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La artista del siglo 17 que fue víctima de una violación y pintaba sus fantasías de venganza

Artemisia Gentileschi fue violada a los 19 años de edad. A lo largo de su carrera como una de las artistas más grandes de la pintura italiana, Gentileschi revivió y exorcizó su trauma una y otra vez.

'Autorretrato como la alegoría de la pintura (La Pittura)' por Artemisia Gentileschi. Imagen vía Wikimedia

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

Es la mejor fantasía de venganza.

Había una vez un hombre llamado Holofernes. Fue un general que vivió hace miles de años en lo hoy se conoce como Siria. Holofernes hacía lo mismo que todos los generales en esa época: sitiar ciudades. Su objetivo era la ciudad de Bethulia, cuyos ciudadanos estaban a punto de morir de hambre y rendirse cuando una de sus habitantes, una mujer llamada Judith, formuló un plan. Judith sedujo a Holofernes con su encanto y prometió darle información. Después, cuando estaba borracho y dormido, lo decapitó, metió su cabeza en una bolsa y la llevó de vuelta a la ciudad.

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La historia de Judith y Holofermes es antigua y sagrada pero no se encuentra en la Biblia moderna. No es histórica. Es imprecisa. Y es probable que haya sido escrita por una mujer.


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Esta historia tocó fibras sensibles en Artemisia Gentileschi, una de las más artistas italianas más importantes del siglo 17. Artemisia fue violada en su adolescencia. El juicio fue público, prolongado y, además, la torturaron durante su testimonio. Igual que Judith, a Gentileschi la tacharon de puta en vez de heroína. E igual que Judith, Gentileschi escribió su propia narrativa heroica cuyo valor no fue apreciado hasta mucho después de su muerte.

La victoria de Judith fue posible hasta que Artemisia Gentileschi tomó un pincel para mostrar su violencia y su poder (en cinco versiones, según la experta en arte Mary Carrard). Se necesitó una mujer para pintar a una mujer –y una historiadora de arte para resucitar a Artemisia Gentileschi.

Judith decapitando a Holofernes por Artemisia Gentileschi (1612). Imagen vía Wikimedia

Gentileschi nació en Roma en 1593. Tenía tres hermanos menores y ella era la única niña. Su padre, Orazio, también era artista. Gentileschi creció en una familia rodeada de pintores y escultores durante uno de los periodos más emocionantes en la historia del arte: el final del Renacimiento tardío. A los 16 años se volvió aprendiz de su padre. Tres años después, su padre supo que nunca nadie la iba a igualar. Su dominio del medio, su creatividad y su habilidad artística no tenían par, sin importar el género.

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En 1612, Gentileschi fue violada por un colega de su padre, Agostino Tassi, y Orazio lo demandó. Es raro que la monografía de una artista incluya documentos legales con notas y análisis, no obstante, es justo lo que aparece en la página 664 de Artemisia Gentileschi: la imagen de una heroína en el arte barroco italiano de Mary Garrard. Las palabras de Gentileschi son gráficas y brutales. "Sentí un fuerte ardor que dolió mucho pero no pude gritar porque él me tapó la boca con las manos… Le rasguñé la cara, le jalé el cabello y, antes de que me volviera a penetrar, agarré su pene con tanta fuerza que le arranqué un pedazo de piel".

Gentileschi fue sometida a un examen ginecológico y dio su testimonio ante la corte mientras la torturaban con la sibille, un instrumento de metal que apretaba los dedos de la mano. Esto con el fin de garantizar la veracidad de su testimonio.

'Judith y su doncella' por Artemisia Gentileschi. Imagen vía Wikimedia

Gentileschi ya había pintado a Judith años antes de este acontecimiento, probablemente como copia de una de las pinturas de Orazio. La escena muy suave en comparación con la brutalidad de su obra posterior: Judith y su doncella Abra mirando al espacio en la dirección contraria a la cabeza en la bolsa. Esta temática era común en esa época –a Judith casi nunca la retrataban en el acto de violencia, sólo después y casi siempre con una expresión de piedad acongojada en el rostro–. A veces la pintaban topless o mostrando parte del muslo.

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Caravaggio—contemporáneo de Orazio— fue el primer pintor famoso en mostrar a Judith como progenitora de violencia y está claro que su sangrienta representación, donde Judith corta con un gesto de asco el cuello de Holofernes mientras él grita, fue una gran influencia para Gentileschi. En 1612, después del juicio, Gentileschi pintó una versión terrorífica de la escena con sombras y luces fuertes. En su versión, Abra no se queda al lado de Judith sino que la ayuda a sostener a Holofernes. La sangre escurre por las sábanas. Captura a Judith con una mirada severa y seria justo en el momento de la decapitación. Alrededor de 1620, Gentileschi pintó una versión mejorada y más intensa para su mecenas, Cosimo II de Medici.

De Medici estaba tan horrorizado por la pintura que la colgó en un rincón oscuro de su palacio donde poca gente se acercaba.

En la imagen, las sábanas están empapadas y corren riachuelos de sangre que manchan los brazos y el vestido dorado de Judith. El pecho y las rodillas de Holofernes están a la vista, lo cual lo deja vulnerable y expuesto. Y Judith se ve menos idealizada, con una nariz más aguileña, y un rostro y barbilla más redondas. Judith se parece a Gentileschi. De Medici estaba tan horrorizado por la pintura que la colgó en un rincón oscuro de su palacio donde poca gente se acercaba.

Su violador, Tassi, era un violador en serie que fue encarcelado en cuestión de ocho meses. Gentileschi se volvió una de las pintoras más importantes de su época pero su talento no la salvaron del menosprecio habitual de su género. Sólo sabemos que murió en 1653 por dos obituarios publicados que mencionaban su habilidad para ganar dinero con su arte y lo pésima esposa que debió ser por lo mismo.

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Sus talentos no quedaron completamente en el olvido –igual que sus pinturas, se quedaron archivadas en un rincón de la memoria colectiva esperando a que alguien las recordara– en 1979, la obra de arte feminista de Judy Chicago, The Dinner Party, es un tributo a Gentileschi. El movimiento feminista se agarró de su figura porque vio en ella una resistencia heroica sin precedentes. En 1991, la monografía de Garrad abrió una compuerta para la beca Gentileschi. En una entrevista con la revista The Florentine, Garrard explica el impacto de Gentileschi. "Hizo algo que ningún hombre era capaz de hacer: pintar y representar la pintura simbólicamente. Para mí, este gesto es una esfuerzo extraordinario de identidad. No sólo se negó a aceptar sus limitaciones sino que se aprovecho de ellas. Hoy en día muchos alaban a Artemisa porque dicen que fue una 'sobreviviente'. Pero fue más que eso; fue una ganadora".

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Al saber sobre el trauma de Gerntileschi y la violencia sin precedentes de estas obras, resulta difícil no ver a Judith decapitando a Holofernes como una expresión de ira fría y catarsis, la única forma que tenía la artista de sentirse realizada en esa época. En la historia del arte, para superar un trauma, lo más importante es preservar lo que sobrevive. Cuando te quitan algo, no hay forma de recuperarlo. Nunca sabremos exactamente por qué pintaba Gentileschi o cómo se sentía al hacerlo.

La pregunta es: ¿Esta sensación de realización brutal es de ella o nuestra? La violación no es un hecho traumático individual; como es un acto tan común de hombres a mujeres, se ha vuelto una carga colectiva. A través del prisma de la historia del arte feminista, Gentileschi se ha vuelto todas las víctimas de violación y todas las víctimas de violación se han vuelto Judith –la mujer que le corta la cabeza al hijo de puta para salvar al mundo–.