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Identidad

El difícil paso de 'divorciarse' de una madre tóxica

"Se acabaron las peleas, se acabaron las provocaciones, se acabaron las críticas. Me sentí liberada".
madre tóxica
Ilustración de Ellen Swadling

Hace cinco años, Marcia fue al zoo con su madre, su hermano y la esposa de este. Fue una tarde agradable, pero más tarde se desató el caos.

"Al terminar la visita, mi madre me preguntó qué pasaba entre mi hermano y su mujer, porque sabía que habían tenido algunos problemas", dice Marcia. "Yo le dije que no lo sabía, pero me volvió a preguntar". Aquella interacción continuó hasta que, dentro de un ascensor lleno de gente, "se sintió tan frustrada conmigo que me dio bofetada. A mis 35 años".

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Marcia cortó toda relación con su madre unos pocos años después de ese incidente. Su relación había sido muy tensa desde hacía mucho tiempo, explica, pero Marcia empezó a tomarse el estrés que le provocaba la relación con su madre más en serio cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple. Cuando su médico le insistió en que redujera toda posible fuente de estrés en su vida, Marcia informó a su familia de que cesaría todo contacto con su madre. Según ella, fue la decisión correcta. "Me sentía genial, como si me hubiera quitado un enorme peso de encima".

"La vida sin mi madre es una alegría"

Echando la vista atrás, Marcia afirma que su error fue no fijar fronteras con su madre. "Mi pensamiento era, 'así es tu madre, está loca, no sabe lo que hace… Déjalo estar y todo irá bien'. Pero nunca iba todo bien". Se muestra más que feliz de explicar su decisión a la gente, simplemente diciendo que fue una elección que tomó para vivir una vida mejor. Pero como cabría esperar no todo el mundo está de acuerdo. "Varias de mis amigas dicen que rezarán por mí y yo me limito a responder, 'Gracias, pero si vas a rezar por alguien, reza para que ella sea capaz de ver el daño que ha hecho'".

El alivio que sintió Marcia tras separarse de su madre no es una reacción poco frecuente y tampoco es la única reacción posible. "La separación de la familia puede dejar secuelas", indica Mark Sichel, asistente social clínico y autor de Healing from Family Rifts: Ten Steps to Finding Peace After Being Cut Off from a Family Member (Sanación de las desavenencias familiares: diez pasos para encontrar la paz tras romper con un miembro de la familia) . "Como por ejemplo síntomas psiquiátricos de ansiedad o depresión, o ambas. La desolación por perder a un hijo o a un padre es muy frecuente. Y mucho más cuando una hija se 'divorcia' de su madre. En este caso, la madre a menudo se culpa a sí misma y esto puede dañar profundamente su autoestima.

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"Sin embargo, divorciarse de uno de los padres puede tener el efecto contrario", explica Sichel. "En palabras de una de mis pacientes: 'Mi madre y yo estuvimos enfrentadas durante toda mi vida. De algún modo reuní el valor para decirle que se acabó, que se acabaron las peleas, se acabaron las provocaciones, se acabaron las críticas. Me sentí liberada, como un esclavo liberado de un malvado tirano. En general, la vida sin mi madre es una alegría'".

Eso no significa que todas las mujeres que se "divorcian" de sus madres se encuentren en el séptimo cielo y, en función del tipo de abuso o conflicto, la fase siguiente tras la separación puede ser la más complicada de todas. Rebecca Bland, fundadora de la organización británica Stand Alone, que presta ayuda a adultos que experimentan una separación familiar, afirma que el proceso de separarse de uno de los padres, incluso aunque en última instancia resulte beneficioso, puede ser complicado y confuso.

"No estar en contacto con la familia o con un miembro fundamental de la misma puede ser fuente de vergüenza y aislamiento", explica Bland. "Con frecuencia la gente tiene baja autoestima porque no ha conseguido hacer que la relación funcione, lo que puede desembocar en una enorme sensación de desarraigo y separación de los demás".

"Medios como el cine, los libros y las revistas defienden que nuestra madre debería ser nuestra mejor amiga"

"Nuestros beneficiarios hablan de la necesidad de ocultar su circunstancia por miedo a que les juzguen. Esto es especialmente cierto en el caso de las relaciones madre-hija, que se supone que deben ser sagradas y muy estrechas. Medios como el cine, los libros y las revistas defienden que nuestra madre debería ser nuestra mejor amiga".

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Un estudio llevado a cabo en 2014 por la fundación Stand Alone descubrió que el 68 por ciento de sus 807 entrevistados creía que existía cierto "estigma en torno al tema de la separación familiar" y "una falta general de comprensión". Este estigma, junto con la destrucción de la autoestima, es el motivo por el que muchas mujeres posponen la separación, según Bland. El miedo a las ramificaciones sociales puede hacer que una mujer siga en contacto con su madre durante meses y en ocasiones años antes de decidirse a romper completamente con ella.

En este punto, muchas mujeres han acumulado tales niveles de ansiedad y estrés en torno a la dinámica que el acontecimiento que finalmente desencadena la separación a menudo es aparentemente insignificante. Para Amanda*, una mujer de 32 años, dos años después de su primer intento en 2013, fue tan sencillo como un comentario aislado. "Mi madre piensa que me alejé de ella porque me enfadé a causa de una tarta", dice, "pero en realidad estaba al borde de un ataque de nervios por un montón de problemas personales. Se los conté a mi madre en confianza y ella me respondió que solo tenía que 'superarlo' y que dejara de ser tan 'egoísta'".

"Me di cuenta de que a esa persona le traía sin cuidado mi bienestar. Tenía que alejarme de ella para poder estar bien"

"Pero en aquel momento algo hizo 'clic' en mi cerebro", continúa Amanda. "Me di cuenta de que a esa persona le traía sin cuidado mi bienestar. Tenía que alejarme de ella para poder estar bien". El entorno de Amanda se sintió confuso pero lo que ellos no sabían es que su madre llevaba ignorando y menospreciando sus emociones desde el día uno. Había sido un patrón constante durante toda la vida de Amanda.

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Drew*, de 32 años, también recuerda la separación de su madre hace varios años como un anticlímax. "La última vez que hablamos fue a través de mi hermano", recuerda. "Él me dijo que estaba muy enfadada conmigo y, por primera vez en mi vida, no la llamé para disculparme. Sobre todo porque sentía que no había hecho nada que mereciera una disculpa. Y ella nunca trató de ponerse en contacto conmigo de nuevo".

La manipulación y el rechazo eran constantes para Drew mientras creció. Aunque su proceso de duelo ha sido emocionalmente impredecible, darse cuenta por fin de que la madre que tenía nunca iba a ser la madre que quería tener fue, según ella, "liberador".

Según Sichel, las mujeres empiezan a pensar en "divorciarse" de sus madres a cualquier edad, pero normalmente empiezan a considerar seriamente la idea en la veintena o la treintena. "Las separaciones familiares de cualquier tipo normalmente se deben a problemas durante el desarrollo, cuando las madres intentan frustrar las etapas evolutivas de separación y diferenciación con sus hijas. Fundamentalmente, el 'crimen' que provoca la separación es una hija adulta que se niega a cumplir con los mandatos o expectativas de su madre", afirma Sichel. Bland indica que, a menudo, cuando una mujer conoce a su pareja o se independiza económicamente, su predisposición a separarse de su madre aumenta porque el riesgo se reduce significativamente. Por supuesto, resulta difícil destacar un motivo concreto por el que una mujer desee cortar el contacto. Aparte de los abusos físicos y/o mentales, la sexualidad, la religión y el dinero también pueden desempeñar un papel clave. Como explica Sichel, "Hay tantos giros diferentes de guion y tantos acontecimientos inesperados en la vida familiar que resulta imposible hacer predicciones o generalizaciones".

Pero si una persona puede dejar atrás la irregularidad de su situación, "eso puede ser liberador", explica Bland. "A pesar de lo que vemos en los medios, el 80 por ciento de las personas de nuestra investigación dijo haber obtenido algo positivo de su separación".

Ese es el caso de Drew, que describe su vida tras la separación como "un diagrama de dispersión con una tendencia general al alza". Según ella, resulta que "cuando no tienes que estar cerca de alguien que te trata como si todo fuera culpa tuya, como si no valieras nada y como si fueras inmoral, dejas de sentir que todo es culpa tuya, que no vales nada y que eres inmoral".


* Hemos cambiado algunos nombres para proteger su identidad.