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Identidad

Por 1€ puedes comprar vídeos de violaciones en grupo en la India

En Uttar Pradesh, puedes entrar en una tienda y comprar vídeos de brutales agresiones grabadas con un teléfono móvil. Pero activistas anti-violación están contraatacando.
Photo by Cloud Studio via Stocksy

Geeta*, una trabajadora sanitaria de Muzaffarnagar, un distrito del estado indio de Uttar Pradesh, estaba abandonando el pueblo donde trabajaba cuando fue violada por cuatro hombres. A principios del año pasado la mujer, que era madre de tres niños, se quitó la vida cuando un vídeo de la agresión empezó a circular por WhatsApp.

Solo una semana más tarde Muzaffarnagar volvía a aparecer en las noticias cuando se hizo viral el vídeo de la violación de una joven en 2013. La víctima, a quien más tarde abandonaría su marido, intentó suicidarse varias veces. Menos de seis meses después, una niña de 17 años fue secuestrada, violada en grupo y extorsionada con un vídeo que posteriormente se compartió en las redes sociales.

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Estos son los ejemplos conocidos de un fenómeno que, la mayoría de las veces, no se denuncia. En todos esos incidentes, las víctimas de aquellos horribles delitos habían sido intimidadas, chantajeadas y avergonzadas con vídeos grabados con un teléfono móvil. Las grabaciones más tarde se hacían circular dentro de sus pueblos y después en una comunidad más amplia.

"Ahora mismo estamos trabajando constantemente en casos como esos", indica Rehana Adib, activista a favor de los derechos de las mujeres en Muzaffarnagar que trabajó en los tres casos arriba descritos. Incluso puede darse en el caso, añade, de que una mujer esté simplemente conversando con un hombre por teléfono, porque esa actitud resulta reprobable en las zonas más conservadoras y rurales de la India. "Todo el mundo tiene un teléfono móvil y si una mujer habla con un hombre, este puede grabar la conversación y utilizarla para chantajearla. Y eso se debe a que las mujeres soportan ellas solas la carga del honor familiar, así que si dicho honor se mancha ya no hay vuelta atrás, ella no puede ser perdonada y el honor de la familia solo puede restablecerse si se libran de ella".

Adib quería dar apoyo a la mujer que fue violada en 2013, pero dice que su equipo desconoce su paradero desde hace unos meses. "Su teléfono está apagado y su familia no quiere decirnos nada. No sabemos si la han repudiado o si está viva siquiera".

El porno ha pasado de moda. Estos crímenes reales son lo que causa furor ahora mismo

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El pasado mes de agosto, el Times of India descubrió que cientos —posiblemente miles— de vídeos de violaciones se estaban vendiendo bajo mano en los kioscos y estancos locales por tan solo entre 50 y 100 rupias (entre 0,70 € y 1,40 €), disponibles para su descarga en teléfonos o pen drives. "El porno ha pasado de moda", dijo al Times un dependiente. "Estos crímenes reales son lo que causa furor ahora mismo". Una investigación llevada a cabo posteriormente por Al Jazeera descubrió que la policía local se mostraba impasible ante el comercio soterrado que sucedía frente a sus narices. Un enfurecido agente de policía incluso llegó a preguntar, "¿Vídeos de violaciones, qué es eso?".

Ante la indignación pública que llegó después, la policía anunció que acabaría con ese comercio a nivel estatal. Rahul Srivastava, portavoz de la policía de Uttar Pradesh, dijo a Broadly: "Tuvimos que fingir ser clientes como señuelo y decomisamos cientos de CD, pen drives y portátiles. Incluso arrestamos a algunos de los comerciantes que vendía porno y vídeos de violaciones juntos".

Foto vía Pixabay @itkannan4u

Sin embargo, los vendedores no tardaron en salir libres bajo fianza y Srivastava admite que posiblemente ya están vendiendo de nuevo vídeos de agresiones sexuales. "No puede afirmarse con rotundidad que hayan vuelto a vender vídeos de agresiones sexuales, pero es muy posible que así sea", contesta evasivamente. "Se trata de patologías sociales que apenas pueden prevenirse con redadas".

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Frustrada por la ineficaz respuesta policial, la gente ha empezado a recurrir a las redes sociales en busca de justicia. Sunitha Krishnan, activista a favor de los derechos de las mujeres residente en Hyderabad, inició en 2015 la campaña #ShametheRapist (avergoncemos al violador) después de que le avisaran de la existencia de dos vídeos que circulaban en WhatsApp y en las redes sociales. Emborronó las caras y los cuerpos de las víctimas y publicó la grabación de sus atacantes en YouTube.

La campaña finalmente desembocó en varias detenciones, pero los métodos de Krishnan son controvertidos. Quienes la critican afirman que esta forma de justicia se produjo sin consentimiento de las víctimas que aparecen en los vídeos. Krishnan —quien fue ella misma víctima de una violación en grupo— ha defendido su postura en varias entrevistas, diciendo al Indian Express, "Los agresores graban vídeos y hacen fotos para avergonzar a las víctimas y los utilizan para amenazarlas y conseguir que no denuncien. Yo he empleado la misma estrategia contra los agresores mientras ocultaba la identidad de las víctimas. Espero que la gente sea suficientemente sensible como para dar información si es capaz de identificar a los violadores".

"Cuando un vídeo se graba y se pone en circulación, no hay punto final para las víctimas. Nada en el mundo puede garantizar que el vídeo vaya a ser destruido. Por eso en la mayoría de estos casos las mujeres no dan el paso de denunciar", explica Krishnan a Broadly. Dice que ha recibido más de cien vídeos desde que inició su campaña. En los cuatro años transcurridos desde que la violación en grupo de una estudiante de Delhi llamada Jyoti Singh provocara manifestaciones en todo el país y situara la cuestión de la violencia contra las mujeres en lo más alto de la agenda nacional, el número de denuncias de violaciones en el país no ha dejado de crecer. Cada vez más mujeres dan el paso y denuncian la agresión, desafiando el estigma al que se enfrentan las víctimas y las ideas conservadoras de honor y vergüenza que prevalecen en la sociedad india. Pero tal y como atestigua Krishnan, muy pocas mujeres denuncian si el crimen se ha grabado en vídeo.

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Poco después de lanzar su campaña, la ONG antitráfico de personas de Krishnan, Prajwala, envió una petición al Tribunal Supremo que ordenaba al principal organismo de seguridad del país, la Oficina Central de Investigación, que investigara los crímenes. También solicitó respuesta por parte del gobierno sobre el bloqueo de los vídeos. Algunas de las recomendaciones hechas por Krishnan al tribunal incluyen crear un registro nacional de agresores sexuales y formar una agencia gubernamental centralizada que investigue estos casos. La recomendación más importante de todas, afirma, es crear un mecanismo que permita a quienes reciban este tipo de vídeos hacer una denuncia anónima. La mayoría de la gente, según ella, no está dispuesta a denunciar abiertamente este contenido o tiene miedo de que se le trate como si fuera culpable.

Los defensores afirman que las empresas tecnológicas que poseen los buscadores y las redes sociales donde proliferan estos vídeos también tienen un papel importante que desempeñar a la hora de acabar con este negocio. "No solo es responsabilidad del gobierno, sino también de los proveedores de servicios, el hecho de identificar las violaciones de los derechos humanos", afirma Aparna Bhat, el abogado residente en Delhi que representa a Prajwala. Las autoridades indias parecen estar de acuerdo: el pasado diciembre, el Tribunal Supremo envió un aviso a las oficinas locales de Microsoft, Google, Yahoo! y Facebook pidiéndoles que hagan más esfuerzos para frenar la expansión de los vídeos que contienen abusos. Los gigantes tecnológicos todavía no han enviado respuesta.

Mientras tanto, la policía y los expertos legales que tratan de encontrar soluciones prácticas a este fenómeno están luchando contra contenidos que pueden ser compartidos online de innumerables de formas. Cualquier estrategia que adopten deberá evolucionar y permanecer a la vanguardia de las cambiantes tecnologías y eso no es más que el principio. "Este es el comienzo del proceso", afirma Bhat. "Sabemos que las cosas acabarán por resolverse, pero cuando algunas de estas ideas se implementen sabremos que funciona y qué no".


* Hemos cambiado el nombre.