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Género

¿Qué pasa cuándo una madre decide denunciar por abuso al padre de sus hijos y eso se vuelve en su contra?

Los hijos también son rehenes del patriarcado. Historias de madres que viven el calvario del inexistente SAP.
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Artículo publicado por VICE Argentina

Los abusos sexuales al interior de los hogares son más cotidianos de lo que imaginamos. En la Argentina, una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños sufren abuso sexual infantil, según datos de Unicef y el Ministerio de Justicia de la Nación. Entre el 70 por ciento y el 80 por ciento de las víctimas de abuso sexual son niñas, y en la mitad de las historias los agresores viven con las víctimas y en tres cuartas partes son familiares directos. Un 95 por ciento de los abusadores son varones. En general son las madres quienes deciden recorrer el camino de la denuncia. Volver lo personal político, sacar del ámbito de lo privado el abuso las devuelve como un boomerang hacia el lugar del que partieron y, en algunos casos, las deja sin sus hijos o hijas o con la etiqueta de “acusadas”. Acompañan e intentan proteger a sus hijos e hijas pero se vuelven ellas las señaladas como si fueran las instigadoras de las denuncias o de usar el falso Síndrome de Alienación Parental (SAP), el síndrome sin base científica que alimentan los neomachistas. Para hacerle frente al accionar de la justicia patriarcal, en Argentina, un grupo de madres armó la Red Frente Madres Contra El Inexistente SAP y la Violencia Judicial. Está compuesto por mujeres de la provincia de Buenos Aires, el centro porteño, Santa Fe, Córdoba, Jujuy, Santa Cruz y un largo listado de provincias del país.

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“Tengo una conocida a la que el tipo le quiere sacar los hijos”. Es la frase que más escucha Verónica Villamarín por estos días. Ella empezó a organizarse con otras primero en el ámbito laboral en el Grupo de Mujeres Trabajadoras del Banco Credicoop, el lugar donde trabaja. Había estado 13 años en pareja con un varón violento. Cuando decidió separarse, después de identificar la violencia psicológica de la que era víctima, el castigo fue retener a uno de sus hijos que hoy es un adolescente de 16. Verónica no lo ve desde 2013. Ahora ella vive sólo con su hija de 10 años. Su historia es un expediente judicial en el Juzgado de Familia 5 de Morón. Verónica participa de las asambleas para organizar las marchas por Ni Una Menos y los paros internacionales de mujeres, lesbianas, travestis y trans. En esos encuentros siempre habla de la justicia patriarcal que genera impedimentos de contactos con las madres. Muchas madres llegaron a ella por sus intervenciones en las asambleas. Así fue que la contactó Andrea, que se había separado de su pareja y tras la desvinculación, el hombre la denunció en el ámbito penal. En el medio de ese proceso su hija, a los cuatro años, puso en palabras una situación de abuso. Hacía un año que se habían separado. La causa de Andrea tramita en la justicia de San Martín.

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“Nuestros hijes son rehenes del patriarcado. Formamos este Frente para mostrar que esta es una más de las formas de violencia hacia las mujeres. Dejamos la vida en un Juzgado”, dice Verónica a VICE. Está sentada en un bar frente al Congreso junto a Andrea y Tamara, que también integran la Red. “Estás acorralada. No queda otra que organizarte y meterte en las grietas compartiendo estrategias que fuimos aprendiendo”, asegura Andrea a VICE. La historia de Tamara es la excepción a la regla: su hija pudo contar una situación de abuso por parte de su abuelo, el padre de su progenitor. Cuando se acercó a la UFI 14 de San Martín, rápidamente se accionó la investigación policial y judicial que terminó con la detención del hombre.

La celeridad no es el patrón en estas historias. Verónica Villamarín define al sistema judicial como una agonía lenta. “Todo el sistema está preparado para que te vayas aislando porque el entorno no está preparado para acompañar una situación tan terrible”, dice. “Muchas amistades o mismo la familia se alejó cuando supo lo que estábamos atravesando”, explica Tamara. El objetivo del Frente de Madres no es brindar asesoramiento jurídico sino acompañarse, visibilizar y militar cada una de sus causas juntas. Entre ellas discuten sobre el foco que le quieren dar a la temática. “Muchas veces elegimos evitar el escrache y optamos por darnos fuerzas entre nosotras, que otras mujeres sepan que no están solas”, señala Verónica Villamarín.

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Las madres de la Red están conectadas a diario vía WhatsApp. Cada vez que tienen una audiencia, una reunión con abogados o abogadas, una pericia, una citación judicial intercambian por teléfono para darse fuerzas y acompañamiento. Todas están al tanto de las causas judiciales que las otras empujan. Todas conocen a los y las hijes de todas, como si fueran una gran familia ensamblada. El último día de la madre en Argentina decidieron hacer una campaña en redes para visibilizar la problemática invisibilizada. “¿Sabías que hay madres que hoy NO pueden estar con sus hijas?”, preguntaron en Twitter y Facebook.

El último sábado 3 de noviembre se juntaron en una jornada nacional, abierta y federal para reflexionar y articular la lucha contra el falso SAP y las revanchas machistas judiciales. Lo hicieron convocadas por la Escuela de Psicología Social Pichón Riviere de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dirigida por Ana Quiroga. “Abajo la justicia patriarcal. Nuestro delito es ser madres”, decía la bandera con la que se sacaron una foto al final de la jornada.

La historia de la médica cirujana Andrea Vázquez es una de las más emblemáticas en el país. El último 9 de noviembre su hijo mayor cumplió 18 años. Hace siete años que ella no tiene contacto con él. En octubre de 2012, un grupo de policías los sacó a él y a sus hermanos menores de su casa en Banfield, en el conurbano bonaerense, con una orden judicial en un operativo violento para llevarlos a vivir con el padre. Andrea lo había denunciado por violencia doméstica, pero el Tribunal de Familia N° 3 de Lomas de Zamora decidió que era hora de una “modificación del régimen de vida” para los chicos. Sólo 15 días antes, los dos hermanos de 8 y 9 años, le habían dicho al juez que no querían ver a su papá. Le contaron que él los golpeaba y los torturaba poniéndolos en la bañadera con agua helada. A pesar de que había testimonios y pruebas concretas, los jueces decidieron no escuchar el relato de los niños porque creen que están influenciados por su madre. “Durante 4 años mis hijos fueron privados de toda modalidad de contacto conmigo y familiares maternos. Durante ese periodo el progenitor abusó sexualmente y torturó a mis hijos”, dijo Andrea a través de Facebook el día del cumpleaños de su hijo mayor. Ella es una de las impulsoras de la Red.

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Los relatos de las madres son calcadas: una mujer que decide romper con el círculo de violencia machista en el que vive; un progenitor que toma de rehenes a los hijos o hijas y los pone en el centro del debate, niños y niñas que relatan maltratos y abusos, operadores judiciales que no escuchan a los y las chicos. Si no pueden retener a los hijos o hijas, muchas veces los hombres ejercen violencia económica hacia sus ex parejas. Y ahí se activa el inexistente SAP como arma de los varones para defenderse y convertirse ellos en víctimas y las mujeres que protegieron a los y las niños/as en victimarias. Ellas creen que la justicia se vuelve como un boomerang porque muchas veces es el castigo por haber roto con lo establecido.

“Para todo el sistema somos madres destructoras porque vamos contra la familia, porque rompimos con la familia así como estaba. No nos ven como protectoras”, dice Verónica Villamarín.


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El mentor del SAP es un médico estadounidense llamado Richard Gerdner, que se suicidó en 2003. En los expedientes judiciales no aparece nombrado el síndrome inexistente, pero el prejuicio sigue latente. Se habla de “programación”, “lavado de cerebro” e “inoculación” y se recomienda cortar el vínculo 100 por ciento por un periodo prolongado.

El 19 de noviembre es el Día mundial para la prevención del Abuso Sexual a Niñas, Niños y Adolescentes, la Red Nacional de Visibilización Contra el Abuso Sexual a Niñas, Niños y Adolescentes junto a múltiples organizaciones realizó el último 20 de noviembre una jornada de visibilización donde hubo intervenciones artísticas, artivismos, área para niños y niñas donde se desarrollaran actividades de prevención, feria de editoriales, entre otras actividades.

El abuso sexual en la infancia es uno de los delitos más invisibilizados. Se trata de una problemática que atraviesa todas las clases sociales. Según datos difundidos por la Red Nacional de Visibilización Contra el Abuso Sexual a Niñas, Niños y Adolescentes sólo se denuncia el 10 por ciento de la cantidad total de delitos de abuso sexual de niñas, niños y adolescentes. De dicho porcentaje, se termina esclareciendo menos del 0,01 por ciento de los casos denunciados. Por lo tanto, de cada 1000 casos denunciados sólo se esclarece con sentencia firme uno, quedando así 999 delitos denunciados impunes. Frente a la crueldad del sistema judicial, las madres responden con organización feminista.

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