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Cultură

¿Por qué la evolución quiere que la infidelidad nos duela tanto?

A pesar de que las mujeres y los hombres somos por naturaleza criaturas celosas, los detonantes de los celos son totalmente diferentes en ambos géneros.

Todas las ilustraciones por Michael Dockery

A nivel superficial, los celos sexuales son de las emociones más contraproducentes que hemos llegado a experimentar. Piensa en todas las horas que pasamos pensando en las parejas que nos han robado o en los amores no correspondidos, sin mencionar la devastación ocasionada por crímenes pasionales. Además, desde una perspectiva evolutiva, seguramente el hecho de que más gente tenga relaciones sexuales equivale a más gente. Punto. Así que, ¿por qué nos molesta tanto lo que otra persona hace con su intimidad?

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La respuesta a esta pregunta es compleja y aún se sigue investigando, aunque varias teorías sugieren que los celos sexuales podrían haber sido una ventaja en nuestro entorno ancestral. Lo que sí sabemos es que aunque los hombres y las mujeres son criaturas igualmente celosas, los detonantes de los celos son muy diferentes entre ambos sexos.

De acuerdo con una investigación realizada por el psicólogo David M. Buss hace algunas décadas, los hombres están programados mentalmente para sentir celos por la infidelidad sexual de sus parejas, mientras que las mujeres sienten celos cuando su pareja les es emocionalmente infiel. Si miramos hacia atrás a nuestros antepasados como que esto tiene sentido, y ha dado lugar a lo que se conoce como el modelo de inversión parental. paterno-inversión.

Desde una perspectiva evolutiva, los hombres necesitarían asegurarse de que sus parejas sexuales les sean fieles para que estos no pierdan el tiempo ni los recursos criando a niños que no son suyos. Las mujeres no tendrían que preocuparse por eso, pero dependerían de sus parejas masculinas para tener los recursos para criar a sus hijos. Por lo tanto, una mujer se sentiría más amenazada por la infidelidad emocional, pues una infidelidad podría dar lugar a que su pareja le diera sus recursos a otra mujer en vez de a ella y a sus hijos.

Esta dinámica, obviamente, no tiene cabida en las relaciones en las que el embarazo y la crianza de los hijos no es un factor, pero, por ejemplo, nuestras emociones siguen siendo las mismas cuando se trata de relaciones por internet. La investigación publicada en el Journal of Applied Social Psychology en 2010 encontró que los hombres son más propensos a experimentar celos ante la perspectiva de que sus parejas tengan cibersexo que ante la perspectiva de que formen un vínculo emocional en línea. En cambio, las mujeres consideraron más amenazante la idea de que sus parejas establecieran relaciones emocionales en línea.

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A pesar de que estas diferencias en los celos de ambos sexos han surgido en múltiples estudios, la teoría no está exenta de críticas. En muchos de estos estudios se les pregunta a los individuos si la infidelidad sexual o emocional hipotética los afligiría más. Es ampliamente conocido que los seres humanos son malos para predecir sus futuras reacciones emocionales, lo que hace que la validez de estos resultados se cuestionen. Pero, incluso los estudios que han observado el verdadero comportamiento celoso (como un estudio realizado por Barry X. Kuhle en 2011) obtienen resultados que reflejan esta teoría.

Sin embargo, el género no lo explica todo. En 2010, los investigadores en materia psicológica Kenneth Levy y Kristen Kelly realizaron un estudio que se centraba en los tipos de apegos que las personas tienen en sus relaciones y encontraron que en lugar de ser algo innato, el tipo de apego es moldeado por nuestros padres en nuestros años de formación y por nuestras amistades y relaciones íntimas en nuestra edad adulta. Levy y Kelly descubrieron que las personas con apego "desentendido" (aquellos que valoran la autonomía en las relaciones más que el compromiso) son más propensos a angustiarse por la infidelidad sexual, y que este tipo de apego es más común en los hombres. Por el contrario, los hombres y mujeres que tienen un apego ya sea "seguro" o "ansioso" (siendo este último ligeramente más común en las mujeres) se preocupan más por la infidelidad emocional.

Como la mayoría de las otras investigación en este campo, el trabajo de Levy y Kelly no ha sido inmune a la crítica. Entre los críticos se encuentran los autores de un estudio realizado en 2015 y publicado en el Human Ethology Bulletin que demuestra que, de una muestra de 88 hombres y 170 mujeres en Chile, el estilo de apego no explica las diferencias en los celos entre ambos sexos. De hecho, el género volvió a ser el único indicador del tipo de celos. (Tal vez la conclusión es que las relaciones en Chile no dependen de esos estilos de apego predecibles).

Como todo en la psicología evolutiva hay diferentes factores en juego, con diferentes niveles de influencia de nuestros genes, educación y entorno. A pesar de eso, hay evidencia de que los hombres tienden a enojarse por el sexo, mientras que las mujeres tienden a molestarse por la intimidad emocional. Y es probable que nada de esto cambie a corto plazo.

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