MIRA:
Me llamo Alejandro, soy cisgénero y maricón. Me agarré a esas etiquetas hace mucho, y fui con ellas hasta donde me quisieron llevar. Hace 7 años, en Berlín, trabajé en un rodaje que me cambió la vida. Allí conocí y amé a personas que no se identificaban con el género binario. Gracias a su generosidad, cada día aprendí algo de ellas. Gracias a ellas, me di cuenta de lo ciego que había estado.En estas entrevistas con fotografías de Mariel Orellana hemos querido comunicarnos desde el corazón con personas de una diversidad que emociona, para que las conozcáis y las queráis aunque sea una pequeña parte de lo que las hemos conocido y querido nosotros. Esta es la semilla de un proyecto que, esperamos, nos sobreviva.
Antonio de Norberto, 25 años, vive en Madrid, es de Getafe
Me cuenta que es de Getafe, que “ahora está muy bien, ya no es tan heavy”. Que ahora trabaja en Madrid como dependiente de H&M y que está, contra todo pronóstico, feliz. Viene de un tiempo de "esclavitud laboral" en pos de un proyecto que requería mucho esfuerzo y poca vida personal, y el cambio le ha venido muy bien. Le pregunto cómo se define, y cómo se siente con la manera en la que los demás le leen."Cuando alguna gente no sabe cómo leerme sinceramente me da igual, me da más apuro en realidad que ellos se sientan mal" — Antonio
Hablando con Antonio veo a una persona muy sensible, risueña y tímida. Y también veo a a una persona de una fiereza envidiable y una mirada que dice con todas las letras zero fucks given.Le pregunto si su expresión de género ha evolucionado a lo largo de los años, y me dice rotundamente que no. “De ninguna forma”. Me cuenta que siempre salía con su Barbie Jasmine impecablemente peinada en las fotos familiares. “He tenido mucha suerte, y siempre he tenido aceptación por parte de los niños del cole y mi familia”.“He tenido mucha suerte, y siempre he tenido aceptación por parte de los niños del cole y mi familia" — Antonio
“El machismo es miedo. Que exista da miedo. Aún hay que dar pasos hasta que consigamos que cada uno vaya a su puta bola y puedas expresarte como te salga del coño si respetas a los demás… Pero yo no tengo por qué sentir miedo. Y no lo voy a hacer”.Antonio ha vencido al machismo, al miedo que seguro ha tenido en otra época. Me dice que es súper feliz ahora, y piensa que por eso puede conectar mejor con los demás.“Ahora la gente llega a mí y yo a ella. Es que cuando conoces a alguien y te llega, ¿por qué es? Lo que se siente es lo que llega, lo demás es un matiz. A mí me interesan las mentes. Es como con vosotros, yo os he conocido hoy y ya me siento súper cómodo. Sois dos personas, dos mentes. Dos mentes con las que me gusta estar”."Desde pequeño he sido un niño-niña, niña-niño o lo que sea. Soy yo, y ellos lo aceptan. Me entienden" — Antonio
Alex de la Croix, 24 años. Vive en Madrid desde hace cinco y es de Puerto Real
“Yo hablo con los dos pronombres, y depende del adjetivo que vaya a usar. Las palabras tienen, además de una connotación de género lingüístico, una connotación de género en base a qué palabras usan las mujeres, y qué palabras usan los hombres. En mi casa somos muchas trans. Mi madre y sus hermanas son seis, y en esa casa nadie se ha sentido nunca hombre. Tuvieras picha, chocho o lo que sea, todas hemos sido unas mujeres allí. Es por este contexto de patio andaluz, que pienso que hay ciertas expresiones que no se pueden decir en masculino, como por ejemplo ‘estoy harta, estoy cansada’. Es que no te replanteas si quieres ser, o si eres, hombre o mujer. Lo usas como te sientes en ese momento. Yo siempre he hablado así”."Odio las etiquetas, odio los nombres. Odio el genderless, genderqueer, el transhumanista" — Alex
“La gente que no me conoce me pregunta ‘¿te hablo de él, de ella, neutro?’ A ver, yo no me voy a sentir ofendido por nada. Y además toda esta palabrería y etiquetado me pone negra. ODIO las etiquetas, odio los nombres. Odio el genderless, genderqueer, el transhumanista. Las etiquetas no valen para nada. Tanta etiqueta excluye, no incluye. Categorizas a alguien que se puede confundir, que abraza una etiqueta y tiene que ir hasta el final con ella. No, eso no me representa”.Alex defiende que esas etiquetas que odia han podido ser más dañinas que favorables a la causa trans."Tanta etiqueta excluye, no incluye. Categorizas a alguien que se puede confundir, que abraza una etiqueta y tiene que ir hasta el final con ella. No, eso no me representa" — Alex
Me habla de la imagen de las mujeres trans en los medios. De Carmen Carrera. De cómo eso excluye."Muchas trans al final se convierten en mujer cis, pasando por la mutilación, para que nadie sepa que has sido trans. ¿Y tú no eres nadie hasta que un médico lo dice? Pues yo no lo creo" — Alex
Aitor y Rubén, 25 años, viven en Madrid
Quedo con ellos en el VIPS de Gran Vía cuando salen de trabajar en Primark, donde trabajan juntos.Rompo el hielo hablando de las etiquetas. Quiero saber qué opina de ellas. “Uf, son complicadas… pero está claro que lo que no se nombra no existe. Yo siempre quiero ser muy sincero conmigo mismo, y me da mucho pavor ponerme una etiqueta y luego cagarla. Me gustan, por eso, las etiquetas más amplias. Ahora soy un chico trans bisexual o pansexual”."Lo que no se nombra no existe. Yo siempre quiero ser muy sincero conmigo mismo, y me da mucho pavor ponerme una etiqueta y luego cagarla. Me gustan, por eso, las etiquetas más amplias" — Rubén
“Lo más significativo que me ha pasado, sin embargo, ha sido una cosa positiva. En las fiestas de un pueblo había una caseta con baños, y el de chicos estaba ocupado. Iba con una amiga y entré al de chicas. Cuando salí, una señora se quejó de que ese no era mi baño, que el mío era el de chicos. Acostumbrado a tener miedo por que me fuese a pasar lo contrario, de repente me alegró el día”.“Un día entré en el de chicas, y cuando salgo había una mujer en la cola y me dice una 'te has colado'. Le contesté ¿Es este el baño de los chochos? ¿Sí? Pues he entrado bien” — Aitor
Me cuenta que ese cambio positivo de su madre se ha extendido también a cómo ve a su grupo de amigos, de los que antes desconfiaba. “Me decía que esos amigos que yo creía que iban a estar toda la vida, no iban a estar siempre. Y resulta que en mi transición había muchísima gente siempre conmigo. Allí estaban estos amigos que según ella se iban a ir. También, a raíz de ver a mis amigos llamarme Aitor, mi familia ha terminado de entenderlo. Mi madre y la de Rubén son amigas ahora, y van a grupos de madres de personas trans”."Mi madre me decía que esos amigos que yo creía que iban a estar toda la vida, no iban a estar siempre. Y resulta que en mi transición había muchísima gente siempre conmigo. Allí estaban estos amigos que según ella se iban a ir" — Aitor
Rubén está de acuerdo en que el interés, la curiosidad, es importante. “Sólo con preguntar… El hecho de preguntar ¿cuáles son tus pronombres? o ¿cómo te llamas?, nos evitaría muchas situaciones incómodas. El nombre ya te da una pista de cómo esa persona quiere ser leída. A mí me sigue pasando que me leen como mujer, y la verdad es que, viniendo de según qué persona, te hace sentir muy incómodo. Es como no sentirse entendido. Y más cuando tienes que repetirlo muchas veces. Tengo gente que lleva trabajando conmigo un año y medio, y me sigue tratando en femenino. Imagínate cuando se juntan dos o tres”.Diciendo esto, le descubro a Rubén una seriedad en la mirada que nunca le había visto antes. Otro de los mayores problemas, me cuenta, está relacionado con la etiqueta y su negativización. “De la negativización de nuestra realidad y el desconocimiento, vienen el encasillamiento y el miedo”.“El hecho de preguntar ¿cuáles son tus pronombres? o ¿cómo te llamas?, nos evitaría muchas situaciones incómodas" — Rubén