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Identidad

Feminismo e islam: españolas conversas nos cuentan sus motivos

Se estima que en España hay alrededor de 20.000 españoles y españolas conversos. Conocemos la historia de Xantal, Leticia y Natalia, tres mujeres que llegaron al islam a través de experiencias distintas.
XANTAL EN EL DOCUMENTAL 'SHAHADA'

"¡Mira qué guapa estás! Tú como tu madre, te pongas lo que te pongas en el pelo siempre estás bien". Leticia se sorprendió al comprobar la reacción de su tío cuando, un día, llamó a su puerta con una hiyab (velo) en el pelo. Eso la reconfortó. Anteriormente, había tenido que pasar por un proceso de aceptación personal: "La primera vez que salí a la calle con uno puesto, lo único que quería es que nadie me reconociera", me explica en una cafetería esta española de 43 años convertida al islam.

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Leticia creció en el seno de una familia católica, se crió en un colegio de monjas y formó parte activa de movimientos juveniles parroquiales durante su juventud. Pero en un momento de su vida entró en contacto con el islam. "Conocí esta religión a través de mi marido, pero no me hice musulmana por él", resalta. Para ella, el islam supuso otra forma de entender su religiosidad, que ya estaba muy presente en ella. Ahora, divorciada y con hijos, se mantiene firme en su decisión ante la perplejidad de los que no entienden por qué sigue siendo musulmana si ya no está casada.

Como ella, se estima que en España hay alrededor de 20.000 españoles conversos al islam, según el Estudio Demográfico de la Población Musulmana de 2015, aunque son datos aproximativos ya que no existe registro oficial. El islam representa la religión del 4% de la población española (alrededor de 2 millones de personas).

Conocí el islam gracias al que entonces era mi marido, pero no me hice musulmana por él

Una de las primeras cosas con las que se encontró Leticia es que el islam es mucho "más abierto y en cierto modo progresista" de lo que le habían hecho creer. "Jadiya, la primera mujer de Mahoma era viuda, rica y comerciante. Además, fue ella quien le pidió al profeta que trabajara para ella, y luego fue ella también la que le pidió para casarse". ¿Te imaginas eso en el cristianismo?", espeta.

A Leticia también le chocaban, por ejemplo, las cuestiones sexuales. Mientras que en el cristianismo es un tema tabú, en el islam hay fragmentos del Corán y de la sunna (la parte de hechos) en el que se habla de sexualidad sin tapujos, e incluso se aborda el tema del placer femenino. Son abundantes los hadices (dichos o acciones del Profeta) en los que se habla de la importancia de jugar y hablar en términos amorosos durante el acto sexual, y se alude al concepto de la satisfacción mutua.

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El Imam Ghazzali, en el capítulo dedicado a los secretos del matrimonio (VolI-II, p. 38) alienta a los musulmanes a hablar con sus mujeres y a buscar el orgasmo femenino.

"El Profeta dijo: la debilidad del hombre se expresa de tres formas; en primer lugar, cuando un hombre se encuentra con su amada, y se separan sin haberse preguntado por su salud o por su estado; en segundo lugar, si no le devuelve el honor que le ha sido ofrecido a él, y en tercer lugar, si convive con su mujer sin besarla o si se muestra incapaz de contener su propia eyaculación antes que la de su mujer".

A mitad del café, aparece Xantal, enormes ojos oscuros, también lleva velo y habla muy deprisa mientras deja entrever un marcado acento catalán. Las dos forman parte de la asociación de Dones Musulmanes de Catalunya (Mujeres musulmanas de Cataluña). Xantal se convirtió al islam mucho antes que Leticia, a los 21. De familia atea, jamás recibió ningún tipo de educación religiosa en su casa. Es más: "En mi casa crecí un poco con aquella idea de que la religión es el bastón de los débiles", me explica. También conoció el islam a través de su marido de origen marroquí. Pero en aquella época, él vivía una vida completamente occidental e incluso rehuía de la religión porque "no se sentía identificado".

Leticia (izquierda) y Xantal (derecha). Fotograma del documental 'Shahada' producido por UAB - Máster en teoría y práctica del Documental Creativo y TVC.

Fueron los dos, en un proceso en paralelo, quienes se fueron interesando poco a poco por el islam. "Siempre me dice que me hice musulmana antes que él, pero yo creo que fue mano a mano". Xantal encontró en la religión un "equilibro total" y la respuesta a todas las preguntas que se había formulado durante toda su vida en relación a la historia, la política o los conflictos. Aunque fue una decisión que sorprendió a su entorno, al final lo naturalizaron. Quien lo sigue sin entender, a veces, es la gente.

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A día de hoy, le siguen preguntando a su madre:

"¿Y cómo está tu hija? ¿Lo lleva bien? ¿Ya le deja trabajar su marido? ¿Y te dejan ver a los nietos? Cuidado no se te vaya a Marruecos"

Para Xantal el velo es feminista y liberador, una forma de dejar en segundo plano la belleza en pro del intelecto. "En Occidente creemos que la mujer está más 'liberada', pero estamos hartos de ver cómo se cosifica a la mujer para vender unos chicles o dar las campanadas".

Leticia, añade: "Además, el hiyab no es solo el velo: es una conducta, una forma de comportarse. Los hombres también llevan hiyab, por ejemplo, en su barba o en su forma de vestir austera".

Natalia Andújar, docente, vicepresidenta de Junta Islámica y conocida activista dentro del feminismo islámico, experimentó un proceso similar después de un viaje a Senegal a los 21 años. Ella venía del agnosticismo, de hacerse preguntas y de la curiosidad. "Es cuando voy a tener hijos que me planteo dar el paso definitivo, porque no quería que la diferencia de percepción –éramos una pareja mixta– fuera un obstáculo para nuestra vida en común. Por eso empiezo a investigar". Al principio, Natalia creía que no iba a encajar en el prototipo de "mujer musulmana". Ella, que se sabía decididamente feminista, estaba "condicionada" por la "mala prensa" del islam hasta que encontró a otras feministas como ella capaces de hacer una lectura del islam basada en los valores, y no en la literalidad de los textos.

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"El Corán iba dirigido en un primer momento a una sociedad del siglo VII, es imposible que estuviera escrito en clave feminista. Otra cosa es la lectura que se haga de ese mensaje", explica.

Desde varias asociaciones denuncian que la mujer musulmana se encuentra con una doble discriminación: la primera, la islamofobia; y la segunda, por el hecho de ser mujeres. En el corto "Musulmanas en el punto de mira", la activista M. Laure Quiroga, también española conversa, recoge las muestras de ciberacoso recibidas por parte de varones autóctonos que usan el patriotismo como excusa y, también, por parte de musulmanes que tratan de aleccionar y desacreditar a la mujer musulmana con un interpretación elemental del islam. El informe más reciente de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, de 2014, denuncia también la violencia ejercida contra las mujeres acuñando un término aún poco corriente: islamofobia de género. Así, el informe denuncia casos como el de una mujer de origen magrebí a la que se le negó la rehabilitación en un Centro de Salud de Cartagena (Murcia) por portar el tradicional hiyab.

El movimiento del feminismo islámico está cada vez más presente gracias al esfuerzo de asociaciones como Junta Islámica Catalana, dirigida por Abdenur Prado, que luchan por erradicar los viejos estereotipos sobre el islam a partir de textos y conferencias. Los Congresos de Feminismo Islámico también han sido una actor clave para fomentar el diálogo –organizados por la Junta Islámica Catalana en colaboración con la Asociación Sakina, en su primera edición; y la Unión de Mujeres Musulmanas de España, en ediciones posteriores. En este último Congreso en Madrid precisamente– al que asistieron más de 600 feministas de 25 países– nació el proyecto Red Musulmanas, del cual forma parte M. Laure Quiroga.

Al frente de Junta Islámica está otra mujer, española y conversa. Es Isabel Romero, cordobesa, llegó al islam a través de un compañero de trabajo mientras era directora del Palacio de Congresos de Córdoba. "Al principio, las musulmanas emigradas me miraban raro, ya que venían de una determinada tradición cultural, y era un poco extraño que una española conversa estuviera luchando por los derechos de las musulmanas. Pero yo soy una activista y lucho por la igualdad. Han entendido que estoy defendiendo a la comunidad", sostiene Romero.

"Cuando comenzamos a hablar de feminismo islámico, allá por el año 2000, nadie se esperaba que iba a tener la repercusión que tiene hoy en día. Cada vez está más presente la idea de descolonizar el feminismo y poner en tela de juicio la supuestas verdades irrefutables que durante años se ha tenido en relación a nosotras" concluye M. Laure Quiroga.