Asistí a un taller de 'squirting sagrado'
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Identidad

Asistí a un taller de 'squirting sagrado'

En todo el mundo, las mujeres se están apuntando a cursos para aprender el arte de combinar la espiritualidad y la sexualidad. Yo asistí a una clase para ver de qué iba todo esto y para liberar alguna emoción a través de mi vagina.

"Que levante la mano la que ya haya hecho squirting alguna vez".

Aproximadamente cincuenta mujeres estamos repartidas por el suelo, sentadas sobre las toallas que nos indicaron que trajéramos. Ocho levantan la mano. Nuestra instructora Christine nos supervisa, asintiendo sabiamente.

Nos encontramos en una calurosa y abarrotada sala de un centro comunitario, en un taller sobre el arte del "Squirting sagrado". Existe una relación muy antigua entre las mujeres y el agua, según el sitio web del festival Taste of Love, que promete una "sesión ceremonial" con espacio para "explorar nuestra naturaleza femenina y liberar las emociones almacenadas en la vagina".

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El festival se celebra en Byron Bay, el epicentro australiano de todas las cosas que son New Age y que pueden pagarse con tarjeta de crédito. Christine es una bailarina, cantante, compositora, "comadrona espiritual" y "guerrera de luz" danesa que vive en un yurta en la isla de Møn, en Dinamarca, de modo que si hay alguien capaz de enseñar a un puñado de mujeres curiosas cómo hacer squirting de forma espiritual, probablemente es ella.

Cuando nos acomodamos, Christine empieza a hablar con un tono suave de voz acerca de la eyaculación femenina. Nos inclinamos hacia delante, tensando el cuerpo para escuchar sus secretos sobre el squirting. "Vuestro punto G es la puerta de acceso a vuestra alma", dice.

Una mujer levanta la mano: "¿Lo que sale es agua u orina?".

"Es agua, procedente del tejido que rodea el punto G", responde Christine. "El squirting gira en torno a nuestra interconexión y nuestras aguas sagradas".

El squirting, o eyaculación femenina, ha sido objeto de intensa curiosidad a lo largo de la historia. El tema fue abordado por primera vez en Occidente en torno al año 300 a. C. por Hipócrates y Aristóteles y aparece en textos taoístas del siglo IV que destacan las propiedades místicas y saludables del líquido.

Sin embargo, en el siglo XIX las cosas se volvieron menos festivas. "Richard von Krafft-Ebing —el primer 'médico sexual' moderno— describió la eyaculación femenina como relacionada casi exclusivamente con la homosexualidad en las mujeres", explicó a VICE Alex Dymock, profesor de la Universidad Edge Hill de Lancashire. "Estaba vinculado con el miedo a lo degenerado, cuya 'debilidad' era culpa de su aberración sexual".

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Sentid las partes ásperas. Sentid las ondulaciones del interior de vuestra vagina

Pero ya no. La palabra "squirt" es ahora el tercer término porno más buscado de Australia y el taller de hoy forma parte de un movimiento global más amplio que ayuda a las mujeres a explorar su sexualidad y su espiritualidad. Atribuir espiritualidad a experiencias sexuales se ha convertido en un movimiento en sí mismo, o incluso en una industria, con festivales y clases en todo el mundo que ofrecen de todo desde "Baile erótico" y "Yoni Yoga" hasta "El arte de los azotes zen".

Mientras tanto, aquí en "Squirting sagrado" estamos tratando de imitar a Christine, que gira las caderas y nos da instrucciones para que sintamos nuestra preciosa energía femenina. Momentos más tarde está sobre el suelo, completamente desnuda excepto por su larga y amplia falda, que lleva levantada alrededor de los muslos. Desliza dos dedos dentro y fuera de su vagina, explicando cómo encontrar el punto exacto de estimulación.

"Es diferente para cada mujer", explica. "¡Probadlo!".

En menos de un minuto, la mayoría de las mujeres se han desvestido encantadas, mostrando sus tatuajes y sus cuerpos desnudos. Christine continúa con su penetración, describiendo lo que hace. Después de un rato emite algo que solo puede describirse como un chillido, luego inclina la pelvis y, con una enorme sonrisa en la cara, libera una fuente de agua de su vagina que ―no es broma― salpica a las mujeres sentadas en la primera fila.

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Las mujeres gritan y se ríen. El fluido continúa saliendo. Una mujer de la primera fila tiene agua sagrada sobre las alas de ángel que lleva tatuadas en su espalda.

"¡Es una liberación!", dice Christine.

A continuación, una charla de un par de minutos acerca de la técnica y de repente ya es nuestro turno. Cincuenta mujeres empiezan a masturbar la zona circundante a su punto G. Algunas están tumbadas y otras sentadas sobre las rodillas. "¡Woo!", grita una mujer y levanta la mano mientras las cuentas de su collar se agitan alrededor de su cuello. "¡La primera de la clase!", grita otra en respuesta.

A estas alturas yo me he quitado la ropa. Como la habitación está tan caldeada, es un alivio. Pero mis estadísticas vitales hacen que mi punto G sea difícil de encontrar: mido un poco más de metro ochenta y la parte inferior de mi torso es bastante larga.

"Sentid las partes ásperas, entrad un poco más", anima Christine. "Sentid las ondulaciones del interior de vuestra vagina". Pide a algunas mujeres que se acerquen al frente y les guía a través del proceso, entonando frases y emitiendo sonidos como una mamá pájaro. Entonces coloca una caja de guantes de goma y aceite de coco en el centro de la habituación, indicándonos de manera casual que "busquemos una compañera y nos lo hagamos entre nosotras".

El sonido de la habitación se hace más fuerte. Algunas mujeres gimen y otras ríen. "Mantened la voz en un tono suave", les recuerda Christine y añade que las bocas de las mujeres se corresponden con sus vaginas. "Si vuestra boca es suave, vuestra vagina se dejará ir".

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Algunas mujeres más parecen tener un orgasmo y sus gemidos inconscientes penetran en el sofocante calor. Otras siguen intentándolo para conseguirlo, como si estuvieran en algún tipo de competición. A mi lado, dos mujeres se turnan entre ellas. Una está tumbada y la otra le introduce dos dedos enfundados en un guante blanco de goma. La primera anuncia que ha notado un orgasmo, pero lamentablemente no ha habido ningún fluido.


Tanto si la eyaculación femenina "existe" ―no encuentro una palabra mejor― como si no, ha sido objeto de debate entre los expertos durante décadas, pero solo unos pocos estudios científicos se han centrado en la mecánica del proceso. En 2015 se publicó un ensayo en The Journal Of Sexual Medicine (Diario de medicina sexual) en el que se hablaba de las secreciones de siete mujeres que indicaban emitir en torno a una taza de fluido cada una durante el sexo. Tras analizar ese fluido, los investigadores descubrieron que el líquido de las siete mujeres consistía principalmente en orina, aunque en cinco muestras había también un poco de enzima antígena (PSA), que se localiza en la próstata en los hombres y en las glándulas de Skene en las mujeres.

Así que, en lo que respecta a si la eyaculación femenina es pipí, la respuesta es sí. Y no. Pero sobre todo sí.

Naturalmente, nadie está pensando en esto conforme la segunda hora llega a su fin y Christine coge su guitarra para cantar una canción folk en su idioma natal. Mientras pasea ensoñadoramente por la sala y rasguea el instrumento, las mujeres finalizan con sus intentos de conseguir su squirting. Una pareja a mi derecha se besa, llora y ríe simultáneamente.

Para cuando Christine acaba la canción y se abren las cortinas, todas estamos ya sentadas y nos vestimos, preparándonos para marchar. "Ha estado de puta madre", dice una participante, cogiéndole la mano con gratitud. "Eres una inspiración. Gracias por compartir tus conocimientos".