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Identidad

​¿Hay esperanza? El profesorado opina sobre las nuevas generaciones

¿Existe sexismo en las aulas? ¿Qué posturas tienen con respecto a la homosexualidad? ¿Se ha producido un descenso en el nivel cultural de los niños? Preguntamos a varios profesores.
PHOTO DE MIQUEL LLONCH VíA STOCKSY

Reconozco que mi visión de las nuevas generaciones es más bien oscura y desesperanzada. Veo repetirse, una y otra vez, y algunas veces de forma más remarcada, los mismos patrones, las mismas burlas.

El patio de recreo consiste en un gran partido de fútbol central, en el que juegan los chicos. Mientras, las chicas caminan por los bordes. Sin embargo, a pesar de que un machismo oscuro sigue imperando y colándose por todos los rincones, el "caminar por los bordes" no es, metafóricamente hablando, patria única de las féminas: casi todos, chicas y chicos, caminan por unos estrechos caminitos marcados. Ya haya sido tomado por decisión propia o por una presión familiar-social-grupal, el camino tiene unos bordes claramente delimitados. Salirse de él es complejo. También la desmotivación generalizada y la crisis de valores que se respiran en el ambiente hacen mella, cómo no, en las generaciones más jóvenes. A pesar de todo ello, mucha gente, educadores incluidos, mantienen la esperanza y sacan a relucir aspectos positivos, que los derrotistas como yo nos negábamos a ver.

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Hablé con personal docente a punto de recomenzar el curso, formulándoles, básicamente, una gran pregunta que nos inquieta a todas: ¿Hay esperanza en las nuevas generaciones?

Y ellos, para sorpresa de los más agoreros, respondieron que claro que sí.

Yolanda Espiñeira. Profesora de Filosofía de secundaria para la Xunta de Galicia.

Broadly: Si comparas a los niños a los que das clase con los de tu generación a esa misma edad, ¿ves roles de género más marcados, más sexismo o más machismo? Si es que sí, ¿podrías poner un par de ejemplos al respecto que hayas vivido?

Yolanda Espiñeira: No puedo decidir si más o menos, yo me inclino por que el sexismo está más marcado y el machismo es distinto.

El sexismo está muy marcado en la primera adolescencia y ya desde primaria. Básicamente, los mundos de niños y niñas no se mezclan. Abundan los prejuicios sexistas, recogidos sin filtro de la televisión, de sus familias, de la sociedad en general, etc. Un ejemplo infantil es que las grandes superficies tienen pasillo de juguetes para niños y para niñas. Los juguetes educativos están normalmente en el lineal de niños. Esta misma dicotomía de pasillos se da en los lineales de ropa en las cadenas como Inditex y similares.

Otro elemento que incide en el sexismo son las actividades deportivas. Casi todos los niños y niñas practican algún deporte desde la primera infancia y, salvo contadas excepciones, los equipos son o femeninos o masculinos. Antes, cuando jugábamos en la calle, jugabas con los vecinos y los juegos eran más neutros.

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Ahora a los niños los educan los medios

Yo antes impartía Educación para la Ciudadanía, asignatura que el gobierno socialista había insertado en el currículo para alumnos de 12/13 años y en el que la identidad de género era un tema obligatorio. Al año siguiente, el PP eliminó ese tema del currículo expresamente. Ahora la LOMCE ha eliminado la asignatura de Educación para la Ciudadanía —a favor de la Religión, por cierto.

Claro que había machismo en nuestra adolescencia: tenías que hacerle la cama a tu hermano, que no se ocupaba de las tareas domésticas. Sin embargo, ahora el machismo, como el demonio, adquiere otras formas. Las nuevas tecnologías favorecen el control de las personas, y el control del WhatsApp entre parejas es algo normal. La cultura audiovisual omnipresente sigue transmitiendo el machismo. Uno más sutil, más estilizado, pero igual de dañino. En mi adolescencia, la Iglesia Católica tenía un peso enorme en la sociedad y en la educación de los niños y niñas. Era una educación machista, evidentemente, pero distinta. Ahora a los niños los educan los medios. Creo que la incorporación a nuestra sociedad de la ola migratoria de los primeros 2000 también tiene su peso en este cambio del machismo tradicional español.

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¿Crees que se está produciendo un descenso en el nivel cultural de los niños?

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La cultura no asciende o desciende, sólo muta. Si te refieres a que ahora hay menos niños que saben quién es Shakespeare, pues sí. Pero ten en cuenta que con nueve años se pasan un vídeo de un Smartphone a otro por Bluetooth.

¿Crees que hay una crisis de la educación, una falta de motivación generalizada, una especie de crisis de valores que cala también en los niños y jóvenes?

Crisis de valores sí que hay. En mi opinión, la provoca la gran mentira que fue la Cultura de la Transición. Con la llamada crisis económica esta mentira explotó y reveló su verdadera cara el neoliberalismo rampante y la corrupción generalizada. ¿Valores? ¿Qué valores, me pregunto? ¿Vas a educar a tus hijos o alumnos en un valor como la solidaridad, por ejemplo, cuando vemos lo que están haciendo las instituciones con los peticionarios de asilo en Europa? ¿O más bien los vas a educar en que la vida es una guerra y disparen antes de preguntar?

Creo que estas generaciones tienen una ventaja que antes no teníamos y nos tuvimos que buscar. Y es la influencia del pensamiento feminista.

¿Cómo ves el futuro de estas nuevas generaciones?

Pese a todo lo dicho antes, creo que estas generaciones tienen una ventaja que antes no teníamos y nos tuvimos que buscar. Y es la influencia del pensamiento feminista. Cuando yo hacía Bachillerato, ningún profesor de filosofía sabía lo que era El Segundo Sexo, ni prácticamente nada más allá de Kant. Yo tengo fragmentos del libro de Simone de Beauvoir como lectura obligatoria.

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Luis Alfonso Salvatella. Maestro de Educación Infantil y Primaria en un colegio de Almería.

Broadly: Si comparas a los niños a los que das clase con los de tu generación a esa misma edad, ¿qué diferencias ves en cuanto temas de sexismo y machismo?

Luis Alfonso Salvatella: Por mucho que yo intente cambiar dentro de mi clase, considero que seguimos viviendo en una sociedad con roles marcados. Los niños siguen jugando a "cosas de niños" y las niñas a "cosas de niñas", y si les propones cambiar, sigo escuchando de mi alumnado frases como "eso es de niñas, eso lo hacen los niños". Lo triste es que a veces también escucho a otros maestros o maestras decir cosas como: "mejor eso que lo hagan las niñas que son más creativas", "los niños que bajen las sillas al salón de actos que son más fuertes". Cuando pides ayuda a las familias para que vengan a clase a ayudar a decorar o cosas así siempre vienen las madres, los padres se escasean mucho. A las tutorías siguen viniendo más las madres también.

Yo me he esforzado mucho para que mi lenguaje en clase sea "no sexista". Siempre suelo decir niñas y niños, o personas, familias, profesorado… Cada mañana cuando entran a clase me agacho a su altura —tienen 3 años—, les miro a los ojos y les doy un abrazo, acompañado de un comentario positivo. A las niñas les digo: "qué grande vienes hoy", "te veo más fuerte" "buenos días campeona", etc. Y a los niños: "qué guapo estás esta mañana", "te queda muy bien la ropa que llevas", etc. Procuro que al menos una vez al día escuchen algo diferente.

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¿Crees que se está produciendo un descenso en el nivel cultural de los niños?

La sociedad cambia, la escuela debe cambiar y lo entendido por nivel cultural también es necesario que cambie. Considero que hace unos años "cultura" era aprenderse ríos de memoria, saber quién había escrito cada poema, etc. En el siglo XXI el conocimiento y la cultura están en grandes bases de datos colocados en el ciberespacio, por lo que nuestra mente puede ser utilizada para otras cosas, y no sólo para memorizar. Defiendo una teoría de aprendizaje llamada Conectivismo. Consiste en generar y compartir conocimientos entre las personas, la comunicación, la generación de competencias y desarrollo de habilidades útiles para desenvolvernos en nuestras vidas. Hoy en día los niños y niñas no tienen el mismo nivel de cultura que tenías hace 20 años, pero porque no hace falta. Ahora los niños y las niñas tienen un nivel de cultura basado en competencias y resolución de problemas mucho más alto y necesario que hace unos años. Quien necesite saber alguna información, sabe buscarla, contrastarla y exponerla. En esto debería avanzar la educación, y yo lucho por ello.

A las niñas les digo cosas como "te veo más fuerte" y a los niños "te queda muy bien la ropa que llevas". Procuro que al menos una vez al día escuchen algo diferente.

¿Crees que hay una crisis de la educación, una falta de motivación?

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La crisis en educación se generó hace unos años. Hoy en día creo que se está cambiando: hay un resurgimiento de nuevas metodologías y motivación por parte del profesorado, que está cambiando a su vez la motivación del alumnado. Hoy en día se habla de ABP (aprendizaje basado en proyectos), tareas educativas (tareas referidas a investigación), metodología de proyectos de trabajo, lenguaje oral, tipología textual, etc. La nueva ley educativa está muy bien planteada y aboga por una educación basada en el desarrollo de competencias y no en memorización de conceptos. El problema está en que el profesorado está acostumbrado a trabajar de una manera y le está costando adaptarse a las nuevas demandas sociales y planteamientos educativos.

Quizás en los institutos no sea así, pero en educación infantil y primaria la motivación del profesorado y el alumnado está cambiando, y es alta.

¿Qué posturas con respecto a la homosexualidad has visto en tus alumnos?

En mi alumnado el tema está normalizado, ya que en clase hablamos del tema con total normalidad. En Educación Infantil y primaria cuando se trata el tema de la reproducción o el cuerpo humano, tradicionalmente tan sólo se habla del hombre y la mujer. Yo voy más allá y hablamos de más géneros y relaciones, se trata de acercarlos a la realidad y normalizar el tema. Considero que el ambiente en mi aula es de más respeto que otras aulas. En una ocasión, sustituyendo a una profesora de 6º curso, propuse hacer una redacción sobre cómo se ven ellos dentro de 15 años. Cuando hacemos una puesta en común y hablamos sobre si se ven con pareja o no, yo les pregunto si se ven en pareja con un hombre o con una mujer. Al principio se extrañan. Alguien reacciona y me pregunta cómo me veía yo cuando tenía 12 años en mi futuro. Les cuento que yo me veía con mujer, pero que una vez que crecí me di cuenta que me gustaban los hombres y no las mujeres. A partir de ahí empezaron a decir "dentro de 15 años me veo con una mujer, si no cambio de gustos" o "en principio con un hombre, no creo que me gusten las mujeres".

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Hoy en día los niños y niñas no tienen el mismo nivel de cultura que tenías hace 20 años, pero porque no hace falta.

Con los niños de Educación Infantil es más fácil; desde su inocencia y lógica de las cosas normalizan enseguida la homosexualidad.

¿Cómo crees que saldrán adelante estas nuevas generaciones?

Se están desarrollando unas competencias diferentes a generaciones anteriores. Quizás el problema es que la educación no está cambiando al ritmo de la sociedad y los jóvenes. Desde mi trabajo como maestro veo que cada vez hay más respeto entre los niños y niñas. Hay diversidad, y ellos crecen dentro de esa diversidad. El problema está en los adultos, la envidia, el echarle la culpa al otro, no ver el problema en uno mismo, etc. Depende del nivel sociocultural, veo más o menos respeto a la persona, más o menos control. Hoy en día se preocupan por el medio ambiente, por la informática y redes sociales, cada vez hay más información. Seamos positivos.

Vanesa Peón. Profesora de Educación Física de personas de 12 a 16 años en un instituto gallego.

Broadly: ¿Ves roles de género más marcados, más sexismo o más machismo entre tu alumnado?

Vanesa Peón: Me encantaría poder decir que hemos mejorado, pero no es así. La única diferencia que veo es que, cuando yo estudiaba, teniendo en cuenta que era un colegio católico, había unas actividades para chicas y otras para chicos. Nosotras teníamos que ir a baile gallego y los chicos a fútbol. Hoy puedes participar en cualquier actividad deportiva, salvo si eres chico y te gusta la natación sincronizada o la gimnasia rítmica, por poner un ejemplo, en cuyo caso la federación no te permitirá competir. Entonces, como docente de Educación Física, ¿cómo le explicas a tu alumnado que el deporte, el ejercicio físico, es de todos y todas, que esto no es de chicos y esto otro de chicas? En todas las promociones, siempre hay alumnas a las que les gusta jugar a fútbol en los recreos. Todas ellas han escuchado de sus compañeros y compañeras de forma cansina "marimacho", o "maricón" si eres chico y disfrutas de las actividades rítmicas. Es terrible cuando ves que, llegados a una edad, generalmente 14 años, cansados de oír las palabritas de siempre, dejan de hacer lo que les gusta. ¿El motivo? "Profe, es que me gusta ese chico y tengo que ser más femenina" o "A mis amigos no les gusta que baile".

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Hace años, tuve una alumna a la que se le marcaban los abdominales; no le gustaba su cuerpo porque creía que eso era un rasgo masculino y dejó el atletismo. Un alumno llegó a suspender una unidad didáctica de acrobacia, apoyado por su padre, porque se negó a ponerse mallas o un chándal más ajustado —por motivos de seguridad para los ejercicios que se estaban trabajando— porque consideraron que ese vestuario era de chicas.

Sigue habiendo quejas de alumnas que tienen que escuchar comentarios de índole sexual sobre su cuerpo. Algún alumno incluso consideró que tenía el derecho de poder tocar a una compañera. Su argumento fue que no había por qué ponerse así, que no era para tanto.

¿Crees que se está produciendo un descenso en el nivel cultural de los niños?

De forma general, sí. Sus referentes del éxito son los futbolistas, los cronistas de televisión, etc., y estas personas no suelen destacar por su nivel cultural. O quieren tener dinero ya para poder comprarse el último móvil. No piensan en el futuro, si consiguen un trabajo, da igual las condiciones, dejan de estudiar. En mi primer año de trabajo, yo tenía 23 años, en un instituto junto a la costa, yo soltaba un discurso motivador que creía que mi alumnado vivía con emoción, hasta que uno levanta la mano y dice: "Profe, yo tengo una batea, gano más en una semana que tú en un mes y encima me pongo moreno sin pagar, no como esa gente culta que paga por ir al solárium".

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Hay alumnas a las que les gusta jugar a fútbol en los recreos. Todas ellas han escuchado de forma cansina lo d "marimacho", o "maricón" si eres chico y disfrutas de las actividades rítmicas.

¿Crees que hay una crisis de la educación, en el sentido de que hay una falta de motivación generalizada, una especie de crisis de valores que cala también en los niños y jóvenes?

Aquí entran en juego muchas variables. Lo primero que necesitaríamos como docentes es una ley de educación que no sea un disparate. Ahora mismo estamos programando en base a una ley que no sabemos en qué va a quedar, en la que el alumnado tiene que someterse a una serie de pruebas de contenidos que muchas veces aún no se llegaron a trabajar en el aula, o decidir a una edad demasiado temprana si va a cursar un bachillerato o un ciclo para saber qué asignaturas debe escoger. La falta de motivación, tanto por parte del profesorado como del alumnado, en parte es por lo que comentaba antes: los docentes tenemos que adaptarnos a las nuevas generaciones, que son mucho más tecnológicas, que asimilan mejor las cosas de forma visual, pero conseguir motivar y que aprender sea atractivo no siempre es fácil.

Yo tengo la suerte de impartir una asignatura que gusta de forma general. El ambiente es positivo y así es un gusto, pero sí que compartí centros con compañeros que lo pasaron mal porque alumnos que ya no querían seguir estudiando les reventaban las clases; otros dejan exámenes en blanco, y eso afecta. Hay bajas por depresión y por estrés. Me repatea mucho cuando la gente piensa que ser profesor es fácil, que tenemos muchas vacaciones. Lo que tenemos es una gran responsabilidad, que es educar y tratar de motivar diariamente a grupos muy diferentes. Nos vamos muchas veces pensando en qué hemos fallado.

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¿Cómo ves las relaciones amorosas entre tus alumnos? Últimamente se habla mucho de control de los móviles, del correo, de mirar el WhatsApp de la pareja, de controlar cómo va vestida la novia…

Hay de todo, incluso alumnado sin móvil. Pero sí que, sobre todo en los cursos más altos, hay un incremento del control hacia su pareja. Hay quien ha llegado a argumentar que, si la pareja no es lo suficientemente celosa, es que no te quiere, porque los celos significan el miedo a que la otra persona se vaya y eso les hace sentir queridos y valorados.

Asusta la naturalidad con la que lo viven. La obsesión de ver si están en línea o no, llegando incluso a solicitar un pantallazo de esa conversación porque la otra persona considera que ya está resultando demasiado larga y quiere saber con quién y de qué habla, discusiones porque al despertar uno ve que la última hora de conexión de su pareja no coincide con la suya… son temas que se abordaron en alguna que otra tutoría.

Está prohibido tener el móvil encendido en el centro. Una vez tuve que requisar uno a una chica. Le pregunté que para qué lo quería y le indiqué que, si necesitaba llamar, podría hacerlo desde el centro. Me dijo que, como su novio estaba en otro colegio, le pedía que le mandara una foto de cómo iba vestida.

Las rupturas o el sentirse rechazado también tienen su miga. Inventarse que su ex le hizo de todo en la cama o, ante la negativa de volver a retomar una relación, sujetar por los brazos, llegando incluso a dejar marcas, son situaciones que hemos tenido que trabajar. Los casos que hay son tremendos, pero también son muchas las relaciones sanas y creo que, a medida que van saliendo y entran en contacto con más personas y el profesorado les hace reflexionar sobre ello y se implica, la visión del amor de pareja se vive sin esa posesión enfermiza. Si no pensase que esto se puede cambiar, no tendría sentido ser educadora.

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¿Qué posturas con respecto a la homosexualidad has visto en tus alumnos?

La homosexualidad sigue siendo algo que cuesta decir con naturalidad por miedo al rechazo, sobre todo en la adolescencia. Hace años en una misma clase había un alumno al que no paraban de llamar maricón y dos alumnas a las que tachaban de lesbianas. Se pasaron gran parte de los recreos llorando o peleando. Un día, cuando llegaron a mi clase desencajados, le pedí a todo el grupo que se sentara sobre las colchonetas y le dije: "Parece ser que ser homosexual es algo malo. Pues bien, yo también soy lesbiana. Recuerdo un momento de silencio hasta que empezaron a aplaudir. Este grupo, cuando se fue del centro, se despidió con un beso entre alumnas y entre alumnos, con una pancarta que decía "Porque hay muchas formas de amarse".

Me repatea mucho cuando la gente piensa que ser profesor es fácil, que tenemos muchas vacaciones. Lo que tenemos es una gran responsabilidad

Opino que no podemos escudarnos en la frase "Es que yo de mi vida privada no hablo". Es necesario decir que eres homosexual. No basta con colgar un cartel en un pasillo con los colores de la bandera gay y la frase "Eu respecto", que es la que hay en los centros de Galicia, y dar por trabajado el tema.

Y la pregunta clave: ¿Cómo ves el futuro de estas nuevas generaciones?

Yo confío en mi alumnado. Veo que les va bien, que saben buscarse la vida. Vuelven de visita y ves que ya tienen su trabajo, que van consiguiendo sus retos y algunos iniciando carreras universitarias, pero lo que más me gusta de ellos es ver que no todo les entra por un oído y les sale por otro. Por mi experiencia, si les dedicas tiempo y muchísima paciencia, por estas puertas se marchan personas con valores. No todo está perdido.

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Foto de Román Yñán

Christian Fernández Mirón. Artista y educador.Ha trabajado en MuMo (Un museo móvil que acerca el arte contemporáneo a niños y niñas en ciudades y pueblos remotos)

Broadly: Si comparas a los niños a los que das clase con los de tu generación a esa misma edad, ¿ves roles de género más marcados, más sexismo o más machismo?

Christian Fernández Mirón: En mi experiencia, mi generación estaba más marcada por esos roles que las actuales. Puede tener que ver con estratos socioeconómicos, y es que yo fui a un colegio privado, elitista y de derechas. No había lugar para la diversidad o la disidencia. Ni en roles de género, ni en pensamiento. Incluso en un colegio como aquel, con miles de estudiantes, yo era el único homosexual oficial, al menos en mi curso. Ahora sé que cientos de niños y niñas eran como yo, pero entonces me sentía muy solo. Creo que hoy en día hay más adolescentes abiertamente homosexuales, pero dudo mucho que pongan en práctica sus afectos con la misma libertad y naturalidad que sus compañeros heterosexuales. Cuando te gusta alguien y le escribes una nota, cuando te coges de la mano, esos morreos en el recreo… Estamos aún muy lejos de la igualdad, por eso hay que seguir trabajando en ello.

¿Crees que se está produciendo un descenso en el nivel cultural de los niños?

No lo creo. En todo caso una exposición desmadrada a contenidos no tutorizados. Considero que la responsabilidad es de los adultos: familia, educadores y medios de comunicación por igual. Los niños y niñas tienen ahora una cultura en todo caso más plural y dinámica, menos heterogénea, pero carecen de las herramientas para gestionarla y explotarla. Esto también pasa con adultos: el acceso está ahí, la cuestión es aprender a buscar.

¿Crees que hay una crisis de valores?

Tiene que ver con lo que decía arriba. Los valores se inculcan y se aprenden, luego ya se cuestionan y pueden desmontarse (de la adolescencia en adelante). La mala educación produce malas personas, ciudadanos sin criterio y personas sin voz. Esto debería pasar cada vez menos, pero no será el caso mientras siga habiendo personas irresponsables tomando decisiones importantes.

Creo que hoy en día hay más adolescentes abiertamente homosexuales, pero dudo mucho que pongan en práctica sus afectos con la misma libertad y naturalidad que sus compañeros heterosexuales

¿Qué posturas con respecto a la homosexualidad has visto en tus alumnos?

En el colegio, se sigue hablando y relatando desde el heterocentrismo, el patriarcado y la normatividad. En los centros de artes y universidades para los que he trabajado (laicos y contemporáneos) he notado que hay mayor diversidad y he disfrutado de libertad para trabajar estos temas transversalmente. Hasta que me paren los pies, aprovecho esta libertad para intentar hablar desde otros lugares; hay que ser valiente y hacerlo en primera persona, que es lo que más impacta. Desde hablar en femenino a una clase a cuestionar relatos históricos desde perspectivas de género, raza, etc.

Te contaré una anécdota. Trabajando en el museo móvil, hubo un día que vino un grupo de niños árabes por la mañana. Les encantó el museo e hicimos muy buenas migas, pero frente a la escultura de la egipcia Ghada Amer, nos atascamos. Era habitual que los niños y niñas viesen todo tipo de caras besándose en el entramado de resina llamada Baisers (Besos) y yo aprovechaba esta ambigüedad para generar conversaciones y lanzar preguntas sobre quiénes podían ser. Pero aquel día, el grupo se negaba rotundamente a que pudieran ser mujeres las que se besaban. Estaban tan programados por su trasfondo homófobo que negaban la mera posibilidad, incluso enfadándose porque aquello "no podía ser". Por la tarde, habiéndoles gustado tanto el museo, regresaron con sus madres. Las de cada uno. Dos señoras muy sonrientes, hablaban poco castellano y lucían velo. Cuando volvimos a pasar por la obra de los besos, ocurrió lo mismo: yo volvía a preguntar quiénes podían ser algunas de aquellas personas que se besaban. "¿Chicas besando a chicas? ¡No! ¿Chicos besando a chicos? ¡¡No!! ¿Chicas besando a chicos? Síiiiii". Cuanto más radical era su respuesta, más intentaba abrirles a la mera posibilidad con argumentos y elocuencia, pero se negaban en rotundo. Sus madres no decían nada. Entonces decidí usar el arma secreta, de la que no solía tirar porque me hacía sentir vulnerable: la primera persona. Le pregunté al grupo: "¿Es que dos chicas no pueden besarse? ¡No! ¿Y si se quieren? ¡No, qué asco! ¿Y si están casadas? ¡¡No, eso no se puede!! ¿Y mi marido y yo?…". Sus ojos no daban crédito. "¡No, tú no tienes marido! No nos mientas". Las madres se miraban sin saber qué decir, los niños discutían entre ellos porque cómo iba yo, un adulto tan respetable y "normal", a ser marica. Les aseguré que sí, que yo tenía marido y que nos queremos mucho y nos besamos, pero se negaban a creerlo. Cuando vi que aquello no iba a ninguna parte, dejé de insistir y seguimos con la visita sin problema. Nos despedimos y, aunque intenté mantener la compostura, estaba muy triste. Ese proyecto me regaló muchas experiencias positivas, pero también me puso los pies en la tierra al trabajar con niños, profes y familias con todo tipo de situaciones, religiones, nacionalidades, mentalidades y necesidades.

¿Ves con esperanza el futuro de estas nuevas generaciones?

Sí, ante todo soy un optimista crítico. Creo que parte de nuestra civilización progresa adecuadamente mientras que la otra se reduce a un grupo de seres despreciables y avariciosos. Es una contradicción que nunca he entendido.