La arqueóloga espacial que estudia la basura que los humanos arrojan al cosmos
Image by Ashley Goodall and Sia Duff

FYI.

This story is over 5 years old.

Identidad

La arqueóloga espacial que estudia la basura que los humanos arrojan al cosmos

Alice estudia los objetos construidos por el hombre que deambulan por el espacio. Y eso incluye cohetes, satélites y artefactos humanos que han sido abandonados en otros cuerpos celestiales.

"Te sonará estúpido, pero tengo una historia sobre mis orígenes", afirma la Dra. Alice Gorman. "Estoy harta de contarla. Bueno, te la contaré a ti, pero me estoy repitiendo más que el ajo".

Cuando era una niña que crecía en la Australia rural, Alice quería ser astrofísica. Por varios motivos aquello no salió bien, así que en lugar de ello se hizo arqueóloga. Hasta que una tranquila noche de 2004 en Queensland…

Publicidad

"Estaba sentada en el porche con una cerveza, mirando las estrellas y pensé, Madre mía, algunas de esas luces no son estrellas, son satélites. Y algunas son basura que ya no sirve. Me pregunto si se puede hacer arqueología de esos satélites".

Alice empezó a investigar y pronto cambió las excavaciones por el profundo espacio exterior, convirtiéndose en pionera de la "arqueología espacial", la práctica de evaluar el espacio exterior como un paisaje cultural.

Ser curiosa como mujer es una invitación al desastre, una invitación a que te castiguen por hacer preguntas

En otras palabras, el estudio de los objetos construidos por el hombre que deambulan por el espacio. Y eso incluye cohetes, satélites y artefactos humanos que han sido abandonados en otros cuerpos celestiales.

Alice es cualquier cosa menos un cliché. "Estoy realmente orgullosa de poder observar casi cualquier nave espacial y saber decir qué es y de dónde procede", dice la primera mujer en ser elegida miembro del consejo de la Asociación Australiana de la Industria Espacial. "Cuando te adentras en su historia nunca son simplemente pedazos de tecnología hechos de metal, cerámica o circuitos… Cada uno de ellos tiene una interesante historia a sus espaldas".

La labor de Alice es desvelar dicha historia, empleando registros históricos, rastreando datos y fotografías tomadas antes del lanzamiento, informes sobre los materiales y la fabricación, estudios científicos sobre naves espaciales que han regresado y otros datos recopilados por telescopios. "No lo hago solo como lo haría un historiador, con documentos, sino también analizando cosas materiales, que sirven para contar una historia bastante diferente".

Publicidad

Una pared del despacho de Alice. Foto por Sia Duff

Alice mira hacia afuera, hacia el vacío y ve un floreciente "paisaje cultural. La gente cree que el espacio es un lugar vacío, pero hay gran cantidad de material humano en él". Aplicando lo que ella denomina un "encuadre del paisaje cultural", pretende mostrar que los humanos y el espacio no están separados. "Forman parte de la misma cosa".

Lo que más le gusta es lo que ella denomina "basura espacial": cualquier cosa que haya en el espacio y que haya sido manufacturada por el hombre, pero que "actualmente o en un futuro próximo no tenga utilidad alguna, como viejos satélites y cohetes espaciales de varios niveles. Pero no todo es basura: entre el medio millón de pedazos de desperdicios orbitales que rodean la Tierra ahora mismo, hay unos cuantos satélites viejos a los que todavía queda algo de combustible y batería.

"Su misión terminó, así que los abandonaron. Pero luego los recuperaron y les dieron un nuevo propósito, así que de repente han dejado de ser basura", indica Alice, refiriéndose a cómo la NASA ha dado luz verde a un grupo de científicos que trataban de "insuflar nueva vida científica" a una nave espacial de cuatro décadas de antigüedad.

Algunos elementos interestelares que otros consideran meros materiales de desecho tienen cierta importancia histórica. Lanzado en 1958, el Vanguard 1 es el objeto humano más antiguo en órbita y uno de los poquísimos satélites que quedan de aquella época tan temprana. "¿La herencia es basura?", pregunta Alice. "Yo diría que no, porque ofrece a los humanos una visión de su lugar en el espacio".

Publicidad

El trabajo de Alice ayuda a los humanos a comprender su relación con el espacio. La "basura" no siempre es perceptible a simple vista, pero nos vigila en silencio, año tras año. Los humanos tenemos la obligación moral y ética de "no destruir los entornos que apenas conocemos", afirma. "No podemos dar por sentado que somos dueños y señores del universo".

Uno de mis lemas en la vida es, "¿Qué haría si tuviera pene?"

Alice se rige por la noción de gestión de la herencia como si fuéramos sus "mayordomos": los humanos somos "guardianes" del espacio exterior. "Solo es cuestión de pensar, 'Mira, hay una formación geológica única en Marte, no construyamos un asentamiento sobre ella'". Esta línea de pensamiento no siempre ha sido la que han seguido los ingenieros, los físicos y las demás partes integrantes de la industria espacial, cuyos puntos de vista son más del "Siglo XIX".

"No han estudiado filosofía, arqueología o antropología. No es algo que les resulte familiar. Y no es culpa suya, pero por fortuna hay un puñado de personas que conocen estas disciplinas".

Algunos de los libros que incluyen el trabajo de Alice. Foto por Sia Duff

En la actualidad, el proyecto secundario de Alice es investigar la curiosidad como característica humana. "Ser curiosa como mujer es una invitación al desastre, una invitación a que te castiguen por hacer preguntas y por no saber cuál es el lugar que te corresponde", afirma. "Los astronautas son [predominantemente] hombres blancos procedentes de naciones industrializadas, [pero] eso está empezando a cambiar".

Publicidad

Alice, que es especialista en análisis de herramientas líticas y en la herencia indígena australiana, también es catedrática en arqueología, un campo que se reparte por géneros casi al 50 por ciento, "porque está a caballo entre la ciencia, el arte, las humanidades y las ciencias sociales". El número real de profesoras de arqueología es de en torno al 13 por ciento, indica, pero en las conferencias el número de profesionales de ambos sexos es casi el mismo.

¿Y qué sucede con los eventos de la industria espacial? "Absolutamente no".

Entre varios cientos de asistentes, "en un evento espacial medio en Australia, habrá siete u ocho mujeres, solo la mitad de las cuales serán ingenieras aeroespaciales. La gente presupone muchísimas cosas sobre lo que eres y lo que haces", afirma Alice, a quien un eminente científico espacial confundió una vez con una secretaria en una conferencia. "Como era una mujer de mediana edad sin rostro e intercambiable, no le entraba en la cabeza que hubiera ido a debatir con él sobre ciencia".

Pero la actitud hacia las mujeres en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas está cambiando lentamente y personas como Alice forman parte de ese cambio. Para la Semana Nacional Australiana de la Ciencia ofreció algunas conferencias en Tasmania, tras las cuales "Una niña pequeña se me acercó y me pidió hacerse una foto conmigo. Había algunas personas bastante famosas en aquel acto y yo pensé, Vaya, solo por estar aquí y hablando ella se ha emocionado con el tema. Así que creo que la visibilidad es muy importante".

En octubre de 2016 Alice asistió a un debate en la Oficina de Asuntos del Espacio Exterior de la ONU. Se reunió con el Jefe de Aplicaciones Espaciales y charlaron sobre su peculiar tema: la arqueología espacial. La charla fue "una victoria" y es posible que pronto presente su obra ante el Comité de Naciones Unidas Para el Uso Pacífico del Espacio Exterior.

"Uno de mis lemas en la vida es, ¿qué haría si tuviera pene? Creo que iría por ahí pensando que soy la mar de importante y famosa", dice riendo. "Así que voy a lograr algo importante con esto, porque si fuera un tío sin duda lo estaría haciendo ya".