De rave en Disneyland

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De rave en Disneyland

Son muchas las subculturas que han hecho de Disneyland su meca y punto de encuentro; el sábado pasado fue el turno de los ravers, que decidieron pasar su decimocuarto Summer RaverDay en el parque.

Son muchas las subculturas que han hecho de Disneyland su meca y punto de encuentro, en especial los góticos y los motociclistas fanáticos de Mickey Mouse. Sin embargo, también se celebran eventos menos conocidos, como el Nerdy Day, el Dapper Day (día de la elegancia), e incluso un día para los amantes del ska llamado "It's a Ska World After All".

El sábado pasado fue el turno de los ravers, que decidieron pasar su decimocuarto Summer RaverDay en el parque. Y sí, es lo que parece.

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Cada vez que escucho la palabra raver, me imagino a gente vestida con ropa informal en una nave industrial o en el campo, con la mandíbula tan trabada que parece que se va a quebrar en cualquier momento.

Pero los ravers de Disneyland aparecieron cubiertos de pulseras y collares de plástico de colores, jeans y pieles sintéticas, y con una actitud tan amable que hasta resultaba sospechosa.

Al llegar, platiqué con una chica llamada Valerie, que participaba en el evento por primera vez y que me explicó de qué iba el asunto. "Aquí solo queremos PAUR", dijo, "o sea, paz, amor, unión y respeto".

"Lo hacemos todo con mucho amor", continúa, y luego me explica el significado de las pulseras que lleva y que, según me cuenta, todas son hechas por ella o regalos de otros ravers que ha conocido. "Hecho siempre con PAUR", repite. "Si un collar no tiene ningún significado para mí, me lo quito".

Le pregunté a una chica si no estaba incómoda con todas esas pulseras. Movió unas cuantas para enseñarme la piel oculta debajo. "Esto es lo que pasa", dijo. "Lo llamamos cáncer de plástico".

Cuando oía hablar de PAUR, yo imaginaba que era un código secreto para referirse a alguna droga. Pero Vince Cotson, organizador del RaverDay, me aseguró que no era el caso y que todos los presentes iban a pasar el día sin consumir drogas. "En catorce años no hemos tenido ningún caso de mal comportamiento", añadió. Además, en la invitación al evento de Facebook se especificó que no se aprobaban las drogas ni tampoco los chupetones. "Hay gente que lo ve como un símbolo de la droga", me explicó.

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Estoy convencido de que no mentía: el día transcurrió con buena onda y un ambiente familiar. Todos eran muy amables, que es lo que cabría esperar de un grupo de gente cubierta de colores y moviéndose al ritmo del garage más alegre del mundo.


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Al final del día, una señora mayor se acercó a una chica y le preguntó qué era todo aquello. "Son pulseras de colores", le explicó la joven. Cuando has vivido una experiencia agradable con una persona, intercambias pulseras con ella.

Así, si vuelves a coincidir con ella en otra fiesta, puedes decir, "¡Qué onda! ¡Nos vimos en tal sitio!"

Luego le dio una de sus pulseras a la señora.