“Hay artistas que serían mucho mejores si no acudieran a las drogas”: una charla con Alejandra Borrero

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“Hay artistas que serían mucho mejores si no acudieran a las drogas”: una charla con Alejandra Borrero

ENTREVISTA // La actriz nos cuenta cómo las drogas crean una vana ilusión de genialidad que obliga a asociar arte la autodestrucción.

Foto: Aitor Sáez

Alejandra Borrero ha encarnado de todo: desde una mujer con cáncer de seno hasta una campesina. Su nombre está relacionado con producciones emblemáticas como Azúcar y Café con aroma de mujer. El teatro, sin embargo, parece ser su línea transversal: en la actualidad lo hace desde Casa E, un multiplex artístico que fundó hace nueve años, y que adueña.

Borrero sabe que hay quienes escogen su forma de morir, como lo hizo Carlos Mayolo, uno de sus mejores amigos. El cineasta caleño dejó este mundo hace diez años; la coca y el alcohol lo mataron de un infarto. Cuando Mayolo atravesaba sus últimos días de vida, le entregó un monólogo a la actriz. En él yacía un hombre desgastado, un adicto, un genio.

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Con Pharmakon, dirigida por Sandro Romero Rey, Alejandra aceptó meterse en la piel de Mayolo y, a través de su interpretación, revivir un poco esos años de juventud en los que creyó que la droga era necesaria para ser artista. Según la actriz, la obra —que ya cumplió sus 300 funciones— no pretende dar cátedra en contra de las adicciones, no obstante, asegura que sí es un reflejo del efecto devastador de las sustancias ilegales.

Borrero habló con nosotros sobre esa problemática y compartió sus pensamientos sobre la superación de esa gran arista del conflicto colombiano.

VICE: Alejandra, ¿cómo hablar de drogas desde el teatro?
Alejandra Borrero: El país cambió profundamente desde los años 80 a causa del narcotráfico y el consumo. Es importante tratar esos cambios porque lo más importante es retratar lo ocurrido para que no vuelva a suceder. Con Pharmakon ha pasado que hay gente que va a verla y sale en un estado de llanto impresionante. La obra suele tocar a muchos que, por ejemplo, tienen un familiar drogadicto y que han vivido eso de una forma u otra.
Sin querer dar cátedra, la obra muestra que las drogas no solo dañan a las personas, también a quienes los rodean. Para mí, usarlas fue un juego, pero para muchos es un hueco del cual es muy difícil salir, y para otros es la muerte.

"Para mí, usar las drogas fue un juego, pero para muchos es un hueco del cual es muy difícil salir, y para otros es la muerte"

¿Cómo llegó Pharmakon a sus manos?
Fue un momento mágico porque fue Mayolo quien me llamó para que yo la montara. Él creía que eso se hacía muy fácil. En ese momento ya estaba muy acabado por la droga, además era muy loco pero yo siempre he confiado mucho en él.

Al principio me morí de la risa porque no pensé hacer un personaje masculino, pero a medida en que íbamos trabajando empecé a hacer un proceso de catarsis increíble. Cuando la estábamos montando, yo miraba mis manos y eran las de Mayolo, cada vez verme a mí era verlo a él. Era muy duro tenerlo ahí todo el tiempo, porque su muerte aun dolía. Él y yo nos parecíamos en muchas cosas, pero algo en lo que sí nos diferenciamos es que yo no me mataría con las drogas.

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Siempre ha habido un mito de que el arte y las drogas van de la mano. ¿Es cierto?
Crecí en tiempos en los que se creía que había que matarse para crear algo bello, yo lo viví pero me convencí de que es todo lo contrario. Creo que hay quienes nacen genios, pero las drogas no ayudan a nada, es una percepción. El consumo no permite ver todos los ángulos de la realidad, además, para montarse en un escenario hay que tener mucha conciencia. Hay artistas que serían mucho mejores si no acudieran a las drogas.

"Hay artistas que serían mucho mejores si no acudieran a las drogas"

Pero en el contexto del país, el arte ha perdido talentos…
Perderse en la droga es lo peor que uno puede hacer en la vida. He visto a mucha gente desbaratada que puede crear cosas maravillosas, pero también he visto otros que han despertado diferentes niveles de conciencia y han aprovechado para hacer un viaje muy personal. Yo creo que eso es muy respetable. Cuando vi a Mayolo por última vez, lloré mucho, pero después pensé "cada quien se mata como le parece".

En ese orden de ideas, ¿hay que legalizarlas o no?
Yo no puedo hablar de verdades absolutas. Me inclino a que sí, hay que legalizarlas porque así acabaríamos con problemas tan difíciles como el narcotráfico, pero primero, tenemos que superar el tabú. El alcohol es un ejemplo de eso. Beber no es un tabú, pero mata de una forma impresionante, como pasa con la cocaína, esa es la droga del diablo. Nos hace creer que somos más ágiles y más fuertes pero todo es un engaño.

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¿Cómo hacerle frente al problema del consumo y adicción?
Alrededor de las drogas hay mucho silencio. Hay un gran consumo en la gente que no es, necesariamente adicta y tiene una vida normal. Ese silencio viene inicialmente de la sociedad. No hay nadie que no haya visto de cerca esa problemática. Aquí en Colombia, si no se habla, no existe, entonces, tenemos que hablar de ello y enfrentarlo.

¿Cree que la televisión ha presentado el problema de la droga de forma adecuada?
El enfoque que ha hecho la televisión es erróneo. Ponen al más papasito a interpretar a un narco, así es imposible no sentir empatía por quienes le han hecho daño al país. Hablar así sobre drogas vende, pero se ha convertido a los villanos en héroes.

En Colombia tenemos una fascinación con la plata fácil, con esas historias de personajes que vienen de abajo y de un momento a otro están en la cima, con esos que salen de la nada y se hacen dueños del mundo, además, lo hemos exportado.

La juventud de décadas pasadas consumía sin saber los riesgos de la droga, hoy en día se conocen pero sigue pasando. ¿Por qué cree que es así?
Estamos en una sociedad más permisiva. En mi época era totalmente prohibida, por eso absolutamente deseada. Las cosas son diferentes porque antes no se sabía que uno se iba a morir. En esas edades, uno necesita experimentarlo todo, comerse el mundo y eso se mantiene hasta el día de hoy.

Si pudiera vivir de nuevo, ¿volvería a consumir?
Seguramente sí, ojalá no, ojalá ese karma ya esté superado. Las drogas me enseñaron muchísimo, disfruté, me reí pero me hicieron mucho daño. Creo que fue el momento de la historia en que me tocó vivir esa sensación de que tenía que matarme un poco para que fluyera la creatividad.