¿Por qué tanto revuelo cuando una política se queda embarazada?
ILUSTRACIÓN POR Luis Armand Villalba

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Identidad

¿Por qué tanto revuelo cuando una política se queda embarazada?

Carolina Bescansa, Inés Arrimadas, Andrea Levy y Rocío Sampere hablan sobre el machismo en la política y sobre la posibilidad de conciliar vida política y familiar.

Ada Colau lo anunció en Facebook hace pocos días: está embarazada de su segundo hijo. "En los meses que viene seguiré con mis obligaciones como alcaldesa con normalidad, una barriga creciente y aún más motivación", anunciaba el escrito, al que le seguía una cadena larguísima de comentarios, la mayor parte de ellos positivos. Pero del mismo modo que surgieron felicitaciones sinceras, no han tardado en salir a la palestra comentarios jocosos y machistas en medios de índole ultraconservadora que, apropiándose de su vida íntima, han cargado con dureza contra ella y su decisión de ser madre a los 42 años.

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La idea de centrar el foco en la maternidad, o en general en los aspectos de la vida íntima de las mujeres políticas, no es nada nuevo. "¿Pero cuándo hemos visto que suceda igual con los hombres? ¿Por qué nunca se habla de los diputados que son padres? ¿Por qué nunca se comenta si ellos han cogido o no el permiso de paternidad?", se pregunta Eulalia Solé, politóloga y experta en temas de género. "Esto es sintomático de una sociedad en la que aún no se entiende o no se ve la maternidad como algo natural, como algo que implique tanto a hombres como mujeres", subraya Solé.

Cuando fui madre se me intensificó un rechazo mayor contra todo tipo de violencias, creo que es un privilegio que Barcelona tenga una alcaldesa embarazada

Carme Chacón (PSOE), ministra de defensa con el gobierno de Zapatero, pasó revista a las tropas de Afganistán con una barriga de siete meses. Su foto acaparó portadas. Soraya Sáenz de Santamaría (PP) recibió críticas por reincorporarse al trabajo a los diez días de dar a luz. Y Carolina Bescansa (Podemos), hace no tanto, también fue criticada por amamantar a su bebé en el Congreso. Un gesto, por cierto, perfectamente natural en otros entornos de Europa. Los aspectos íntimos de la vida de las mujeres sirven como poderosísimos instrumentos para desviar la atención: la política queda sepultada en un segundo plano.

"El día que decidí amamantar a mi bebé en el Congreso no me esperaba la repercusión mediática que tuvo. Mi hijo era muy pequeño y tampoco lo podía dejar en la guardería del Congreso. Había cosas muchísimo más interesantes de las que hablar, sin embargo no se habló de otra cosa", explica Carolina Bescansa a Broadly en conversación telefónica. Si lo tuviera que volver a hacer ahora, probablemente no lo haría. "Porque expuse demasiado a mi hijo y porque luego recibí mensajes inquietantes a través de las redes sociales", explica.

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Cuando Bescansa se enteró del embarazo de Ada Colau le envió un mensaje de felicitación. "Veo la maternidad en política como una suerte, como una forma de conectar con el mundo real al llegar a casa, mis hijos son también mi vía de escape", explica. "Cuando yo fui madre se me intensificó un rechazo mayor contra todo tipo de violencias, así que más que una desventaja creo que es un privilegio que Barcelona tenga una alcaldesa embarazada", explica Bescansa.

Rocío Martínez Sampere fue diputada en el Parlamento Catalán de 2006 a 2015 por el PSOE. Ella, junto a Dolors Camats, fue de la primeras diputadas españolas en usar el voto delegado por estar de baja por maternidad, una medida que entró en vigor en el año 2006 con el nuevo reglamento. Hasta entonces, el voto era único e intransferible. ¿La conciliación? Imposible. "Hay votaciones que dependen de un solo voto, así que hasta que no existía esta medida no te quedaba otra que ir", explica Sampere a Broadly.

La política se hace a deshoras. Muchas decisiones importantes se toman a la hora de las cañas o en cenas, fuera de horario, y aquí las mujeres pocas veces están

Sampere cree que las mujeres políticas enfrentan los mismos problemas de conciliación que otras profesiones "presenciales" y que implican la asistencia a actos, cenas o viajes. "La política no es un ecosistema aparte, le puede pasar lo mismo a una directiva o a una actriz". Eso sí, el hecho de que "seamos figuras públicas pone en relieve los problemas estructurales que arrastra una sociedad ya de por sí machista", explica. Inés Arrimadas (Ciudadanos), a la que el exportavoz del Gobierno de José María Aznar describió de forma cavernícola como "hembra joven físicamente atractiva", cree que precisamente las política tiene que servir como altavoz para denunciar con más virulencia los ataques machistas a otras colegas políticas, "sean del partido que sean".

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"La política se hace a deshoras", remarca la politóloga Solé. Y esto es relevante. "Muchas veces las decisiones importantes se toman a la hora de las cañas o en cenas, fuera de horario, y aquí las mujeres pocas veces están porque saben que en su casa les espera otra jornada, la doméstica", explica.

Sampere cree que esto es debido a que la política es un sector tremendamente masculinizado pensado por y para los hombres. "No asistir a estos actos o cenas tiene un alto coste profesional", agrega. Andrea Levy, una de las caras jóvenes del PP, coincide: "Tú puedes acabar tu jornada a las 20h, o acabarla a las 23:30h si se alarga en alguna cena, presentación o evento. El otro día mismo me pasó: una compañera de partido se tuvo que marchar porque en casa la esperaba su hijo", explica. Levy no tiene pareja y no se plantea tener hijos pero es consciente de las dificultades que entraña para una madre conciliar un trabajo como este. "Estas reuniones a veces son claves para ascender o conectar con determinados círculos, pero esto no solo pasa en la política, también lo he vivido en la empresa privada cuando trabajaba en un despacho de abogados", explica Levy.

"Recuerdo una vez como diputada que pusieron una reunión de Consejo un sábado de finales junio, que coincidía con las fiestas de final de curso de los colegios. Yo no quería faltar a la fiesta de fin de curso de mis hijos, pero parece que fui la única en reparar en ese detalle", explica Sampere.

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La renuncia casi siempre viene de un lado: el de la mujer. Y también le supone un coste solo para ella.

Yo cada vez que salgo de casa tengo un novio nuevo

Arrimadas tampoco es madre, pero no lo descarta durante el ejercicio de su carrera política. "Creo que tenemos que garantizar que las decisiones que tomen las mujeres sean libres y respetadas. Tanto si coges la baja maternal, como si te incorporas al trabajo pronto; tanto si eres madres soltera, como si lo haces en pareja; tanto si decides amamantar, como si no lo haces….", concluye Arrimadas. Y recalca: "Cuando hablamos de conciliación, no hay que olvidarse de involucrar a los hombres".

Precisamente, en relación a la maternidad y la conciliación, el Congreso recientemente aprobó una propuesta para equiparar los permisos de maternidad y paternidad a 16 semanas y hacer que estos sean intransferibles. Una iniciativa que salió adelante a pesar de la abstención de PP y Ciudadanos. Al ser preguntada por esta cuestión, Levy admite que ella está a favor de todo lo que suponga igualar derechos entres hombres y mujeres, pero que no se sumaron a la propuesta de Podemos por "motivos presupuestarios". Esta medida costaría alrededor de 1.500 millones de euros, según las informaciones del diario Público.

El esmalte y la americana

Aunque la presencia de mujeres en cargos públicos es cada vez mayor ―hay 138 mujeres de 350 diputados en el Congreso, la cifra más cercana a la paridad de la democracia española– aún queda camino por recorrer. Muchas veces, el foco se sigue poniendo en aspectos superficiales, que tienen que ver más con el físico, el color de la americana, si está o no guapa e incluso de si lleva bien pintadas las uñas. Cero atención al contenido político.

En ese sentido, Sampere señala un matiz importante: "Existe también otra tendencia basada en la creencia del todo vale para desprestigiar a dirigentes políticas. Muchas veces sí tienen implicaciones de género, pero otras veces simplemente se trata de un pensamiento del odio. Por ejemplo, muchas cosas que he leído sobre Ada Colau, o Podemos, van en esta línea. Aunque por supuesto también hay machismo detrás de todo eso", agrega.

"Yo, por ejemplo, cada vez que salgo de casa tengo un novio nuevo", nos explica Andrea Levy. Ella ha aprendido a tomárselo con humor aunque admite que, a veces, "es frustrante". Para ella, estos comportamientos también tienen que ver con la irrupción de nuevas caras en la política tradicional: por lo general, gente más joven, que viene de fuera de la política y que tienen unas formas de hacer y vivir que se salen de lo comúnmente establecido. "Yo, por ejemplo, no he dejado de salir de cañas con mis amigos o ir a conciertos. Y cuando alguna gente se sorprende, pienso ¿qué creen que hacemos la gente de 30 años?", explica Levy.

"Además, a mí se me junta el tema de ser joven y ser mujer, porque se te ve más vulnerable. También se asocia el poder con comportamientos masculinos, como si ejercer un puesto de responsabilidad te hiciera menos femenina. Ya es hora de que la mujer deje de mirarse en el espejo del hombre la ahora de ejercer poder, no tenemos por qué seguir reproduciendo los patrones masculinos de siempre", concluye.