FYI.

This story is over 5 years old.

Identidad

Las mujeres salvarán el mundo que los hombres se están cargando

Mujeres de todo el planeta dejan claro que no piensan quedarse con los brazos cruzados mientras el mundo se erosiona. Los hombres se van, así que ellas no dudan en reclamar su espacio en la comunidad.
IMAGEN VÍA CREAF

El cambio climático empodera las mujeres. Suena polémico, pero esta es una de las conclusiones a las que llegaron un grupo de investigadoras feministas. Sus descubrimientos se han plasmado en un número especial de la revista de divulgación científica Ambio, dedicado a la relación entre género y cambios ambientales.

La publicación es resultado de la coordinación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Basque Centre for Climate Change (BC3), la Universidad Leuphana de Lüneburg de Alemania y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Publicidad

En esta publicación encontramos las historias de las vaqueras de EE.UU., las indígenas sami de Suecia, las mujeres que sostienen las comunidades ganaderas y agrícolas de África o las colectividades amazónicas, y las guardianas del conocimiento sobre las variedades de semillas de la India.

Te puede interesar: Los machirulos se están cargando el planeta

"Las mujeres, en determinadas condiciones y bajo nuevos cambios ambientales y socioeconómicos, redefinen, de alguna manera, las relaciones con los hombres. Redefinen sus roles", explica a Broadly Federica Ravera, investigadora del CREAF, del Instituto de Ciências Agrárias e Ambientais Mediterrânicas (ICAAM) de Portugal, y coordinadora principal del número especial de la revista. Ella ha estudiado el caso indio.

Existe una relación proporcional entre el control que ejercen en la toma de decisiones y la preservación del entorno

Según los datos recabados, se puede afirmar que en ese país se está dando una feminización de la agricultura. "Muchas mujeres deben establecerse en determinados lugares por las migraciones de los hombres y son ellas las que redefinen su papel adquiriendo un rol activo, pero además organizándose y renegociando sus redes. No son sólo víctimas", afirma Ravera. El empoderamiento es uno de los efecto colaterales de la división del trabajo, que generalmente deja a las mujeres relegadas a tareas reproductivas y de cuidado.

Publicidad

Su investigación revela que, en las comunidades del Himalaya, aquellas mujeres con mayor acceso a la educación y a las tierras tienen una mayor capacidad de conservar la biodiversidad agrícola y diseñar respuestas efectivas a los cambios climáticos. Existe una relación proporcional entre el control que ejercen en la toma de decisiones y la preservación del entorno.

Mujeres indias comparten con las investigadoras sus inquietudes. Imagen vía CREAF

"Hay una valorización de los aspectos productivos y reproductivos como un conjunto. La salvaguarda de nuestro sistema y nuestro entorno también sirve de garantía para que nuestro sistema reproductivo pueda continuar. Se entiende que esto también es parte de los cuidados de las mujeres", continúa Ravera.

De los estudios se desprende que en estas condiciones ambientales la variable de género no es la única que opera. Lo que en otros contextos deviene un perjuicio, en las situaciones extremas mencionadas convierte a personas marginadas por clase social, etnia, diversidad funcional u opción sexual en sujetos activos que promueven nuevas formas de intervención.

No son víctimas del cambio climático, son las que le ponen freno

En un estudio en ese mismo sentido desarrollado por Houria Djoudi del indonesio Center for International Forestry Research se verifica esta aportación.

En las comunidades ganaderas del lago Faguibine del norte de Mali, las mujeres del grupo illelo, el mejor situado en la jerarquía de la sociedad tamacheg, sufren muchas más restricciones para su desarrollo que las mujeres iklan, con un estatus menor. Según Djoudi esto se debe a que el acomodo de la sociedad illela relega a las mujeres al ámbito doméstico: no trabajan.

Publicidad

Las mujeres iklan, en cambio, deben asumir atribuciones en la economía productiva para cubrir las necesidades de su gente, algo que les otorga una mayor movilidad. Sus homólogas con mayor estatus, por su parte, tienen los desplazamientos restringidos, precisamente, porque sus cónyuges las quieren encerradas en casa. La resistencia a que tomen su lugar en la esfera pública es mayor.

Cuando la sequía asedia, aquellos a quienes se les presupone la potestad de ir en busca de una vida mejor son los hombres. El clásico cuento de que son los maridos los que deben traer el pan a casa. Pero su marcha deja a las mujeres a cargo del cuidado de la tierra y de saciar las necesidades del hogar. Y eso se les da muy bien.

Para Ravera, responder al cambio climático y otros cambios ambientales precisa diversificar nuestra manera de enfrentarnos a él, y esto implica escuchar a los colectivos que habitualmente se tiene en muy poca consideración y pedirles que participen con sus propias soluciones.

Ya sea teniendo cuidado del ganado, de la toma de decisión de los quehaceres de la comunidad o procurando lo necesario para vivir del campo, mujeres de todo el mundo se muestran como el mejor dique de contención a los cambios ambientales que desencadena una lógica masculina de progreso imparable.

"Empoderamiento de las mujeres (es decir, crear las condiciones para que se escuchen sus voces) y otros grupos discriminados significa, entonces, acceso, participación, inclusión, sino perdemos de vista la diversificación de problemas y soluciones", escribe la investigadora del CREAF en un correo.

No son víctimas del cambio climático, en realidad son las que le ponen freno.