FYI.

This story is over 5 years old.

Marca España

Cómo es ser joven en el desierto de Almería

Hablamos con Alejandro Zamora, un chico de 26 años de Sorbas, Almería

En los años 60, Clint Eastwood empezaba su carrera en el Desierto de Tabernas, Almería, y los habitantes de los pueblos de la zona pasaban el año de rodaje en rodaje como extras, jinetes, especialistas… Hoy, muchos habitantes se han ido por la falta de oportunidades y servicios. Te contaremos nuestras historias favoritas sobre el escenario icónico del spaghetti western para sumarnos a la iniciativa "Los cowboys del desierto", con la que Škoda busca alertar sobre el problema de la despoblación en las poblaciones del desierto de Tabernas.

Publicidad

Impresionantes casas colgantes, que en nada tienen que envidiar a las de Cuenca, tradición alfarera, increíbles canteras de yeso que sirven de escenario de Juego de Tronos y una larga historia musical que se remonta al siglo XIX: Sorbas, a 60 kilómetros de Almería, es un pueblo que goza de muchos encantos. A pesar de ellos, la población va bajando a un ritmo vertiginoso. Actualmente cuenta con 2.541 habitantes.

"Eso es lo que cuenta Wikipedia", dice Alejandro Zamora, de 26 años, habitante de Sorbas. "Pero no somos tantos ni de broma. Están contando a todos los jóvenes que están empadronados, pero casi todos viven fuera. Y cuenta las serranías, pero, si te centras en el núcleo de Sorbas, apenas llegamos a los 1.000 habitantes. Hace solo 10 años, teníamos 300 más". El problema de la progresiva despoblación es una constante en todo el interior de la provincia de Almería. Unos pueblos cuya belleza natural inspiró en el pasado a directores de cine como Sergio Leone o Steven Spielberg y trajo hasta aquí a ídolos como Henry Fonda o Claudia Cardinale, pero en los que ahora la mayoría de los jóvenes se ven obligados a irse a la capital, o más lejos todavía, para buscarse la vida ante la falta de oportunidades.

Sorbas, fotografía de Ziegler175

Alejandro es el curioso ejemplo de persona joven a la que, a pesar de haber estudiado fuera, le tira el pueblo, sus amigos y la vida que lleva allí. "He vivido siempre aquí, salvo los años en los que estudié fuera, en Granada y en Murcia". Alejandro es Licenciado en Historia del Arte y tiene un máster en Gestión e Investigación del Patrimonio. El año pasado terminó este último, y la búsqueda de trabajo está siendo algo complicada. "Por lo pronto, me he vuelto a Sorbas, pero aquí es complicado encontrar trabajo de lo mío. Algo tan específico como historia del arte no tiene ninguna salida aquí". A pesar de que en Sorbas hay monumentos y centros de interpretación, son, según Alejandro, los propios trabajadores del ayuntamiento los que se ocupan de ellos. "Y todos los compañeros que han estudiado fisioterapia, medicina o biología tienen el mismo problema, básicamente. Estamos todos en las mismas".

Publicidad

"En el núcleo de Sorbas apenas llegamos a los 1.000 habitantes. Hace solo 10 años, teníamos 300 habitantes más"

Si hay algo por lo que es famoso Sorbas, aparte de por sus famosas casas colgantes y por las cuevas de Yesos de Sorbas, es por su gran tradición musical. Alejandro ha estado desde siempre muy involucrado en la vida musical de su pueblo. Toca el clarinete en la banda de música Santa Cecilia de Sorbas, cuya fundación data del siglo XIX, y el saxofón en la charanga Los Juaraguinos.

"En la primera somos unas 60 personas y tocamos temas más clásicos, más serios, por así decirlo, y la segunda es más festiva. Con la charanga tocamos música popular en bodas, fiestas populares, celebraciones de todo tipo…". Desde hace algunos meses, también es célebre Sorbas porque sus famosas cuevas de Karst han sido recientemente escenario de algunas de las escenas de la sexta temporada de Juego de Tronos. Algunos amigos de Alejandro trabajaron en el equipo de seguridad. "Me decían: ¡Hemos visto de lejos a Daenerys!", cuenta.

Alejandro siempre ha tenido mucho apego por el pueblo y a las actividades que lo unen a él. "Mientras estudiaba fuera pude seguir en la charanga y en la banda a base de dejarme el dinero en ir y volver un fin de semana sí y uno no para ensayar y tocar". Alejandro no dispone de coche, algo que supone una gran complicación viviendo en Sorbas.

"El transporte público es fatal, qué te voy a decir", confiesa. "Tienes un bus que va para Almería, y la vuelta es a la hora de llegar, con lo cual, cada vez que vas, tienes que buscar algún sitio donde quedarte, porque no te merece la pena ir si no te quedas hasta el día siguiente. No te da tiempo ni de tomarte un café". Los jóvenes de Sorbas que no disponen de coche dependen de combinaciones de autobús, viajes a dedo, amigos que los lleven… Un viaje de 45 minutos se convierte en una odisea.

"El transporte público es fatal. Hay un bus que va para Almería, y la vuelta es a la hora de llegar, con lo cual, tienes que buscar algún sitio donde quedarte porque no te merece la pena ir si no te quedas hasta el día siguiente"

"La mayor parte de mis amigos son de aquí y todos estudiamos fuera. En el pueblo sólo se puede estudiar hasta 4º de la ESO, con lo cual todos hicimos el Bachillerato internos en un colegio, en Almería. Vivíamos allí durante la semana y volvíamos a casa los fines de semana". El viaje en transporte público de Sorbas a Almería, aparte de no terminar de adaptarse a los horarios escolares, duraba casi una hora. "Mucha gente, al escuchar esto, nos mira con pena, como pensando 'pobrecitos, internos en un colegio', pero la verdad es que teníamos mucha libertad, lo pasábamos muy bien".

Al terminar el Bachillerato, casi todos los amigos del grupo de Alejandro estudiaron carreras en Almería, Granada o Málaga. Muchos de ellos encontraron posteriormente trabajo en alguno de estos sitios, pero, obviamente, nunca en Sorbas. "Sorbas se ha convertido en una especie de punto de encuentro", explica Alejandro, "pero sólo los fines de semana, pero ya casi todos los jóvenes viven fuera".

Siempre se suele vincular el éxodo de los pueblos a la ciudad con una inquietud personal de la gente, con una búsqueda de nuevos horizontes. Pero, ¿qué sucede cuando los jóvenes quieren vivir en el pueblo, pero un transporte deficitario no les permite ir y volver de sus trabajos? "Quizás si hubiese una combinación de transporte mejor, las cosas serían distintas. Yo no creo que un joven abandone su pueblo así porque sí", afirma Alejandro. "En muchas ocasiones, son otras circunstancias las que lo obligan a ello".