo así como una radio psíquica. Pero sé que, en determinado momento, el alma pasa a un estado de plenitud, va abandonando su supuesta personalidad y se colma de la luz de su yo esencial. Y eso es increíblemente maravilloso. Hablar con una persona cuando ya se ha transformado más allá de su personalidad es precioso, es como si estuvieran mucho más lejos y más cerca al mismo tiempo. No veo la luz del modo que en que puede verse en las películas, cuando una persona se convierte en una enorme bola de luz blanca, pero la energía en que nos transformamos se parece más a la luz que a cualquier otra cosa con la que yo la pueda comparar. Es maravilloso saber que la vida no termina, sino que continúa cambiando de forma y nos lleva con ella en todo el proceso.