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Identidad

¿Evitaremos en el futuro las rupturas con pociones amorosas?

¿Existe algún modo de hackear nuestra mente para enamorarnos? Hablamos con un científico que cree que en 20 años saldrá al mercado una poción amorosa creada en laboratorio.
Photo by Howl via Stocksy

La noche que conocí a mi exnovio estaba ciega de MDMA. Y él también. Le miré lascivamente en la pista de baile. Él me invitó a una inexistente fiesta en su casa. Bebimos champán caliente y escuchamos una playlist de techno de 6 horas de duración que él mismo había creado.

Tal y como sucede con todas las historias de amor, aquel fue un inicio extremadamente prometedor.

Pero avancemos unos cuantos años: me encuentro en el exterior de bar llorando mientras mi ahora exnovio me ofrece cocaína (yo la rechacé). Hasta luego tío, ¡aquella playlist de techno era real!

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Y aquí lanzo una pregunta: ¿qué tienen en común el inicio y el final de nuestra historia? ¡Las drogas recreativas, obviamente! La gente lleva utilizando drogas ilegales para amplificar el amor romántico o para atenuar el trauma emocional desde hace eones.

Pero, ¿qué pasaría si existiera una forma científicamente precisa de hacerlo? ¿Qué pasaría si pudiéramos crear una poción amorosa en un laboratorio que amplificara el sentimiento de enamoramiento (o, aún más importante, que impidiera que nos desenamoráramos de nuestra pareja)? ¿Tú la beberías?

Podríamos tener pociones amorosas creadas en laboratorio en los estantes de las farmacias dentro de una generación

El Dr. Anders Sandberg, de la Universidad de Oxford, cree que un día seremos capaces de conseguir exactamente eso. ¿Qué le diferencia de una bruja? Bueno, sobre todo el hecho de que es un neurocientífico computacional titulado.

"Desde un punto de vista meramente hedonista, la gente lleva tomando drogas para divertirse más en la cama desde el inicio de los tiempos", afirma el Dr. Sandberg. "Existen innumerables afrodisíacos de lo más extraño en el folclore y en la medicina". Pero incrementar la función sexual y el deseo no es en absoluto lo mismo que incrementar el sentimiento de amor, como bien sabe cualquiera que haya tenido sexo con alguien a quien desprecia.

Comprender los procesos neurológicos que subyacen tras el amor romántico adulto puede ayudarnos a visualizar cómo algún día podremos crear este proceso artificialmente usando nuestra neuroquímica. Pero, ¿por qué nos enamoramos? Según Sandberg, es porque los bebés humanos son esencialmente inútiles para cualquier cosa excepto para crear memes.

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"Los humanos tenemos bebés totalmente indefensos", indica Sandberg, "a diferencia de los potrillos, por ejemplo, que pueden caminar pocas horas después de haber nacido. De modo que, desde un punto de vista evolutivo, necesitamos asegurarnos de que los padres permanecen juntos para brindar a su progenie la mayor probabilidad de supervivencia. Ahí es donde entran en juego los sistemas de vinculación de pareja".

"Enamorarse produce un efecto muy concreto en la química cerebral", explica, "y las principales sustancias químicas implicadas son la oxitocina y la vasopresina". Diversos estudios realizados empleando topillos de la pradera han demostrado que el cerebro libera esas moléculas durante el emparejamiento activando su sistema de dopamina.

"Lo que realmente crea un vínculo emocional es el sistema dopaminérgico", explica Sandberg. "Muchos de los síntomas son similares a los que provocan las drogas estimulante. Se produce una liberación de dopamina en el lóbulo frontal y esto provoca que reconozcas al otro como alguien con quien deberías estar y con quien deberías crear un vínculo".

Mientras tanto, se cree que la vasopresina es más importante en el sistema masculino de creación de vínculos. "En algunos animales, cuando son padres, se observa un incremento en el número de receptores de vasopresina en la parte frontal del cerebro, lo que pude reducir las probabilidades de embarcarse en aventuras amorosas".

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¿Alguna vez has estado alejada de tu amado y has echado de menos su olor o su sabor? Eso es porque tu cuerpo libera hormona liberadora de corticotropina en su ausencia. Esa es la razón por la que te sientes sola y triste: está literalmente programado en nuestra biología.

Según Sandberg, una poción amorosa moderna incluiría cierta combinación de estas tres sustancias químicas. Pero no es tan sencillo como simplemente añadir una hormona a tu cerebro inhalando un espray nasal de oxitocina (que ya existe, ojo). "Una buena droga del amor debería afectar a la parte correcta del cerebro estimulando estos sistemas", explica. Pero no especifica nada sobre las tuercas y tornillos que habría que apretar para que esto funcionara de verdad: "Todavía no disponemos de drogas del amor eficaces".

El Dr. Anders Sandberg. Foto cortesía del entrevistado.

Dicho esto, la ciencia evoluciona con rapidez. "Ahora podemos comprender mucho mejor que antes el cerebro y cómo modelar los circuitos cerebrales", afirma, "y dentro de diez años me sorprendería mucho que no supiéramos cómo modular este problema". Con esto quiere decir que podríamos tener pociones amorosas creadas en laboratorio en los estantes de las farmacias dentro de una generación (el cálculo aproximado de Sandberg es que sucederá dentro de 20 años).

Ahora que he acabado de explicar la parte científica, debo decir algo: ¡Odio la idea! Apesta. No quiero tomar un fármaco que me haga enamorarme de alguien, o aún peor, que alguien se tome un fármaco para enamorarse de mí. El amor no es amor a menos que se dé y se reciba de forma auténtica. La gente describe el amor como algo bello, loco y maravilloso que se suma al misterio de la vida, pero en mi opinión en realidad solo es querer enterrar la cara en la axila sudorosa de otra persona porque, joder, qué bien huele. Si no quieres hacer eso, ninguna poción amorosa conseguirá que lo hagas.

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Le comento esto a Sandberg repetidamente durante la hora que dura nuestra conversación telefónica, pero rebate benévolamente todas mis críticas con datos racionales y referencias ocasionales a los mitos clásicos.

"La poción amorosa clásica, que te hace enamorarte de alguien simplemente por beberla, es sin duda problemática", indica Sandberg. "Desde un punto de vista ético, si existieran las pociones amorosas así, serían en esencia 'drogas de violación' bastante terroríficas". Pero argumenta que las pociones amorosas ―usadas con moderación― pueden tener un efecto fortalecedor en las relaciones ya existentes.

"Cuando ya estás enamorado de alguien, las emociones pueden cambiar con el tiempo. Pero, ¿qué pasaría si hubiera una forma de incrementar ese amor que podría estar empezando a decaer?" pregunta. Quizá acabáis de comprar una casa juntos, o tenéis hijos. Sandberg imagina un mundo en el que las pociones amorosas se tratarían, junto con una terapia de asesoramiento de pareja, como una manera de fortalecer las relaciones que se debilitan antes de que lleguen a un punto de no retorno.

"No creo que se pueda mantener una relación unida mediante la medicación", afirma, "pero si tomaras fármacos que te situaran en el estado de empatía correcto y los combinaras con una buena terapia de pareja, la cosa podría ir bien".

"Claro", le contesto, "ya veo la lógica". Pero la terapia de pareja se emplea para ayudar a la gente a manejar problemas persistentes y a empatizar mejor con tu compañero. No es literalmente medicarse para llegar a un estado de amor romántico, le comento al Dr. Sandberg. Suelta una de esas risotadas al estilo Morgan FreemanTMy después da a entender que soy una romántica sin remedio.

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"Lo que tú estás diciendo es que existe el amor verdadero ahí fuera", me dice, "y que cuando lo descubras oirás violines sonar, los pajaritos cantarán y tu vida cambiará. Pero eso no es más que un mito".

Sin embargo, ¿no hay algo inherentemente espeluznante en conseguir el amor mediante medicamentos? Después de todo, la industria farmacéutica envenena cada pozo, cada río y prácticamente cada cosa que toca. "Eso depende de lo anticapitalista que seas", admite Sandberg. "El Marxismo defiende que no deberíamos tratar a los demás como bienes de consumo. Sería preciso entablar un debate sincero sobre qué queremos que hagan los médicos con nosotros y con nuestras vidas privadas".

Él cree que la sociedad podría ser un lugar mejor si todos tuviéramos acceso a pociones amorosas. Y no solo por motivos románticos: "Los fármacos podrían ayudar a las madres y padres a crear vínculos con sus hijos y a fortalecer y mejorar la vida familiar".

Según Sandberg, podemos apreciar mejor el amor si lo comprendemos. En cierto modo entiendo su lógica ―aprecio mejor un aumento de pecho que los pechos que ya de por sí son grandes―, pero este gran doctor se está olvidando de un punto importante: ¡el amor es dolor! Nadie que esté enamorado es realmente feliz, porque le aterra pensar que la burbuja de amor estallará y volverá a estar solo, masturbándose para llenar el vacío durante esos descansos de diez segundos entre episodio y episodio de Netflix. ¡Se está olvidando de lo más importante! ¡Más amor solo conllevará más sufrimiento!

"Mucha gente dice que desarrollar la ciencia del amor es como separar los colores del arcoíris", continúa el erudito Dr. Sandberg, haciendo referencia a la crítica del poeta William Blake hacia Isaac Newton por intentar explicar conceptos como la gravedad. "Existe la idea de que los arcoíris solo son reflejos y gotas de agua y si comprendes cómo funcionan a nivel científico, pierden su significado. Pero creo que puede comprenderse algo como el amor en un sentido científico sin que pierda su belleza. Solo se trata de una comprensión más profunda".

Por suerte para mí, todo esto aún está muy lejos. "Todavía no disponemos de fármacos amorosos eficaces", reconoce el Dr. Sandberg. Hasta entonces, si te sientes en cierto modo ambivalente hacia tu pareja, quizá quieras probar con el MDMA. Este consejo es gratis, te lo regalo.