El sorprendente éxito de los ‘shooters’ adaptados a los juegos de mesa

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El sorprendente éxito de los ‘shooters’ adaptados a los juegos de mesa

Pese a que Adrenaline y Doom son dos juegos de mesa muy distintos, ambos ofrecen una experiencia muy reveladora.

No soy muy amante de los shooters en primera persona. Aparte de mi breve obsesión con Duke Nukem 3D en mi adolescencia, no he seguido demasiado la evolución de este género, y mis infrecuentes intentos de poner a prueba mis habilidades de tiro siempre terminaban en una muerte rápida y fulminante.

Pero incluso para alguien poco ducho en la materia como yo, no cabe duda de que 2016 ha sido un año increíble para los FPS. De los desesperados combates en el barro de Battlefield 1 a la diversión anárquica que ofrece Overwatch, es innegable que el género está en su momento álgido y ofrece profundidad y variedad.

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Pero estos triunfos creativos no se limitan a los confines del reino digital. Aprovechando la bonanza que también están experimentando los juegos de mesa, son varias las editoriales que se han sumado a la iniciativa de llevar al mundo de la madera, el plástico y el cartón el atractivo violento de los shooters.

La adaptación analógica de videojuegos no es un fenómeno nuevo. Títulos como XCOM, Civilization y League of Legends ya han sido llevados a la mesa con mayor o menor éxito. Sin embargo, aunque un juego de estrategia o de desarrollo de civilizaciones pueden parecer candidatos obvios para esta conversión, surge la duda cuando nos enfrentamos a la adaptación de un FPS.

No resulta complicado recrear en cartón y plástico las acciones de dar órdenes a unidades o gestionar recursos, pero ¿cómo recrear el momento en que le vuelas la cabeza a un oponente de un disparo a bocajarro? Intrigado, decidí comprobar si un juego de mesa era capaz de hacerte disfrutar de lo lindo matando a tus colegas.

DOOM. Todas las fotografías por el autor

DOOM es un juego de mesa cooperativo diseñado por Jonathan Ying que pone a los jugadores en el infierno marciano tan familiar para los adeptos del videojuego. Desde el momento en que uno posa los ojos en la ilustración de la caja, queda patente el cuidado que han puesto en reproducir fielmente la estética del original en el que se inspira.

Desde las losetas de terreno cubiertas de vísceras a su iconografía death metal/ocultista, el juego rezuma gore y crudeza por los cuatro costados. Pero el elemento más impresionante es, sin duda, la colección de miniaturas de plástico que representan al escuadrón de marines y a la horda de bestias a las que deben enfrentarse. Están los grotescos y chillones Revenants, los horrendos y ala vez cuquis Demonios (Pinkies) y el malévolo y retorcido Cyberdemon, que se alza imponente sobre el resto de figuras.

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Pero que nadie vaya a pensar que el encanto de DOOM radica únicamente en su aspecto físico, porque bajo esa fachada realmente hay un juego contundente, con reglas complejas que cubren desde el movimiento hasta los disparos, el equipo o las bonificaciones a la defensa por ponerse a cubierto. El juego divide a los jugadores en dos equipos: los protagonistas, cada uno controlando a un solo marine, y el Invasor, al mando de la hueste de demonios. A lo largo de una serie de misiones con sus respectivos mapas, , los marines tratarán de lograr sus objetivos, que pueden ir desde limpiar la zona de enemigos hasta rescatar a un grupo de aterrorizados científicos. El Invasor, por su parte, hará lo posible por eliminarlos a todos.

Como marine, las acciones disponibles en cada turno vienen determinadas por un mazo de cartas, que dictaminará cuánto te puedes mover y con qué precisión podrás disparar. Por el camino encontrarás armas —desde motosierras a lanzacohetes— que mejorarán tus capacidades añadiendo nuevas cartas más potentes y mortales a tu mazo.

Los turnos como Invasor son mucho más marcados: activas a tus demonios haciendo que avancen y ataquen. Cada criatura tiene un conjunto de habilidades específicas que pueden activarse utilizando la "energía Argent" que vayas a cumulando durante la partida y que las convierte en máquinas de matar más poderosas, rápidas y resistentes en los combates.

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Aunque parezca lo contrario, el juego está bien equilibrado gracias al hecho de que los marines pueden volver a aparecer en el tablero tras haber muerto y a su capacidad de lanzarse contra los enemigos más débiles en combate cuerpo a cuerpo, un elemento sacado directamente de la versión de 2016 del videojuego.

Todo encaja temáticamente y genera una buena dosis de tensión y diversión. Pese a todo, en ningún momento reproduce la sensación de estar jugando a un FPS. Lo cierto es que se parece más a un juego de mazmorreo al uso pero con armas de fuego.

Adrenaline

DOOM tampoco es la única opción disponible en este sentido. Adrenaline, obra del diseñador croata Filip Neduk, quizá no tenga el mismo renombre que el anterior, pero bebe de las mismas fuentes de inspiración. Al igual que DOOM, el juego incluye un conjunto de miniaturas de plástico, pero quizá sea ese el único punto en común con él.

Mientras que DOOM nos presenta un mundo apocalíptico en el que predominan el acero y las vísceras, la paleta de colores de Adrenaline es tremendamente llamativa, con tonos amarillos y púrpura fluorescente. Allí donde DOOM desafía a los jugadores a colaborar para derrotar a un enemigo común, Adrenaline nos invita a una matanza en la que cada uno va por su cuenta intentando derrotar a los demás en una orgía de llamas, balas y rayos láser.

El juego gira en torno a tres simples acciones a elegir en un turno: correr, coger cosas o disparar a la gente. Los jugadores se irán moviendo por las salas del mapa, cogiendo las armas y la munición que se encuentren por el camino. Cada arma tiene una ventaja especial: las ametralladoras permiten atacar a varios objetivos a la vez, los lanzallamas calcinan a los oponentes que se encuentren en su trayectoria de fuego, los cañones de riel perforan las paredes e impactan a los oponentes a cubierto tras ellas.

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Lleva tiempo dominar cada una de las nuevas adquisiciones de tu arsenal y descubrir la mejor forma de usar el atestado entorno de juego en tu favor según el arma que blandas. Por todo ello, me atrevería a decir que Adrenaline cumple mejor con la tarea de reflejar la autenticidad de un FPS que DOOM con su enfoque más táctico.

Por otro lado, Adrenaline también tiene una vertiente más profunda y compleja. Si bien tu objetivo principal va a ser siempre disparar, descuartizar o machacar al oponente, ciertas formas de jugar resultan más efectivas que otras. No solo obtienes puntos por derrotar a los rivales, sino por la cantidad de daño que les hayas infligido, independientemente de si el golpe de gracia lo has dado tú o un oponente. Esto implica que una distribución juiciosa de las tortas que des a tus enemigos puede dar mejores resultados que dedicarte simplemente a atacar al rival más obvio.

Asimismo, cada vez que un jugador reaparece en el tablero en Adrenaline, su valor disminuye un poco. Por tanto, matar a un oponente que acaba de aparecer puntuará menos, lo que incentiva a perseguir objetivos más grandes, más malos y dominantes.

Ambos títulos son más que correctos, si bien Adrenaline se acerca más al espíritu de los videojuegos en los que se inspira. También es el juego que escogería si volviera a jugar a uno de ellos. En cualquier caso, resulta muy interesante la diferencia radical que existe en el enfoque de ambos títulos.

Dos diseñadores que trabajan a partir de un material similar han creado títulos casi diametralmente opuestos. Uno es oscuro, complejo y exigente con el jugador; el otro ofrece un juego ligero, rápido y divertido sin detrimento de su aspecto táctico.

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Traducción por Mario Abad.