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Identidad

Cómo venció Suecia al sexismo en la industria del cine

Las directoras de Hollywood continúan teniendo las de perder, pero hay un país que ha hecho lo imposible en lo referente a la igualdad de género en el cine.
Photo by kkgas via Stocksy

Estamos en la era de La boda de mi mejor amiga, Dando la nota y la nueva entrega de Cazafantasmas protagonizada por mujeres; la de Poehler, Dunham y Fey. Podríamos pensar que el género es un asunto cada vez menos importante en la industria cinematográfica, pero nos equivocaríamos de lleno. En el Festival de Venecia del pasado año, la Red europea de mujeres en el medio audiovisual (EWA, por sus siglas en inglés) reclamó a los gobiernos europeos que llevaran a cabo acciones positivas para terminar con la censura de la visión de las mujeres sobre el mundo. Se encuentran a mitad del camino que les queda por recorrer hasta lograr su proyecto de investigación paneuropeo y ya ha quedado claro que las mujeres, en 2015, estaban ostentando un lugar mierdoso en la industria del cine.

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Kathryn Bigelow sigue siendo a día de hoy la única mujer que ha ganado jamás un Oscar al mejor director por En tierra hostil, categoría en la que, a lo largo de la historia, solo se ha nominado a cuatro mujeres. En la industria del cine hay cinco hombres por cada mujer y ellos ostentan el 91 % de todos los cargos directivos, lo que podría ser la razón de que el 90 % de las películas no incluyan un número igualitario de hombres y mujeres en su reparto. Si eres una directora de cine y no te llamas Kathryn Bigelow, es probable que las posibilidades de que te contraten y financien estén en su momento más bajo. Sin embargo, según datos de la MPAA (Asociación cinematográfica norteamericana), el pasado año un 51 % de los espectadores que acudieron a salas de cine fueron mujeres, así que, ¿por qué cojones no estamos haciendo la mitad de las películas?

Un país se ha atrevido a exigir precisamente eso: Suecia. En tan solo dos años y medio, este país ha logrado lo imposible: alcanzar la igualdad de género en la financiación cinematográfica, consiguiendo así que haya el mismo número de directores y directoras de cine en Suecia.

Anna Serner, CEO del Instituto Sueco del Cine. Foto por Marie-Therese Karlberg

Y esto hay que agradecérselo a Anna Serner, directora del Instituto Sueco del Cine, la principal organización que financia y da soporte al cine nacional. Esta sensata mujer sueca asumió el cargo de CEO en 2011 y se propuso demostrar que las cosas pueden hacerse de forma justa rápidamente.

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"Fundamentalmente creo que todas las personas poseen los mismos derechos y el mismo valor, así que a mí me resulta obvio que las mujeres y los hombres tengan las mismas posibilidades dentro de la sociedad", explicó a Broadly. Cuando Serner se unió al Instituto Sueco del Cine, las productoras y directoras mujeres conformaban en torno al 30 % del total, y solo solicitaban el 25 % de las financiaciones.

"En mis trabajos previos dentro de los medios de comunicación he aprendido que hablar no sirve de nada", afirmó. "Decidí muy pronto que debía dejar de hablar y pasar a la acción, porque entonces sí podríamos hablar sobre mis acciones". Serner tardó seis meses en investigar los motivos más comúnmente aceptados por los que las mujeres no tienen éxito en la industria cinematográfica y después trazó un plan de acción que tratara de solucionar todos los puntos.

La calidad depende del punto de vista del observador. Nos atrevimos a decir que había calidad aunque no estuviéramos acostumbrados ver ese tipo de calidad

Encontró cinco argumentos, que no solo se presuponen en la industria del cine sueca, sino también en Hollywood y en el resto del mundo. En primer lugar, que no existen directoras de cine competentes. Serner creó rápidamente una plataforma web para dar a conocer a las mujeres (primer punto solucionado). "El segundo es que las directoras no llegan a hacer una segunda o una tercera película, lo cual es cierto", afirmó.

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En tercer lugar, hay más hombres que aspiran a convertirse en directores. Serner explica apasionadamente que esto "no es verdad, […] las mujeres jóvenes desean ser directoras, pero no creen que vaya a ser posible. Y no lo creen porque cada vez que le dicen al mundo que quieren ser directoras de cine escuchan la frase '¿Sabes lo duro que es eso?', así que poco a poco se las va empujando hacia abajo y su autoestima va menguando mientras los hombres escuchan frases como '¡Oh! ¿Quieres ser director? Es muy duro, pero también es fantástico. Seguro que lo lograrás'".

La solución que planteó Serner fue ir a los colegios y cambiar esta actitud a través de planes de asesoramiento, talleres y formación en "estructuras sociales y de igualdad de género. Debemos emplear nuestro dinero para mejorar, estimular y fomentar la concienciación sobre el género".

"My Skinny Sister", de Sanna Lenken, fue una de las películas que recibió financiación del Instituto Sueco del Cine. Fotograma de My Skinny Sister

El cuarto obstáculo al que se enfrentó Serner fue el argumento de que no hace falta andar contando el número de mujeres que hay en la industria, porque lo que realmente importa es la calidad de las películas y no quién está detrás de la cámara. Pero qué casualidad que, en una meritocracia perfecta, los hombres heterosexuales blancos sean los mejores directores. "La calidad depende del punto de vista del observador", respondió Serner, explicando que el problema es que la gente simplemente no está acostumbrada al modo en que las mujeres cuentan las historias. "Nos atrevimos a decir que había calidad aunque no estuviéramos acostumbrados a ver ese tipo de calidad".

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Aunque hay quien rechaza la idea de la discriminación positiva, Serner es inflexible en su idea de que todo gira en torno a las cifras. Se mantiene alerta para asegurarse que el Instituto financia cada mes a un número igual de directores y directoras de cine, en lugar de hacer un recuento total al final del año, lo que significa que cualquier problema con la financiación puede solucionarse en un plazo de cuatro semanas. "Contabilizamos el número de directores y no solo una vez al año —lo que significa que podríamos hacerlo al final del año, cuando ya ha pasado, y entonces deberíamos empezar de nuevo el año siguiente en mayo o cuando el cómputo esté listo—, en lugar de ello, llevamos un recuento de cada decisión y tomamos una decisión todos los meses".

¿Qué pasaría si los Estudios Warner tomaran la misma decisión? Podrían hacerlo en cualquier momento, pero no lo hacen

Pero el escollo más grande gira en torno a las empresas, porque al parecer los empresarios no están interesados en financiar películas hechas por mujeres. Mientras que el Instituto Sueco del Cine gestiona la financiación pública, la financiación privada sigue siendo sexista. "Lamentablemente, parece que el sector privado necesita cierta regulación", afirmó Serner desanimada. "Cuando el sector privado funciona sin regulación, no desea cambiar nada. Nosotros trabajamos con fondos públicos pero, ¿qué sucedería si los Estudios Warner tomaran las mismas decisiones que nosotros? Podrían hacerlo en cualquier momento, pero no lo hacen".

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"Flocking", de Beata Gårdeler, también recibió financiación del Instituto Sueco del Cine. Fotograma de Flocking

Los cambios radicales impulsados por Serner han irritado a los peces gordos de la industria. Cabreó a Dinamarca al poner en duda la igualdad de género que dicen mantener en la industria del cine, ellos dicen que hay igualdad, pero Serner dice que no es así. Uno de los actores más famosos de Suecia incluso llegó a llamarla puta en televisión. "Por supuesto, aducen que no me centro en el contenido de los filmes, que estamos politizando el cine y que ya no nos fijamos en la calidad", explicó. "Pero nosotros ganamos más premios y obtenemos más nominaciones en los festivales de cine que nunca, y en la mayoría de casos el mérito es de una mujer". Serner incluso siente lástima por sus detractores. "En gran parte entiendo que cuando ves tu vida amenazada, es difícil creer que te vayan a aplaudir. Las jóvenes sí aplauden porque aún no han alcanzado su techo de cristal; incluso los hombres jóvenes muestran su apoyo".

Suzanne Osten, legendaria directora sueca de cine y teatro, cree que la industria acoge mejor a las mujeres desde que Serner tomó las riendas del Instituto Sueco del Cine. "Definitivamente sí", afirmó, "existe en el cine una política declarada a favor de la igualdad de género y étnica".

Esta gran dama de la industria ha dirigido diez películas entre 1982 y 2015, pero en el pasado siempre se le había denegado la financiación. En cambio, su película más reciente recibió 16 millones de coronas suecas, nueve de los cuales procedieron del Instituto Sueco del Cine. Pero el problema según ella no solo es económico: "Es preciso que construyamos una nueva estructura en la industria", indicó. Las mujeres están interesadas en "otros temas, problemas emocionales más profundos, la infancia…", temas que el público no está todavía acostumbrado a consumir, pero que también son el motivo por el que las mujeres están haciendo ahora "las películas más interesantes".

La revista de cine Sight & Sound publicó recientemente un número sobre la mirada femenina, que incluía 100 películas ignoradas por las mujeres. "El modo en que se escribe la historia del cine es en cierto modo un tipo de censura", afirmó Isabel Stevens, editora de producción de la revista. Pero está convencida de que los tiempos están cambiando: "Desde la década de 1970, cuando surgió el movimiento de liberación de la mujer, ha habido gente estudiando a las cineastas femeninas. Actualmente parece un tema bastante destacado en el inconsciente colectivo y no un interés académico selectivo, lo cual es fantástico".

Cuando los hombres blancos ostentan poder, muchos —no todos— solo contratan gente que sea como ellos. De este modo la situación se perpetúa

"No se trata solo de un problema relacionado con el género, también la raza entra en juego y cualquier grupo minoritario encuentra difícil abrirse camino". Volvemos una y otra vez al mismo problema: no es cuestión de a quién conoces, sino también de a quién te pareces. "Cuando los hombres blancos ostentan poder, muchos —no todos— solo contratan gente que sea como ellos. De este modo la situación se perpetúa". Puede que la influencia del Instituto Sueco del Cine traspase pronto sus fronteras, ya que la financiación en Reino Unido va a sufrir un shock al más puro estilo Serner. "El Instituto Británico del Cine ha introducido un plan de tres puntos para la diversidad. Esto significa básicamente que nadie recibirá financiación pública a menos que cumpla con determinados criterios".

Mi primer trabajo después de la universidad fue en una productora cinematográfica. Trabajaba en la recepción, llamando taxis, solicitando servicios de mensajería y rellenando interminables cafeteras. Un día tuve una charla con el productor ejecutivo y le dije que me encantaría tener la oportunidad de trabajar con uno de los directores. "Las mujeres normalmente empiezan en la recepción y después pasan a producción", dijo de forma tajante. "Los hombres empiezan como repartidores y después se convierten en directores". Me costó ocho años atreverme por fin a autodenominarme directora después de aquella sesión de asesoramiento. Es preciso que las mujeres que trabajan en el cine estén dentro del equipo y no se limiten a desempeñar tareas tradicionales como ocuparse del vestuario y el maquillaje. Con personas como Serner al frente, puede que sea el momento de que las mujeres tomen el control.