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Muchos de nosotros -me incluyo la primera- desde nuestra ignorancia pensamos que estas movidas obedecen a roles de poder eminentemente sexuales. Pensamos que son comportamientos o juegos que se reducen a un ámbito sexual, que se llevan a la cama. Pero nada más lejos de la realidad. Interpretan estos roles las 24 horas del día si pueden (no olvidemos que existen responsabilidades adultas ineludibles como la universidad o el trabajo) y que rara vez o ninguna lo llevan al dormitorio. Me insisten y ponen énfasis que es una práctica consensuada entre adultos y cuya visibilización no hace daño a nadie, y que a ellas les ayuda o les favorece. Con esto se defienden ante las acusaciones por parte de ciertos sectores de que fomentan la pedofilia y pederastia y la sobre-sexualización de menores.Desde que empecé a elaborar este artículo se le ha borrado la cuenta de Instagram a una de las chicas en las que me basé para hacerlo y se ha bloqueado el hashtag #petplay
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