Los problemas de sufrir un trastorno alimentario durante el Ramadán
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Los problemas de sufrir un trastorno alimentario durante el Ramadán

Se espera de los musulmanes que pasen el mes sagrado del Islam ayunando y absteniéndose de todo alimento y bebida, pero esto resulta especialmente difícil para las mujeres que sufren trastornos alimentarios.

Ayunar desde el amanecer hasta la puesta de sol durante el Ramadán es relativamente duro para el musulmán medio, pero hay algunas mujeres que no se quejan. Para quienes sufren trastornos alimentarios, se trata del mes del año que con más ansia esperan.

Maha Khan empezó a desarrollar anorexia cuando tenía 15 años de edad. "Todos los años esperaba el Ramadán pensando 'ahora podré perder peso'", afirma Khan, que ahora tiene 32 años y ha fundado el blog Islam and Eating Disorders ("Islam y trastornos alimentarios"). Para Humaira Mayet, de 21 años de edad y tutora de ciencias a tiempo parcial que luchó contra la anorexia durante seis años, el Ramadán "era la forma que tenía la anorexia para justificar que me matara de hambre. Cuanto más ayunaba más fuerte me sentía a nivel espiritual por ser capaz de resistir la tentación de la comida".

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Durante el Ramadán, la mayoría de los musulmanes se abstienen de ingerir alimentos y bebidas, a veces durante hasta entre 17 y 19 horas seguidas. Este mes sagrado se considera de forma generalizada como la fecha más importante del calendario islámico y el ayuno se contempla como una oportunidad para los musulmanes de aumentar su conexión espiritual con Dios y ejercitar el autocontrol. Durante este período de 30 días de duración, perder peso se considera normal.

Interrumpía el ayuno con un dátil y una bebida energética

Pero para quienes sufren desórdenes alimentarios, el Ramadán les ofrece un modo de dejar de comer sin que les detecten: "Mi madre vigilaba de cerca mi dieta, pero el Ramadán era el único mes del año en que podía restringir [la comida] sin despertar sospechas", afirma Mayet.

Según la importante organización benéfica sobre trastornos alimentarios Beat, 725.000 personas en el Reino Unido están afectadas por alguno de estos desórdenes, pero no existen cifras oficiales para saber cuántas de ellas son musulmanas. Uno de los pocos estudios realizados sobre la existencia de desórdenes alimentarios en las comunidades musulmanas se llevó a cabo en 1988 y demostró que las mujeres británico-asiáticas jóvenes presentaban un riesgo mayor de desarrollar anorexia y bulimia que las no musulmanas. Según el centro Pew Research, los musulmanes conforman el 23 % de la población mundial, por lo que resulta lógico pensar que entre ellos se cuentan algunas de las 70 millones de personas que se estiman que están luchando contra trastornos alimentarios.

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Foto por Jovo Jovanovic vía Stocksy

Aunque puede que el Ramadán parezca "una oportunidad fantástica para perder peso", tal y como un foro 'pro-ana' pone en duda sarcásticamente, eso no significa que no conlleve problemas. La comida es fundamental en el Ramadán y se convierte en el centro de atención de esa festividad religiosa, ya sea planificando qué comer durante el iftar —la comida nocturna con la que los musulmanes interrumpen el ayuno cada día— o preparando los platos antes de ese momento.

"Para una musulmana que sufre un trastorno alimentario, el Ramadán puede convertir un momento que ya de por sí es difícil en un dilema imposible", explica Mary George, portavoz de Beat. "Los cambios drásticos en la dieta y en la ingesta de alimentos durante este período pueden acelerar los síntomas de los desórdenes alimentarios".

La tensión de las comidas comunitarias cuando se interrumpe el ayuno —normalmente con grandes cantidades de comida— supone el mayor reto de todos. "Las horas de la comida, ya fueran en casa o en algún restaurante, eran los momentos más difíciles", indica Khan. "De verdad que me entraba el pánico cuando estaba con otra gente y sufría ataques de ansiedad cuando me ponían la comida delante. Pasaba todo el día en la cama, sufriendo por lo que había comido la noche anterior. Soñaba con comida y estudiaba un libro de cocina tras otro".

Khan incluso llegó a quedarse en casa y ser el único miembro de su familia que interrumpía el ayuno en soledad en lugar de acudir a la acostumbrada reunión familiar. "Interrumpía el ayuno con un dátil y una bebida energética. Después pasaba horas en la cocina peleándome conmigo misma sobre si debería reducir todavía más las proteínas y el almidón".

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El Ramadán se considera como el mes más importante para los musulmanes de todo el mundo, es el momento en que demuestran su devoción hacia Dios. Todas las mujeres con las que hablé habían experimentado un conflicto interior: ¿estaban ayunando por Dios o por culpa de su trastorno alimentario?

"Cuando comía me sentía culpable y fuera de lugar, y una parte de mí sabía que utilizar el Ramadán como excusa era perverso", afirma Mayet. Khan ofrece una reflexión parecida: "Mientras estaba en terapia por mi anorexia seguía queriendo cumplir el mes del Ramadán entero, pero mi equipo médico y mi familia se negaron. Mi índice de masa corporal era muy bajo y médicamente no estaba preparada para ayunar. No puedo explicar el pánico total que me inundó, tuvimos un montón de peleas en el hospital y en casa. 'Pienso ayunar', le decía una y otra vez a mi madre".

Cuando Khan se las arregló para poder ayunar fue solo para poder acercarse más a su objetivo de pesar 54 kilos. "Yo rezaba, pero mi mente no conectaba con mis rezos… Todo se limitaba a perder peso. ¿Cómo puede alguien conectar con el Ramadán [pensando] así?". Su peso cayó en picado. Poco después del período religioso, los médicos le dijeron que solo le quedaban cinco semanas de vida.

Hemos llegado a un punto en que se piensa que los trastornos alimentarios son algo que solo afecta a personas blancas y pudientes

La común idea errónea de que los trastornos alimentarios no son un 'problema musulmán' puede conllevar sentimientos de vergüenza, culpa y aislamiento. Según Khan, "existe un gran desconocimiento dentro de las comunidades musulmanas acerca de esta enfermedad que cientos y miles de mujeres sufren en silencio".

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Incontables foros islámicos muestran sin cesar la idea de que enfermedades como la anorexia y la bulimia son enfermedades "occidentales" que se han abierto camino lentamente hasta el mundo musulmán. Un sitio web advierte: "Los trastornos alimentarios son un fenómeno al alza en la comunidad musulmana. Lo que antiguamente era una enfermedad principalmente no musulmana se ha ido introduciendo lentamente en la ummah (la comunidad musulmana internacional)".

Esto es claramente erróneo. Aunque la presencia de desórdenes alimentarios en el mundo occidental es más elevada que en los países no occidentales, diversas investigaciones han demostrado que las mujeres musulmanas tienen las mismas probabilidades de desarrollar bulimia y anorexia independientemente de su contexto cultural o de dónde se hayan criado. En un estudio publicado en el International Journal of Eating Disorders "Diario internacional de trastornos alimentarios"), los investigadores descubrieron que las estudiantes universitarias femeninas de Teherán tenían las mismas probabilidades de desarrollar desórdenes alimentarios que sus compañeras iraníes-norteamericanas.

"Hemos llegado a un punto en que se piensa que los trastornos alimentarios son algo que solo afecta a personas blancas y pudientes", afirma Priya Tew, premiada dietista y especialista en trastornos alimentarios. "La mayor parte de investigaciones científicas también se han llevado a cabo entre esa población, por lo que es lógico que se hable sobre todo de ese grupo".

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Por otra parte, se desaconseja a las mujeres musulmanas con desórdenes alimentarios que busquen tratamiento o, todavía peor, es posible que crean que no lo necesitan. "Esto dificulta que las mujeres musulmanas hablen abiertamente sobre sus problemas con la comida y hace que existan menos lugares donde piensen que pueden recibir ayuda", afirma Tew.

Aunque el Corán exime a los musulmanes enfermos de ayunar, las cosas no son fáciles para quienes sufren trastornos alimentarios y se están recuperando, porque quienes eligen no observar el Ramadán a menudo son criticadas por otros miembros de su comunidad.

Leanne Scorzoni, de 34 años de edad, es una musulmana conversa y auxiliar médico que afirma que se encuentra en "fase de recuperación activa" de su TANE (Trastorno Alimentario No Especificado), un desorden alimentario en el que las personas afectadas no se corresponden con los criterios de diagnóstico de la anorexia o la bulimia. "Decidí de forma consciente que [ayunar] no era sano para mí. No tenía la sensación de estar haciéndolo por Dios", indicó.

Afirma que su enfermedad le impedía disfrutar de los beneficios espirituales de cumplir con el ayuno. "Mi mente estaba completamente alejada de la oración y la reflexión. Para mí era mejor comer sano que eliminar la comida completamente".

"Hubo momentos en que estaba comiendo en público y algún musulmán se me aproximaba para preguntarme por qué no estaba ayunando. Incluso ha habido musulmanes que aceptaban completamente que yo sufría un trastorno alimentario pero aun así me preguntaban: '¿Y no puedes ayunar de todas formas?'. Me niego a que nadie me haga sentirme culpable por tratar de curar mi enfermedad. No me siento culpable por el hecho de que, para mantener mi bienestar, tengo que comer cuando mi cuerpo está hambriento".

Cuando algún miembro de la comunidad musulmana no cree que los trastornos alimentarios sean un problema médico "legítimo" para no cumplir con el ayuno, la paciente puede llegar a sentirse tan aislada como si lo sufriera en silencio. "Algunas personas convierten la comida y el ritual religioso en un fetiche hasta tal punto que la gente que les rodea no puede ser abierta y sincera con respecto a sus necesidades médicas", afirma Scorzoni. "Hay quien considera que necesitar atención médica es en cierto modo pecaminoso o un signo de debilidad".

Sin embargo, Khan sigue siendo optimista y cree que la actitud musulmana hacia quienes padecen trastornos alimentarios está cambiando lentamente a mejor. Como pasa con todo, se empieza visibilizando el problema. "Ahora estamos rompiendo el silencio en torno a los trastornos alimentarios", afirma, "así que espero que cada vez haya más musulmanes que hablen del tema".