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Identidad

'Soy muy consciente del tabú': hablamos con vampiros y donantes de sangre

Los vampiros existen en la vida real y muchos creen que padecen una enfermedad que les hace dependientes de la sangre humana. Por fortuna, hay gente encantada de ayudarles.
Photo by Javier Diez via Stocksy

Tras limpiarse la piel, Giselle ―nacida en Arizona― busca una vena en su brazo donde insertar una aguja. Cuando la encuentra, emplea una jeringa para extraer 80 ml de sangre, más o menos el equivalente a dos chupitos.

Esto no lo hace por motivos médicos, sino que lo hace para donar su sangre a su compañero, que es un vampiro de la vida real, también conocidos como "sanguinarios" (del término en latín que significa "el que bebe sangre"). Muchos sanguinarios creen que necesitan consumir sangre para mantenerse sanos y donantes como Giselle ―o "cisnes negros", como se autodenominan en ocasiones― les proporcionan los fluidos necesarios. Aunque es difícil saber cuántos vampiros viven en la tierra, según diversos investigadores, existen al menos 5.000 vampiros tan solo en EE. UU. y hay ligeramente más mujeres que hombres que se identifican de este modo.

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Aunque puede que la idea de ingerir sangre nos parezca asquerosa a muchos de nosotros ―sigue siendo tabú y muchas religiones como el Islam prohíben el consumo de esa sustancia roja― no siempre ha sido así. En los siglos XVI y XVII, mucha gente (incluyendo sacerdotes, miembros de la realeza y médicos) ingería sangre para tratar afecciones como las cefaleas y la epilepsia. También se creía que la sangre incrementaba el vigor, especialmente si se bebía directamente del cuerpo de una persona joven. Conforme fue avanzando la medicina, estas prácticas se dejaron de lado.

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Muchos vampiros describen el momento en que se dieron cuenta por primera vez de que eran diferentes. Algunos los describen como "un despertar". Un miembro del sitio web sanguinarius.org indicó que se dio cuenta de que era un vampiro después de beberse la sangre de unos filetes de cerdo crudos que estaban en la encimera de su cocina. Julia, una mujer estadounidense de 48 años, dice que empezó a sentir ganas de beber sangre cuando tenía unos seis años: "La primera vez que consumí sangre humana tenía 12 años", explica a Broadly. Cuando besó por primera vez a un chico, le mordió muy fuerte en los labios, él empezó a sangrar y ella bebió su sangre. "Ese momento de revelación fue para mí evolutivo y revolucionario", añade.

Muchos sanguinarios afirman que necesitan consumir sangre por motivos de salud y se refieren a sí mismos como "sanguinarios médicos". John Edgar Browning, becario posdoctoral en el Instituto Tecnológico de Georgia, pasó cinco años entrevistando y estudiando a la comunidad de vampiros reales de Nueva Orleans, llegando incluso a hacerse él mismo donante. El sanguinario empleaba un escalpelo para hacerle un corte en la espalda y después colocaba su boca directamente sobre el líquido, absorbiéndolo antes de limpiar la herida de Browning. "El procedimiento de donar me alarmaba un poco, no porque no fuera seguro ―de hecho era más bien lo contrario―, sino porque me dan terror las agujas", explica a Broadly.

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Ilustración de "Carmilla", la novela del siglo XIX escrita por Joseph Sheridan Le Fanu. Ilustración de David Henry Friston vía Wikimedia Commons

Afirma que muchas de las personas a las que entrevistó le confesaron que habían intentado dejar de consumir sangre, pero que habían sufrido físicamente y se sentían débiles, aletargados y enfermos. "Una de las vampiras con las que hablé me contó que tuvieron que hospitalizarla y solo le dieron el alta después de que recuperara las fuerzas tras alimentarse con la sangre de su pareja en la habitación del hospital", dice Browning.

Krystian, un sanguinario del Reino Unido, fue diagnosticado con una mutación genética hace dos años. Dicha mutación significa que tiene problemas para producir hemo, uno de los principales componentes de la hemoglobina, una molécula proteínica de los glóbulos rojos que transporta oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos del cuerpo y devuelve dióxido de carbono desde los tejidos de vuelta a los pulmones. Está convencido de que beber sangre le ayuda a mejorar su salud.

"He tenido varios problemas médicos desde mi nacimiento", afirma. "Cuando consumo sangre de manera regular es cuando más sano estoy y, cuando no lo hago, experimento deficiencia sanguínea, que con el tiempo puede provocar discapacidades neurológicas y cognitivas, así como desembocar en depresión, amnesia, incapacidad de comer sin dolor o náuseas, dolores de cabeza, estreñimiento e insomnio. Beber sangre elimina los síntomas rápidamente". Me explica que normalmente consume unos 125 ml al día para mantener a raya sus problemas, "el equivalente a media lata de Red Bull".

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Aunque muchos sanguinarios tienen problemas físicos, algunos creen que su trastorno es psicológico. Hablé en Reddit con Zvasra, una mujer de 34 años residente en Memphis, Tennessee. Por lo que a ella respecta, su necesidad de consumir sangre es "una necesidad puramente psicológica".

La sensación de paz que experimento después de una donación es como flotar en una piscina

"Creo que es justo decir que la gente que ama la sangre tanto como yo probablemente tiene algo psicológico que les provoca ese fuerte deseo", añade.

Le pregunto si alguna vez había buscado ayuda médica por su deseo de beber sangre, pero me responde que no. "Es simplemente mi forma de vivir y me siento feliz de continuar así", afirma. "Soy muy consciente del tabú que hay en torno a ello y no me gustaría que mi médico contemplara cualquier otra enfermedad que yo pudiera tener del mismo modo". "Síndrome de Renfield" es el nombre que a veces se emplea para describir una obsesión psicológica por beber sangre. Sin embargo, no está reconocido en la literatura médica y normalmente los psiquiatras no lo consideran un trastorno real.

Sean cuales sean los motivos tras ello, está claro que los sanguinarios necesitan alimentarse regularmente para aliviar los síntomas y el ansia, de modo que han surgido varias redes para conectarlos con donantes voluntarios. Existen grupos dentro de la red social fetish Fetlife y también sitios web como el Vampire and Donor Connections Hub, que fundó Krystian hace dos años. Algunos, como Julia, cuyo prometido es su donante actual, emplean a miembros de su familia, amigos o personas con las que mantienen una relación.

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Aunque para Julia solo sirve la sangre humana, otros vampiros reales no hacen ascos a consumir sangre animal si no consiguen encontrar un donante. "Cuando atravieso una época de sequía, me acerco a un supermercado asiático y compro sangre congelada de cerdo o de ternera. Nunca me la bebo directamente, pero está bien descongelarla y mezclarla con un poco de vino, café, o incluso emplearla para cocinar", explica Zvasra.

Foto vía Flickr

Krystian también consume sangre de vaca que obtiene en un matadero cercano. "Un donante por sí solo no puede mantener a un sanguinario, así que necesito la sangre de bovino para mantenerme sano", afirma. "Bebo de mi donante [su novia actual] lo menos posible por su seguridad, pero en última instancia la sangre animal no puede mantenerme igual de bien que la humana, debido a sus diferencias".

Es posible que, leyendo esto, te preguntes qué obtienen los "cisnes negros" con todo esto. Aunque existen vínculos ocasionales con la comunidad BDSM y con el fetichismo vampírico, para muchos no es sino una forma de ayudar a sus seres queridos, que luchan con sus misteriosos y a menudo debilitantes síntomas.

Algunos donantes también pueden obtener sensaciones placenteras. "La sensación de paz que experimento después de una donación es como flotar en una piscina. Puede sonar extraño, lo sé", afirma Giselle. "Supongo que parte de la satisfacción proviene de ver los cambios evidentes que veo en el vampiro al que dono, como un nuevo brillo en sus ojos o un nivel mayor de energía. Siento que he hecho algo bueno y útil".

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"Tardé un tiempo en darme cuenta que yo obtenía tanto como ellos, o a veces incluso más, de la donación. Si pudiera cuidar de todas las personas que necesitan un donante, lo haría", añade.

La mayoría de vampiros y donantes no respaldan los comportamientos violentos a la hora de alimentarse de sangre. Fotograma vía "La mujer vampiro"

Es fundamental que la donación de sangre sea consentida y segura y la mayoría de sanguinarios y donantes no respaldan los comportamientos violentos. La Declaración de Derechos del Donante fue redactada por el vampiro real Belfazaar Ashantison, que gestiona un grupo de Yahoo dedicado a fomentar la seguridad dentro de la comunidad. Se trata de un contrato ético que las parejas pueden firmar para mantener las cosas dentro de lo legítimo.

Existen riesgos para la salud relacionados con la ingesta de sangre, por ejemplo la transmisión de enfermedades como el VIH, así como el consumo excesivo de hierro, que puede desembocar en trastornos como enfermedades hepáticas o arritmias cardíacas. Los sanguinarios con los que hablé afirman que hacen cuanto está en su mano para asegurarse de que todo está esterilizado, como los cuchillos, las agujas y las jeringas empleadas en el proceso y algunos hacen que sus donantes se hagan frecuentes análisis de sangre para asegurarse de que están sanos. La alimentación por contacto, en la que el sanguinario toma la sangre directamente del donante, es a menudo el método preferido. "Algunos de nosotros empleamos colmillos [normalmente implantes dentales] para hacer el trabajo, pero esto puede provocar heridas que resultan más difíciles de curar después, por no mencionar que duele. Es como si te mordiera un perro", explica Zvasra.

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Muchos sanguinarios mantienen lo que hacen en secreto debido al tabú en torno al consumo de sangre y al hecho de que no son comprendidos y los medios les aplican numerosos estereotipos.

De hecho, muchos de ellos incluso de entrada evitan referirse a sí mismos como vampiros. "Vampiro es un término inventado por quienes necesitan una palabra para referirse a nosotros. Sanguinarios es un término mucho menos desprestigiado", indica Krystian. "La gente acostumbra a perseguir lo que teme, por eso nos ocultamos tanto. Sin embargo, no somos peligrosos y desde luego no somos malvadas criaturas míticas".

Browning está de acuerdo: "El vampirismo real sigue sin ser comprendido por las personas que no lo conocen. Creo que es porque la gente cree que bebemos sangre solo porque hemos leído algún libro o visto alguna película sobre vampiros, pero simplemente ese no es el caso".

"Y en cuanto a que los vampiros reales están obsesionados con el ambiente vampírico, tampoco es el caso. Si están obsesionados con algo, es con su propia salud y con encontrar significado a un misterioso trastorno que sufren día sí, día también".

Pero no son solo los sanguinarios los que se enfrentan al rechazo, los "cisnes negros" también reciben críticas de las personas que no les entienden. "Supongo que quienes no conocen este mundo se sienten confundidos. Algunas personas me han llamado 'zorra' o han dado por hecho que lo hago para llamar la atención", afirma Giselle. "Al principio me avergonzaba de lo que era, pero ya no. En medio de todo el estrés que es mi vida, esta es una de las cosas que me hacen sentir bien".