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Identidad

Por qué están a punto de volver los piercings en el ombligo

En la década de 1990 y principios de la de 2000, los piercings en el ombligo estaban por todas partes. ¿A dónde fueron a parar?
Photo via Getty Images

Es el año 1994. Te sientes tú misma y deseas que todo el mundo perciba esa autoconfianza. Te haces un piercing en el ombligo.

Adelantémonos dos décadas, hasta el presente. Te sientes tú misma y deseas que todo el mundo perciba esa autoconfianza. ¿Te haces —ruido de scratch en un vinilo— un piercing en el ombligo?

Los chokers, los tops cortos e incluso el pintalabios negro… Si la cultura popular es el barómetro, los años noventa se están abriendo paso hasta el año 2016. Pero el piercing en el ombligo, con toda su semi-perpetuidad y su plácido período de sanación, todavía no ha recuperado su antigua gloria.

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"Hay como un estigma, muy parecido al que generan los tatuajes tribales en la parte baja de la espalda", afirma Paul King, piercer profesional y antropólogo. King se hizo famoso por ser quien colocaba un piercing falso en el ombligo de la por entonces desconocida actriz Alicia Silverstone en el vídeo musical de 1993 "Cryin", de Aerosmith. "Ha sucumbido víctima de su propia popularidad".

Aquel vídeo, ganador del premio al Vídeo del Año en los MTV Video Music Awards de 1994, se considera el precursor de la moda de los piercings en el ombligo y su lanzamiento se señala como el momento en la historia en que este tipo de piercing se presentó por primera vez a las masas. En él, Silverstone desdeña el amor y la atención masculina para embarcarse en un viaje de realización personal, y ese camino está pavimentado con modificaciones corporales, entre ellas un tatuaje y un piercing en el ombligo (todo ello intercalado con imágenes de la boca gigantesca de Steven Tyler).

"Ella toma las riendas de su cuerpo mediante el tatuaje y el piercing", afirma King. "A pesar de lo trivial que puede ser la cultura popular, aquello hizo mucha mella en su día. Creo que las mujeres jóvenes y las muchachas querían ser como ella".

Las mujeres empezaron a perforarse el ombligo en masa. El año después de que Aerosmith sacara su vídeo, según el New York Times, un estudio de piercing situado en Nueva York vio cómo la demanda de piercings en el ombligo se disparaba de uno al día hasta 20 al día, e incluso hasta 50 al día los fines de semana. Los más famosos abdómenes tonificados de los noventa —Britney Spears, Rose McGowan y Fiona Apple— no tardaron en lucir joyas en sus ombligos. El piercing siguió siendo una de las prácticas más populares durante las dos décadas posteriores.

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Hay como un estigma, muy parecido al que generan los tatuajes tribales en la parte baja de la espalda

Aunque actualmente lo relacionamos con la imagen de una joya algo hortera balanceándose en el ombligo de una adolescente, el piercing en el ombligo se popularizó por primera vez en la década de 1970, entre una comunidad underground fetichista, principalmente gay, que estaba empezando a experimentar con diferentes partes perforables de su cuerpo. Según King, los primeros ombligos perforados con toda probabilidad pertenecían a hombres y se adornaban con joyería masculina como dilatadores o barbells (una barra con una cuenta en cada extremo).

Para una escena en la que se realizan modificaciones corporales permanentes y semipermanentes, el piercing en el ombligo fue la primera "tendencia" a gran escala, pero sus orígenes se han feminizado y por consiguiente trivializado, de modo que ahora se asocia con chicas adolescentes. Junto con las apariciones en la pasarela sobre los ombligos de Christy Turlington y Naomi Campbell, el vídeo de Aerosmith ayudó a introducir este tipo de piercings en la cultura mainstream, el primero que no fuera la perforación del lóbulo de las orejas. Y aunque precisaba más compromiso que, por ejemplo, una camisa a cuadros de estilo grunge, los ombligos perforados seguían siendo un modo de mostrar el tipo de persona —o, en el caso de este piercing tan condicionado por el género, el tipo de mujer— que eras para el mundo.

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Ese, más que cualquier otra cosa, ha sido el impacto duradero del piercing. Incluso aunque hoy en día a veces la gente se burla de él, el piercing en el ombligo fue fundamental para que la conciencia cultural permitiera que las perforaciones de todo tipo fueran más ampliamente aceptadas.

"Ahora vemos los piercings mucho más como una forma de autoexpresión y autoelección, quizá incluso como obras de arte. Creo que los consideramos más como una cultura", afirma Christina M. Frederick, profesora de factores y sistemas humanos en la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle que se dedicó a examinar las motivaciones psicológicas subyacentes tras las modificaciones corporales en el año 2000, en el punto álgido de la popularidad de los piercings en el ombligo.

Su estudio descubrió que la modificación corporal, incluyendo los piercings, está automotivada hasta el punto de que es consistente con la imagen que uno tiene de sí mismo, aunque se trate de una imagen basada en influencias externas. Que consideres el piercing en el ombligo como algo guay o como algo desfasado con toda probabilidad depende de si llevas uno, aunque la elección es en última instancia solo tuya. Puedes desacatar lo que se considera que mola, pero incluso así te estás posicionando en relación con esa creencia. Y en la década de 1990, un ombligo enjoyado era fresco, atrevido y un poco salvaje.

Pero, ¿hoy? Es un pelín "suburbano", según palabras de King. Aunque el piercing en el ombligo sigue siendo un estándar en el repertorio de los piercers, ya no es ni por asomo el icono que fue en su día. Es la trampa sin salida de identificarse con algo atrevido, molón o individual: en algún momento de inevitable saturación esa cosa atrevida, molona e individual se convierte en mainstream, en algo manido y aburrido.

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Los orígenes del piercing en el ombligo se han feminizado y por consiguiente trivializado

"Hoy en día, cuando lo ves ya no es como, '¡Guau, esa persona lleva un piercing en el ombligo!'. Es más bien, 'Ah, mira, lleva uno'", explica Cora Lundquist, una joven de 20 años con un piercing en el ombligo, con los lóbulos de las orejas perforados y con un piercing en el tabique nasal. "La gente lleva haciéndolo desde los noventa. Las tendencias se mueven hacia cosas diferentes".

Actualmente el del tabique nasal es el piercing más demandado y un montón de celebridades jóvenes como FKA Twigs, Lady Gaga o Rihanna llevan uno atravesando sus fosas nasales. Pero incluso lo atrevido que parecía el piercing en el tabique nasal cuando apareció en escena por primera vez se ha visto eclipsado por su primo del sur, mucho más vistoso.

"No creo que el piercing en el tabique nasal haya causado tanto shock porque la gente se ha acostumbrado a los piercings en general", afirma King.

Tanto si lo llevas en el ombligo como en la nariz o en cualquier otro sitio que pronto nos revelará algún vídeo musical (o Instagram), utilizar los piercings como seña de identidad se ha convertido en la norma. "El piercing es solo una parte del menú de opciones, tanto si es cortarse o colorearse el pelo como lo que sea", explica Elayne Angel, autora de The Piercing Bible (La biblia del piercing), el único libro de referencia sobre piercing al alcance del gran público. "Simplemente hay más opciones y la gente las aprovecha".

Sin embargo, existe un pequeño brillo de esperanza —probablemente de zirconio— para el retorno del piercing en el ombligo. Conforme los metales preciosos continúan siendo tendencia en la cultura del piercing, la joyería se está volviendo más personalizable que los típicos piercings de acero inoxidable producidos en masa de antaño. Los nuevos diseños —actualmente girando hacia el oro y las joyas más delicadas— permiten el tipo de novedad que indefectiblemente deberá aportar el piercing en el ombligo si desea convertirse en una declaración de moda en 2036.

J. Colby Smith, un piercer y diseñador de joyas residente en Nueva York que ha trabajado con clientas como Emma Stone, Zoe Saldana y la fundadora de Into the Gloss Emily Weiss, afirma que "resucita" antiguos piercings de ombligo "con bastante frecuencia", empleando joyas delicadas, sutiles y con frecuencia de oro para actualizar antiguos ombligos perforados de clientas de entre 25 y 45 años.

Por su parte, King no cuenta con que vaya a regresar de momento la fuerza cultural que él en cierto modo ayudó a crear.

"No creo que [el piercing en el ombligo] siga teniendo esas connotaciones negativas como de moda ya pasada", afirma. "Creo que ha madurado. Creo que ahora puede llegar a ser elegante. En cierto modo, creo que se ha hecho mayor".