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Cultură

"El dolor fue muy grande": Diane Guerrero, la estrella de Orange Is The New Black, se destapa

Diane Guerrero, hija de colombianos, habla sobre la tragedia de los hijos de padres que deportaron de EE. UU.
Foto por Johnny Louis

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

Al comienzo del año, la estrella de la serie Orange Is The New Black, Diane Guerrero, publicó una recopilación de sus memorias en las que cuenta su experiencia como una ciudadana hija de papás indocumentados. Ellos fueron deportados a Colombia cuando la actriz tenia 14 años. Los padres de Guerrero, a los cuales ella se refiere como mami y papi en sus memorias Mi familia dividida, fueron solo dos de los 190.000 padres deportados en 2001.

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"La historia de mi deportación es parte de la historia de Estados Unidos", me contó Guerrero por teléfono cuando le pregunté lo que pretendía conseguir con la publicación de este libro. "Solo porque nuestros padres hayan llegado acá como inmigrantes no significa que nosotros seamos menos americanos. Tampoco significa que seamos menos humanos".

Guerrero, que actualmente hace el rol de Maritza Ramos en la nueva temporada de OITNB, hace una crónica de la separación de su familia y su salto a la fama en su nuevo libro. Algunos pueden interpretar su libro como la autobiografía de una joven actriz protagonista de una de las mejores series digitales. Pero es un recordatorio vivo de que los ciudadanos hijos de padres indocumentados corren el riesgo de ser separados de sus familias en cualquier momento.

El 17 de Mayo de 2001 la peor pesadilla de Guerrero se hizo realidad: ella se quedo sola en la casa que había vivido con su familia. "¿Donde están todos?", recuerda que gritaba cuando se dio cuenta de que había un par de botas de su papá en la entrada: estaban limpias, quietas. Su casa, que siempre estaba llena de conversaciones en español y música, estaba en silencio y olía a plátanos quemados que habían sido abandonados por su mamá cuando había sido detenida mientras hacía la comida. Un vecino que vivía al final de la calle de su casa en Boston le confirmaría su detención, diciéndole a Guerrero simplemente que sus padres se habían sido arrestados por los oficiales de inmigración.

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"Uno nunca está emocionalmente preparado para algo así ––dice ella–– yo sabía que no podía desperdiciar el sacrificio que habían hecho mis papás, y a los 14 años pensé que algún día iba a poder redimirme con ellos".

Emocionalmente uno nunca está preparado para algo así

"Yo estaba preparada para la posibilidad de que ellos no estuvieran ahí cuando yo llegara a la casa, o que se los llevaran enfrente mío", continúa Guerrero. "Mis padres no vieron la necesidad de ocultarme su estado de inmigrantes. Ellos sentían que era importante ser honestos conmigo. Ellos me veían como una persona capaz de tomar mis propias decisiones, y ellos me confiaban con eso, porque a esa corta edad, yo ya tenía muchos sueños que quería cumplir».

Ese jueves en la tarde ella se escondió debajo de su cama hasta que Amelia, una amiga de la familia, le contestó sus llamadas. Ambas empacaron las maletas para que sus padres se las llevaran a Colombia. Luego se fueron a vivir a la casa de Amelia por un año. Aunque el tema de la deportación de sus padres ocupó gran parte de su infancia, ella sabía que tenía que ser fuerte. Sabía que decirle a sus papás que se quedaría viviendo en Estados Unidos ––mientras que ellos eran deportados al país del cual se habían marchado buscando una vida mejor–– iba a ser difícil. Lo que ella no sabía era que el gobierno pasaría por alto su existencia por completo.

"Cuando se llevaron a mis padres, el gobierno nunca me buscó. A nadie le importó", escribe en el libro.

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Guerrero se apoyó en Amelia y en la gracia de sus amigos, que le dieron dónde vivir desde que era una adolescente hasta la universidad, donde la ansiedad de estar separada de sus padres finalmente llegó a su tope. A pesar de su aparente resistencia, Guerrero se acuerda de haberse sentido muy frágil. En la universidad, ella empezó a cortarse a sí misma y a tomar. "Yo podría estar muerta", dice. No lo podía soportar. El dolor era demasiado grande. Era muy profundo.

Como muchos ciudadanos hijos de padres deportados, Guerrero ha sufrido el impacto de la policía de inmigración de Estados Unidos. Un estudio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos encontró que los hijos de padres detenidos o deportados eran 2.5 veces más propensos a sufrir problemas mentales en la separación. Una gran parte de lo que Guerrero quiere comunicar en su libro es el hecho de que el bienestar emocional de los hijos de inmigrantes muchas veces se pasa por alto.

"Por muchos años, sentí que me callaban ––dice––, sentía como si nadie me escuchara. Nadie escuchaba a mi familia. Tú sabes, simplemente había sido olvidada. Como si nunca hubiera existido".

Después de que se llevaron a mis padres, nadie del gobierno me busco. A nadie le importo o se dio cuenta que yo me había quedado sola

Mientras que la xenofobia se infiltra en la retórica de los funcionarios electos y candidatos presidenciales, Guerrero quiere que los niños sepan que son importantes y que sus historias de inmigración son parte de la historia de Estados Unidos.

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"Dejemos de mirar la palabra 'inmigración' como si fuera una palabra sucia", me dice. "Estos estereotipos te van a tratar de manipular y a hacer que te sientas sucia, como si debieras sentirte avergonzada. Tú no deberías sentirte avergonzada. No deberías sentirte avergonzada de tu historia, de quien eres, de quienes son tus padres".

Cuando le preguntan por qué decidió escribir sus memorias, ella responde "era tiempo".

"Yo vi que la conversación salió mucho en las noticias. Vi como la gente comentaba sobre el sistema de inmigración en este país, pero nadie estaba hablando con gente como yo, que había tenido que vivir el hecho de que a su familia la deportaron", dijo. "Yo pensé que era el tiempo perfecto para decir algo al respecto. Vi que tenía una plataforma con Orange Is The New Black, y pensé que era una forma de involucrarme y ser parte del movimiento y de la conversación".

A diferencia de su personaje en OITNB, Guerrero no se arrepiente de su juventud malgastada. Ella, en cambio, le atribuye al pasado turbio su motivación para ayudar a las comunidades de inmigrantes y los niños en situaciones similares. Ahora trabaja con el centro de recursos de inmigración legal y Mi familia vota, dos organizaciones sin ánimo de lucro que ayudan respectivamente a avanzar en los derechos de los inmigrantes y a inspirar a los jóvenes latinos para que participen en política. Guerrero admite que ella no tiene todas las respuestas cuando se trata de comprender las reformas de inmigración, pero ella le tiene esperanza.

"Este país se construyó con inmigrantes, tú sabes. Nosotros tenemos que reconocer esto", dice Guerrero. "Sí, mi familia fue afectada. Yo fui afectada. No quiero que más familias tengan que pasar por esto. Nosotros podemos influenciar la reforma entendiéndonos uno al otro y reconociendo que las comunidades de inmigrantes y comunidades indocumentadas aportan mucho a este país".