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Identidad

Lo que comes dice mucho de tu personalidad

Según varios estudios realizados a lo largo del último par de años, realmente somos lo que comemos.
Image by Treasures & Travels via Stocksy

"Si lo piensas, durante la mayor parte de la existencia humana estuvimos comiendo lo que había disponible", afirma John Hayes, profesor adjunto de ciencias de la alimentación en la Universidad Estatal de Pensilvania. "Y si no comíamos lo que había a nuestro alcance, comíamos lo que era propio de nuestra cultura dominante. Imagina Gran Bretaña en la década de 1950: probablemente comían salchichas, patatas hervidas y verduras demasiado cocidas".

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"Pero en la actualidad", continúa, "puedes comer pollo tikka masala en cualquier parte".

Aunque la accesibilidad, la cultura y los hábitos son factores fundamentales a la hora de determinar qué alimentos consumimos, en los últimos años un puñado de estudios han demostrado que los rasgos de la personalidad también influyen en lo que elegimos meternos a la boca.

Las personas que aman el picante asumen más riesgos

Por ejemplo, según una investigación realizada por Hayes (un autoproclamado loco del chile desde hace más de 20 años) y por Nadia Byrnes, antigua alumna de la Universidad de Penn State, la gente que disfruta subiendo a las montañas rusas o siendo el centro de atención en las fiestas probablemente también pide la comida cuanto más picante mejor. En dos estudios diferentes, Hayes y Byrnes examinaron el papel que desempeña la personalidad en la ingesta de alimentos picantes.

En el primero, que fue publicado en 2013, Byrnes y Hayes recopilaron las respuestas de 97 personas que puntuaron la intensidad de varias muestras de capsaicina (el principio activo de los chiles y guindillas). Tras analizar sus respuestas junto con los resultados de un test de personalidad llegaron a la conclusión de que las personas que tienden a buscar sensaciones (por ejemplo, quienes disfrutan conduciendo a toda velocidad en una carretera llena de curvas) tienen más probabilidades de disfrutar y comer alimentos picantes y también descubrieron que las personas sensibles a las recompensas (quienes disfrutan recibiendo cumplidos y ganando competiciones) también tienen más probabilidades de comer alimentos picantes.

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El segundo estudio, que se publicó a principios de este mismo año, confirmaba estos hallazgos y explicaba con mayor detalle que, mientras que una persona con sensibilidad a las recompensas puede comer alimentos picantes, eso no necesariamente significa que a esa persona le guste la comida picante. La conclusión, explica Hayes a Broadly, es que "la personalidad influye en los gustos, que a su vez influyen en el consumo, pero la personalidad también puede influir en el consumo sin influir realmente en los gustos alimentarios".

Esto es una muestra de los múltiples factores que influyen en nuestra elección de alimentos, según él. "Depende de cosas como la cultura y nuestro entorno culinario, y no solo de lo que nos gusta comer".

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Disfruta de tu gintonic, pedazo de psicópata

La cosa más dulce

En 2011, otro grupo de investigadores estudió si las metáforas conceptuales ——como cuando llamas "bombón" a una persona que quieres— pueden ofrecer algún tipo de pista sobre los procesos de la personalidad. Tras llevar a cabo cinco estudios diferentes, que incluían comprobar si los participantes se ofrecían voluntarios para someterse a otra encuesta sin compensación, los investigadores descubrieron que las personas a quienes les gustan los dulces tienden a ser amistosas y compasivas… básicamente, bombones.

"Las personas con un alto grado de amabilidad disfrutaban de los dulces mucho más que las personas con un grado bajo de amabilidad y complacencia", escriben los autores, "y lo que quizá sea más importante, dichas preferencias por los sabores dulces predecían mediciones en laboratorio de funcionamientos prosociales [como ayudar, compartir o realizar labores de voluntariado]".

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Por el contrario, las personas con afición al café solo, a la tónica o a los rábanos podrían ser psicópatas. Según un trabajo publicado el año pasado por investigadores austríacos que entrevistaron a un total de casi 1.000 personas, quienes prefieren los alimentos y bebidas de sabor amargo tienen más probabilidades de poseer rasgos antisociales de la personalidad, como ser manipuladores, crueles y/o insensibles.

El gusto general por lo amargo que resultó ser un fuerte predictor del maquiavelismo, la psicopatía, el narcisismo y el sadismo cotidiano

"El gusto general por lo amargo resultó ser un fuerte predictor del maquiavelismo, la psicopatía, el narcisismo y el sadismo cotidiano", escriben los autores del estudio. Además, "los resultados sugieren que la medida en que las personas disfrutan con los alimentos y las bebidas amargos está estrechamente vinculada al nivel de oscuridad de su personalidad".

La vida es como una caja de bombones

Mientras que las investigaciones académicas están todavía en su etapa más inicial, Alan Hirsch, neurólogo y psicólogo especializado en el tratamiento de la pérdida del sentido del olfato y el gusto en la Fundación para la investigación y el tratamiento del olor y el gusto de Chicago, lleva años vinculando las preferencias en el gusto de las personas con sus rasgos de personalidad. Es autor de diversos libros, incluyendo What Flavor is Your Personality (A qué sabe tu personalidad), entre otros. Hirsch dice que tanto él como su equipo han observado las preferencias culinarias y los perfiles de personalidad de más de 18.000 personas, estableciendo correlaciones por medio de todo tipo de alimentos, desde tentempiés y desayunos a sabores de helados.

"Básicamente todo lo que hacemos refleja nuestra personalidad subyacente: de qué lado nos peinamos la raya, el color de la corbata o los zapatos que llevamos o el modelo de coche que conducimos", explica Hirsch a Broadly. "La pregunta es, ¿somos suficientemente listos para averiguar qué significa? Eso es básicamente lo que hemos hecho con las preferencias por los alimentos".

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Otro estudio observó a las preferencias de sabor del vodka. El estudio, encargado a principios de la década de 2000 por la empresa que distribuía el vodka Stolichnaya por aquella época, consistió en realizar tests de personalidad durante varias horas. Los sujetos a continuación probaban a ciegas varios sabores de vodka, incluyendo melocotón, vainilla, naranja y otros, produciendo de ese modo una correlación estadística entre las preferencias del sabor del vodka y el tipo de personalidad.

Según los hallazgos de Hirsch, la gente que afirma preferir el vodka de melocotón tiende a ser "animada, dramática y entusiasta". Por contraste, los amantes del vodka con sabor a arándano tienden a ser serios, a ser aburridos en la cama y a trabajar en exceso. Por su parte, los bebedores de vodka con sabor a vainilla son "impulsivos y se dejan llevar por sus emociones"; además les gusta estar rodeados de gente.

Básicamente todo lo que hacemos refleja nuestra personalidad subyacente: de qué lado nos peinamos la raya, el color de la corbata o los zapatos que llevamos o el modelo de coche que conducimos

Hirsch afirma que un posible factor que explica por qué lo que consumimos dice tanto de nuestra personalidad es la cronología. "Nuestra personalidad se desarrolla entre los 0 y los 7 años, que es el mismo período en que se desarrollan nuestras preferencias alimentarias", indica.

También señala que las partes del cerebro relacionadas con nuestra personalidad y la zona donde se localizan nuestros sistemas del olfato y el gusto comparten el mismo lugar. "Anatómicamente están muy cerca", afirma. "La verdad es que tiene bastante sentido".

Hayes, coautor de la investigación en torno a los alimentos picantes, sugiere que esta conexión entre las elecciones alimentarias y los rasgos de la personalidad podría estar relacionada con equilibrar la selección natural. "Los humanos somos criaturas tribales", explica. "Si nos remontamos a la época en que éramos cavernícolas, la unidad de evolución no era la persona sino la tribu. Queremos gente se quede en casa recogiendo las bayas y también queremos gente que salga a cazar mastodontes, de modo que es una ventaja si contamos con ambos tipos de personas en la tribu".

"Forma parte de la condición humana", continúa, "y el hecho de que eso se refleje en nuestro modo de comer probablemente no sea tan sorprendente".